2.04.13

San Agustín y la observancia del sábado

A las 3:47 AM, por José Miguel Arráiz
Categorías : General, Adventistas

 

Recientemente recibí en mi blog algunos comentarios respecto a mi artículo Sábado y Domingo en la Iglesia primitiva de parte de algunos lectores adventistas. Dichos comentarios venían acompañados de unas citas patrísticas de San Agustín de Hipona en donde supuestamente defiende la observancia del sábado y no del domingo, de manera de intentar sostener la hipótesis que refuta el artículo principal, a saber, que fue Constantino quien hizo el cambio del día del Señor del Sábado al Domingo, y que en tiempos de San Agustín los cristianos todavía guardaban el sábado.

Algunas de estas citas fueron:

“Si amas a Dios, le dedicarás el sábado para descansar” … “Señor y Dios nuestro, danos la paz del sábado, con su mañana y su tarde”. Agustín de Hipona

“Se te dice que guardes el Sábado. Os convertís en adversario suyo cuando no hacéis lo que os mando, yo en adversario suyo si no digo lo que me manda decir que guardes el sábado”. San Agustín de Hipona, Obras Completas

Una de las primeras cosas que llama la atención, es la forma incorrecta de citar dichos textos. No se dice ni de qué obra fueron tomados, ni mucho menos en que parte. Si se les solicita que citen apropiadamente suele ser común que contesten como uno de los comentaristas, que dichas citas “se encuentran en documentos históricos de los primeros siglos y son fáciles de encontrar” . Pero por experiencia se que el 99% de las veces, lo que ocurre es que dicha persona simplemente ha tomado dicha cita de alguna Web protestante, no se ha tomado la tarea de verificarlas, y que es más que probable que sean espurias o sacadas de contexto. Una referencia ambigua como esta es siempre útil para sus fines, ya que la mayoría de las personas que leerán tampoco se tomarán la tarea de hacer la verificación y las pocas que lo hagan tendrán que sepultarse en una cantidad no pequeña de libros.

Ahora bien, el argumento en sí mismo es irrelevante, porque en el artículo que intentaban refutar se encuentran testimonios siglos antes de San Agustín, que demuestran no solo que los primeros cristianos no guardaban el sábado, sino que para ellos el día del Señor era el domingo, y eso sin contar que el propio San Pablo en el Nuevo Testamento nos ordena que nadie nos critique por cuestiones de comida o bebida, o a propósito de fiestas, de novilunios o sábados (Colosenses 2,16), pero aun así quiero compartir algunos textos donde se puede observar en su contexto el pensamiento de San Agustín respecto al día del Señor y la observancia del sábado.

San Agustín explica que el sábado fue ordenado para los judíos, pero para los cristianos el domingo es el día del Señor

“En cambio, no se nos manda observar al pie de la letra el día del sábado por lo que se refiere a la suspensión de la actividad corporal, como lo observan los judíos; observancia literal, que es tenida por ridícula, a no ser que signifique otro cierto descanso espiritual. Entendemos, pues, con razón, que todas esas cosas que en las santas Escrituras se nos dicen figuradamente valen para inflamar el amor por el que tendemos al reposo, puesto que en el decálogo se propone figuradamente sólo el precepto del descanso, que en todas partes se ama y sólo en Dios se encuentra con certidumbre y santidad.

El domingo fue preceptuado, no a los judíos, sino a los cristianos, por razón de la resurrección del Señor, y desde ese momento comenzó a tener su solemnidad. Porque las almas de todos los santos descansan realmente antes de la resurrección de los cuerpos, pero no tienen aquella actividad que vitaliza a los cuerpos que les fueron consignados. Esa actividad la significa el día octavo, que se confunde con el primero, ya que no suspende, sino que glorifica ese descanso… Los santos patriarcas, llenos de espíritu profético antes de la resurrección del Señor, conocieron ya ese sacramento del día octavo que significa la resurrección…Mas cuando se realizó la resurrección en el cuerpo del Señor, para que antecediese en la Cabeza de la Iglesia, lo que el cuerpo de la misma espera para el final, ya podía empezar a celebrarse el día octavo, que es idéntico al primero, es decir, el domingo
.
San Agustín, Epístola 55, Respuesta a las cuestiones de Jenaro, 13,23
Obras Completas de San Agustín, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid 1986, Tomo 8, p. 368-369

Adicionalmente a esta explicación, en De Utilitate Credenci enumera entre los preceptos y mandatos legales que ya no es lícito guardar a los cristianos la observancia del sábado:

Pero todos estos preceptos y mandatos legales, que ya no les es lícito a los cristianos observar, tales como los de la circuncisión, el del sábado, los sacrificios y otros idénticos, contienen misterios tan grandes, que no hay persona piadosa que desconozca los males que se siguen de tomar en sentido literal lo que allí se expone, ni los óptimos frutos que resultan si se entienden tal y como se desvelan al espíritu. Por eso dice San Pablo: La letra mata, pero el espíritu da vida. Y aquel pasaje: El mismo velo continúa sobre la lección de la antigua alianza, sin percibir que sólo por Cristo ha sido removido. No es que Cristo remueva el Antiguo Testamento, sino que lo desvela, para que por medio de Cristo se haga inteligible y patente lo que sin El permanecería en tinieblas y cerrado” .
San Agustín, De Utilitate Credenci, 3,9
Obras Completas de San Agustín, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid 1956, Tomo 4, p. 843

También explica que aunque los judíos creen que siguen obligados a guardar el sábado, los cristianos no creen eso:

“Cuando habló al pueblo hebreo de la guarda del sábado, tampoco mencionó los alimentos que habían de comer o no comer. Sólo prescribió la abstención de trabajos serviles. El pueblo hebreo aceptó ese precepto, que era un símbolo del descanso futuro, y se abstuvo de trabajar: vemos que todavía se abstienen de trabajar en sábado los judíos, aunque no entienden los judíos carnales lo que entienden rectamente los cristianos. En aquel tiempo, en que así convenía, los profetas guardaron el reposo sabático, que los judíos creen todavía deber observar” .
San Agustín, Epístola 36, A Casulano, 3,5
Obras Completas de San Agustín, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid 1986, Tomo 8, p. 207

San Agustín explica que el sábado era una sombra figurativa antes de que fuera quitado el velo

“No obstante—advertencia que juzgo suficiente en el asunto que nos ocupa—, no fue preceptuado inútilmente al pueblo judío el abstenerse en aquel día de todo trabajo servil, por el cual se significa el pecado, porque el no pecar es efecto de la santificación, esto es, del don de Dios mediante el Espíritu Santo; ¡y así solamente este precepto, entre todos los demás, fue puesto en la ley, grabada en las tablas de piedra, como sombra figurativa bajo la cual los judíos observaban la santificación del sábado, como significando por esto que aquél era el tiempo en que debía permanecer ocultarla gracia, que por la pasión de Cristo, cual por la escisión del velo del templo, había de ser revelada. Pues cuando hubiese llegado -dice- a Cristo será quitado el velo
San Agustín, Del espíritu y la letra, 15,27
Obras Completas de San Agustín, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid 1956, Tomo 6, p. 733

“He aquí por qué, entre los diez preceptos, sólo ese que se refiere al sábado se manda observar figuradamente. Esa figura se nos propone para que la entendamos, pero no para que la celebremos con el descanso corporal” .
San Agustín, Epístola 55, Respuesta a las cuestiones de Jenaro, 12,22
Obras Completas de San Agustín, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid 1986, Tomo 8, p. 367

En otro texto habla de cómo el sábado y la circuncisión son observancias pertenecientes a la vejez y dura servidumbre de la ley carnal a diferencia de las leyes morales que permanecen:

“¿Qué son, pues, los preceptos de Dios, por el mismo Dios escritos en los corazones, sino la misma presencia del Espíritu Santo, que es el dedo de Dios, por cuya presencia es derramada en nuestros corazones la caridad, que es la plenitud de la ley y el fin del precepto? Porque respecto del Antiguo Testamento son terrenas las promesas que en él se hacen, aunque—-a excepción de los sacramentos que eran figuras de los futuros, tales como la circuncisión, el sábado, algunas observancias añejas a ciertas solemnidades, las ceremonias usadas en algunas comidas y muchos ritos referentes a los sacrificios y al culto, todo lo cual convenía así a la vejez y dura servidumbre de aquella ley carnal—se contenían en él los mismos preceptos que ahora se nos ordena observar, especialmente los que están señalados en aquellas tablas sin ninguna sombra figurativa, como son: No adulterarás, No cometerás homicidio, No codiciarás o cualquiera otro precepto que pueda recapitularse”
San Agustín, Del espíritu y la letra, 21,36
Obras Completas de San Agustín, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid 1956, Tomo 6, p. 747

De allí que excluye de las leyes morales la observancia del sábado:

Pues entre estos diez mandamientos, si se exceptúa la observancia del sábado, quiero yo que se me diga cuál hay que no deba ser cumplido por todos los cristianos por lo que se refiere a no fabricar ni adorar ídolos u otros dioses, fuera del único Dios verdadero; a no tomar el nombre de Dios en vano; a honrar a los padres; a evitar la fornicación, el homicidio, el hurto, el falso testimonio, el adulterio y la codicia de los bienes ajenos. ¿Quién osará decir que el cristiano no debe observar todos estos preceptos?”
San Agustín, Del espíritu y la letra, 14,23
Obras Completas de San Agustín, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid 1956, Tomo 6, p. 727

