Planeta saca hoy a la venta el libro «Hablando con el Papa»

Los Papas con estilos distintos son «una riqueza para la Iglesia»

 

En esta entrevista para InfoCatólica, Francisco José Contreras nos habla de Benedicto XVI, el «Papa profesoral», «verdaderamente grande por su amplitud de miras intelectual, sus dotes pedagógicas … y su sencillez y humildad», que ha defendido la razón y la fe ante una cultura materialista basada en «el caos y el azar». Para rendir homenaje al legado del Papa emérito y convencido de que la religión tiene un hueco en el mercado editorial de hoy, acaba de publicar como editor un libro en el que cincuenta autores españoles comentan las enseñanzas de Benedicto XVI.

11/04/13 8:27 AM


(InfoCatólica) Francisco José Contreras es catedrático de Filosofía del Derecho en la Universidad de Sevilla y autor de multitud de libros y artículos sobre derecho, historia, filosofía o cristianismo. Junto con Ignacio Sánchez Cámara, acaba de publicar en la editorial Planeta un libro titulado «Hablando con el Papa». En él, se recogen las reflexiones sobre textos del Papa anterior de cincuenta personalidades españolas de primer rango: Julián Carrón, Jaime Mayor Oreja, Gabriel Albiac, Jon Juaristi, José María Aznar, Enrique Múgica, Francisco Vázquez, Pío Moa, Alberto Ruiz Gallardón, Rafa Nadal, María San Gil, Gádor Joya, Ignacio Arsuaga, José Ignacio Munilla y un largo etcétera.

- El pontificado de Benedicto XVI ha sido relativamente breve. ¿Cree que aun así se puede considerar como uno de los grandes papas de los últimos siglos?

Creo que la Iglesia ha tenido la suerte de contar con excelentes Papas en los dos últimos siglos, así que es muy difícil establecer una jerarquía. Pero creo que Benedicto XVI ha sido verdaderamente grande por su amplitud de miras intelectual, sus dotes pedagógicas (maravillosa combinación de profundidad y claridad) y su sencillez y humildad. Me sorprende que se enfatice tanto la sencillez del nuevo Papa Francisco, no porque no sea verdad, sino porque parece estar dándose a entender que Benedicto XVI «no fue humilde». En realidad, estoy muy de acuerdo con lo que escribió Mario Vargas Llosa (nada sospechoso de simpatías vaticanistas) sobre el carácter de Benedicto XVI en un artículo en «El País» durante la JMJ de 2011: «El Papa es un hombre de ideas, un intelectual, alguien cuyo entorno natural son la biblioteca, el aula universitaria, el salón de conferencias. Su timidez ante las muchedumbres aflora de modo invencible en esa manera casi avergonzada y como disculpándose que tiene de dirigirse a las masas. Pero esa fragilidad es engañosa pues se trata probablemente del Papa más culto e inteligente que haya tenido la Iglesia en mucho tiempo, uno de los raros pontífices cuyas encíclicas o libros un agnóstico como yo puede leer sin bostezar (su breve autobiografía es hechicera y sus dos volúmenes sobre Jesús más que sugerentes)».

- Los últimos papas, Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco, han sido totalmente distintos en cuanto a sus características personales. ¿Estas diferencias pueden ser un motivo de incertidumbre para los fieles o se trata más bien de una riqueza para la Iglesia?

Creo que es una riqueza para la Iglesia que se vayan sucediendo Papas con talantes y estilos pastorales distintos. Juan XXIII, con su apariencia de párroco pueblerino; Pablo VI, el Papa diplomático; Juan Pablo II, el Papa carismático y escénico, capaz de galvanizar multitudes; Benedicto XVI, el Papa profesoral; y ahora Francisco, con su nuevo estilo «sencillo», que tan bien está funcionando.

- En su opinión, ¿cuáles han sido los principales logros del pontificado de Benedicto XVI?

Es muy difícil escoger. Haber presentado el mensaje cristiano de siempre en una formulación intelectualmente brillante y a la altura de los tiempos. Haber enfatizado la compatibilidad del cristianismo con la modernidad (democracia, ciencia, derechos humanos, crecimiento económico…). Haber buscado un diálogo sincero y profundo con la cultura increyente (recordemos sus debates con Habermas o Pera, poco antes de su llegada al Papado). Haber reivindicado la racionalidad, y haber mostrado que el cristianismo tiene los mejores fundamentos para la fiabilidad de la razón, pues cree en un Dios que es Razón, y cree que el hombre está hecho a su imagen y semejanza (en contraste con una cultura materialista que, aunque se diga racionalista, en realidad piensa que el corazón de la realidad no es Logos, sino caos y azar). Haber mostrado que el cristianismo tiene también los mejores fundamentos para la idea de dignidad humana (que también es reivindicada inercialmente por la cultura actual… pero sin tener ya muy claro en qué se basa: ¿si el hombre es una especie animal más, surgida por azar en un cosmos sin sentido, ¿por qué debería tener derechos o dignidad?). Haber afrontado con resolución y transparencia el problema de los abusos sexuales por clérigos, que tanto daño ha hecho a la Iglesia. Haber continuado el acercamiento con los judíos, nuestros hermanos mayores en la fe. Haber reivindicado el honor de Pío XII. Haber proclamado el «año de la fe», recordando a todos que la Iglesia no se proclama a sí misma, sino a Dios. Muchos católicos pierden demasiada energía discutiendo cuestiones de «régimen interno» (sacerdocio femenino, celibato, etc.), mientras se olvidan de lo fundamental: anunciar a Dios, en una época en que gran parte de la sociedad occidental ve la idea de Dios como un mito premoderno. Una Iglesia «eclesiocéntrica» –narcisista, ombliguista- carece de sentido. La Iglesia tiene que ser menos clerical (entiéndase en el buen sentido: menos desgarrada por polémicas internas que al final son secundarias) y más teocéntrica: «Se ha puesto una confianza tal vez excesiva en las estructuras y en los programas eclesiales, pero ¿qué pasaría si la sal se volviese sosa?» (Porta Fidei).

