24.03.13

 

El obispo de Solsona, Mons. Xavier Novell, ha escrito una carta a todos los fieles de su diócesis en las que les comunica su decisión de cesar como arcipreste a uno de sus sacerdotes. Decisión que el propio obispo ha “tratado de evitar, pero que finalmente, fiel al encargo de obispo de la diócesis, he tenido que tomar es bastante simple:

… desde el mes de octubre, Mn. Eduard Ribera y los demás responsables de la Hoja Interparroquial «Haciendo camino», publicaban escritos propios y de otros autores a veces manifestando opiniones contrarias a la doctrina de la Iglesia y, sobre todo, criticando abiertamente la jerarquía y su servicio ministerial. Desde entonces, había corregido a Mn. Eduard en tres ocasiones, dos de ellas mediante entrevista personal, pidiéndole que dejara de publicar textos de este tipo y notificándole en la última que, teniendo presente que la condición para nombrarlo arcipreste fue evitar precisamente este tipo de publicaciones, si no se corregía le debería pedir la dimisión.

Para suavizar la cosa, el obispo añade que le “entristecía hacerlo porque reconozco el buen trabajo realizado como arcipreste y la magnífica visita pastoral que hicimos el año pasado“. Me pregunto qué tipo de “buen trabajo” puede hacer alguien que se dedica a promocionar la heterodoxia desde una hoja interparroquial, pero no conozco las circunstancias y el prelado sí. Quizás sería conveniente que averiguara si esas “opiniones contrarias a la doctrina de la Iglesia” se dicen no solo desde el papel sino desde el púlpito. Los fieles tienen el derecho a ser fortalecidos con sana doctrina y no con alimento espiritual corrompido por la heterodoxia.

En todo caso, estamos ante un ejemplo de lo que un obispo puede y debe hacer sin necesidad de acudir a Roma a que le solucionen un problema. Que es lo que ocurre en demasiados casos. Hay una plaga de tortícolis episcopal por la cual los pastores se pasan la vida mirando a la Santa Sede a la espera de que le arreglen algo que ellos pueden solucionar haciendo uso de su autoridad pastoral. No muy lejos de Solsona hay una diócesis en la que el obispo no ha dicho ni una sola palabra ante el chorreo constante de declaraciones públicas contrarias al magisterio de la Iglesia por parte de religiosas “famosas”. Es muy probable que Roma intervenga en esos casos -ya hay libros para que lo haga-, pero no tiene sentido que no lo haya hecho antes el primero que está obligado a hacerlo. Ciertamente hay una jerarquía en las órdenes religiosas pero nada impide a un obispo tomar medidas si un religioso se desmanda sin que sus susperiores muevan un dedo.

Hacía mucho tiempo que Mons. Novell no era noticia. Se ve que entendió que había sufrido una exposición mediática poco recomendable para un obispo tan joven. Ahora vuelve a salir en los medios. Pero lo hace por llevar a cabo una acción que no debería ser noticia. Que un obispo haga lo que debe tendría que ser la cosa más normal del mundo. Y no lo es. Ahora que tanto se habla de la necesidad de reformar la Iglesia, no estaría de más que una de las líneas de dicha reforma fuera precisamente el que los pastores sirvan a los fieles retirando, sin faltar a la caridad, a quienes en vez de ayudarles a formarse bien la conciencia, les llenan la cabeza de ideas contrarias al magisterio. No nos hace falta la Santa Sede para tal cosa. Es su deber, no el nuestro.

Luis Fernando Pérez Bustamante