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El mundo visto desde Roma

Servicio diario - 28 de marzo de 2013

Francisco papa

Francisco con los hijos pródigos de Casal del Marmo
El papa lavó los pies a doce jóvenes de diversas nacionalidades y religiones. ¿Estoy dispuesto a ayudar al otro?

Un milagro, 62 martirios y 7 virtudes heroicas promulgadas por decreto
Francisco ha autorizado la promulgación de varios decretos a la Congregación de las Causas de los Santos

El papa Francisco nombra al nuevo arzobispo de Buenos Aires
Monseñor Mario Aurelio Poli será el pastor del arzobispado de la capital argentina

Nuestra gente agradece el evangelio predicado con unción
Papa Francisco celebra la Misa Crismal en la basílica de San Pedro, junto a unos 1800 sacerdotes. El óleo era español.

Al buen sacerdote se le reconoce por cómo anda ungido su pueblo
Palabras del santo padre en la homilía de la Misa Crismal. Pide: 'Entrar mar adentro y echar las redes'

Liturgia

Comienzan las celebraciones de Semana Santa en Lima
Procesión del Señor de los Milagros, Sermón de las 7 Palabras y Celebración de la Pasión del Señor

Jueves Santo, hacemos memoria del sacramento de la fe y del amor
Reflexión de monseñor Mario Moronta, obispo de San Cristóbal, Venezuela

SANTOS Y BEATOS: EPOPEYAS DE AMOR. EJEMPLO DEL DÍA

San José Sebastián Pelczar
«Frutos de una íntima relación con Dios»

Misión

Más de 700 misioneros al servicio de la Iglesia esta Semana Santa
112 familias y cerca de 150 jóvenes apoyarán esta Semana Santa a 22 párrocos en localidades de 10 provincias de España de la mano Juventud y Familia Misionera

Espiritualidad

Todo listo en la Semana Santa de Ávila
12 procesiones recorrerán las calles de la ciudad castellana

Cardenal Urosa: Los personajes históricos no deben igualarse con Jesucristo
Homilía del arzobispo de Caracas precisa ante comparaciones hechas con el fallecido presidente Hugo Chávez


Francisco papa


Francisco con los hijos pródigos de Casal del Marmo
El papa lavó los pies a doce jóvenes de diversas nacionalidades y religiones. ¿Estoy dispuesto a ayudar al otro?

Por H. Sergio Mora

CIUDAD DEL VATICANO, 28 de marzo de 2013 (Zenit.org) - En el Penitenciario de Menores de Casal del Marmo, situado en la ciudad de Roma, en la zona norte, el papa Francisco celebró la misa In Coena Domini, con la ceremonia del lavatorio de los pies a doce jóvenes reclusos, dando así inició al Triduo Pascual.

El Triduo Pascual es el tiempo comprendido desde la tarde del Jueves Santo, hasta la madrugada del Domingo de Pascua (o la víspera del sábado), en donde se celebran los tres grandes misterios de la redención: la pasión, la muerte y la resurrección de Jesucristo.

Una larga fila de personas esperaban ya desde algunas horas antes, por las calles en la que ha pasado el santo padre, para saludarlo. Es la tercera visita a dicha cárcel por un papa, la primera fue realizada por Juan Pablo II el 6 de enero de 1980, después Benedicto XVI lo hizo el 18 de marzo de 2007 y ahora fue papa Francisco.

La misa se realizó en la capilla del Padre Misericordioso y concelebraron con Francisco, el cardenal Agostino Vallini, y el capellán de la prisión, padre Gaetano Greco. Animaron la misa los voluntarios de Casal del Marmo y jóvenes de Renovación en el Espíritu. La liturgia es la clásica In Coena Domini, y las lecturas fueron realizadas por jóvenes del penitenciario y por educadores.

Debemos ayudarnos entre nosotros, comenzando por quien está más arriba, fue el tema central del papa Francisco en su breve homilía: “Esto es conmovedor. Jesús que lava los pies a sus discípulos. Pedro no entendía más nada. No aceptaba, pero Jesús se los explicó”.

Y el papa añadió: “Jesús, Dios, hizo esto y Él mismo se los explica a los discípulos: ¿Entienden lo que hago por ustedes? ¿Ustedes me llaman el Maestro y el Señor? Lo dicen bien porque y lo soy. Si yo que soy el Señor les lavé los pies a ustedes, es porque ustedes se deben lavar los pies los unos a los otros”.

Y prosiguió: “Les he dado -de hecho- un ejemplo, para que hagan como hice yo. El Señor que es el más importante lava los pies. Porque entre nosotros quién es el más alto tiene que estar al servicio de los otros. Y este es una símbolo. Lavar los píes significa yo estoy a tu servicio.

“También entre nosotros. Y esto significa -prosiguió el santo padre- que tenemos que ayudarnos unos a los otros. A veces me he enojado con uno o con otro. Dejamos perder”.

“Si alguien te pide un favor hazlo, es lo que Jesús nos enseña y es lo que yo hago, lo hago de corazón como sacerdote y como obispo”.

Y añadió: “Tengo que estar a vuestro servicio, es un deber que me viene del corazón. Es un deber que amo hacer porque el Señor me lo ha enseñado. Y también ustedes -subrayó el papa- ayúdense siempre, uno al otro, porque ayudándonos nos haremos el bien”.

“Ahora haremos -concluyó Francisco- esta ceremonia del lavado de los pies y cada uno de nosotros piense: ¿Estoy dispuesto a servir y a ayudar al otro? Y piense que esta señal es una caricia de Jesús que uno hace, porque Jesús vino justamente a ayudarnos”.

Francisco lavó los pies a doce jóvenes de los cuales dos eran mujeres: una muchacha italiana y otra servia. El capellán, don Greco quiso esta presencia femenina porque en el penitenciario de Casal del Marmo hay mujeres menores, si bien Jesús lavó los pies solamente a apóstoles hombres.

“De los muchachos dos eran musulmanes. Para el lavado Francisco se arrodilló seis veces con ambas rodillas, pues cada vez lo hacia y besaba los pies de ambos jóvenes” indicó el portavoz del Vaticano, padre Federico Lombardi. "Incluso era muy empeñativo desde el punto de vista físico para una persona de 76 años" añadió. 

Los casi 50 jóvenes reclusos en dicha cárcel están divididos en tres grupos, dos de hombres y uno de 11 mujeres.

“La liturgia -indicó uno de los organizadores de la misa- fue preparada de manera muy simple, también por voluntad del papa. Los jóvenes cada domingo pueden venir o no a la misa. Hoy vinieron todos, es una eucaristía a la luz de la sencillez, alguno leerá el salmo, otro hará la oración”.

El papa vistió un delantal realizado por los muchachos de una comunidad: Villa San Francisco de la localidad de Belluno, en el norte de Italia, y fueron usados para tejerlo, hilos provenientes de Tierra Santa.

Al concluir la misa, en el gimnasio que está contiguo a la capilla, el papa donó un huevo de pascua y un pan dulce con forma de paloma a cada muchacho y ellos le regalaron a Francisco un reclinatorio y una cruz de madera tallada. Dos objetos muy simbólicos.

Uno de los voluntarios indicó: “Nos impresionó la alegría de estos jóvenes por la venida del papa, aunque hay muchos que no son católicos”.

¿Qué empuja a un joven voluntario a hacer una experiencia de este tipo ayudando a los jóvenes reclusos? “El haber recibido -respondió uno de los voluntarios- mucho de la vida y por ello queremos dar algo de nuestro tiempo, a alguien que aunque se haya equivocado y tenga que pagar, no somos lo jueces, necesita ayuda y soporte”.

