6.03.13

Pre-Cónclave: del “vatileaks” a la reforma de la Curia

A las 1:41 AM, por Andrés Beltramo
Categorías : Sucesión Papal

No sólo oración, reflexión y conocimiento mutuo. Casi 150 cardenales presentes estos días en Roma han tocado asuntos temporales de urgente actualidad a lo largo de las Congregaciones generales del llamado “pre-Cónclave”, el tiempo preparatorio para la elección del futuro Papa. El lunes sesionaron en doble turno, por la mañana y por la tarde, pero el martes y miércoles decidieron reunirse sólo por la mañana. Casi como si la Iglesia no se encontrase en un vórtice de incertidumbre y expectativa que requiera el máximo de su atención.

Fue Angelo Sodano, el decano del Colegio Cardenalicio y responsable de coordinar los trabajos de las Congregaciones, quien propuso dejar libre la tarde del martes. Y la mayoría estuvo de acuerdo. Aunque no todos. Un pequeño grupo hubiese querido avanzar, sin dejar tiempos muertos. “Los cardenales vienen a Roma para elegir al nuevo Papa, no para dedicarse a su vida social”, consideró uno de los príncipes de la Iglesia que, entre otras cosas, puso el acento sobre algunas decisiones poco afortunadas tomadas por el grupo en los primeros dos días de reuniones.

Una de ellas fue el cariz del telegrama enviado al Papa emérito Benedicto XVI. Un texto que había sido anunciado como un gran mensaje y terminó convirtiéndose en una telegráfica expresión de agradecimiento. Fría y distante. Algunos objetaron: un telegrama suele ser así, formal y parco. El asunto se solucionaba fácil, con una carta bien redactada y más decente, en virtud de la figura a la cual iba dirigida.

Estos detalles parecen ser resultado de la composición actual del Colegio cardenalicio resulta vistosamente “novata”. Más de la mitad de los electores recibieron el birrete colorado de manos de Benedicto XVI. Un componente que ha traído al “pre-Cónclave” un espíritu de distensión y camaradería, pero que podría convertirse en un aspecto fácilmente influenciable, a la hora de las decisiones difíciles.

Por lo pronto en las tres Congregaciones generales que tuvieron lugar en la Sala Nueva del Sínodo del Vaticano, tomaron la palabra 33 cardenales. La extensión y el contenido de sus discursos se mantienen reservados. El portavoz vaticano Federico Lombardi mencionó genéricamente los temas a los cuales se refirieron quienes tomaron la palabra: “La renovación de la Iglesia a la luz del Concilio Vaticano II”, “la actividad de la Santa Sede en relación con los episcopados” y “la situación de la Iglesia con respecto a la Nueva Evangelización”.

Traducción: reforma de la Curia Romana, mayor colegialidad y atención a los escándalos que tanto han atormentado el pontificado de Benedicto XVI. En especial el “vatileaks”, un asunto que no ha pasado desapercibido en las discusiones entre los “príncipes de la Iglesia”.

Tres de ellos pidieron abiertamente, en sus intervenciones, saber más sobre la investigación realizada por los miembros de la comisión cardenalicia que, durante casi un año, indagó sobre el origen y las motivaciones de la fuga de documentos confidenciales robados del escritorio de Benedicto XVI. Julián Herranz, Josef Tomko y Salvatore de Giorgi.

Se trata del alemán Walter Kasper, presidente emérito del Pontificio Consejo para la Unidad de los Cristianos; el austríaco Christoph Scönborn, arzobispo de Viena y el húngaro Peter Erdö, arzobispo de Budapest. Aunque ellos hicieron la petición de manera abierta, otros cardenales estaban en la misma sintonía. Como el grupo de los cinco brasileños, quienes llegaron al acuerdo sobre la necesidad de conocer –a grandes rasgos- el contenido de aquel expediente confidencial que Benedicto XVI guardó bajo llave, reservando su contenido a la exclusiva atención del futuro Papa.

¿Cómo pueden los cardenales contravenir una orden del Papa emérito? Eso se preguntan algunos. La verdad es que no contradicen nada, porque Lombardi confirmó ya que los tres investigadores (aunque tienen todos más de 80 años) asistirán libremente a las Congregaciones generales. No sólo eso, ellos están autorizados (por Joseph Ratzinger obviamente) a contar a sus compañeros el contenido de su informe, al menos en sus líneas fundamentales.

Este no ha sido el único tema de profana administración eclesiástica que han atendido los cardenales. También se ha hecho hincapié en la necesidad de una verdadera reforma de la Curia Romana, para hacerla una estructura menos pesada y más eficaz. Tarea titánica si la hay. Buenos deseos, propuestas colocadas ya sobre la mesa del próximo Papa. Que deberá afrontar, además, la expectativa abierta del mundo. Porque todos los ojos están ahora apuntados sobre Roma. Y sobre los acuerdos que los cardenales puedan tejer de cara a un Cónclave que ni siquiera tiene fecha de inicio. Por ahora.