29.04.13

 

Roberto Francisco Daniel ha dicho no a su obispo, Mons. Caetano Ferrari, que le pidió que retirara de internet el material contrario al magisterio de la Iglesia y que además se retractara públicamente. Ayer el conocido como P. Beto anunció que dejaba el sacerdocio.

Rosemarie Smead abandonó hace un tiempo la condición de monja carmelita, y este fin de semana ha decidido abandonar la Iglesia Católica al participar en una charlotada por la cual pretende haber recibido el sacramento del orden. Cosa que ni en sus más oníricos sueños sería cierto. La pena que le espera es la excomunión, pero esa señora ya ha dicho que le importa bien poco que la excomulguen. A sus 70 años, y hablando de los obispos, ha tenido el cuajo de afirmar que está “bien lejos de permitir que octogenarios nos digan como debemos vivir“. Lo cual es curioso ya que no existe ningún obispo en ejercicio que tenga más de 80 años.

El brasileño aún no ha decidido sobre su futuro, aunque tiene planes de seguir en contacto con los fieles de Bauru, con quienes pretende organizar grupos de oración. Supongo que su obispo advertirá a los fieles católicos de que no pueden organizar nada con ese señor. Si quiere montar un chiringuito pseudo-eclesial de corte protestante liberal -donde los evangélicos no tiene sitio-, es muy libre de hacerlo. Pero no puede ser católico y sostener las ideas que sostiene.

La ex-monja yankee pasa a formar parte de la lista de personajes estrambóticos que pululan por el páramo religioso de su país. Hoy es noticia por el show en el que ha participado y en unos días o semanas lo volverá a ser cuando llegue el decreto de excomunión. Luego, la nada.

Lo cierto es que en España tenemos a curas y monjas que creen y dicen exactamente lo mismo que el ex-sacerdote y la ex-monja. Por ejemplo, el P. Ángel, presente en todos los saraos donde haya una cámara de por medio, dijo en su día a la agencia Efe que “la familia es igual de válida si está conformada por dos heterosexuales, una pareja de homosexuales o una unidad monoparental". En esa misma línea se pronunció Sor Teresa Forcades. La, todavía, monja benedictina es además defensora del derecho al aborto de la mujer.

Podríamos dar muchos más ejemplos como los dos mencionados, pero el punto que quiero señalar, lo que marca la diferencia entre unos y otros casos es la actuación de la autoridad de la Iglesia. En el caso del sacerdote brasileño, un obispo le dio unos días de plazo para rectificar. En el caso de la ex-monja, el arzobispo de Louisville advirtió que la Iglesia aplicará previsiblemente el derecho canónico. Lo ha hecho en otras ocasiones con otras mujeres que han participado en esos simulacros de ordenación. Eso significa que cuando la Iglesia quiere, puede poner fin al espectáculo dantesco que supone tener a sacerdotes y religiosos mofándose abiertamente de la doctrina católica en los medios de comunicación.

Como he dicho en anteriores ocasiones, lo ideal es que esos heterodoxos fueran consecuentes y abandonaran la Iglesia. Pero, como casi nunca lo hacen, debemos pedir que la Iglesia les aplique la ley que se ha dado a sí misma. Necesitamos obispos dispuestos a no tolerar el disenso doctrinal en materias graves. Ni siquiera hace falta que Roma intervenga. Un obispo tiene autoridad más que de sobra para poner fin a esos espectáculos.

Ni que decir tiene que lo ideal es que todos esos heterodoxos siguieran los pasos de Norma Jean Coon Lifted. Pidamos al Señor que les conceda esa gracia y ellos la acepten.

Luis Fernando Pérez Bustamante