“Queremos dar testimonio -indicó otro- de lo que somos, sin grandes pretensiones. El grupo de voluntarios es muy amplio y de todas las edades. Nuestro objetivo es el de estar junto a ellos”.

“Ha sido una experiencia muy fuerte del Santo padre y su cercanía a estos jóvenes a quienes le abrió el corazón al Señor” comentó el cardenal Vallini.

La ministra de Justicia,  Severino  indicó que le impresionó la palabra del papa 'custodiar' porque allí se hace “con tanto sentimiento y alma. Algunos tienen la familia lejos, otro perdió hace poco su mamá, y aquí pueden encontrar los sentimientos buenos”. Y ellos “esperan que su vida futura sea honesta”. “Vi tanto amor en sus ojos -le dijo la ministra al papa- y de servicio hacia los otros”.

Y el papa dirigiéndose a todos aseveró: “Estoy feliz de estar con ustedes, y no se dejen robar la esperanza, ¡no se dejen robar la esperanza! ¿Entendido?

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Un milagro, 62 martirios y 7 virtudes heroicas promulgadas por decreto
Francisco ha autorizado la promulgación de varios decretos a la Congregación de las Causas de los Santos

Por Redacción

CIUDAD DEL VATICANO, 28 de marzo de 2013 (Zenit.org) - El santo padre Francisco recibió ayer por la tarde en audiencia al cardenal Angelo Amato, S.D.B., prefecto de la Congregación de las Causas de los Santos. Durante la audiencia el pontífice ha autorizado a la Congregación promulgar los siguientes decretos:

El milagro atribuido a la intercesión de la Venerable Sierva de Dios María Teresa Bonzel, (en el siglo, Regina Cristina Guglielmina Bonzel),fundadora del Instituto de las Pobres Hermanas Franciscanas de la Adoración Perpetua del Tercer Orden de san Francisco, nacida en Olpe (Alemania) en 1930 y fallecida allí en 1905.

El martirio de los Siervos de Dios Manuel Basulto Jiménez, obispo de Jaén (España) y cinco compañeros, asesinados por odio a la fe en España entre 1936 y 1937.

El martirio de los Siervos de Dios José Máximo Moro Briz y cuatro compañero, sacerdotes de la diócesis de Ávila (España), asesinado por odio a la fe en España en 1936.

El martirio del Siervo de Dios Vladimiro Ghika, sacerdote diocesano, nacido en Estambul (Turquía) el 25 de diciembre de 1873 y asesinado por odio a la fe en Bucarest (Rumania) el 16 de mayo de 1954.

El martirio de los Siervos de Dios Joaquín Jovani Marín y 14 compañeros, de la Sociedad de los Sacerdotes Operarios Diocesanos, asesinados por odio a la fe en España entre 1936 y 1938.

El martirio de los Siervos de Dios Andrés de Palazuelo (en el siglo: Miguel Francisco González González), Sacerdote profeso de la Orden de los Frailes Menores Capuchinos y 31 Compañeros; asesinados por odio a la Fe en España entre 1936 y 1937.

El martirio del Siervo de Dios José Girotti, Sacerdote profeso de la Orden de los Frailes Predicadores; nacido en Alba, Italia, el 19 de julio de 1905 y asesinado por odio a la Fe en Dachau, Alemania, en 1945.

El martirio del Siervo de Dios José Girotti, sacerdote profeso de la Orden de los Frailes Predicadores; nacido en Alba, Italia, el 19 de julio de 1905 y asesinado por odio a la Fe en Dachau (Alemania), en 1945.

El martirio del Siervo de Dios Esteban Sándor, laico profeso de la Sociedad de San Francisco de Sales; nacido en Szolnok (Hungría) el 26 de octubre de 1914 y asesinado por odio a la Fe en Budapest (Hungría) el 8 de junio de 1953.

El martirio del Siervo de Dios Rolando Rivi, alumno del Seminario; nacido en San Valentino de Castellarano (Italia) el 7 de enero de 1931 y asesinado por odio a la Fe en Piane de Monchio (Italia) el 13 de abril de 1945.

Las virtudes heroicas del Siervo de Dios Eladio Mozas Santamera, Sacerdote diocesano, Fundador de las Hermanas Josefinas de la Santísima Trinidad; nacido en Miedes de Atienza (España) el 18 de febrero 1837, muerto en Plasencia (España) el 18 de marzo de 1897.

Las virtudes heroicas del Siervo de Dios Manuel Aparici Navarro, sacerdote diocesano; nacido en Madrid (España) el 11 de diciembre de 1902 y muerto allí el 28 de agosto de 1964.

Las virtudes heroicas del Siervo de Dios Moisés Lira Serafín, sacerdote profeso de los Misioneros del Espíritu Santo, Fundador de la Congregación de los Misioneros de la Caridad de María Inmaculada, nacido en Tlatempa (México) el 16 de septiembre de 1893 y fallecido en la Ciudad de México (México) el 25 de junio de 1950.

Las virtudes heroicas del Siervo de Dios Generoso del Santísimo Crucifijo (en el siglo: Angelo Fontanarosa), sacerdote profeso de la Congregación de la Pasión de Jesucristo; nacido en Vetralla (Italia) el 6 de noviembre de 1881 y fallecido en Mascalucia (Italia) el 9 de enero de 1966.

Las virtudes heroicas del Siervo de Dios Olinto Marella, sacerdote diocesano, nacido en Pellestrina (Italia) el 14 de junio de 1882 y fallecido en San Lázaro de Savena (Italia) el 6 de septiembre de 1969.

Las virtudes heroicas del Siervo de Dios Antonio Kowalczyk, Hermano Laico de la Congregación de los Misioneros Oblatos de María Inmaculada; nacido en Silesia (Polonia) el 4 de junio de 1866 y fallecido en Edmonton (Canadá) el 10 de julio de 1947.

Las virtudes heroicas de la Sierva de Dios Silvia Cardoso Ferreira da Silva, laica; nacida en Paços de Ferreira (Portugal) el 26 de julio de 1882, fallecida en Porto (Portugal) el 2 de noviembre de 1950.

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El papa Francisco nombra al nuevo arzobispo de Buenos Aires
Monseñor Mario Aurelio Poli será el pastor del arzobispado de la capital argentina

Por Redacción

CIUDAD DEL VATICANO, 28 de marzo de 2013 (Zenit.org) - El santo padre ha nombrado arzobispo metropolita de la archidiócesis de Buenos Aires, Argentina, a monseñor Mario Aurelio Poli, transfiriéndolo de la diócesis de Santa Rosa.

Monseñor Poli nació en Buenos Aires el 29 de noviembre de 1947. Realizó los estudios primarios en la Escuela Estatal y los secundarios en la Escuela Parroquial de San Pedro Apóstol. Asistió a la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, donde obtuvo el título de Licenciado en Servicio Social. Con 22 años entró en el Seminario Metropolitano de Buenos Aires donde realizó los estudios de filosofía y teología y fue ordenado sacerdote el 25 de noviembre de 1978. El Doctorado en Teología lo realizó en la Universidad Pontifica Católica Argentina.

Como presbítero ha realizado los siguientes ministerios: vicario parroquial en la parroquia de San Cayetano desde 1978 a 1980, superior en el Seminario Mayor de 1980 a 1987, capellán de las Siervas del Espíritu Santo de 1988 al 1991, asistente eclesiástico de la Asociación laica Fraternidades y Agrupaciones de Santo Tomás de Aquino de 1988 a 1992. También ha sido director del Instituto Vocacional San José (curso preparatorio en el Seminario Mayor). Ha sido miembro del Colegio de Consultores y del Consejo presbiteral. Desde 1980 ha enseñado historia eclesial en la Facultad de Teología de la Universidad Pontificia Católica Argentina.

