IGLESIA EN ESPAÑA

El “genuino sentimiento religioso es fuente inagotabe de respeto mutuo y de paz”, dice el Arzobispo Castrense ante la Real y Militar Orden de San Hermenegildo


 

Durante esta mañana en el Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial transcurre el Capítulo de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo correspondiente al año 2013, que cuenta con la asistencia de S.A.R el Príncipe de Asturias, Don Felipe de Borbón. Se trata de la reunión anual que los Caballeros de esta Orden acostumbran a celebrar.

Pero, previamente, ha tenido lugar la Santa Misa, una “Solemne función de Iglesia”, como se indicaba ya en el primer Reglamento de enero de1815 de esta Real y Militar Orden de San Hermenegildo, donde se ha rezado por los Caballeros miembros fallecidos. La celebración ha estado presidida por Monseñor Juan del Río, Arzobispo castrense, quien ha señalado que el “genuino sentimiento religioso no es un impedimento para el buen gobierno de la sociedad, sino todo lo contrario, es fuente inagotable de respeto mutuo y de paz”.

Durante su homilía, Monseñor del Río afirmó también que “frente a la cultura dominante del relativismo y de la fragmentariedad, es vital para el futuro de una sociedad, la recuperación del valor del compromiso de por vida, que no sea coacción a la libertad humana”.

Texto completo de la homilía de Monseñor Juan del Río

Alteza Real, Capítulo de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo, Orden de San Fernando, Autoridades, Comunidad de PP. Agustinos, Hermanos y hermanas.

Monasterio del Escorial 28 de mayo de 2013

1º. Como rezaban los primeros Reglamentos de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo, antes de la celebración del Capítulo se tendrá una “solemne función de Iglesia por los Caballeros fallecidos de la Orden”. A este recuerdo de la fe en Jesucristo, Muerto y Resucitado, se unen también los Caballeros de la primitiva Orden de San Fernando aquí presentes. Este acto de caridad cristiana y solidaridad humana no es sólo un reconocimiento emotivo de aquellos miembros de esta insigne Orden que murieron a lo largo de su existencia, sino que también es una “profecía” (un anuncio) de que una vida de “constante servicio a España y una conducta intachable” (cf. Regl. cap.1, art. 1) es la mejor gloria que podemos entregar a las nuevas generaciones que entran a formar parte de nuestras Fuerzas Armadas y Cuerpo de la Guardia Civil.

2º. Hacemos memoria de San Hermenegildo (+ 585), rey y mártir, que en el convulso dominio visigótico representó la perseverancia en la fe católica, por encima del bienestar y hasta de los lazos familiares. Es fácil ser consecuente en horas de exaltación, pero es muy duro en los momentos de prueba y amargura, como fue el caso de San Hermenegildo. Su sangre derramada y las penalidades de su propia mujer, Ingunde, dieron como fruto la unidad de cuantos vivían en las tierras y pueblos de España y que hemos recibido como valiosa herencia que estamos obligados a servir y defender. Aquí tiene origen la rica tradición cultural hispánica, que pasado los siglos llegará a extenderse por otros países y continentes. En este contexto cabe también destacar la figura de Fernando III, “el Santo” (+ 1252) rey de Castilla y León. Es un gran exponente del saber, conjugar la piedad, la ciencia, la prudencia y el heroísmo.

3º. Estos dos ejemplos, son una muestra de cómo el “genuino sentimiento religioso” no es un impedimento para el buen gobierno de la sociedad, sino todo lo contrario es “fuente inagotable de respeto mutuo y de paz”. Es más, la fe en Dios no es un estorbo o una cosa del pasado, sino una necesidad de todos los tiempos. Porque no puede haber vida virtuosa si no está fundamentada en valores sólidos y permanentes. Por eso, las tribulaciones cotidianas, lejos de hundirnos en el pesimismo, son una acicate para la propia purificación y estímulo para alcanzar la virtud de la constancia y de la esperanza que no defrauda (cf. Rom 5,5), tan vitales en el desempeño de las funciones públicas o privadas.

4º. Nunca deberíamos olvidar que siendo fieles y compresivos nos asemejamos a ese Dios que ha creado todo por amor y nos ha hecho “hijos suyos”, mediante la encarnación redentora de su Hijo Jesucristo. Ante esta benevolencia divina, solo cabe responder por parte del hombre manteniendo la adhesión a la palabra dada y el ferviente cumplimiento de las obligaciones contraídas como ciudadanos y cristianos. Frente a la cultura dominante del relativismo y de la fragmentariedad, es vital para el futuro de una sociedad, la recuperación del valor del compromiso de por vida, que no sea coacción a la libertad humana, sino fuente de felicidad personal. ¿Cómo se hace realiza esto? en la práctica de las pequeñas y grandes virtudes en el día a día, y en el comenzar de nuevo, cuando por fragilidad humana, nos equivocamos o caemos en el desengaño. Por eso mismo, quienes son perseverantes en el bien obrar, dice la Sagrada Escritura, serán muy alabados (Prov 28,20) y recibirán la corona del triunfo de la gloria (Apoc 2,20).

5º. Nos ha tocado vivir tiempos difíciles, los retos presentes no son únicamente económicos o financieros, sino como dice el Papa Francisco: “los que está en crisis es el hombre ¡Y lo que puede ser destruido es el hombre!… En este momento de crisis no podemos preocuparnos sólo de nosotros mismos, encerrados en la soledad, en el desaliento, en el sentimiento de impotencia ante los problemas” (Roma 18.5.2013) Es necesario tener alturas de miras: para saber recoger de nuestro rico patrimonio, aquellos valores que sustentaron las vidas ejemplares de muchos españoles (tales es el caso de S. Hermenegildo o S. Fernando) y tener el coraje de encarar nuestro futuro con ilusión y esperanza, porque cuando ésta desaparece del corazón de las personas, decaen las sociedades y mueren sus culturas. ¡Nuestra historia está repleta de gestas de superación ante la adversidad! ¡La fidelidad, la constancia, la confianza en Dios y en nosotros mismos, siempre han brillado en los hombres y mujeres que han luchado por España!

+Juan del Río Martín
Arzobispo Castrense de España