ZENIT

El mundo visto desde Roma

Servicio diario - 29 de junio de 2013

La frase del sábado 29

"Si quieres construir un barco, no juntes hombres para cortar leña, dividir las tareas e impartir órdenes, sino que enséñales a ellos la nostalgia del mar vasto e infinito".

Antoine de Saint-Exupéry (1900 – 1944)

 


El papa Francisco

El papa impuso el palio a los arzobispos y reafirmó la unidad de la Iglesia
Emocionante ceremonia en la basílica de San Pedro. Presente la delegación ortodoxa y el coro protestante de Lipsa

Pedro y Pablo hicieron que la Iglesia de Roma fuera punto de referencia
Palabras completas del papa durante el ángelus. ¡No por el poder del Imperio, sino por la fuerza del martirio, del testimonio dado a Cristo!

Unirse en las diferencias. Este es el camino de Jesús
Homilía del papa en la festividad de San Pedro y San Pablo: Cuando prevalece la lógica del poder humano nos convertimos en piedras de tropiezo

Buenos Aires, semana de oración por Francisco
Por los 21 años de ordenación episcopal de Bergoglio una placa en la catedral. Este sábado inauguran estatua del actual pontífice

Cultura

Presentan en Roma, tres libros en español sobre Francisco
Os pido que recéis por mí, Sólo el amor nos puede salvar y No os dejéis robar la esperanza

Sinfonía 'El sufrimiento de los Inocentes' en Auschwitz II
Musicólogo analiza la obra musical interpretada por la orquesta sinfónica del Camino Neocatecumenal

Bergoglio, Hegel y América Latina
Palabras del cardenal Bergoglio en el prólogo de un libro de Amelia Podetti

SANTOS Y BEATOS: EPOPEYAS DE AMOR. EJEMPLO DEL DÍA

San Pedro y San Pablo
«Columnas de la Iglesia. Heraldos de la Nueva Evangelización»


El papa Franciso


El papa impuso el palio a los arzobispos y reafirmó la unidad de la Iglesia
Emocionante ceremonia en la basílica de San Pedro. Presente la delegación ortodoxa y el coro protestante de Lipsa

Por H. Sergio Mora

CIUDAD DEL VATICANO, 29 de junio de 2013 (Zenit.org) - El papa Francisco impuso hoy el palio a los 34 arzobispos metropolitanos presentes en la basílica de san Pedro, diez de los cuales latinoamericanos. En cambio al arzobispo de Huê (Viêt Nam) el palio le será entregado en su sede metropolitana.

Antes de iniciar la santa misa, el papa le impuso a cada uno a los metropolitas este símbolo de la Iglesia y les saludó sonriente y complacido. Entre ellos estaba el arzobispo Mario Poli, que ahora ocupa en Buenos Aires la sede que Bergoglio tenía antes de ser nombrado papa.

El palio es un ornamento que viste el papa y los metropolitanos, con forma de faja circular de lana blanca, tejida a mano en un telar por religiosas, de la cual penden ante el pecho y en la espalda dos tiras rectangulares. Tiene cinco cruces que simbolizan las llagas de Jesús, de color negro para los arzobispos y de color rojo para el santo padre.

El papa recordó que “el palio es símbolo de comunión con el Sucesor de Pedro, principio y fundamento, perpetuo y visible, de la unidad de la fe y de la comunión y añadió que “el Vaticano II, refiriéndose a la estructura jerárquica de la Iglesia, afirma que el Señor con estos apóstoles constituyó una especie de Colegio o grupo estable, y eligiendo de entre ellos a Pedro lo puso al frente de él”.

“Celebramos --dijo Francisco en su homilía-- la solemnidad de los santos apóstoles Pedro y Pablo, patronos principales de la Iglesia de Roma: una fiesta que adquiere un tono de mayor alegría por la presencia de obispos de todo el mundo. Es una gran riqueza que, en cierto modo, nos permite revivir el acontecimiento de pentecostés: hoy, como entonces, la fe de la Iglesia habla en todas las lenguas y quiere unir a los pueblos en una única familia”.

Animaron la celebración el coro alemán luterano de Santo Tomás de 'Leipzig', descendientes de la escuela de Juan Sebastián Bach y dirigido por el maestro Georg Christoph Biller; y el coro pontificio de la Capilla Sixtina, descendiente de la escuela de Giovanni Pierluigi di Palestrina, a cargo de monseñor Massimo Palombella.

Dos escuelas de canto muy diversas pero que, como sucedió el año pasado con el coro de Westminster Catedral y con el anglicano de Westminster Abbey, se armonizaron bien y favorecieron un acercamiento en el camino ecuménico.

“Un gracias especial --dijo el papa -- al Thomanerchor, el coro de la Thomaskirche, de Lipsia, la iglesia de Bach, que anima la liturgia y que constituye una ulterior presencia ecuménica”.