El 8 de febrero de 2002 fue nombrado obispo titular de Abidda y auxiliar de Buenos Aires, mientras continuaba con su labor como docente. Recibió la ordenación episcopal el 20 de abril de 2002. El 24 de junio de 2008 fue nombrado obispo residencial de la diócesis de Santa Rosa.

Dentro de la Conferencia Episcopal Argentina ha sido miembro de la Comisión Episcopal para la Educación Católica y de la de los Ministerios. Actualmente es Presidente de la Comisión Episcopal para la Catequesis y la Pastoral Bíblica. 

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Nuestra gente agradece el evangelio predicado con unción
Papa Francisco celebra la Misa Crismal en la basílica de San Pedro, junto a unos 1800 sacerdotes. El óleo era español.

Por Rocío Lancho García

CIUDAD DEL VATICANO, 28 de marzo de 2013 (Zenit.org) - Pocos minutos antes de las  9:30 de la mañana, el santo padre ha entrado en la basílica de San Pedro para presidir la Misa Crismal. La misa es concelebrada por el santo padre con los cardenales, los obispos y unos 1600 presbíteros entre diocesanos y religiosos, presentes en Roma.

Durante esta celebración los sacerdotes renuevan las promesas hechas en el momento de la sagrada ordenación y se bendicen el óleo de los enfermos, el óleo de los catecúmenos y el Crisma, contenidos en seis ánforas.

El papa Francisco ha explicado como las lecturas de hablan de "ungidos", Isaías, David y Jesús. La unción que los tres reciben es para ungir al pueblo fiel de Dios al que sirven; su unción es para los pobres, para los cautivos, para los oprimidos"

Ha continuado explicando algunos símbolos que acompañan al sacerdote, sobre la vestimenta ha afirmado que "significa que el sacerdote celebra cargando sobre sus hombros al pueblo que se le ha confiado y llevando sus nombres grabados en el corazón" y ha añadido que "al revestirnos con nuestra humilde casulla, puede hacernos bien sentir sobre los hombros y en el corazón el peso y el rostro de nuestro pueblo fiel, de nuestros santos y de nuestros mártires".

De la belleza de la liturgia, ha dicho que "no es puro adorno" sino " presencia de la gloria de nuestro Dios resplandeciente en su pueblo vivo y consolado". "La unción, queridos hermanos, no es para perfumarnos a nosotros mismos, ni mucho menos para que la guardemos en un frasco, ya que se pondría rancio el aceite y amargo el corazón", ha añadido.

El santo padre ha recordado que "nuestra gente agradece el evangelio predicado con unción, agradece cuando el evangelio que predicamos llega a su vida cotidiana" y que  los sacerdotes "somos mediadores entre Dios y los hombres" por lo que les ha invitado a ser "pastores con olor a oveja" y a "salir a experimentar nuestra unción, su poder y su eficacia redentora: en las «periferias» donde hay sufrimiento, hay sangre derramada, ceguera que desea ver, donde hay cautivos de tantos malos patrones"

Sobre la crisis de identidad sacerdotal, Francisco ha animado "meternos mar adentro en nombre del Señor y echar las redes". El papa ha apelado también a los fieles y les ha dicho "acompañad a vuestros sacerdotes con el afecto y la oración, para que sean siempre Pastores según el corazón de Dios".

Para finalizar la homilía, ha pedido que "Dios Padre renueve en nosotros el Espíritu de Santidad con que hemos sido ungidos, que lo renueve en nuestro corazón de tal manera que la unción llegue a todos, también a las «periferias», allí donde nuestro pueblo fiel más lo espera y valora. Que nuestra gente nos sienta discípulos del Señor".

Por otra parte, el óleo para la celebración de la Misa Crismal ha sido una donación de la cooperativa "Arte y Alimentación SL" de Castelseras, Aragón, en España. Las sustancias perfumadas para confeccionar el Crisma han sido puestas en el óleo por el diácono antes de la oración de la bendición.

Después de la celebración los óleos se llevan a la Catedral de Roma, San Juan de Letrán, desde donde se distribuirán a los sacerdotes de la diócesis romana para la administración de los sacramentos durante el año.

En la columna de la Confesión se ha colocado una estatua de madera de la Virgen con el Niño. Esta estatua, conservada en los Museos Vaticanos, es una donación a Pablo VI del entonces presidente del Brasil Joao Goulart  en ocasión de su elección en 1963. La obra, de la escuela brasileña es del siglo XVIII y representa a Nuestra Señora de Montserrat.

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Al buen sacerdote se le reconoce por cómo anda ungido su pueblo
Palabras del santo padre en la homilía de la Misa Crismal. Pide: 'Entrar mar adentro y echar las redes'

Por Francisco papa

CIUDAD DEL VATICANO, 28 de marzo de 2013 (Zenit.org) - A las 9.30 de esta mañana ha comenzado la Misa Crismal en la Basílica del San Pedro. Publicamos a continuación la homilía del santo padre. Ofrecemos el texto de su homilía.

*****

Queridos hermanos y hermanas:
Celebro con alegría la primera Misa Crismal como Obispo de Roma. Os saludo a todos con afecto, especialmente a vosotros, queridos sacerdotes, que hoy recordáis, como yo, el día de la ordenación.

Las Lecturas nos hablan de los «Ungidos»: el siervo de Yahvé de Isaías, David y Jesús, nuestro Señor. Los tres tienen en común que la unción que reciben es para ungir al pueblo fiel de Dios al que sirven; su unción es para los pobres, para los cautivos, para los oprimidos... Una imagen muy bella de este «ser para» del santo crisma es la del Salmo: «Es como óleo perfumado sobre la cabeza, que se derrama sobre la barba, la barba de Aarón, hasta la franja de su ornamento» (Sal 133,2). La imagen del óleo que se derrama, que desciende por la barba de Aarón hasta la orla de sus vestidos sagrados, es imagen de la unción sacerdotal que, a través del ungido, llega hasta los confines del universo representado mediante las vestiduras.

La vestimenta sagrada del sumo sacerdote es rica en simbolismos; uno de ellos, es el de los nombres de los hijos de Israel grabados sobre las piedras de ónix que adornaban las hombreras del efod, del que proviene nuestra casulla actual, seis sobre la piedra del hombro derecho y seis sobre la del hombro izquierdo (cf. Ex 28,6-14). También en el pectoral estaban grabados los nombres de las doce tribus de Israel (cf. Ex 28,21). Esto significa que el sacerdote celebra cargando sobre sus hombros al pueblo que se le ha confiado y llevando sus nombres grabados en el corazón. Al revestirnos con nuestra humilde casulla, puede hacernos bien sentir sobre los hombros y en el corazón el peso y el rostro de nuestro pueblo fiel, de nuestros santos y de nuestros mártires, que en este tiempo son tantos.

De la belleza de lo litúrgico, que no es puro adorno y gusto por los trapos, sino presencia de la gloria de nuestro Dios resplandeciente en su pueblo vivo y consolado, pasamos a fijarnos en la acción. El óleo precioso que unge la cabeza de Aarón no se queda perfumando su persona sino que se derrama y alcanza «las periferias». El Señor lo dirá claramente: su unción es para los pobres, para los cautivos, para los enfermos, para los que están tristes y solos. La unción, queridos hermanos, no es para perfumarnos a nosotros mismos, ni mucho menos para que la guardemos en un frasco, ya que se pondría rancio el aceite... y amargo el corazón.

