9.06.13

Celebrar con Paquito el chocolatero

A las 9:45 AM, por Jorge
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A veces te lo dicen: “hoy estabas en misa como ido, como distraído, y eso se nota y nos quita la devoción a los fieles". Pues no digo que no.

Dice el P. Loring a los sacerdotes: “Sacerdote, celebra tu misa. Como si fuera tu primera misa, como si fuera tu última misa, como si fuera tu única misa". Uno lo intenta, pero algunas veces estás celebrando y la cabeza se te va a otro sitio. ¿Por qué suceden estas cosas?

Los fieles pueden llegar a la conclusión de que a ese sacerdote le falta espiritualidad, oración, sentido de lo que es la misa, ganas o incluso de que no le importan los fieles y por eso dice la misa de cualquier manera, se distrae y así no fomenta la piedad de la gente. Me permito intentar explicar esas distracciones desde el lado del sacerdote.

Las distracciones pueden venir de dos sitios. El primero, del propio señor cura, porque quién sabe si este buen señor que está celebrando tiene algún problema gordo y esta tratándose algo que los feligreses desconocen. No es mi caso, pero vamos a suponer cosas.

No sabemos si el celebrante está enfermo, está pendiente de un diagnóstico o prueba de cuidado, si están detectándole algo malo. Tampoco si está sufriendo por algún problema en su familia, la enfermedad grave de sus padres, un hermano, quién sabe si se encuentra esperando un fatal desenlace de alguien muy cercano. Puede suceder que haya tenido un serio conflicto en la parroquia, un desencuentro con un compañero, unas palabras con el obispo, que esté sufriendo por una calumnia. Recuerdo un caso, gente que me decía “vaya misa que ha dicho hoy don Fulano, estaba en otra parte, así no se puede celebrar, te quita la devoción", y yo sabía que acababan de detectarle un tumor maligno y sin esperanzas.

Por eso cuando un cura parezca que en misa se distrae, que no se centra, si no ocurre nada especial en la celebración, no echemos tan fácilmente la culpa a su escasa espiritualidad o pocas ganas. Quién sabe si el pobre no tendrá en su cabeza algo que le esté agobiando. Ya. Ya sé que todo debe superarse en el Señor, pero entiendo que querrán hombres, no ángeles, y a los hombres a veces nos pasan estas cosas.

Pero piensen también si esta aparente falta de ganas no puede venir también de la misma celebración. Y aquí voy a poner un poco de humor y a narrar cómo se ven las cosas desde el otro lado del altar. Porque no se crean que siempre es fácil celebrar.

Imaginen la misa de doce. Doce en punto y el sacerdote sale de la sacristía. Eso sí, hasta las doce y veinte la gente sigue entrando en el templo de forma continuada, y además haciendo ruido, según esa vieja fórmula de que al cine, cuando llegas tarde, entras de puntillas pero en la iglesia taconeando. Tres o cuatro móviles que suenan durante la celebración, uno incluso con el politono de Paquito el chocolatero, que solo falta que la gente responda agachándose y con el ey, ey, ey…. Pero es que además en un caso hasta han cogido la llamada: “oye que luego te llamo, que estoy en misa, sí, todos bien, me alegro, vale, pues luego hablamos". Sigue la misa y justo en medio de la consagración un niño de en torno a un añito suelta un chillido agudo y penetrante como si le estuvieran circuncidando. A partir de ese momento, para que esté tranquilo, mamá entrará y saldrá de la iglesia con el niño no menos de tres o cuatro veces. La señora María se levanta de vez en cuando y va echando monedas a los lampararios con el consiguiente “cloc, cloc” de cada moneda porque es su costumbre. Eso sí, señor cura, usted no haga caso y a celebrar con mucha unción. Pues hombre, uno lo intenta, pero reconozcan que no siempre nos lo ponen fácil.

¿Y ustedes los curas nunca tienen la culpa? Si, claro que sí. Tienen razón en que a veces no preparamos la misa, celebramos de cualquier manera, andamos sin ganas y cumplimos el trámite. Tendrán que rezar mucho por nosotros. Pero piensen en lo que acabo de escribir. Que nos pueden pasar cosas, que la mayor parte de los fieles desconocen y que en ocasiones los mismos fieles nos lo ponen muy difícil. Es mi versión, la que se capta a un lado del altar. Lo interesante es conocer ahora la suya.