HOMILÍA DEL OBISPO | AÑO DE LA FE

Homilía dirigida por D. Vicente Jiménez a los peregrinos de la Vicaría de San Pedro con motivo del Año de la Fe


 

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SANTANDER | 10.03.2013


AÑO DE LA FE

PEREGRINACIÓN A LA Santa Iglesia CATEDRAL

Vicaría de San Pedro, 9 de marzo de 2013

+ Vicente Jiménez Zamora
Obispo de Santander

            Queridos hermanos: Sr. Vicario General de la Diócesis; Sr. Deán-Presidente del Cabildo de esta S. I. Catedral; Sr. Vicario Episcopal Territorial de San Pedro; Srs. Arciprestes, sacerdotes, seminaristas, miembros de vida consagrada y fieles laicos de los arciprestazgos de los Santos Mártires; de San José; de Ntra. Sra. del Carmen; de la Virgen del Mar. Medios de Comunicación Social.

“La puerta de la fe”  (cfr. Hch 14, 27), que introduce en la vida de comunión con Dios y permite la entrada en su Iglesia, está siempre abierta para nosotros” (Benedicto XVI, Porta fidei, n. 1).

Nuestra Diócesis de Santander, en su Programación Pastoral Diocesana 2012-2013, propone en una de sus acciones, la peregrinación de cada una de las cuatro Vicarías Territoriales a la S. I. Catedral para celebrar y confesar la fe de la Iglesia en torno al Obispo, sucesor de los Apóstoles, en comunión con el Sucesor de Pedro, que preside el Colegio Episcopal.

Gratitud a Benedicto XVI

Esta tarde os invito a dar gracias a Dios por el don de la persona y ministerio del Papa Benedicto XVI al servicio de Dios y de la Iglesia. Es la hora de la gratitud  después de un intenso y fecundo Pontificado, al que ha renunciado con plena libertad y por amor a la Iglesia, a la que quiere servir desde el retiro de la plegaria.

 Es también el momento de  la oración, para que el Espíritu Santo suscite un nuevo Sucesor de Pedro elegido en el Cónclave de los Cardenales, que está convocado para el martes, día 12 de este mes de marzo. Pidamos a Dios para que conceda a su Iglesia un Pastor que le agrade por su santidad y sirva a su pueblo con vigilante dedicación pastoral.

Hoy, 9 de marzo, en plena Cuaresma, peregrináis a nuestra Catedral, madre y cabeza de todas las iglesias de la Diócesis, los fieles de la Vicaría Territorial de San Pedro, integrada por los Arciprestazgos de Los Santos Mártires, San José, Ntra. Sra. del Carmen y Virgen del Mar.  La zona más poblada de nuestra Diócesis, que comprende la ciudad de Santander y su círculo territorial, en expansión. Os doy las gracias de corazón a todos los aquí presentes, que habéis dejado vuestras casas y parroquias, para peregrinar a esta S. I. Catedral.

La peregrinación, su sentido

¿Cuál es el sentido de la peregrinación? La historia de la Iglesia es una constante peregrinación. La peregrinación evoca el itinerario personal y comunitario tras las huellas de Jesucristo Redentor del hombre; es ejercicio de laboriosa ascesis, de esfuerzo y sacrificio, de arrepentimiento por los pecados humanos, de conversión y cambio de corazón.

La peregrinación de este día tiene lugar en el tiempo de la Santa Cuaresma, retiro espiritual de toda la Iglesia y largo camino de cuarenta días hasta la montaña santa de la Pascua de Resurrección.

Con esta peregrinación podemos ganar la indulgencia plenaria, concedida por la Santa Sede, cumpliendo las condiciones acostumbradas en la Iglesia: confesión sacramental, comunión eucarística, recitación del Credo y oración por las intenciones del Papa.

Domingo III de Cuaresma (Ciclo C)

La liturgia de la Palabra, que acabamos de proclamar,  pertenece al domingo III de Cuaresma (Ciclo C). Dios da a su pueblo una patria; los hebreos celebran la Pascua en la tierra prometida (1ª lectura del libro de Josué). El Padre de la misericordia concede al hijo pródigo una casa, después  de volver arrepentido a los brazos del Padre (Evangelio según San Lucas). 