Al buen sacerdote se lo reconoce por cómo anda ungido su pueblo, esto es una prueba clara. Cuando la gente nuestra anda ungida con óleo de alegría se le nota: por ejemplo, cuando sale de la misa con cara de haber recibido una buena noticia. Nuestra gente agradece el evangelio predicado con unción, agradece cuando el evangelio que predicamos llega a su vida cotidiana, cuando baja como el óleo de Aarón hasta los bordes de la realidad, cuando ilumina las situaciones límites, «las periferias» donde el pueblo fiel está más expuesto a la invasión de los que quieren saquear su fe.

Nos lo agradece porque siente que hemos rezado con las cosas de su vida cotidiana, con sus penas y alegrías, con sus angustias y sus esperanzas. Y cuando siente que el perfume del Ungido, de Cristo, llega a través nuestro, se anima a confiarnos todo lo que quieren que le llegue al Señor: «Rece por mí, padre, que tengo este problema...». «Bendígame padre» y «rece por mí» son la señal de que la unción llegó a la orla del manto, porque vuelve convertida en petición, petición del pueblo de Dios. Cuando estamos en esta relación con Dios y con su Pueblo, y la gracia pasa a través de nosotros, somos sacerdotes, mediadores entre Dios y los hombres.

Lo que quiero señalar es que siempre tenemos que reavivar la gracia e intuir en toda petición, a veces inoportunas, a veces puramente materiales, incluso banales – pero lo son sólo en apariencia – el deseo de nuestra gente de ser ungidos con el óleo perfumado, porque sabe que lo tenemos. Intuir y sentir como sintió el Señor la angustia esperanzada de la hemorroisa cuando tocó el borde de su manto. Ese momento de Jesús, metido en medio de la gente que lo rodeaba por todos lados, encarna toda la belleza de Aarón revestido sacerdotalmente y con el óleo que desciende sobre sus vestidos. Es una belleza oculta que resplandece sólo para los ojos llenos de fe de la mujer que padecía derrames de sangre.

Los mismos discípulos – futuros sacerdotes – todavía no son capaces de ver, no comprenden: en la «periferia existencial» sólo ven la superficialidad de la multitud que aprieta por todos lados hasta sofocarlo (cf. Lc 8,42). El Señor en cambio siente la fuerza de la unción divina en los bordes de su manto.

Así hay que salir a experimentar nuestra unción, su poder y su eficacia redentora: en las «periferias» donde hay sufrimiento, hay sangre derramada, ceguera que desea ver, donde hay cautivos de tantos malos patrones. No es precisamente en autoexperiencias ni en introspecciones reiteradas que vamos a encontrar al Señor: los cursos de autoayuda en la vida pueden ser útiles, pero vivir nuestra vida sacerdotal pasando de un curso a otro, de método en método, lleva a hacernos pelagianos, a  minimizar el poder de la gracia que se activa y crece en la medida en que salimos con fe a darnos y a dar el Evangelio a los demás; a dar la poca unción que tengamos a los que no tienen nada de nada.

El sacerdote que sale poco de sí, que unge poco – no digo «nada» porque gracias a Dios nuestra gente nos roba la unción se pierde lo mejor de nuestro pueblo, eso que es capaz de activar lo más hondo de su corazón presbiteral. El que no sale de sí, en vez de mediador, se va convirtiendo poco a poco en intermediario, en gestor.

Todos conocemos la diferencia: el intermediario y el gestor «ya tienen su paga», y puesto que no ponen en juego la propia piel ni el corazón, tampoco reciben un agradecimiento afectuoso que nace del corazón. De aquí proviene precisamente la insatisfacción de algunos, que terminan tristes, sacerdotes tristes y convertidos en una especie de coleccionistas de antigüedades o bien de novedades, en vez de ser pastores con «olor a oveja», y esto os pido, sed pastores con olor a oveja, pastores en medio de su rebaño, y pescadores de hombres.

Es verdad que la así llamada crisis de identidad sacerdotal nos amenaza a todos y se suma a una crisis de civilización; pero si sabemos barrenar su ola, podremos meternos mar adentro en nombre del Señor y echar las redes. Es bueno que la realidad misma nos lleve a ir allí donde lo que somos por gracia se muestra claramente como pura gracia, en ese mar del mundo actual donde sólo vale la unción – y no la función – y resultan fecundas las redes echadas únicamente en el nombre de Aquél de quien nos hemos fiado: Jesús.

Queridos fieles, acompañad a vuestros sacerdotes con el afecto y la oración, para que sean siempre Pastores según el corazón de Dios.

Queridos sacerdotes, que Dios Padre renueve en nosotros el Espíritu de Santidad con que hemos sido ungidos, que lo renueve en nuestro corazón de tal manera que la unción llegue a todos, también a las «periferias», allí donde nuestro pueblo fiel más lo espera y valora. Que nuestra gente nos sienta discípulos del Señor, sienta que estamos revestidos con sus nombres, que no buscamos otra identidad; y pueda recibir a través de nuestras palabras y obras ese óleo de alegría que les vino a traer Jesús, el Ungido. Amén.

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Liturgia


Comienzan las celebraciones de Semana Santa en Lima
Procesión del Señor de los Milagros, Sermón de las 7 Palabras y Celebración de la Pasión del Señor

Por Redacción

LIMA, 28 de marzo de 2013 (Zenit.org) - Este Viernes Santo, 29 de marzo, la Venerada Imagen del Señor de los Milagros saldrá en procesión desde el Monasterio de las Nazarenas hasta la Basílica Catedral de Lima. En la Iglesia Primada tendrá lugar el tradicional Sermón de las 7 Palabras y las Celebración de la Pasión del Señor, presididas por el Cardenal Juan Luis Cipriani, con la participación de miles de fieles.

Como es ya tradicional en Viernes Santo, recordando la Pasión del Señor, la venerada imagen del Señor de los Milagros saldrá en procesión a partir de las 5:45 a.m. acompañada por miles de fieles hasta llegar a la Catedral de Lima alrededor de las 10 a.m., permaneciendo en la Iglesia Primada durante el Sermón de las Siete Palabras y la Celebración de la Pasión.

A partir del mediodía (12 p.m.) se dará inicio al tradicional Sermón de las 7 Palabras, en la cual siete predicadores reflexionan sobre las palabras que Jesús pronunció en la cruz.

Como se recuerda, en Lima, el Padre Francisco del Castillo, en el siglo XVII, reunión a sus fieles en la Iglesia de los Desamparados, y desarrolló un sermón que tuvo como estructura las siete palabras de Cristo en la Cruz.

Este año los predicadores del Sermón de las 7 Palabras serán: para la primera palabra: "Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen" (Lc. 23, 34), el Padre Guillermo Oviedo Gambetta, capellán de la Marina de Guerra del Perú. Para la segunda palabra: "Hoy estarás conmigo en el paraíso" (Lc. 23, 43), monseñor Octavio Casaverde Marín, vicario general de la Arquidiócesis de Lima. Para la tercera palabra: "He aquí a tu hijo: he aquí a tu Madre" (Jn. 19, 26), el padre Luis Gaspar Uribe, vicario Episcopal de Familia y Vida. Para la cuarta palabra: "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?" (Mt. 27, 46), el padre Carlos Rossel de Almeida, vicario Episcopal del Clero y rector del Seminario de Santo Toribio de Mogrovejo. Para la quinta palabra: "Tengo sed" (Jn. 19, 28), por el padre Gino Ruggiero Díaz PES, vicario Episcopal de Educación Católica. Para la sexta palabra: "Todo está cumplido" (Lc. 23, 46), el padre Juan Carlos Rivva Lamas SCV, vicario Episcopal de Pastoral. Y para la séptima palabra: "Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu" (Jn, 19, 30) el Cardenal Juan Luis Cipriani Thorne, arzobispo de Lima y Primado del Perú.

