1.04.13

La lucecita del confesionario

A las 11:08 AM, por Jorge
Categorías : Sin categorías

 

Lo acaba de decir el papa Francisco: iglesias abiertas y lucecita en el confesionario indicando la presencia del sacerdote. Nos cuesta mucho. Andamos siempre con tantas cosas que meternos en el confesionario simplemente a esperar parece una pérdida de tiempo. Lo más que hacemos es atender a esa persona que se dirige a nosotros o un ratito justo antes de la misa que no siempre es posible mantener.

El confesor tiene que aprender del pescador. Cobrar una buena pieza jamás se logra con prisas. Hay que dedicar horas, no moverse, dejar la caña echada y esperar. A base de tiempo y serenidad acaba picando un pez, y de vez en cuando un pez que merezca la pena.

Este año no hemos tenido en la parroquia “celebración penitencial". Eso sí, a cambio, hemos aumentado mucho las horas de presencia en el confesionario, incluso en algún momento hemos contado con la presencia de algún otro sacerdote venido de otro lugar.

¿Cuál ha sido el resultado? Pues muchas confesiones y algunas muy especiales. Digo más. Las confesiones más especiales siempre han sido en esos momentos tontos en que no hay nadie o parece que no hay nadie, y entra alguien en la iglesia, ve la lucecita y algo le empieza a molestar por dentro hasta que sin saber muy bien por qué se encuentra de rodillas ante el sacramento. Bendito sea Dios.

Quizá nos toque a los sacerdotes acostumbrarnos a echar más horas de confesionario. Quizá sea necesario arreglar los confesionarios de forma que en ellos no sólo se pueda rezar el breviario o leer algo, sino tomar notas con una cierta comodidad, preparar homilías o catequesis, de forma que algunas cosas de despacho se puedan ir haciendo mientras uno está con la caña por sí algún pez llega.

Un pescador jamás echa la caña cinco minutos y se marcha. Un confesor no puede limitarse a los cinco minutos de urgencia, sino que necesita echad tiempo, estar, dejarse ver y derrochar paciencia. El resto, lo pone Dios.