4.03.13

El cura está con gripe

A las 12:44 PM, por Jorge
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Una de las cosas que pretendo con este blog es acercar la vida del cura corriente a los lectores para que vayan conociendo qué somos, cómo vivimos, nuestras dificultades, las alegrías, el día a día.

En alguna ocasión he hablado de compra, comida, plancha y cristales. Hoy quería contaros que estoy griposo. Ayer fui notando cómo empezaba la cosa por la tarde, y la misa vespertina fue todo un poema. No creía que estaba tan limitado, pero tuve dificultades hasta para celebrar y predicar. Cosas de la garganta que se empeñó en fallar.
Esta mañana he celebrado a primera hora. Creía que no estaba tan mal, pero me ha costado. Ahora estoy en casa, con unas decimillas de fiebre y bastantes molestias.

¿Qué hace un cura cuando se pone enfermo, cuando llega la fiebre, cuando no puede ni levantarse de la cama?

He vivido gripazos de órdago a la grande en el pueblo, con la suerte, eso sí, de que siempre me coincidieron de lunes a viernes. La solución era sencilla: intentar algún sacerdote y si no, suspender misas entre semana. En esos casos uno siempre recurría a esos amigos de siempre a los que te encomendabas: “que estoy en la cama, que si me podéis traer algo”. Lo “malo” era que te encontrabas con gente tan buena que te sacaban de la cama cada dos por tres: que le traigo un flan, que vengo para sacar al perro, que tenga usted una sopita, que de parte de mi madre unos zumos que acaba de preparar. Bendita gente de pueblo.

Hoy tengo más suerte. Estar en la parroquia dos compañeros ayuda mucho. Ya he dicho a mi compañero que hoy no voy a bajar a la parroquia y que haga lo que pueda, que lo hará: que si necesitas algo para comer, que no te preocupes de nada, que ya estoy al tanto…

Y por supuesto ha comenzado a sonar el teléfono casi a primera hora: “que ayer en misa estabas fatal, que si necesitas algo, que un caldo, un postre, zumos, el perro…

La parroquia es más que gente que viene a unos servicios religiosos, que también. Yo noto que es familia en estos casos pero también en la disponibilidad de la gente para sacar adelante su comunidad parroquial. Por ejemplo, en el funcionamiento de la capilla de adoración perpetua. No os hacéis idea con qué generosidad la gente está dejando su vida.

Mañana estaré mejor, espero. Tranquilidad, calorcito y sobres de la farmacia. Y la tranquilidad de saber que tienes a tanta gente que está cerca, empezando por el compañero, y sobre todo que te cuida Dios.

P.D.: Ayer por la tarde, overbooking en la capilla de la adoración perpetua. A las 18:30 me llamó una familia que habían venido e imposible entrar, llena. A las 19:00 seguía la cosa igual. A las 20:15 intentó pasar mi compañero para hacer una visita y fue imposible. Milagros de Dios.