Al término del Sermón de las 7 Palabras, se iniciará la celebración de la Pasión del Señor, que es una celebración litúrgica que forma parte del Viernes Santo, en la cual consta de tres partes (Liturgia de la Palabra, Adoración de la Cruz y la Sagrada Comunión). Como parte de esta celebración, el altar de la celebración permanecerá desnudo por completo: sin cruz, sin candelabros y sin manteles. Culminada la Celebración de la Pasión del Señor, la imagen del Señor de los Milagros recorrerá el perímetro de la Plaza Mayor de Lima y se dirigirá de regreso al Santuario de las Nazarenas.

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Jueves Santo, hacemos memoria del sacramento de la fe y del amor
Reflexión de monseñor Mario Moronta, obispo de San Cristóbal, Venezuela

Por Mario Moronta

SAN CRISTóBAL, 28 de marzo de 2013 (Zenit.org) - Durante la Última Cena, Jesús instituye la Eucaristía y junto con ella el sacerdocio cristiano. Así, entonces, como nos enseña la Sagrada Escritura, celebramos el memorial de la pasión, muerte y resurrección del Señor Jesús. De allí que cada vez que celebramos la eucaristía hacemos presente de manera sacramental a Jesús, con su cuerpo y su sangre, con su presencia real y sacramental, con su sacrificio redentor y con su pascua liberadora. Hoy la Iglesia, en todo el mundo, conmemora ese evento tan importante y tan central para la vida de los creyentes.

Se trata del “sacramento de nuestra fe”, como lo decimos en cada celebración. Esta expresión encierra una enorme riqueza que, ojalá, pudiéramos siempre tener en cuenta. Es sacramento porque es una expresión clara de Dios que salva y que quiere darnos su gracia para que podaos seguir las sendas hacia la plenitud del encuentro con Él en la eternidad. Es un sacramento y misterio, ya que a medida que lo conocemos y celebramos se va descubriendo la fuerza transformadora que hay en él. Esa fuerza es la del mismo Señor con su muerte y su resurrección.

Como sacramento, mediante los ritos que se van realizando en la celebración, va produciendo en cada uno de los creyentes un efecto bien concreto: la comunión. Muchas veces hablamos de la comunión sólo porque comemos el pan eucarístico. Ciertamente que es un momento culminante. Pero no podemos reducir a esto la comunión. Al referirnos a la celebración, sencillamente toda ella apunta a la comunión con Dios: el encuentro con los hermanos, la Palabra, la plegaria eucarística, la comunión con el cuerpo de Jesús, el dar gracias por la presencia amorosa de Dios… Es sacramento de comunión porque en él no sólo se favorece, sino que se da el encuentro vivo con Jesús. Ese encuentro que hemos de tener permanentemente con Él, se hace realidad de manera sacramental en la eucaristía.

Por eso, hablamos de sacramento de nuestra fe. Por la fe, todos los creyentes en Cristo alcanzamos la real posibilidad de un encuentro vivo con Él. Es un objetivo claro de nuestro acto de creer, que, a la vez, nos va preparando para lo que sucederá luego de la muerte: el encuentro definitivo con Dios. Y si esto lo hemos de vivir en nuestra cotidianidad, entonces en la eucaristía se alcanza de una manera muy intensa y sacramental: por su presencia con la Palabra y con la Eucaristía, el Señor sale a nuestro encuentro y nosotros vamos hacia Él. Además, todos los ritos van apuntando hacia una expresión bien intensa de ese encuentro, cuando oímos su Palabra y, sobre todo, cuando comemos el alimento eucarístico.

Se trata de un sacramento de fe, ante el cual profesamos que creemos en el que anunciamos la muerte del Señor, su resurrección, su redención y su pascua, cada vez que comemos de su pan y bebemos de su sangre, hasta que Él vuelva. Así, además celebramos de manera anticipada el banquete del Reino de Dios. Se trata, pues, de un sacramento que involucra la fe en todos los sentidos.

Podemos considerar ahora dos elementos de esa fe que profesa y vive el misterio eucarístico. En primer lugar es sacramento que nos permite creer. Mejor dicho, requiere la fe para poder aceptarlo. Esa fue la experiencia de los dos discípulos de Emaús: reconocieron al Señor en la fracción del Pan. Lo habían sentido cercano, les había encendido el corazón y los ojos de la fe lo reconocieron en el partir el pan. Para poder proclamar que anunciamos su Pascua, los creyentes tenemos que profesar la fe en la presencia real de Jesucristo y asumir que por la Eucaristía estamos inmersos en la nueva y eterna alianza. Esa que fue sellada con la sangre de Cristo y de la cual podemos participar en cada celebración.

La eucaristía nos permite, entonces, hacer un ejercicio de lo que debe ser nuestra vida de cristianos: hacer que la fe reconozca la presencia de Dios y así fortalezca nuestra existencia cristiana. Entonces, será posible el encuentro vivo con Jesús. Una de las consecuencias de nuestra fe es, precisamente, ese encuentro con Jesús. Esto se debe dar en la vida de todos los días; en la eucaristía se da de manera sacramental e intensa. Nuestra fe no se queda sólo en decir que creemos sino que da un paso más allá: esto es en abrir nuestro corazón para que la Palabra y la misma Eucaristía se hagan sentir en él. Así, el encuentro con Cristo nos introduce en Él y Él se sigue haciendo uno de nosotros en cada uno de nosotros mismos. Es el significado del término comunión.

En segundo lugar, la Eucaristía alimente nuestra fe. Profesar nuestra fe en la Eucaristía tiene como resultado, el ser enriquecida con el alimento de la salvación. Por eso también es sacramento de nuestra fe. Cada creyente es alimentado y sostenido por la fuerza de la Eucaristía y como nos dice el mismo Señor puede ya tener un anticipo del encuentro definitivo con Dios, ya que es el Pan de la Vida eterna… y junto con él, tenemos la Palabra de vida eterna. Por eso, quien cree tiene la vida eterna.

Esta segunda dinámica de la fe nos permite seguir entendiendo que nos conduce al encuentro vivo con Jesús. Este no es un eufemismo o una manera de decir algo bonito. Es la realidad que marca nuestra existencia, para la cual fuimos bautizados. Con el bautismo recibimos la fe y también la vocación a vivir en la familia de los hijos de Dios.

Ahora bien, lo que conmemoramos hoy Jueves Santo, es la institución de este sacramento de nuestra fe. Esta ceremonia, con toda su intensidad y belleza, nos impulsa a centrar nuestra mirada en el misterio eucarístico. Como bien lo ha subrayado el Beato Juan ¨Pablo II, hemos de hacerlo con “asombro”. El asombro no es una especie de admiración o una manifestación de desconcierto. El asombro eucarístico es la actitud de reconocimiento del milagro que allí se da: el memorial de la nueva alianza, de la pasión, muerte y resurrección de Cristo, en el cual podemos participar como discípulos de Jesús. Este asombro nos lleva a proclamar, con palabras y cánticos, pero ante todo con nuestra vida, que Cristo está allí presente y lo proclamamos por siempre.

