27.02.13

Su Santidad Benedicto XVI, Papa “emérito”

A las 12:51 AM, por Andrés Beltramo
Categorías : Sucesión Papal

Su Santidad Benedicto XVI, Papa “emérito” o Romano Pontífice “emérito”. Ese será el título que ostentará Joseph Ratzinger desde el próximo jueves 28 de febrero a las 20:01 horas de Roma. Lo confirmó el portavoz de la Santa Sede, Federico Lombardi. Una elección inédita, que permitirá al pontífice dimisionario mantener el estatus jurídico propio de su actual cargo. Una decisión lógica, considerando que en la jerarquía eclesiástica siempre se avanza y nunca se retrocede. En teoría. Salvo casos gravísimos.

Con esta definición quedó confirmado que El Vaticano acogerá a dos Papas “bajo el mismo techo”: uno dimisionario que vivirá en el monasterio “Mater Ecclesiae” y el otro reinante, que despachará en el Palacio Apostólico. Los separarán escasos metros. Y ya existe quien preanuncia un “conflicto de intereses”.

Lo cierto es que la Iglesia católica está viviendo una situación nunca antes vista. Está aprendiendo, paso a paso, a convivir con ella. Benedicto XVI estableció un precedente. De ahora en más la renuncia del Papa no será tan sorpresiva, tan chocante, tan imprevisible.

Por lo pronto ya se confirmó que Ratzinger vestirá de blanco. Será una sotana simple, sin la esclavina o espaldar que suelen usar los papas. Pero será blanca al fin. Mantendrá el color simbólico de un pontífice. Como es propio de su cargo. Mientras sus zapatos serán mexicanos. Porque el líder católico ama el calzado que le regalaron los artesanos de León (Guanajuato) durante su visita a México en marzo de 2012. Y los seguirá usando.

No ocurrirá así con su anillo, que tiene la figura de san Pedro y es conocido como “del pescador”. Ese será destruido, como el sello de plomo con el cual el pontífice certifica sus documentos más importantes.

El día 28 a las 16:55 horas dejará el Palacio Apostólico y se dirigirá a Castel Gandolfo, la residencia estiva del Vaticano, a bordo de un helicóptero. Se llevará consigo sólo algunos documentos, libros y objetos personales, el resto quedará en los Archivos Secretos Vaticanos. Su última aparición pública tendrá lugar en el balcón de las villas pontificias, desde donde saludará a los feligreses de la diócesis de Albano y a otras personas ahí congregadas en una vigilia de oración.

Luego entrará en el sereno edificio y allí esperará a las 20:00 horas. En ese momento los Guardias Suizos Pontificios terminarán su turno de vigilancia y cerrarán el portón. Concluirán para siempre su servicio a este Papa, que dejará de serlo. Así, en la más completa simpleza y normalidad, concluirá el pontificado de Benedicto XVI.

Serafines susurran.- Que la “guerra sucia” existe y es real, como lo hemos señalado en este espacio. Y se ha reforzado en los últimos días, gracias a una seguidilla de publicaciones de rumores, trascendidos y especulaciones convertidas en noticias de portado. En Italia y en otras partes del mundo.

Empero, la ingenuidad no es la gran amiga de la verdad. Y así como existen los escándalos inventados, también existen los verdaderos. Como el que está protagonizando, por estas horas, el cardenal escocés Keith O’Brien. Apenas el lunes pasado el Papa Benedicto XVI le aceptó su renuncia por límite de edad. Pero resulta que el arzobispo de St. Andrews y Edimburgo no cumple los 75 años sino hasta el próximo 17 de marzo.

¿Cómo pudo el Papa aceptar una renuncia por límite de edad cuando el dimisionario no había alcanzado esa edad aún? La única respuesta plausible corresponde a la búsqueda de una salida elegante a un problema gordo, producto de las embarazosas denuncias contra el propio O’Brien.

Semanas atrás, mucho antes del anuncio de la renuncia papal, tres sacerdotes y un ex clérigo acusaron al arzobispo de “comportamientos impropios”. Lo hicieron ante el nuncio apostólico en el Reino Unido, Antonio Mennini. El delicado caso llegó hasta El Vaticano, que pidió una investigación en forma. Por ello los demandantes fueron llamados a declarar.

En eso estaban cuando se cruzó el 11 de febrero. Y la renuncia de Benedicto XVI cambió todo. Por ello rápidamente O’Brien mandó a Roma su dimisión. Pero no fue suficiente, sobre todo cuando las acusaciones trascendieron a la prensa. Finalmente y después de una creciente presión el cardenal anunció que no participará en el Cónclave del cual surgirá el sucesor de Benedicto XVI. “Para no atraer a los reflectores sobre mí n Roma”, se excusó.

Aunque el propio arzobispo se declara inocente, la coincidencia en los tiempos fue “mortal” para él. Si las denuncias careciesen de credibilidad alguna, la Santa Sede lo hubiese defendido. En cambio le aceptó la renuncia. Y le dio una salida digna. Más que digna, considerando que poco antes de quedar en el ojo del huracán había dado unas clamorosas declaraciones a la BBC en las cuales sostuvo que los sacerdotes deberían poder casarse y tener hijos. ¿Por qué lo habrá dicho? Eso se preguntaban muchos católicos, dentro y fue del Reino Unido. En eso se quedaron, cuando las cosas precipitaron para el cardenal.