24.03.13

La Palabra del Domingo - 24 de marzo de 2013

A las 12:18 AM, por Eleuterio
Categorías : General, Apostolado laico -La Palabra del Domingo

Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Jesús, Hijo de Dios, se entregó por ti y por mí. ¿No es eso suficiente razón para seguirlo de verdad?

Lc 22, 14-23, 56

Biblia

14 Cuando llegó la hora, se puso a la mesa con los apóstoles;15 y les dijo: «Con ansia he deseado comer esta Pascua con vosotros antes de padecer; 16 porque os digo que ya no la comeré más hasta que halle su cumplimiento en el Reino de Dios.» 17 Y recibiendo una copa, dadas las gracias, dijo: «Tomad esto y repartidlo entre vosotros; 18 porque os digo que, a partir de este momento, no beberé del producto de la vid hasta que llegue el Reino de Dios.»19 Tomó luego pan, y, dadas las gracias, lo partió y se lo dio diciendo: Este es mi cuerpo que es entregado por vosotros; haced esto en recuerdo mío.» 20 De igual modo, después de cenar, la copa, diciendo: «Esta copa es la Nueva Alianza en mi sangre, que es derramada por vosotros. 21 «Pero la mano del que me entrega está aquí conmigo sobre la mesa. 22 Porque el Hijo del hombre se marcha según está determinado. Pero, ¡ay de aquel por quien es entregado!» 23 Entonces se pusieron a discutir entre sí quién de ellos sería el que iba a hacer aquello. 56 Una criada, al verle sentado junto a la lumbre, se le quedó mirando y dijo: «Este también estaba con él.»

COMENTARIO

Pasión y Eucaristía: el final del principio

Hoy celebramos el Domingo de Ramos, momento en el que Jesús entró triunfal en Jerusalén. Poco después sucedería lo que es conocido por todos y de lo que obtuvimos la salvación eterna, previa muerte en la cruz del Hijo de Dios, Cristo, Enviado, Mesías.

Como habría hecho siempre, Jesús celebra la Pascual. Pero como es de imaginar, por eso mismo, no fue, ésta, la primera Pascua que Jesús celebró con sus discípulos ya que en tres años de predicación por fuerza tuvo que celebrar otras. Fue, al contrario, la última en la que llevó a cabo el ritual judío. Pero con algunos sustanciales cambios.
La Última Cena fue más que la celebración, como se ha dicho arriba, de la última Pascua judía de Cristo con sus discípulos. Para la cristiandad fue el principio de nuestra vida espiritual sin la cual poco sentido tendría el recuerdo de lo que, entonces, pasó. Y por eso el Hijo de Dios habla de su cuerpo y de su sangre y de qué se debía hacer a partir de aquel mismo momento.

Bien sabía Jesús el destino que se le tenía reservado (por eso dice que “el Hijo del hombre se marcha según está determinado”) Por eso no puede permitir que aquel último momento de encuentro con los que iban a ser los principales transmisores de la Palabra de Dios se pierda o quede en una cena de Pascua como otras pasadas.

Sin embargo, y por eso, esa Pascua tiene algo de especial, no por ser la última sino por lo que pasó en ella, por lo que significó.

Una vez reunidos en torno a la mesa de la cena, seguidos los rituales al uso y comunes en las celebraciones de la Pascua judía, Jesús lleva a cabo lo que se ha considerado la primera Eucaristía. En ese momento les indica la forma de recordar su presencia entre ellos, con la manifestación, ya milenaria, del significado del pan y del vino que todos conocemos, la transubstanciación que transformaría, realmente esas especies en su cuerpo y su sangre, mediante las cuales su existencia entre todos aquellos nosotros, estos nosotros mismos de ahora y los nosotros futuros que vendrán, se hace presente.

Este hecho, la comprensión misma que Jesús trata de hacer ver a sus discípulos, es lo más importante que debe haber sucedido en la historia del hombre desde que éste pudo convivir con el Hijo del Hombre, con el Enviado que Dios nos dio para que, mediando su persona y su sacrificio, pudiésemos optar a una salvación eterna que nos es, así, regalada, donada, entregada.

Pan y vino, cuerpo y sangre, la misma realidad que nos informa del carácter universal del perdón de Dios, de la misericordia infinita que dignifica nuestro existir, eso es lo que nos hace ser hijos de Dios, ese entendimiento de ese misterio de tan difícil comprensión pero que lo es todo para nosotros.

PRECES

Por todos aquellos que no comprenden el significado del sacrificio de Cristo.
Roguemos al Señor.
Por los que esperan, aún, la llegada del Mesías y no ven en Jesús a Dios hecho hombre que se manifiesta en la Eucaristía.
Roguemos al Señor.

ORACIÓN
Padre Dios; ayúdanos a acercarnos a la Eucaristía con el amor que merece la entrega de Tu Hijo.

Gracias, Señor, por poder transmitir esto.

El texto bíblico ha sido tomado de la Biblia de Jerusalén.

Eleuterio Fernández Guzmán