15.03.13

 

La falta de prudencia suele ser mala consejera en los avatares de la vida. Y en las primeras veinticuatro horas del pontificado de Francisco hay que ver las chorradas que hemos tenido que leer.

La inmensa mayoría de los católicos lo que dice es que Francisco es el papa, y que por encima de otras consideraciones es el sucesor de Pedro. El resto, son adjetivos de menor importancia: argentino, jesuita, más progre, menos, esas cosas. Dios sabrá lo que necesita. Bien venido, santo padre y punto.

Hay gente que dice que si es demasiado liberal o progresista, que si una vez no sé qué, que si en una misa hizo, que si en unas declaraciones dijo… Bobadas. Cualquiera de nosotros tiene momentos de gloria y cosas que no se llegan a entender igual de bien. Ahora bien, no es igual ser un jesuita de a pie, que un obispo, un cardenal o el romano pontífice. Ayer un compañero me decía, evidentemente a otro nivel, que no es igual ser vicario parroquial en una parroquia que párroco. Pues eso, no es igual ser obispo o cardenal que papa, por la responsabilidad de conducir a toda la Iglesia, más la presencia del Espíritu que le iluminará en sus decisiones. Así que tranquilos.

Por otra parte resulta divertida la reacción de los que han acogido a Francisco como si fuera el mismísimo Francisco de Asís redivivo, que no era ni mucho menos esa especie de perroflauta con hábito que han querido hacernos tragar. Me está resultando curiosa la forma de escudriñar hasta el último detalle de su indumentaria. Los mismos que llevan toda la vida diciendo que el hábito no hace al monje, que lo importante es lo interno, que clasificar a la gente en función de hábito, cresta, pircing, alzacuellos, corbata o taparrabos es vivir en la superficialidad, estén tan contentos porque el pectoral no es de oro. ¿No hemos quedado que no hay que fijarse en lo externo? Simplemente un detalle.

Ahora, llamativas, lo que se dice llamativas, las frases que pueden leerse en los medios de comunicación: “el Espíritu ha hablado, el Espíritu por fin actúa”. ¿Qué pasa? ¿Qué en las elecciones de Benedicto XVI o Juan Pablo II no actuó el Espíritu? ¿Y eso usted por qué lo sabe? ¿Ciencia infusa? “El retorno al evangelio es imparable”, afirma sor Lucía Caram. Ya, que Benedicto o Juan Pablo eran el anticristo de blanco, y la renuncia de Benedicto XVI y su retiro a un monasterio de clausura es un gesto profundamente antievangélico. Lo comprendo. Si para una monja de clausura lo evangélico es pasarse el día en la calle, que un papa decida irse a un monasterio de clausura tiene que escandalizar.

Especialmente ocurrente el P. Ángel: “ojalá sea el primer papa en ordenar una mujer sacerdote”. Eso sí, ha conseguido su titular, cosa en la que es experto. También leo en otro lugar “que es el momento de desempolvar los documentos del Concilio Vaticano II”. Esto es lo que algunos llevamos años diciendo: que en lugar de tanto espíritu del concilio, más leer los documentos, que nos han estado engañando.

Tranquilidad, hermanos. Que ni va a hacer misas raras ni ordenará mujeres el año que viene. Seguirá estando a favor de la vida y la familia, nos congregará en la unidad, y nos hablará de Cristo. Por cierto, impresionante la homilía de ayer en su misa con los cardenales: “podemos construir tantas cosas, pero si no confesamos a Jesucristo, no vale. Nos convertiríamos en una ONG filantrópica, pero no seríamos la Iglesia, esposa del Señor”. Eso para empezar.