8.04.13

Ortodoxia y ortopraxis: un mal cuento chino

A las 10:23 AM, por Jorge
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Siempre hay un espabilado que, con voz de suficiencia, y como si acabara de descubrir la cuadratura del círculo proclama con una medio sonrisa de conmiseración ante los pobres mortales que tienen la paciencia de escucharle, eso tan poco original de que “es preferible un sacerdote comprometido con los pobres, que uno puntilloso en la liturgia o la doctrina”.

Hay que andar despistado (voy a ser bueno) para soltar una cosa así, porque esto en el fondo lo que quiere decir es que aquí una de dos: o estás con los pobres o estás con la liturgia y la doctrina de la Iglesia. Más aún, llevando al extremo el razonamiento, se llega con facilidad a que para estar con los pobres hay que hacer mangas y capirotes con la doctrina, y que los cuidadosos con la doctrina, de los pobres no quieren ni la vista.

Te dicen que algunos mucho rezar, mucho misal, mucho rito y mucho documento, mucho viva el papa (no solo Francisco, sino también Juan Pablo II y Benedicto XVI), pero que pasan de los pobres, mientras que los que pasan de la doctrina deben ser disculpados si están con los débiles, como si esto fuera una patente de corso para todo lo demás. Como usted atiende a los pobres, puede celebrar como quiera, ciscarse en el catecismo, cachondearse de Juan Pablo II y Benedicto XVI, estar a favor del aborto y apoyar el matrimonio gay.

A todo el que me habla de la incompatibilidad entre ortodoxia (correcto pensamiento) y ortopraxis (correcta acción) le digo que eso es un cuento chino de los más burdos. El ejemplo lo tenemos en la beata Teresa de Calcuta. ¿Conocen a alguien más entregado a la causa de los últimos que esta mujer? ¿Conocen a alguien más respetuoso con la doctrina, el papa, la moral, la liturgia que esta mujer? Pues eso.

Teresa de Calcuta es el mejor ejemplo de conciliación de estas dos vías. Ella supo como nadie estar con los pobres entre los pobres, pero para ello no necesitó poner en cuestión el catecismo, criticar al santo padre, pedir la venta de los tesoros de la iglesia ni reivindicar el sacerdocio de la mujer. Pues a ver si aprendemos.

Es curioso cómo Teresa de Calcuta pasó de ser un icono de la iglesia más avanzada y solidaria a quedar relegada al olvido entre los que fueron sus admiradores. La razón es simple, y es que demasiadas veces los pobres son una mera excusa para hacer cada cual de su capa un sayo. Cuando a un progre amante de los pobres le hablas de Teresa de Calcuta le cambia el color, como si le mentaras la bicha. Tanto, que hasta algún artículo he leído donde pretenden sacar a la luz “esos puntos oscuros e inconfesables” de esta extraordinaria católica.

Ortodoxia en pensar y creer lo que manda la Iglesia. Ortopraxis en llevar a la práctica lo aprendido. No solo no son incompatibles, sino que deben estar íntimamente unidas las dos cosas. Teresa de Calcuta es un ejemplo. Por eso tantos no la quieren ni ver. Sus motivos tendrán.