27.05.13

Una alternativa a los "matrimonios gay"

A las 1:37 PM, por Andrés Beltramo
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Primero opinó el presidente del Pontificio Consejo para la Familia, Vincenzo Paglia. Después el delegado para los Congresos Eucarísticos internacionales, Pietro Marini. Más recientemente el portavoz de la Santa Sede, Federico Lombardi. Con sus matices, los tres expresaron una idea que parece abrirse camino entre no pocos clérigos católicos: la aceptación explícita a la necesidad de una establecer una alternativa jurídica a los mal llamados “matrimonios gay".

Una de las últimas controversias del pontificado anterior la protagonizó justamente Paglia, connotado miembro de la Comunidad de San Egidio. Durante una conferencia de prensa, a inicios de febrero, se declaró a favor del reconocimiento explícito -de parte de la política- de algunos derechos a los “otros tipos de convivencia no familiares que son múltiples". Esto en respuesta directa a una pregunta específica relacionada con las uniones legales entre personas del mismo sexo.

Un par de días después, montada la polémica, aseguró que no dijo lo que había dicho. Pero lo que había dicho ya estaba dicho y era claro: “El matrimonio es una dimensión clara del derecho. Después existen los otros tipos de convivencia no familiares que son múltiples. Que, en este aspecto, se ayuden a identificar soluciones de derecho privado y de perspectivas patrimoniales, yo creo que es un terreno que la política puede comenzar a recorrer tranquilamente. Pero se debe decir con extrema claridad que la encrucijada de la estabilidad de la sociedad es el tejido entre las generaciones que tiene lugar en el corazón de las familias".

Más explícito fue Marini, histórico maestro de ceremonias pontificias con el Papa Juan Pablo II. Durante un viaje por Costa Rica aseguró sin más que “es necesario reconocer las uniones de personas del mismo sexo", porque “hay muchas parejas que sufren porque no son reconocidos sus derechos civiles".

También el portavoz Lombardi se refirió al tema, en estos términos: “Se debe claramente subrayar que el matrimonio entre un hombre y una mujer es una institución específica y fundamental de la historia de la humanidad". Pero agregó que “eso no quita que se puedan reconocer de alguna manera otras formas de unión entre dos personas". Así habló ante un grupo de periodistas en la sede romana de la Asociación de la Prensa Extranjera en Italia, el 24 de abril, respondiendo a una pregunta sobre el debate que se desarrollaba en Francia, donde pocos días antes el “matrimonio gay” había avanzado un paso más en su itinerario legislativo.

El sacerdote jesuita aseguró que “la aprobación no lo ponía contento” y advirtió, en cuanto a eventuales reacciones papales: “Es el Papa quien debe hablar, lo dejo hablar a él".

El argumento cobra particular actualidad porque finalmente los parlamentarios franceses convirtieron en ley la validación de las uniones homosexuales como bodas, apenas unos días atrás. No obstante la dura batalla encabezada por los obispos, que despertó al aletargado catolicismo galo gracias a multitudinarias manifestaciones públicas, la última de ellas este fin de semana.

El caso francés puede ser también un botón de muestra de cómo piensa Jorge Mario Bergoglio afrontar este delicado renglón a lo largo de su pontificado: con extremada prudencia y, sobre todo, evitando al máximo exponer la figura del obispo de Roma. Todo parece indicar que no veremos (ni escucharemos) al Papa proferir condenas flamígeras contra la ideología de género y el avance legislativo de iniciativas que desnaturalizan el concepto más profundo de la institución familiar. Es más, tengo la impresión -muy personal-, que él directamente no se meterá en estos asuntos.

Por lo pronto ya dio instrucciones a Paglia de enfocar desde lo positivo el trabajo del Pontificio Consejo para la Familia. Perfil bajo y evitar debates estériles. Un acercamiento particular, discutible si se quiere, pero preciso. Una postura que había adoptado en su natal Argentina.

Nunca vimos ni escuchamos al arzobispo de Buenos Aires condenar, señalar o atacar públicamente a los homosexuales o a sus reclamos. Tampoco fue muy amigo de las manifestaciones “contra". Aún así su posición quedó clara en una carta firmada por él y dirigida a las religiosas carmelitas de su demarcación eclesiástica, poco antes del debate sobre el “matrimonio igualitario” en su país: “No seamos ingenuos: no se trata de una simple lucha política; es la pretensión destructiva al plan de Dios. No se trata de un mero proyecto legislativo (éste es sólo el instrumento) sino de una movida del Padre de la Mentira que pretende confundir y engañar a los hijos de Dios", aseguró.

Desde hace años la Iglesia de la capital argentina atiende espiritualmente a los homosexuales, con permiso expreso del arzobispo. Existen allí dos grupos: uno dirigido a quienes desean modificar sus impulsos sexuales desordenados y el otro simplemente de contención. Bergoglio conoce de cerca la complejidad del problema, con sus innegables aristas humanas.

Serafines susurran.- Que una mezcla de confusión y extrañeza ha provocado la noticia que el presidente de la Conferencia Episcopal Italiana, el cardenal Angelo Bagnasco, dio la comunión durante un evento público al famoso transexual Vladimir Luxuria. Ocurrió el sábado último en las exequias del sacerdote y activista social Andrea Gallo, conocido por sus amistades con personajes políticos de toda índole, en su mayoría alineados a la izquierda del espectro ideológico.

Particular estupor provocaron, sobre todo, las declaraciones de Luxuria tras la misa: “Miré a los ojos del cardenal, me reconoció y, sin vacilaciones, me dio la hostia. Es el comienzo de una apertura". Dos frases, ambas preocupantes. La primera no puede ser sino verdad. El transexual es fácilmente identificable. No sólo por su aspecto físico sino porque fue parlamentario y a menudo asiste a debates televisivos, incluso aquellos considerados como serios. Por lo tanto es impensable que el purpurado no lo haya reconocido. Y si finalmente le concedió la hostia, poco importa si vaciló o no.

Jamás podremos saber el estado de la conciencia del transexual. Pero tampoco hace falta ser teólogo para cuestionarse sobre este gesto. Especialmente luego que el propio Bagnasco se opuso algunos años atrás a los funerales católicos para Piergiorgio Welby, un hemiplégico que decidió desafiar la ley italiana y se sometió a la eutanasia.