1.03.13

Eppur si muove - ¿Cómo ha de ser el nuevo Papa?

A las 1:09 AM, por Eleuterio
Categorías : Eppur si muove

Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Volverse a Dios supone haberse dado cuenta de que estábamos alejados del Creador. Mira tu corazón por si, acaso, es lo que te pasa.

Y, ahora, el artículo de hoy.

Se ha cumplido lo que había establecido Benedicto XVI. Ayer, a las 20 horas, se hizo efectiva su retirada de la silla de Pedro, su retiro al monasterio sito en el Vaticano y, así, la apertura del proceso de elección del nuevo Santo Padre, Vicario de Cristo en la Tierra.

Cuando Dios quiera que sea el momento, la famosa chimenea que tiene el Vaticano dejará salir el humo que indicará que, por fin, ha sido elegido un nuevo Papa de la Iglesia católica. Después, casi de forma inmediata saldrá a darse a conocer en la Plaza de San Pedro.

Todo esto ya lo tenemos por sabido porque es lo que viene sucediendo desde hace mucho tiempo.

Habrá, pues, que elegir un nuevo Papa pero ¿cómo tendrá que ser o, mejor, cuál deberá ser la conducta del mismo de cara a sus fieles?

Para muchos o, a lo mejor, para menos de los que ellos se creen ser, el nuevo Papa ha de ser uno que lo sea, dicen, “abierto” al mundo en el que vivimos. Esto quiere decir, en esencia, que debe ser “muelle” para adaptarse a las circunstancias por las que pasa la Iglesia católica.

Por ejemplo, para tales personas, lo mejor sería que la Iglesia tuviese en cuenta muchas cosas que no puede tener en cuenta por cuestiones de doctrina pero que, vaya usted a saber, a lo mejor, un Papa más proclive a sus tesis, podría tener más en cuenta, digo yo, el sacerdocio de la mujer, ser más flexible en el tema del divorcio, aceptar el tema del preservativo o, por qué no, mirar hacia otro lado en el tema del aborto. También podría, el nuevo Pontífice, dar entrada libre, ya de forma definitiva, al humo de Satanás del que habló Pablo VI.

¡Qué Iglesia católica más de todos sería entonces! ¡Qué bien aceptaría el mundo a una Esposa de Cristo que se aviniese a sus posturas y posiciones sociales e, incluso, políticas! ¡Qué forma tan maravillosa de olvidar la doctrina, el Magisterio, la Tradición y, si eso es necesario, hasta las Sagradas Escrituras.

Son, esto, sueños de aquellos creyentes que quieren otra Iglesia, anhelan otra Iglesia y no viven para otra cosa que no sea para que haya otra Iglesia. En la que están no les gusta estar y pretenden cambiarla ahora mismo porque es el momento oportuno. Cambiar para ser, han de pensar, una Iglesia limpia de las durezas del tiempo o, mejor, para acaparar, sobre sí misma, las alabanzas de la mundanidad.

Sin embargo, no es poco cierto que de ser así, de salir el humo blanco de tal enjuague ideológico, lo más seguro es que la Iglesia católica acabara por confundirse con cualquier otro movimiento religioso de los que en el mundo hay, proliferan y se difunden. Sería, digamos, una corriente más donde vivir plácidamente el sentido espiritual de la existencia.

Para otras personas, a las que nos gusta y estimamos en mucho lo que han hecho, por ejemplo, los dos últimos Pontífices, a saber el Beato Juan Pablo II y Benedicto XVI, queremos que el sentido de la votación, no podría ser otro, tenga un claro signo de continuidad en el desempeño del Papado y el Vicariato de Cristo. En realidad, la Iglesia católica ha padecido, a lo largo de su larga historia muchos Santos Padres que no eran de lo mejor que la misma podía soportar. Y ha sobrevivo a ellos y aquí está, “Eppur si muove”, moviéndose en el mundo a pesar de no ser del mundo.

Esperamos, estamos seguro que será así, que el día en el que el nuevo Papa salga al balcón del Vaticano será un hombre cabal, un hombre de criterio católico y, en fin, un creyente que sepa que la fe que tiene es la fe que tiene y no la que quisieran procurarle los zascandiles que en el seno de la Iglesia católica hay, pululan y tergiversan.

Dejemos, en fin, que el Espíritu Santo sople en los corazones de los cardenales en el cónclave y que sea lo que Dios quiera. A muchos, con eso, ya nos basta.

Eleuterio Fernández Guzmán