- La editorial Planeta acaba de publicar un libro sobre Benedicto XVI en el que Ignacio Sánchez Cámara y usted han coordinado la labor de medio centenar de autores. ¿Cuál es el objetivo principal del libro?

El objetivo principal del libro es rendir homenaje al legado de Benedicto XVI (aunque es cierto que, cuando nos pusimos a ello, no podíamos saber que se iba a producir su retirada). También, llamar la atención del público sobre la profundidad de su pensamiento, y mostrar que sus aportaciones tienen interés para todos –no sólo para los «ya convencidos»- ya que se refieren a las cuestiones últimas, las grandes preguntas que la cultura positivista dominante simplemente deja de lado, por considerarlas «pseudoproblemas» insolubles: ¿por qué estamos aquí?, ¿cuál es el sentido del sufrimiento?, ¿es la vida sólo una carrera frenética por obtener placer, un triste deslizarse hacia la muerte?, ¿por qué hay ser, y no más bien nada?, ¿existen objetivamente el bien y el mal, o son sólo convenciones culturales?

- El grupo de autores participantes es impresionante: políticos, filósofos, teólogos, periodistas, deportistas, historiadores, científicos, artistas... ¿Ha sido complicado coordinar a tantos autores tan distintos entre sí? ¿Se ha conseguido un libro con una visión relativamente homogénea?

Bueno, ha sido materialmente laborioso, por la dificultad de localizarles a cada uno, confeccionar una antología de fragmentos de textos del Papa que pudieran comentar, etc. A cada persona que participa se le ha ofrecido un pequeño texto, que sirve como punto de partida para su reflexión sobre el tema. Nos pareció importante que no fuesen sólo filósofos y teólogos, sino también gentes de la política, del arte, del mundo empresarial, de la economía, del periodismo, del deporte… Para intentar mostrar que la doctrina de Benedicto XVI (y, en definitiva, el magisterio católico) puede iluminar muchos aspectos de la experiencia humana.

- Llama la atención que los participantes son, en su gran mayoría, seglares. Y algunos no creyentes. ¿Se trata de una decisión intencionada?

En efecto, no queríamos un libro «clerical» (los únicos clérigos son monseñor Munilla, el Presidente de Comunión y Liberación Julián Carrón y el teólogo Javier Prades). Y nos parecía muy importante contar con la presencia de algunos ateos y agnósticos. Como dije antes, el Papa ha buscado el diálogo con ellos. Queríamos mostrar que buena parte de la doctrina moral y social de la Iglesia es asumible también por los no creyentes. Recordemos que la Iglesia ha manejado siempre la noción de «ley natural»: verdades morales alcanzables por la mera razón natural, al margen de la Revelación, y por tanto asumibles también por los que no creen en Dios. Recordemos que San Pablo afirma que los paganos (los no creyentes, diríamos en lenguaje actual) «llevan la ley natural escrita en sus corazones» (Rom. 2, 15). Ver a algunos destacados no creyentes convergiendo con la Iglesia en cuestiones de bioética o de familia sirve para reafirmar esta vieja confianza en la ley natural (es decir, en la posibilidad de un entendimiento ético con los ateos).

- ¿Cuál ha sido, en general, la motivación de los participantes al colaborar en una obra colectiva, en la que los autores individuales pasan más desapercibidos?

Pues la verdad es que habría que preguntar a cada uno de ellos. Pero me ha sorprendido la disposición favorable de la mayoría de los contactados; hicimos una extensa quiniela inicial de participantes potenciales, en previsión de que muchos rehusarían participar; pero después nos sorprendió comprobar que el porcentaje de aceptaciones era muy alto. También nos sorprendió ver cómo los participantes a veces escogían textos no relacionados con su especialidad. Por ejemplo, Alberto Ruiz Gallardón prefirió comentar un texto sobre el arte (no sobre política); Rafa Nadal, uno sobre educación (no sobre deporte), etc.

- Se dice a menudo que la religión está pasada de moda, que «no interesa». ¿Hay un mercado en España para un libro como éste?

Las cifras espectaculares de ventas de los libros de Joseph Ratzinger desmienten, precisamente, que la religión «no interese». En este libro, el Papa en cierto modo «dialoga» con la España actual, representada por cincuenta personalidades destacadas. Por eso se titula «Hablando con el Papa». Creo que el libro tendrá éxito, pues los temas tocados son del máximo interés, y la mayoría de las contribuciones son de gran calidad.