Para que se dé el asombro eucarístico de nuestra fe, tenemos que sentir la fuerza del amor. También en la Última Cena se instituyó el mandamiento del amor. La fe va acompañada del amor. Pero lo interesante es la novedosa e inédita manera que lo plantea el Maestro: para reconocer a Dios presente, para amar de verdad a Dios, hay que amar a los hermanos. En este seremos reconocidos por los demás como discípulos de Jesús. Y no hay excusa, porque el mismo Jesús nos lo dice: “Ámense… como Yo los he amado”. La mejor manera de reconocer que Dios nos ama, es amándonos los unos a los otros, con todo lo que ello requiere y exige en cada uno de nosotros.

Esta realidad del amor fraterno constituye un nuevo rostro de ese misterio de la fe. El encuentro vivo con Jesús que se hace intenso y sacramental en la eucaristía requiere que nos encontremos con los demás como hermanos. Si no podemos cojear en la práctica del amor… y el encuentro con el Señor será incompleto. En la eucaristía sucede igual. No podremos decir que celebramos la eucaristía de manera completa si existe entre nosotros divisiones, discriminaciones, separaciones, odios, envidias… El encuentro vivo con Jesús es también encuentro vivo con los hermanos. La celebración de la eucaristía es también, entonces, sacramento del amor.

Sacramento del amor de un Dios que se entrega por nuestra salvación; y de un amor de hermanos que comparten la pascua de Jesús que nos libera de todo pecado y sus consecuencias. Así el encuentro con los hermanos, no sólo en la celebración litúrgica sino en todo momento, debe ser un encuentro de amor eucarístico. Al serlo, imitaremos al mismo Señor que se rebajó de su condición para convertirse y mostrarse en un siervo de los suyos: por eso les lavó los pies a sus discípulos. Y nos pidió que hiciéramos lo mismo con nuestros hermanos.

Al hacer realidad esto, cada uno de nosotros debe estar dispuesto a lavar los pies de los otros y a dejarse lavar los suyos propios. Es la expresión del amor más fraterno que debe existir y que ha de distinguir a todo aquel que profese su fe en el Señor. Es así como el encuentro vivo con el Señor adquirirá su justa y total dimensión.

Es esto lo que hoy conmemoramos en esta hermosa tarde. Hacemos memoria del sacramento de la fe y del amor. Nos invitamos mutuamente a lavarnos los pies, es decir a servirnos los unos a los otros con total y decisivo amor. Así podremos encontrarnos con el Maestro que supo dar su vida por nosotros y establecer la nueva alianza que cada día rememoramos en toda eucaristía. Dejemos que el Espíritu del Señor nos conduzca y abramos nuestra mente y nuestro corazón para dejémonos llenar de la fuerza del amor de Cristo a quien reconocemos presente en el sacramento de nuestra fe. Amén

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SANTOS Y BEATOS: EPOPEYAS DE AMOR. EJEMPLO DEL DÍA


San José Sebastián Pelczar
«Frutos de una íntima relación con Dios»

Por Isabel Orellana Vilches

MADRID, 28 de marzo de 2013 (Zenit.org) - Nació el 17 de enero del 1842 en Korczyna, Polonia. Sus padres tuvieron muy en cuenta sus grandes cualidades para el estudio, haciendo posible que recibiese esmerada formación. Todo ello sin descuidar su educación en la fe. Espiritualmente, muy pronto descubrió que deseaba seguir a Cristo. Aún no había terminado la primera fase de su preparación académica y ya anotó en su diario: «Los ideales de la tierra palidecen, el ideal de la vida lo veo en el sacrificio y el ideal del sacrificio en el sacerdocio». Eligió esta vía sin pensar que tal decisión implicaría asumir íntimas renuncias. En 1860 inició los estudios eclesiásticos en el seminario de Przemyśl; cuatro años más tarde era sacerdote. Puso en manos de Jesús y de María su acontecer humano, espiritual y apostólico, y se dispuso a cumplir la voluntad divina bajo esta consigna: «Todo por el sacratísimo Corazón de Jesús, a través de las manos inmaculadas de la Santísima Virgen María». Primeramente fue vicario parroquial de Sambor. Pero no se podían desperdiciar sus grandes dotes intelectuales. Por ello, fue enviado a Roma para cursar estudios que simultaneó en dos universidades, la Gregoriana, entonces Collegium Romanum, y la Lateranense, que en esa época era Instituto de san Apolinar. Fueron dos intensos años de dedicación que luego le permitieron impartir clases en el seminario de Przemyśl y en la universidad Jagellónica de Cracovia.

Se doctoró en teología y en derecho canónico. Entre sus méritos académicos se halla haber sido decano de la facultad de teología, que se ocupó de renovar, vicerrector de la universidad y rector del Almae Matris de Cracovia. Es obvio que su labor recibía alta estima. Pero la tarea universitaria fundamentalmente fue para él otro instrumento apostólico que le permitió acercarse a docentes y alumnos. Realizó con ellos una gran labor en los veintidós años de actividad profesional. En su ejercicio pastoral tuvo siempre presentes las necesidades de los demás que encauzó con su ingente labor caritativo-social. Colaboró con distintas asociaciones educativas católicas. Fue presidente de la Asociación de la educación popular y formaba parte de la Asociación de san Vicente de Paúl. Además, impulsó «La Fraternidad de la Inmaculada Virgen María, Reina de Polonia». A través de ella daba cobijo a trabajadores, pobres, alcohólicos, emigrantes, huérfanos, empleadas domésticas, en particular las que se hallaban en paro, y enfermas, para las que abrió una escuela, etc. Impartió numerosas conferencias y distribuyó entre la gente gratuitamente miles de obras. También a él se debe la existencia de un nutrido número de bibliotecas y salas de lectura. Es obvio que supo aunar su labor científica y académica con la acción apostólica.

Fue un insigne predicador y confesor. Todo en él fue un afán de adecuar su vida a la voluntad divina: «El acuerdo con la voluntad de Dios trae una paz inquebrantable. ¿Qué puede inquietar al que todo lo recibe con alegría, sabiendo que todo proviene de la voluntad de Dios llena de amor?». Su austeridad y espíritu de entrega le instaba a repartir sus bienes entre los necesitados, pero siempre mirando a esa frontera del amor a todos en Cristo, sin la cual nada tiene sentido. Tuvo claro el cariz espiritual de su compromiso apostólico: «No basta dar dinero a los pobres. El dinero no tiene ojos, labios, ni corazón. El dinero no hablará, no consolará, no aconsejará. Mientras que el pobre necesita el consuelo, alivio, consejo y esperanza. La verdadera prueba del amor y misericordia para con los pobres es visitarlos» […]. «Servir a Dios es nuestra tarea principal. Tarea más importante frente a la cual todo lo demás es nada». Su devoción al Sagrado Corazón de Jesús le llevó a fundar en 1894, junto a la Madre Klara Szczesna, la Congregación de las Siervas del Sagrado Corazón de Jesús. Tenían como objetivo los jóvenes, enfermos y los que precisasen cualquier tipo de ayuda. Humilde y con el sentido de indignidad que acompaña a los genuinos discípulos de Cristo, pasado el tiempo manifestó: «Que Dios me perdone este atrevimiento, porque hasta hoy, fundadores eran las personas santas, pero lo que me justifica son las circunstancias en las cuales he visto claramente la voluntad de Dios».

