7.04.13

Sor Lucía Caram se reconcilia con el papa

A las 10:05 AM, por Jorge
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Si en algo estamos de acuerdo todos es que sor Lucía Caram, como la España de Fraga, “es diferente”. Un día se encontró con un micrófono en la mano y unos palmeros que jaleaban sus ocurrencias y desde entonces no ha dejado de hacer méritos para estar cada día en el “candelabro” mediático, sin importarle a costa de qué.

Una monja normal que rece y transmita convencimiento de su vida interesa muy poco por no decir nada. Lo que a la gente le va es el morbo de una reverenda soltando soplamocos a la doctrina y haciéndose la “insertada” en el mundo a base de gracietas y disparates. Es el precio que hay que pagar por estar en la cresta de la información.

Lo último que me ha llegado de ella son unas declaraciones de hace días en Radio Nacional en las que afirma nada menos que “El papa Francisco me reconcilia con la cúpula de la Iglesia“. Interesante se coja por donde se coja la cuestión.

Como premisa digo que eso de iglesia de base y de cúpula, de poderosos y oprimidos, de mandamases y curritos, de Vaticano y periferia es más viejo que la tos y más fuera de sitio que Curro Romero en tarde aciaga. Viejos residuos de los setenta más que superados, aunque parece que no por todos.

Así que sor Lucía se ha reconciliado con la cúpula de la Iglesia. Como no me consta que los mandamases (el papa, y los cardenales y esa gente tan antievangélica, ya saben) hayan roto nada con la reverenda, quiero imaginar que es ella la que decidió unilateralmente romper hostilidades con el papa y los obispos entiendo que por no ser suficientemente evangélicos según ella, convertida en medida de la fidelidad a Jesucristo por ella misma, lo cual es signo d humildad y sencillez digno de encomio.

Parece que en gesto de magnanimidad y buena voluntad, sor Lucía ha enterrado el hacha de guerra y ha decidido que estos son los buenos y aquellos los malvados. La cosa de no juzgar, amar, respetar y aceptar a todos como hermanos.

A sor Lucía el ministerio petrino o el ministerio de los obispos la trae al pairo. Para ella el papa no es el vicario de Cristo, sino un señor con el que se puede uno llevar bien o mal dependiendo de cómo te caiga, lo cual no deja de ser algo interesante. Qué lejos de Santa Catalina de Siena cuando afirmaba que: “«¡Oh dulce Verbo, Hijo de Dios!, tú has dejado esta sangre en el cuerpo de la santa Iglesia, y quieres que nos sea administrada por las manos de tu Vicario…. Por esto es necio el que obra en contra de este Vicario, que tiene las llaves de la sangre de Cristo crucificado… Aunque fuese un demonio encarnado, no debo yo levantar la cabeza contra él, sino humillarme siempre, pedir la gracia por misericordia, pues de otra manera no podéis tener ni participar del fruto de la sangre” ( y que por cierto me he prermitido copiar esta cita del último artículo del P. Iraburu). Pero no vamos a comparar. Santa Catalina era una ñoña y sor Lucía el evangelio vivo y con toca.

Como no le gustaron ni Juan Pablo II ni Benedicto XVI decidió “pasar” de ellos y decir disparates de la jerarquía eclesiástica. Francisco le cae mejor, pues viva el papa. ¡Cómo se ponen las cabezas!

Pero es que además sor Lucía acaba de darnos prueba una vez más de que en el reparto de dones a ella no le llegó el de la prudencia. La entrevista a que hago referencia es del 28 de marzo, dos semanas después de ser elegido papa Francisco, y cuando lo único que habíamos visto de él eran pequeños detalles en la vestimenta (cuántas veces han escuchado eso de no juzgar por apariencias y que el hábito no hace al monje) y poquito más. Anda sor Lucía, que como venga luego Paco con las rebajas ¿dónde se nos va a meter?