2.03.13

La Sede Vacante y el poder de Sodano

A las 1:08 AM, por Andrés Beltramo
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Poco más de 24 horas pasaron ya desde el simbólico cierre del portón de madera en la residencia vaticana de Castel Gandolfo. La señal externa que estableció el fin del pontificado de Benedicto XVI. Atrás quedó el día más intenso del ministerio petrino de Joseph Ratzinger. Con la entrada en vigor del periodo de “sede vacante” se inició un itinerario que nos llevará derechito a la elección de un nuevo Papa. Un proceso que tendrá un protagonista indiscutido y, para algunos, incómodo: el decano del Colegio Cardenalicio, Angelo Sodano.

El pontífice emérito difícilmente olvidará las últimas horas de su pontificado. Una jornada, la del jueves, que inició temprano en la Sala Clementina del Palacio Apostólico del Vaticano. Allí, el entonces Papa recibió en audiencia a 144 cardenales. En un breve discurso les pidió unidad en la diversidad, ser una “orquesta” de muchos sonidos, pero afinada. Y pronunció una clamorosa declaración: “Entre ustedes, en el Colegio de Cardenales, está el futuro Papa, al cual ya desde hoy prometo incondicionada reverencia y obediencia”.

Un último acto de sumisión. Innecesario desde el punto de vista formal. Imprescindible desde el punto de vista simbólico. Porque, de esa manera, Benedicto XVI dejó en claro que no existirán “conflictos de intereses”. Ni injerencia ni obstaculización, de su parte, al sucesor.

La despedida del Vaticano se convirtió en un gran evento mediático. Pocos minutos antes de las 5 de la tarde el Papa se asomó al Patio de San Damaso y recibió una conmovida ovación de todos sus colaboradores: desde el secretario de Estado, Tarcisio Bertone, hasta los niños del coro de la Capilla Sixtina. Una especie de último adiós, seguido por un giro en helicóptero por la sugestiva Roma. Y luego la llegada a Castel Gandolfo, el saludo a la multitud en la plaza del pueblo desde el balcón del Palacio Apostólico.

“Sabéis que para mí este día es distinto de los demás: no soy Pontífice Supremo de la Iglesia católica; es decir, lo seré hasta las ocho de esta tarde, después ya no. Soy, simplemente, un peregrino que empieza la última etapa de su peregrinación en esta tierra. Pero quisiera, todavía, con mi corazón, con mi alma, con mis oraciones, con mis reflexiones, con toda mi fuerza interior, trabajar por el bien común, el bien de la Iglesia y de la humanidad”. Palabras salidas directamente del corazón. Casi una declaración testamentaria, de quien seguramente no volveremos a ver pronunciando un discurso público.

Después vino el final. La puesta en escena de los Guardias Suizos Pontificios y el fin de su turno. Un gesto externo preparado para la prensa. La entrega del control del Palacio Apostólico a la Gendarmería Vaticana.

Minutos más tarde en El Vaticano, a 25 kilómetros de allí, se procedió a sellar el Apartamento Pontificio. Nada de candados o cadenas. Sólo una cinta adhesiva, sobre la cual se aplicó un sello de goma redondo con la inscripción “Sede vacante”.

El Camarlengo y ex secretario de Estado Bertone guió las operaciones. Llevaba en su mano derecha la férula, una especie de bastón de mando recubierto de terciopelo morado. La punta chata sirvió de base y prensa para el lacrado de una cinta color rojo colocada en la puerta del ascensor privado del Papa, que sirve de comunicación interna entre la segunda y tercer logia del Palacio Apostólico.

El procedimiento duró unos minutos. Acompañaron a Bertone el vicecamarlengo, Pierluigi Celata; el auditor de la Cámara Apostólica, Giuseppe Sciacca; un notario y, como invitado, el sustituto de la Secretaría de Estado, Giovanni Angelo Becciu.

Así se inauguró la “sede vacante”. Sin exequias del pontífice muerto. Sin largas colas para el adiós al Papa de cuerpo presente. Sin misa de funerales ni escenas de llanto colectivo. Una sucesión atípica, que dispone al Cónclave de otra manera.

Por lo pronto el personaje clave de este periodo será, sin duda, el decano del Colegio Cardenalicio Angelo Sodano. Uno de los personajes más críticos a gran parte de las decisiones tomadas por Benedicto XVI durante su pontificado. Uno de los grandes protectores de Marcial Maciel Degollado, el inmoral fundador de los Legionarios de Cristo. Quien hizo la vida imposible a Bertone y se convirtió en su antagonista más encarnizado. Él tomará las riendas del “pre-Conclave” y moderará las discusiones que lleven a identificar el perfil necesario del sucesor de Ratzinger.

Así será, como lo establece la constitución apostólica “Universi Dominici Gregis”. Según la ley promulgada por Juan Pablo II en 1996 compete al cardenal decano convocar a las Congregaciones Generales, las asambleas plenarias de los purpurados en las cuales se deciden las cuestiones relativas a la sucesión papal. Por eso este viernes 1 de marzo Sodano envió la convocatoria. Una carta en italiano que estableció la primera de las reuniones para el próximo lunes 4 de marzo a las 9:30 horas en la Sala Nueva del Sínodo, dentro del complejo del Aula Pablo VI.

Ese día los cardenales tendrán doble turno de trabajo, primero por la mañana y después por la tarde. Participarán todos, los electores y también aquellos que tienen más de 80 años. Tocará al propio Angelo Sodano moderar las sesiones.

Él tendrá una exposición y un protagonismo para nada despreciables, sobre todo después del último “motu proprio” de Benedicto XVI, con el cual se reformaron algunos pasajes de la “Universi Dominici Gregis”. En la versión anterior de esa carta estaba claro que la “misa pro eligendo pontefice”, es decir la ceremonia de apertura del Cónclave, la concelebraban sólo los cardenales electores en la Basílica de San Pedro. Y tocaba al decano presidirla. Como lo hizo en 2005 Joseph Ratzinger.

Si esa ley hubiese quedado como estaba, no tocaba a Sodano encabezarla. Tiene 85 años y, por lo tanto, no es elector. En su lugar la misa la hubiese celebrado Giovanni Battista Re, vice decano. Pero el “motu proprio” cambió las cosas. Modificó ligeramente la ley y permitió que a la “misa pro eligendo” asistan todos los cardenales, incluso los mayores de 80 años. Así el decano se aseguró ser nuevamente protagonista, en el altar mayor de San Pedro.

Por lo pronto la mayoría de los cardenales ya se encuentran en Roma. Las consultas informales ya están en marcha. Y aunque todavía deben votar para establecer la fecha de inicio del Cónclave, varios de ellos se inclinan por el 10 u 11 de marzo. Quisieran tener nuevo vicario de Cristo antes del 17. Los tiempos son estrechos. “Después de un Papa… se elige otro”.