En 1899 fue nombrado obispo auxiliar y un año más tarde prelado titular de la diócesis de Przemyśl. No desperdició ningún momento de su tiempo. Sabía del valor de la oración y su repercusión en la vida espiritual y apostólica. Es la característica comúnmente compartida por todos los que alcanzaron la santidad. En la oración se plantearon las grandes cuitas de su existencia, suplicaron la conversión personal y pidieron ardientemente la gracia de saber tocar el corazón de las gentes para llevarlas a Cristo. Fue uno de los manjares que gustaron junto a la Eucaristía, nutriéndose a la par con la Palabra de Dios. Sebastián no fue una excepción. Uno de los testigos de su fecunda vida sintetizó con estas palabras lo que había aprendido de él: «Las personas laboriosas, especialmente las que pasan más tiempo en la intimidad con Dios que con los hombres, tienen tiempo para todo». Este es otro fruto de la oración: la multiplicación del mismo de una forma sorprendente. No hay más que ver las biografías de los santos con trayectorias tan intensas como insólitamente creativas. Pelczcar, cuyo lema fue: «Todo para el único Dios», escribió numerosas cartas pastorales, impartió charlas y homilías que encadenó junto a obras teológicas, históricas, textos sobre la ley canónica, manuales y devocionarios. Viendo su quehacer en conjunto está claro que una gracia tuvo que dilatar sus horas. Murió la madrugada del 28 de marzo de 1924. Fue beatificado por Juan Pablo II el 2 de junio del 1991. No había sido un teórico de la vida espiritual, sino un fidelísimo seguidor de Cristo. Por eso, el pontífice dijo en la ceremonia: «He aquí un hombre que no solamente decía ‘Señor, Señor’ sino que cumplía la voluntad de Dios». Él mismo lo canonizó el 18 de mayo de 2003.

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Misión


Más de 700 misioneros al servicio de la Iglesia esta Semana Santa
112 familias y cerca de 150 jóvenes apoyarán esta Semana Santa a 22 párrocos en localidades de 10 provincias de España de la mano Juventud y Familia Misionera

Por Redacción

MADRID, 28 de marzo de 2013 (Zenit.org) - Son cerca de 750 los jóvenes y familias que rompen la rutina estos días y se lanzan a vivir una Semana Santa diferente con Familia y Juventud Misionera (www.soymisionero.es), un apostolado del Regnum Christi que cumple 12 años en España al servicio de la Nueva Evangelización. Son unos misioneros singulares que, acompañados de casi 40 sacerdotes legionarios de Cristo y algunos consagrados y consagradas, ayudarán a 22 párrocos de pequeños pueblos en 10 provincias para compartir la alegría de su fe con otras familias y otros jóvenes, y propiciar en el corazón de las personas y en el suyo propio una experiencia personal de encuentro con Cristo vivo.

La Semana Santa, momento clave en la fe del católico, es una época de mucho trabajo para muchos sacerdotes que atienden solos a más de 10, 20 y hasta 30 pueblos. Unos 150 jóvenes y 112 familias (282 adultos y 294 niños) de toda España se ponen 100% a disposición de estos párrocos hasta el domingo de Resurrección en localidades de 10 provincias: Asturias, Burgos, Cáceres, Castellón, Córdoba, Guadalajara, Huesca, Murcia, Palencia y Teruel.

Los misioneros ayudan en la organización de las procesiones y la liturgia; visitan a los enfermos, invitan casa por casa a participar en los oficios y sacramentos, y dan testimonio vivo de su fe. Los motivos que les impulsan a vivir una Semana Santa de misiones son una experiencia única de servicio a la Iglesia y a los párrocos; transmitir a sus hijos una fe viva en el testimonio; compartir la búsqueda de Dios con otras familias en comunidad; y hacer más honda y madura su propia experiencia de que Cristo es real, está presente y vivo.

“La educación y la fe son lo básico que queremos dejarles en herencia a nuestros hijos”, dice Marta Subirana, “Y la fe no es algo que haces porque te lo han dicho tus padres: necesitas un encuentro personal con Cristo. No son palabras: sólo con un testimonio real y vivo de lo que es ser cristiano es como dejas huella en tus hijos.”, afirma. Es el sexto año va de misiones con su marido y sus hijos para ayudar a D. Pedro y a D. Luis en el Valle de Mena (Burgos), donde Familia Misionera lleva 12 años al servicio de estos párrocos que atienden solos a cerca de 25 pueblos. “En lo más íntimo de tu corazón, sientes una gran paz; esa paz que sólo con la entrega al prójimo puede llenar de verdadero sentido tu vida”, reconoce.

D. Ángel Luis es párroco en Las Hurdes, donde Familia Misionera llega desde hace 8. De la experiencia misionera, D. Ángel destaca en este Año de la Fe la fuerza de la comunidad: “En estos pueblos en los que en el día a día no ocurren cosas extraordinarias, donde da la sensación de que somos pocos y de que todo se estuviera apagando, la llegada y la presencia de las familias misioneras ayuda a fortalecer y revitalizar la fe de las personas sencillas, ayuda a sentirnos arropados: la fe en comunidad se vive muchísimo mejor”, afirma D. Ángel.

Santiago Alonso es el responsable de 17 familias misioneras que se desplazan a diferentes localidades en Palencia: “Este año vienen muchas familias nuevas”, cuenta, “y quisiera que hagan la experiencia de la enorme felicidad que recibes cuando descubres que la mejor manera de aumentar tu fe es compartirla. Se conoce más a Dios cuando lo buscas porque lo quieres compartir”, asegura.

Juan Antonio Ramos, responsable de las 7 familias que apoyarán en Cabrales (Asturias) a D. Pedro, corrobora esa experiencia de que es desde la propia búsqueda desde donde se puede dar a los demás: “En la misiones tienes un encuentro personal con Cristo”, asegura, “vas a ayudar a otros, pero buscando el encuentro con Cristo tú también”, confiesa.

Carlos del Castillo es un veterano con 12 años de misiones a sus espaldas, que estará en Ponga y Amieva (Asturias) ayudando a D. Rubén Pulido: “En el día a día muchas veces te pierdes lo que es importante, y la Semana Santa te golpea de tal manera que te ayuda a poner el foco en lo que de verdad importa”, asegura. “Un año más, Él se va a subir a la cruz… ¿y cómo no voy a responder yo al “Y tú dónde vas a estar”?”, se pregunta.  Carlos ha descubierto durante una formación para misioneros que “para Dios no existe el tiempo”, y que, por tanto, “cuando estamos en Adoración ante el Santísimo el jueves Santo no estamos recordando Getsemaní como si estuviésemos allí, sino que estamos reviviéndolo porque ¡realmente estamos allí con el Señor de verdad!”, exclama, maravillado, “¿Qué más puedes necesitar?”, concluye.

Jóvenes: Madrugadas de misión en pleno centro de Lorca y Cartagena

En el caso de los jóvenes, 100 chicos y chicas de entre 15 y 23 años colaborarán con 5 parroquias de Lorca y Cartagena. Lo principal de la misión será el Solnight, una experiencia de Nueva Evangelización en el centro de Lorca (Parroquia de San Mateo) y de Cartagena (Parroquia de El Carmen), promovida en colaboración con la delegación diocesana de juventud. “Es una Adoración Eucarística de 23:00h a 03:00h de la madrugada el Jueves Santo. Son cuatro horas seguidas de parroquias abiertas con una metodología para el encuentro con los jóvenes y de los jóvenes con Dios”, explica Jorge Barco, director en España de Juventud y Familia Misionera.

“El objetivo es que nazca un grupo de jóvenes vinculado a las parroquias que todos los meses salgan a misionar por las calles y continúen esta experiencia misionera después de Semana Santa”, explican los propios chicos en su página web.

Para D. Antonio José Palazón, párroco de Santa Florentina, en Cartagena, “lo novedoso de estos métodos es que no es el cura el que se acerca: es un joven, uno como tú pero que tiene experiencia de fe y quiere transmitirla” y porque “son fórmulas sencillas, que invitan a los jóvenes a pasar a la iglesia, pero no como una charla, un discurso o una catequesis, sino como un pequeño momento en el que se le propone algo a lo que el joven puede responder”.

