1.04.13

Mundo sacral latinoamericano

A las 6:06 AM, por Germán
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El Continente de la Esperanza -2-

 

El Consejo Episcopal Latinoamericano, publicó un escrito en el que se afirma que

para América Latina, un continente «pluricultural, multiétnico y plurirreligioso» que aspira a la interculturalidad el tema de la inculturación es apasionante, pues toca el problema de los «etnocentrismos», tan fuertemente presentes, sea como imposición por parte de las culturas «inmigrantes», o sea como resistencia por parte de las culturas originarias (Fundamentos de la inculturación, Margot Bremer rscj),

afirmación que evidencia ciertamente un error muy difundido, y como es el caso, extrañamente incluso ad intra,  el de pretender que la primera evangelización fue una hispanización y europeización ciega, una criminal aculturación (…) según la cual los indios, en su cultura, habrían sido víctimas de la Palabra de Dios (La Hora de Dios en el Nuevo Mundo, Jean Dumont).

Josef Estermann del Instituto Superior Ecuménico Andino de Teología abogando por una

«reivindicación, por los movimientos autóctonos de muchos pueblos y etnias, de su propia manera de vivir y concebir el mundo» (Filosofía andina), sustenta que si «el concepto ´teología´ surge en los primeros siglos de nuestra era en el mundo cultural grecorromano, como respuesta de la creciente comunidad cristiana a los desafíos planteados por la filosofía helenística de la época”, la teología andina, es un “sincretismo teológico no muy distinto al que se viene practicando desde los primeros siglos» (La teología andina como realidad y proyecto. La deconstrucción intercultural).

Un indigenismo teológico desviado ciertamente.

El panorama étnico y religioso de América del Sur es muy complejo, y en este arco, ¿cómo es la Iglesia en Latinoamérica? ¿Qué perfecciones posee? ¿En qué detalles puede mejorar? ¿Qué es lo que todos los componentes debemos pretender para la perfección de la Iglesia en el Continente de la Esperanza?

Uno de los más esclarecidos obispos latinoamericanos del siglo XX ha sido Mons. Boaventura Kloppenburg OFM, brasileño, fallecido en 2009 a los 90 años de vida, de los cuales 67 los vivió como franciscano, 63 como sacerdote, 58 como doctor en teología dogmática, 41 de magisterio universitario y 27 como obispo. Escribió 36 libros. En sus escritos “luchó siempre contra la confusión religiosa” provenientes del sincretismo religioso y otras corrientes religiosas, como la masonería, el reencarnacionismo, el espiritismo. Escribió sobre la Fe, el Credo, Las mistagogías de Benedicto XVI sobre la Iglesia. Su último escrito ha sido Creo en la vida eterna.

Quien mejor que Monseñor Kloppenburg, para dar una radiografía eclesial en Latinoamérica:

El mundo sacral latinoamericano es un mundo cósmico. Acudir a Dios, o a los espíritus, o a los santos protectores, es para muchos una forma de enfrentarse a los elementos naturales, combatirlos y explicarlos.

Es fatalista. Dios lo quiere, hay que resignarse a la voluntad de Dios. Como consecuencia, pasividad ante la vida y la construcción del mundo.

El mundo latinoamericano es sacramentalista. Práctica masiva de algunos sacramentos, especialmente del bautismo y de la primera comunión. A veces se reciben, para evitar maleficios o males.  Muchas veces hay también confianza mágica en al afecto casi matemático de algunos sacramentales: agua bendita, escapularios, palma de ramos, etc.

Nuestra Iglesia en Latinoamérica es devocionalista. Es una religiosidad de votos y promesas, de peregrinaciones y de un sinnúmero de devociones, con una participación nula en la vida de culto oficial, y una muy escasa adhesión a la organización de la Iglesia.

Nuestra Iglesia en América Latina es milagrera, muy accesible a lo maravilloso. Espera el milagro, tiene hambre de milagros y por eso en todo ve milagros.

Es santerista. El santo es absolutizado para muchos y se transforma en ídolo y su culto en idolatría. En esta devoción a los santos hay prácticas vanas, extravagantes, a veces grotescas y brutales con oraciones absurdas, ridículas y muchas veces llenas de irreverencias, errores y herejías.

Es ritualista: busca la bendición como un muro contra las adversidades, protección ante los peligros y males, expulsión de los demonios y alejamiento de los malos espíritus. Camino que es buscado con ahínco en las sectas pentecostales y también, dentro de la Iglesia misma en los grupos carismáticos.

Es pseudomesiánica, tiene las mismas actitudes de los judíos respecto de Jesús. El reciente fallecimiento del presidente de Venezuela es un caso elocuente.

Individualista: practica una relación con la divinidad y los santos como asunto privado, de ahí que prescinde de la inserción eclesial y de la mediación de la Iglesia. Busca resolver con la religión los problemas de amor, salud o subsistencia.

Es asimismo contractualista: “te doy para que me des”. De este modo tenemos en los santuarios y lugares de peregrinación a los “pagadores de promesas”

Y es sincretista. Mezcla con facilidad doctrinas y prácticas provenientes de otros cultos.

Hay religiosidad pero sin convicciones profundas, hay piedad pero con mezclas supersticiosas. Hay elementos aprovechables en la piedad del catolicismo latinoamericano, pero éstos, tienen que conducir a todo fiel, a vivir lo que cree, unir su devoción con un testimonio de vida, en definitiva, a superar la tan cacareada dicotomía entre la fe y la vida.