26.06.13

 

“Una púrpura para Casaldáliga". Así titula el director de Religión Digital su último artículo.

Entre loas a los miembros de la teología de la liberación, José Manuel Vidal va y suelta esto:

¡Qué bonito sería un colegio cardenalicio formado por por hombres y mujeres de todo el mundo, elegidos por el Pueblo de Dios, por ser iconos vivientes y testigos creíbles del Evangelio! En un colego cardenalicio así, no creo que Casaldáliga se negase a participar.

Pues bien, vamos a ver de qué es icono ese obispo español que ha desempeñado su ministerio episcopal en Brasil. Para ello, voy a copiar íntegra la carta que dirigió en su día a un tal Fidel Castro:

São Félix do Araguaia, 10 de diciembre de 1996

Fidel:

Una vez más recibo invitación de Cuba y una vez más he de contentarme con enviar un mensaje. De corazón, eso sí.

Hoy te lo dirijo a ti, personalmente y tuteándote, para quitarle hasta el menor atisbo de ceremonia. Como corresponde a compañeros de luchas y de esperanzas.

Espero no escandalizar demasiado ni a la derecha ni a la izquierda.

Estos días has sido noticia mayor, también en Brasil. Con titulares como éste: «Un ateo en el Vaticano».

Y de eso quería hablarte, a ti y a todos los compañeros y compañeras que están ahí en esta hora histórica de tus 70 años, del proceso cubano y de la macrodictadura neoliberal.

Recuerdo, todavía con emoción, la carta que te entregamos, en 1985, Betto, los hermanos Boff y yo, escrita para ti por el patriarca de la Solidaridad y los Derechos Humanos, el cardenal Paulo Evaristo Arns, arzobispo de São Paulo. «Aunque Vd. se declare increyente -te decía él- yo le pido que rece por mí…».

Fidel, a estas alturas de tu vida y la mía y de la marcha de nuestros pueblos y de las iglesias más comprometidas con el Evangelio hecho vida e historia, tú y yo podemos muy bien ser al mismo tiempo creyentes y ateos.

Ateos del dios del colonialismo y del imperialismo, del capital ególatra y de la exclusión y el hambre y la muerte para las mayorías, con un mundo dividido mortalmente en dos. Y creyentes, por otra parte, del Dios de la Vida y la Fraternidad universal, con un mundo humano único, en la Dignidad respetada por igual de todas las personas y de todos los pueblos.

Con esta fe, abrazo a todo el pueblo de Martí, en la esperanza de su victoria sobre el bloqueo inicuo, en la defensa de sus conquistas sociales y en la consolidación de una democracia sin privilegiados y sin excluidos, con Pan y con Espíritu, con Justicia y con Libertad; en la hermosa patria de la Isla y en toda la Patria Grande de Nuestra América.

No te doy la bendición porque tengo dos años menos que tú y es a los mayores a quienes corresponde bendecir…

Te abrazo, como compañero de camino.

Pedro Casaldáliga,
obispo de São Félix do Araguaia, MT, Brasil

Como ven ustedes, este obispo de la teología de la liberación considera al tirano comunista un modelo a seguir. Es su “compañero de camino".

Por supuesto, a los cubanos que viven oprimidos por la dictadura castrista, que les den morcillas. Esos no cuentan. Esos no necesitan ser liberados. Esos no existen a la hora de poner en marcha la “opción preferencial por los pobres". Hay pobres y pobres. Faltaría más. Los de Cuba merecen que un obispo católico alabe la figura del que les tiene sumidos en la pobreza y la falta de libertad desde hace más de cuarenta años.

Y como eso les parece poco al señor Vidal, ahora va y pide que el Papa le cree cardenal. Y de paso, que rehabilite a todos los teólogos que mezclaron la doctrina social de la Iglesia con la ideología política del castrismo. ¿Qué será lo siguiente? ¿Pedir que la Iglesia canonice al Ché Guevara y a Hugo Chávez?

Quien para combatir el mal, un sistema político-económico que deja de lado a los pobres, se alía y se hermana con el mal, un sistema político-econónimo que deja de lado a los pobres y les quita cualquier tipo de libertad, se convierte en instrumento y siervo del mal. No se puede derrotar a Satanás aliándose con Satanás. Pero a estos pseudo-profetas del progre-eclesialismo les da lo mismo. Creen que con el papa Francisco ha llegado su hora. Le consideran “uno de los nuestros". Pero el Papa ha de ser Papa de todos. También de los oprimidos por el compañero de camino de Casaldáliga. “Premiar” al paladín episcopal del castrismo sería como premiar al castrismo. Y la Iglesia no puede permitirse semejante atrocidad. Decir esto no convierte a nadie en un capitalista neolibreal. Es una mera cuestión de justicia. De aprecio hacia quienes llevan más de cuarenta años viviendo en una cárcel en forma de isla.

Luis Fernando Pérez Bustamante