25.06.13

 

En 1971 se estrenó en España la película “Vente a Alemania, Pepe” dirigida por Pedro Lazaga y protagonizada por el genial Alfredo Landa, recientemente fallecido. Pertenece al género de lo que se conoce como el “landismo” y pocos españoles no la han visto alguna vez por televisión. El guión de la película es el siguiente:

Peralejos, un tranquilo pueblo del Alto Aragón, es un lugar donde nunca pasa nada. Un día regresa al pueblo para pasar las vacaciones Angelino, un emigrante que conduce un magnífico Mercedes y cuenta maravillas sobre Alemania y sus mujeres. Pepe, fascinado por las historias de su amigo, decide emigrar también, pero su sueño empieza a las cinco de la mañana, limpiando cristales, y concluye a las doce de la noche pegando carteles.
Al final, a Pepe la vida en el país europeo no le convence, echa de menos su querida España y acaba regresando.

Pues bien, precisamente en 1971 se empezó a contabilidad anualmente el número de personas residentes en este país. Y desde entonces la cifra ha ido creciendo hasta que el año pasado, por primera vez, se redujo en algo más de 113.000 ciudadanos.

La emigración es mayor entre los extranjeros afincados en España y entre los adultos jóvenes. Es decir, los primeros que se largan son los que antes habían emigrado a este país. Es lógico. Quien ya tomó la decisión de salir de su tierra por razones económicas, tiene más fácil largarse de una nación que no es la suya si la crisis le afecta. Pero cada vez son más los españoles que se largan a buscar una vida mejor. durante el año 2012 lo hicieron 59.724.

Ecuador, Reino Unido, Francia y Alemania fueron los principales destinos de los que saliendo de España el año pasado. Eso significa que los ecuatorianos inmigrantes están cogiendo el petate para volver a su tierra. Y los españoles volvemos a recurrir al destino fácil de Europa. La Unión Europea facilita mucho las cosas. Ahora no es necesario un permiso especial para que un español trabaje en cualquier otro país de la Unión.

Ahora bien, los datos más preocupantes son los siguientes:

El descenso de población se ha producido especialmente en el rango de edades de 15 y 39 años, en 474.998 personas (un 3% menos) y entre los niños menores de 10 años, que se redujeron en 14.351 (un 0,3%), mientras que la población mayor de 64 años se incrementó en 134.356 personas durante 2012, un 1,7 por ciento más.

España no solo es ya un país de emigrantes, sino cada vez más de ancianos. Menos niños y más abuelos. Aunque el saldo vegetativo sigue siendo positivo -casi 50.000 hab.-, es cuestión de tiempo que lleguemos a una situación en la que haya más muertes que nacimientos.

Un país así va camino del colapso. No habrá capacidad alguna de mantener el sistema de pensiones ni el resto de lo que se conoce como estado del bienestar. La nación en la que más han crecido los números de abortos, en la que el matrimonio civil es una farsa y en la que la masonería ha ocupado los más altos cargos de la justicia va a recoger en breve lo que ha sembrado: miseria y autodestrucción.

La España de Landa en 1971 no era democrática, pero moralmente le daba mil vueltas a la España del 2013. Aquella España tenía un futuro esperanzador por delante. La actual solo tiene la certeza de que, si no pone fin a su recorrido por la apostasía y la cultura de la muerte, acabará siendo el vertedero moral y social de Occidente. Ese es el progreso que tanto preconiza la izquierda con la colaboración cómplice de una derecha tibia, paganizada y cobarde. Nos lo hemos ganado a pulso.

Luis Fernando Pérez Bustamante