La fe y el testimonio de la caridad

En el camino del seguimiento de Cristo, en este Año de la fe y en esta hora de Nueva Evangelización, la conversión del hijo pródigo nos invita a realizar una verdadera conversión, que pase por la celebración del sacramento de la Penitencia, según la mente y las normas de la Iglesia, haciendo una buena confesión de nuestros pecados ante el sacerdote,  y por una conversión que se note en obras de amor y caridad.

 En resumen, tenemos que unir la fe en Dios y la caridad con el prójimo, porque una fe sin obras es como un árbol sin frutos.

La segunda lectura de la carta a los Romanos (10, 8-15), que hemos proclamado, es una llamada a profesar  nuestra fe y a comprometernos a llevarla a la vida. Esta es la finalidad del Año de la fe.

El Año de la fe tiene que ser una buena oportunidad para intensificar el testimonio de la caridad. Nos dice el apóstol Santiago: “¿De qué le sirve a uno, hermanos míos, decir que tiene fe, si no tiene obras? ¿Podrá acaso salvarlo esa fe? Si un hermano o una hermana andan desnudos y faltos de alimento diario y uno de vosotros le dice: “Id en paz, abrigaos y saciaos”, pero no les da lo necesario para el cuerpo, ¿de qué sirve? Así también es la fe: si no tiene obras, está muerta por dentro” (Sant  2, 14-17).

La fe se manifiesta en la caridad. Fe y caridad en el cristiano se reclaman mutuamente, de modo que la una sostiene a la otra. La caridad es el lenguaje que en la Nueva Evangelización, más que con palabras, se expresa en las obras de la fraternidad, de cercanía y de ayuda a las personas en sus necesidades materiales y espirituales. Evidentemente, la fe vivida como amor al prójimo hace creíble el mensaje del Evangelio y contribuye a abrir la mente y el corazón de muchos al deseo de Dios y de la vida verdadera.

Por eso, a la vez que os felicito por el testimonio que estáis dando ante la crisis social y económica que padecemos, que tiene graves consecuencias en las familias, en los jóvenes y en los más desprotegidos y vulnerables (En Cantabria hay casi 60.000 parados), os animo a seguir por ese camino incrementando, si cabe, el compromiso personal y comunitario con las iniciativas ya consolidadas en Cáritas diocesana, en los arciprestazgos, en las Parroquias y en las Unidades Pastorales, especialmente ahora en la campaña de la Cuaresma, con el gesto solidario de “ayuna, comparte y ora”.

Por eso la colecta de esta Eucaristía irá destinada a financiar los proyectos propuestos para este año en el gesto solidario de Cuaresma, que aparece en las Huchas.

Os animo encarecidamente a la participación en la campaña de solidaridad con los parados, mediante el gesto mensual de la entrega del salario de un día. Además de todo esto, es necesario conocer la Doctrina Social de la Iglesia y aplicarla; es necesario promover la presencia de los cristianos en los campos social y político; es necesario cuidar la formación de los voluntarios y agentes de pastoral. Por eso, considero muy importante participar en los grupos de reflexión, oración y debate de nuestra Asamblea Diocesana de Laicos. Poned todo el  interés y sed responsables.

Durante el Año de la fe debemos tener muy presente a la Santísima Virgen María, proclamada “bienaventurada” por haber creído (cfr. Lc 1, 45) y propuesta por el Concilio Vaticano II como “tipo de la Iglesia en el orden de la fe, de la caridad y de la perfecta unión con Cristo” (LG 63; SC 103).

En esta Eucaristía el Padre de la misericordia prepara para nosotros, “hijos pródigos”, que volvemos a su Casa, la mesa de la Eucaristía, donde está caliente el pan y envejecido el vino”.

 Os reitero mi gratitud por vuestra participación en esta peregrinación y os aliento a que sigáis avanzando en el camino de la Cuaresma, participando en las distintas actividades programadas en cada uno de los Arciprestazgos y Unidades Pastorales. Que el Señor fortalezca nuestra fe, aliente nuestra esperanza y avive nuestra caridad. Amén.