3.04.13

 

Nueva audiencia general del papa Francisco. Nueva demostración de que su magisterio es una fuente de bendición para la Iglesia. Sus palabras de hoy han girado en torno a la resurrección de Cristo. Y cabe destacar dos hechos:

1- El carácter histórico de la misma y el hecho de que incluso entre los fieles se ha inoculado el virus de la duda.

2- El papel fundamental de las mujeres como testigos cualificados de la resurrección y transmisoras de la fe.

Cuando buena parte de la teología heterodoxa pseudocatólica se ha dedicado en las últimas décadas a poner paños calientes sobre la historicidad de los relatos evangélicos sobre la resurrección de Cristo, el Santo Padre despacha el tema con una frase: “Los evangelistas, en cambio, narran sencillamente lo que pasó“.

Así, sin más. El que lee el Nuevo Testamento se encuentra con la realidad de lo ocurrido, no con un mito ni con una mera elaboración teológica posterior, presente solo en las mentes calenturientas de quienes, imbuidos del espíritu se incredulidad que abunda el mundo, buscan la manera de racionalizar ese hecho fundamental de la fe cristiana.

Se da además la circunstancia de que Dios quiso que fueran mujeres las primeras en darse cuenta, y dar testimonio, de que Cristo había resucitado. Y, a decir verdad, la primera reacción de los apóstoles no fue precisamente la de credulidad. Pedro y Juan salieron pitando a ver si era cierto lo que les habían dicho. Y el apóstol Tomás ni siquiera quiso creer hasta que vio al Resucitado.

El Papa aprovecha esa realidad para dar un mensaje claro y rotundo a todas las mujeres cristianas:

… los primeros testigos del nacimiento de Jesús son los pastores, gente sencilla y humilde, los primeros testigos de la resurrección son las mujeres. ¡Y este hecho es hermoso! Es, de alguna manera la misión de las mujeres: de las madres, de las abuelas. Dar testimonio a los hijos, a los nietos de que Jesús está vivo, de que es el Resucitado. !Madres, mujeres, adelante con este testimonio! Porque para Dios lo que cuenta es el corazón.

Estas palabras del Santo Padre me han traído a la memoria a mi propia madre, que se ocupó precisamente de la tarea de inculcarme el amor por Cristo, crucificado y resucitado por nosotros. Sin menospreciar el papel de los padres, creo que casi todos podemos decir que fueron nuestras madres quienes nos acercaron, por primera vez, al misterio de la salvación, a la fe en la que habíamos sido bautizados. Y no en vano, gran parte de las catequistas de nuestras parroquias son mujeres. Tienen una sensibilidad especial que no está presente entre los hombres.

El papa Francisco ha querido dirigirse también a los jóvenes presentes en la plaza de San Pedro. Y en ellos, a todos los jóvenes del mundo:

“Chicos y chicas: Llevad a todos esta certeza, el Señor está vivo y camina a nuestro lado en la vida. Esta es vuestra misión. Llevad adelante esta esperanza; anclaros a la esperanza que tiene su ancla en el cielo; mantened la cuerda firme. Vosotros, testigos de Jesús, llevad el testimonio de que Jesús está vivo y ésto nos dará esperanza; dará esperanza a este mundo, algo envejecido por las guerras, por el mal, por el pecado. ¡Adelante, jóvenes!”

Ea, pues. Somos testigos de un Dios vivo. Somos los portadores de la buena nueva a un mundo muerto por el pecado y el mal. Un mal que fue derrotado en la Cruz. La resurrección es signo visible y real de la victoria de Cristo sobre la muerte y el pecado. Esa es nuestra esperanza. Esa es la esperanza de todo aquel que todavía no ha entregado su vida al Señor.

Luis Fernando Pérez Bustamante

PD: Dejo abiertos los comentarios, pero aviso que no admito ni uno que se desvíe del mensaje que ha dado hoy el Papa