En otros textos coloca como ejemplo el que los apóstoles recogieran espigas en sábado, conforme a la voluntad de Jesús, como una forma de enseñar que la observancia del sábado luego de cambiados los tiempos (ya no bajo la ley sino bajo la gracia) era una superstición:

“Sin embargo, según leemos, los discípulos de Cristo no sólo comieron en ese sábado, sino que arrancaron también las espigas, lo cual era ilícito, pues lo prohibía la tradición de los antiguos. Cuide ése, pues, no le vayamos a contestar oportunamente, diciendo que por algo quería el Señor que sus discípulos ejecutaran en ese día ambas cosas: arrancar las espigas y tomar los alimentos; lo primero, contra aquellos que quieren descansar el sábado, y lo segundo, contra aquellos que obligan a ayunar el sábado; así daba a entender el Señor que lo primero era superstición, una vez cambiados los tiempos, y lo segundo era libre en todo tiempo” .
San Agustín, Epístola 36, A Casulano, 3,6
Obras Completas de San Agustín, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid 1986, Tomo 8, p. 208

Por tanto, los cristianos deben entender el mandamiento del sábado como una cierta promulgación del descanso y reposo del corazón:

“Tercer mandamiento: Acuérdate de santificar el día del sábado. En este tercer mandamiento se insinúa una cierta promulgación del descanso, reposo del corazón, tranquilidad de la mente, que obra la buena conciencia” .
San Agustín, Sermón VIII, Las diez plagas y los diez mandamientos, 6
Obras Completas de San Agustín, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid 1981, Tomo 7, p. 125

San Agustín explica que el domingo es más santo que el sábado

En la misma carta a Casulano, San Agustín afirma que el domingo es más santo que el sábado, porque el sábado el cuerpo del Señor descansó en el sepulcro, mientras que el domingo resucitó de entre los muertos (Carta a Casulano 5,12; 7,14)

San Agustín predicaba todos los domingos en la celebración eucarística

“Oíale, es verdad, predicar al pueblo rectamente la palabra de la verdad todos los domingos, confirmándome más y más en que podían ser sueltos los nudos todos de las maliciosas calumnias que aquellos engañadores nuestros levantaban contra los libros sagrados” .
San Agustín, Confesiones VI,3,4
Obras Completas de San Agustín, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid 1979, Tomo 2, p. 234

También hace notar que hay Iglesias que celebran la Eucaristía todos los días, otras los sábados y domingos y otras solo los domingos:

“Hay otras prácticas que varían según los distintos lugares y países. Así, por ejemplo, unos ayunan el sábado y otros no. Unos comulgan cada día con el cuerpo y sangre del Señor, otros comulgan sólo en ciertos días. Unos no dejan pasar un día sin celebrar, otros celebran sólo el sábado y el domingo, otros sólo el domingo. Si se consideran estas prácticas y otras semejantes que pueden presentarse, todas son de libre celebración. En todo esto, la mejor disciplina para el cristiano asentado y prudente es acomodarse al modo que viere observar en la iglesia en la que por casualidad se encontrare”.
San Agustín, Epístola 54, A Jenaro, 2,2
Obras Completas de San Agustín, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid 1986, Tomo 8, p. 338

Para San Agustín es incluso inconcebible que un judío converso al cristianismo siga guardando el sábado, o las otras leyes como la circuncisión, etc.

“Vuelvo a decir: ya que eres obispo y maestro en las iglesias de Cristo, puedes tratar de probar que es verdad lo que dices; toma a un judío que se haya hecho cristiano, pero que circuncide a un hijo que le ha nacido; que guarde el sábado, que se abstenga de las viandas que Dios creó para que usemos de ellas con acción de gracias, que en el día decimocuarto del primer mes mate un cordero al anochecer. Cuando esto hicieres (mejor dicho, no lo harás, pues sé que eres cristiano y no has de cometer un tal sacrilegio) , quieras o no quieras, reprobarás tu sentencia.”
San Agustín, Epístola 75, Jerónimo a Agustín, 4,15
Obras Completas de San Agustín, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid 1986, Tomo 8, p. 466

Una conclusión necesaria

El hecho de que los adventistas pretendan dar uso a algunas citas patrísticas de San Agustín para argumentar a su favor pone en evidencia dos cosas:

-O ignorancia o deshonestidad intelectual. Si es ignorancia porque desconocen estos textos de San Agustín pecan de negligencia al escribir sobre un tema sin el mínimo de investigación necesario, pero si los conocen y ocultan estos textos demuestran deshonestidad intelectual al presentar información sesgada para favorecer sus propias doctrinas humanas.

-Hipocresía, al pretender utilizar textos patrísticos cuando les conviene, pero cuando no les vienen a importar menos que un pimiento.