El sábado peregrinarán al santuario de la Fuensanta después de visitar la catedral de Murcia, donde el Obispo, D. José Manuel Lorca, saldrá a saludar a los jóvenes y a darles su bendición.

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Espiritualidad


Todo listo en la Semana Santa de Ávila
12 procesiones recorrerán las calles de la ciudad castellana

Por Redacción

ÁVILA, 28 de marzo de 2013 (Zenit.org) - Ávila ha sido comparada muchas veces con la ciudad de Jerusalén. Las semejanzas están en la elevación de Ávila sobre el montecillo que la hace emerger sobre el valle Amblés; en la muralla que la cerca con la vigía permanente de sus noventa torres; en la preeminencia de sus iglesias y sus monasterios, que la pregonan ciudad sacra; en sus calles ascendentes y quebradas; en el halo religioso de su historia y de sus gentes.

El ámbito de los templos románicos y góticos abulenses, las fachadas pétreas de las casas señoriales y las celosías de sus conventos hacen de Ávila lugar preferente para vivir estas fechas tan significativas del año litúrgico. El Monasterio de San Francisco fue la cuna de los desfiles procesionales de la Semana Santa abulense. Una crónica antigua dice: "A principios del año 1500, se nota ya en Ávila la urgente necesidad de fundar una Hermandad con fines netamente cristianos y caritativos. Con este fin se reorganiza una antigua Cofradía existente". A esta Hermandad se le dio luego el honorable título de la Santa Vera Cruz.

Cuenta la Junta de Semana Santa de Ávila que los primeros años del siglo XIX fueron tiempos difíciles para la vida española y la Semana Santa no podía estar ajena a estos acontecimientos en cuanto a sus desfiles procesionales. La invasión francesa afectó a Ávila muy profundamente en cuanto al desarrollo de sus actividades religiosas y sufrió el expolio al que se sometieron sus Instituciones, así como la privación de libertad en el ejercicio público de sus actos de culto.

En 1990 se produjo la renovación de la Junta de Semana Santa y fue elegido nuevo Presidente D. Fernando José Jiménez Prieto, quien desde el primer momento se propuso impulsar el desarrollo de la Semana Santa abulense.

Implicó en esta tarea a todas las Cofradías y Hermandades lo que se tradujo en una superación permanente que alcanzó unos altos niveles de organización y participación en todos y cada uno de los desfiles procesionales tradicionales al tiempo que movió a la creación de otros nuevos.

La aportación social que encierra esta labor desarrollada por la Junta de Semana Santa ha sido reconocida por la Junta de Castilla y León, que la declaró de Interés Turístico Regional en 1993.

El 28 de abril de 2005 la Semana Santa de Ávila fue declarada de Interés Turístico Nacional por la Secretaría General de Turismo.

En total son 16 las procesiones que se realizan en Ávila desde el Viernes de Dolores hasta el Domingo de Resurrección.  El Viernes de Dolores la procesión "Vía Matris" El sábado víspera del Domingo de Ramos la "Procesión de los Estudiantes". El Domingo de Ramos sale la procesión "Las Palmas".  El Lunes Santo hay dos procesiones, la "Procesión de la Ilusión" y la "Procesión de Nuestra Señora de la Esperanza". El Martes Santo son tres las procesiones organizadas. "Procesión de la Estrella", la "Procesión de Medinaceli" y finalmente la "Procesión del Miserere.

El Miércoles Santo son dos procesiones, "Procesión del Silencio y la "Procesión del Cristo de las Batallas". También son dos las procesiones del Jueves Santo: "La Procesión de la Madrugada" y la "Procesión de Los Pasos".

El Viernes Santo salen tres procesiones: "Vía-Crucis de Penitencia", "El Sermón de las 7 palabras" y la tercera "La Procesión de la Pasión y Santo Entierro". Para el Sábado Santo sale la "Procesión de la Soledad. Y finalmente el Domingo de Resurrección, la "Procesión del Resucitado". 

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Cardenal Urosa: Los personajes históricos no deben igualarse con Jesucristo
Homilía del arzobispo de Caracas precisa ante comparaciones hechas con el fallecido presidente Hugo Chávez

Por Redacción

CARACAS, 28 de marzo de 2013 (Zenit.org) - El arzobispo de Caracas, Venezuela, cardenal Jorge Urosa Savino, celebró el domingo pasado la misa del Domingo de Ramos en la catedral de Caracas. El cardenal advirtió que “no podemos igualar a ningún héroe o líder humano o ningún gobernante con Jesucristo, ni tributarle culto religioso, como a Jesucristo”, estas declaraciones se han dado en el contexto de las declaraciones recientes en algunos sectores del ámbito de la política nacional, comparando al fallecido Hugo Chávez con Jesucristo.

“La bellísima imagen del Nazareno de San Pablo, que representa a Jesucristo cargando con la cruz para redimirnos de nuestros pecados, despierta en nosotros una más intensa respuesta de fe: aquel que fue llevado a la muerte por proclamar su divinidad, aquel que sufrió el indecible suplicio de la cruz, luego de haber sido sometido a torturas y maltratos crueles e inhumanos, no es una persona cualquiera, no fue un simple líder o gran hombre de la humanidad, no fue un activista social" explicó el purpurado.  

Además añadió que "Jesús de Nazaret es mucho más. Es el mismo Dios hecho hombre, que fue enviado por nuestro amoroso Padre celestial para revelarnos así la inmensidad de su amor, y para enseñarnos el camino de una vida serena, apacible, recta, santa, pacífica y feliz, a fin de que, libres del pecado y de toda clase de maldad e ignorancia, alcancemos la felicidad y la salvación eterna.

Sobre la Divinidad de Cristo matizó que "San Pablo, en la carta a los filipenses lo proclama abiertamente: ¡Jesús es el Señor, para gloria de Dios Padre. Cuando san Pablo decía estas palabras: “Jesús es el Señor” estaba diciendo que Jesús es Dios, pues ese es el significado de la palabra “Kyrios”, Señor, en el lenguaje religioso del Antiguo y del Nuevo Testamento. Ese es el núcleo, el centro de nuestra fe y de nuestra santa Religión: que el enviado por Dios para guiarnos hacia la plenitud de la vida, comenzando aquí en la tierra, y para que la disfrutemos por toda la eternidad, es su Hijo Unigénito, la segunda persona de la Santísima Trinidad, el mismo Dios que se hizo hombre, y asumió nuestra naturaleza humana en todo, menos en el pecado"

E insistió en que “Jesucristo no es cualquier persona: no es un profeta como los del Antiguo testamento; no es un gran santo como san José, san Pablo o san Antonio, san Ignacio de Loyola, o san Juan Bosco; no es un jefe o caudillo y benefactor de los pueblos. Es mucho más que eso. Es el mismo Dios que se encarnó y se hizo semejante a nosotros para elevarnos a la condición maravillosa de hijos de Dios".

“Por ello no podemos igualar a ningún héroe o líder humano o ningún gobernante con Jesucristo, ni tributarle culto religioso, como a Jesucristo. No podemos equiparar la esfera sobrenatural y religiosa a la natural, terrenal y socio-política. Y es muy importante que tengamos esto en cuenta y que así lo digamos, rechazando cualquier nivelación de Jesucristo con personalidades humanas. Jesús es único e irrepetible, Es Dios mismo, sólo al cual podemos adorar”, concluyó el arzobispo.

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