3.06.13

 

La pastoral juvenil es una tarea extremadamente complicada y demasiadas veces con frutos escasos. Por eso cualquier iniciativa de anunciar a Jesucristo entre los jóvenes no solo debe ser mirada con muchísimo respeto, sino apoyada con todas las fuerzas, especialmente cuando son los mismos jóvenes los protagonistas. Por eso me ha causado especial tristeza un comentario dejado ayer en mi blog de wordpress en el que unos jóvenes, que están intentando evangelizar a otros jóvenes con un medio tan tradicional y conocido como son las hermandades y cofradías estén sufriendo la incomprensión cuando no las trabas de sus sacerdotes. Muy triste.

Tengo un recuerdo muy cariñoso de mi paso como párroco por Guadalix de la Sierra. Llevaba un servidor como un par de años en el pueblo cuando celebramos la confirmación de un grupo de jóvenes. Tras la confirmación, como una forma de unir al grupo y de paso prestar un servicio al pueblo y a la parroquia, les lancé un reto: “Ahí tenemos en la parroquia una imagen de Jesús Nazareno con la cruz a cuestas, una buena imagen, casi muerta de risa, y una semana santa en el pueblo flojita. ¿Y si este año diéramos la sorpresa al pueblo y sacáramos al Nazareno en procesión el viernes santo?”. Pues claro que lo sacamos, después de más de cuarenta años sin hacerlo. Y con Jesús, la Dolorosa. (Por cierto vaya nevada aquel viernes santo).

Aquello fue el inicio de lo que después se convirtió en la cofradía de la Vera Cruz, que hoy, cuando llevo fuera del pueblo ocho años, sigue viva. Jóvenes que se van haciendo adultos, nuevas incorporaciones, chicos, chicas. La cofradía ha conseguido muchas cosas. La primera, dignificar la semana santa con una procesión del silencio modélica en su desarrollo y devoción. Una salida de Jesús de la Iglesia que cada año emociona y saca lágrimas. Una cofradía que colabora en la parroquia siempre, y de manera especial en la semana santa. Los cofrades están para el Santísimo, la procesión, las celebraciones, el Vía Crucis, tocar las campanas, encender el fuego de la vigilia pascual o invitar a bizcochos tras la vigilia.

Pero la cofradía es más. Cofrades son catequistas, llevan cuentas o colaboran con Cáritas. Tienen sus reuniones de formación, hacen cosas con los niños, y si viene el papa a Madrid con motivo de la JMJ, ahí están también. Nunca dieron un problema pastoral, todo lo contrario. Pero en eso mucho tenemos que decir los sacerdotes, para que las cosas sean como tienen que ser y no caigan en absurdos.

La religiosidad popular es un extraordinario banderín de enganche a la iglesia. ¿Por qué lo vamos a despreciar? Labor de los curas será encauzar, formar, evangelizar, hacer de esas cofradías semilla de vida cristiana, de evangelio, de vida sacramental, de compromiso con los pobres. Y lo que es un tesoro, un lujo, es encontrar jóvenes preocupados por “enganchar” a otros jóvenes.

Lo triste es que en ocasiones los curas ni hagamos ni dejemos hacer. Las hermandades y cofradías dan un cierto miedo porque a veces buscan demasiado protagonismo, que puede pasar. Vale. Pues hagamos otras cosas. Lo malo es que otras cosas no siempre se nos ocurren.

Felicidades a todos esos jóvenes que se dejan la vida, el tiempo, tantos esfuerzos en evangelizar a otros jóvenes. Y decirles que si a veces los curas ponemos tantas pegas, que no nos hagan mucho caso. Somos así de raros, pero en el fondo buena gente.