CARTA DEL OBISPO

ANTE EL DÍA DEL SEMINARIO

"Importancia del seminario mayor"

 

 

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SANTANDER | 16.02.2013


            Queridos sacerdotes, diáconos, seminaristas, miembros de vida consagrada y  fieles laicos:

La formación de pastores. “Toda la educación de los seminaristas debe tender a la formación de verdaderos pastores de almas a ejemplo de Nuestro Señor Jesucristo, Maestro, Sacerdote y Pastor” [1].

El carácter singular del ministerio sacerdotal y la importancia del mismo para la vida de la Iglesia exigen en los seminaristas una formación específica que los capacite para vivir con todas sus exigencias ese ministerio de gracia y para ejercer con responsabilidad este ministerio de salvación.

Naturaleza del Seminario Mayor. El Seminario Mayor es “sobre todo, una comunidad educativa en camino: la comunidad promovida por el Obispo para ofrecer a quien es llamado por el Señor para el servicio apostólico, la posibilidad de revivir la experiencia formativa que el Señor dedicó a los Doce”. Su identidad más profunda radica, por tanto, en “ser a su manera una continuación en la Iglesia de la íntima comunidad apostólica formada en torno a Jesús”[2].

El Papa Benedicto XVI, en la Santa Misa con los seminaristas en la Jornada Mundial de la Juventud en Madrid, señalaba cómo debía ser la formación en el Seminario Mayor. En señal de gratitud a la venerada persona de Benedicto XVI, transcribo algunas de sus palabras: “Queridos amigos, os preparáis para ser apóstoles con Cristo y como Cristo, para ser compañeros de viaje y servidores de los hombres. ¿Cómo vivir estos años de preparación? Ante todo, deben ser años de silencio interior, de permanente oración, de constante estudio y de inserción paulatina en las acciones y estructuras pastorales de la Iglesia. Iglesia que es comunidad e institución, familia y misión, creación de Cristo por su Santo Espíritu y a la vez resultado de quienes la conformamos con nuestra santidad y con nuestros pecados… Meditad bien este misterio de la Iglesia, viviendo los años de vuestra formación con profunda alegría, en actitud de docilidad, de lucidez y de radical fidelidad evangélica, así como en amorosa relación con el tiempo y las personas en medio de las que vivís. Nadie elige el contexto ni a los destinatarios de su misión. Cada época tiene sus problemas, pero Dios da en cada tiempo la gracia oportuna para asumirlos y superarlos con amor y realismo”[3].

Volviendo a nuestro Seminario Mayor de Monte Corbán, conviene saber que en este curso pastoral 2012-2013 se están preparando para el sacerdocio cuatro seminaristas. Además hay otros tres, que siguen su preparación vinculados al Seminario en otros Centros de la Iglesia. De estos seminaristas mayores, como decía al principio de esta carta  pastoral, tres serán ordenados este año de Diáconos y más tarde recibirán la ordenación sacerdotal. Hacen falta otros jóvenes, que tomen la antorcha del relevo vocacional.

Conclusión. Termino esta carta pastoral del Día del Seminario con un a actitud de acción de gracias a Dios por el don de nuestros seminaristas, que acogemos con gozo.

Felicito a nuestros seminaristas y quiero que sientan el apoyo y la cercanía del Obispo, de los sacerdotes, de los miembros de vida consagrada y de los fieles laicos de nuestra Diócesis.

Agradezco de corazón el trabajo generoso y paciente del Equipo de superiores, del Claustro de profesores y de todo el personal de servicio de nuestro Seminario de Monte Corbán. Mi gratitud se extiende también al Secretariado de Pastoral Vocacional, a la Delegación de Pastoral Juvenil y al Secretariado de Pastoral Universitaria.

Doy las gracias a tantos fieles que rezan y se preocupan por el Seminario, especialmente a los monjes y monjas de vida contemplativa, que en el silencio de  los claustros ofrecen su asidua oración y generosa penitencia a Dios por las vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada.

Exhorto encarecidamente a que se haga la colecta especial en las parroquias e iglesias para ayudar al sostenimiento ordinario del Seminario y a las obras que se realizan en el edificio. Es una señal de interés y de gratitud hacia el Seminario de Monte Corbán, a quien tanto debe la Diócesis y la sociedad de Cantabria.

Finalmente, encomiendo el cuidado de nuestros seminaristas y la obra de las vocaciones al Patriarca San José, que cuidó en Nazaret de Jesús, que “iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y ante los hombres” (Lc 2, 52).

A la Virgen María, Madre de Cristo Sumo y Eterno Sacerdote, le pedimos que nos alcance de su Divino Hijo, muchas y santas vocaciones sacerdotales.

+ Vicente Jiménez Zamora
Obispo de Santander


 

[1] Vaticano II, Optatam totius, 4.

[2] PDV, 60.

[3] Benedicto XVI, Santa Misa con los seminaristas. Jornada Mundial de la Juventud, Madrid, 20 agosto 2011.