Ambos coros cantaron a turno y en algunos momentos interpretaron juntos, como el canto del Credo. Ambos coros con cantores adultos y de voces blancas, el de la Capilla Sixtina con sus túnicas rojas y el de Lipsia con los niños en traje de marinero.

En la ceremonia se encontraba la delegación ortodoxa del Patriarcado ecuménico de Constatinopla, en el marco del tradicional intercambio de delegaciones con motivo de las fiestas de los santos patronos respectivos, el 29 de junio en Roma para la celebración de los santos apóstoles Pedro y Pablo y el 30 de noviembre en la ciudad de Estambul, ex Constantinopla (Turquía) para la del apóstol san Andrés.

“Saludo cordialmente y con gratitud --indicó el santo padre-- a la delegación del patriarcado de Constantinopla, guiada por el Metropolita Ioannis. Agradezco al patriarca ecuménico Bartolomé I por este Nuevo gesto de fraternidad”.

La delegación estaba guiada por el metropolita de Pergamo, Ioannis (Zizioulas), copresidente de la Comisión Mixta Internacional para el Diálogo Teológico entre la Iglesia Católica y la Iglesia Ortodoxa. Estaba también el obispo de Sinope Athenagoras (Peckstadt), asistente del metropolita de Bélgica, y el archimandrita Prodromos Xenakis, vicesecretario del Santo Sínodo Eparchial de la Iglesia de Creta.

“La variedad en la Iglesia, que es una gran riqueza, se funde siempre en la armonía de la unidad, como un gran mosaico en el que las piezas se juntan para formar el único gran diseño de Dios. Y esto debe impulsar a superar siempre todo conflicto que hiere el cuerpo de la Iglesia. Unidos en las diferencias” recordó el papa.

La estatua bronce de San Pedro, ubicada en el costado derecho de la basílica y cerca del dosel del Bernini, estaba con los paramentos papales y la mitra, que le visten en la víspera y en el día de la festividad hodierna, y también en febrero en la festividad de la Cátedra.

“¿Qué está llamado a confirmar el Obispo de Roma?” se interrogó el santo padre, y respondió: “Ante todo, confirmar en la fe. El Evangelio habla de la confesión de Pedro: “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios vivo”, una confesión que no viene de él, sino del Padre celestial. Y, con esta confesión, Jesús le dice: “Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia”.

Y el papa al recordar el evangelio leído, advirtió: “Cuando dejamos que prevalezcan nuestras Ideas, nuestros sentimientos, la lógica del poder humano, y no nos dejamos instruir y guiar por la fe, por Dios, nos convertimos en piedras de tropiezo”. Y añadió que “,a fe en Cristo es la luz de nuestra vida de cristianos y de ministros de la Iglesia”.

Y concluyó: “Confesar al Señor dejándose instruir por Dios; consumarse por amor de Cristo y de su evangelio; ser servidores de la unidad. Estos, queridos hermanos en el episcopado, son las consignas que los santos apóstoles Pedro y Pablo confían a cada uno de nosotros, para que sean vividas por todo cristiano. Nos guíe y acompañe siempre con su intercesión la santa Madre de Dios, Reina de los apóstoles, reza por nosotros”.

Al termino de la emocionante ceremonia el santo padre se dirigió a venerar la tumba de san Pedro, situada debajo del altar principal, acompañado por los religiosos ortodoxos. Al volver a la basílica el papa abrazó a los representantes de la iglesia de oriente, abrazo de fuerte valor simbólico.

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Pedro y Pablo hicieron que la Iglesia de Roma fuera punto de referencia
Palabras completas del papa durante el ángelus. ¡No por el poder del Imperio, sino por la fuerza del martirio, del testimonio dado a Cristo!

Por Redacción

CIUDAD DEL VATICANO, 29 de junio de 2013 (Zenit.org) - Después de la misa en la basílica en la que el papa Francisco impuso el palio a los obispos metropolitas con motivo de la fiesta de san Pedro y san Pablo, el santo padre desde el estudio pontificio que da hacia la plaza de San Pedro rezó al medio día la oración del ángelus y dirigió algunas palabras a los presentes.

A los peregrinos además, les invitó a rezar en conjunto un Ave María por el patriarca ortodoxo Bartolomeo. En la plaza con motivo de la festividad hodierna fueron compuestos algunos tapetes con pétalos de rosa.

Texto completo del ángelus con las frases improvisadas en el momento por el santo padre, las cuales están en cursiva.


 

¡Queridos hermanos y hermanas!

Hoy, 29 de junio, es la fiesta solemne de los Santos Pedro y Pablo. De modo especial es la fiesta de la Iglesia de Roma, fundada sobre el martirio de estos dos Apóstoles. Pero también es una gran fiesta para la Iglesia Universal, porque todo el Pueblo de Dios es deudor de ellos por el don de su fe.

Pedro fue el primero en confesar que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios. Pablo difundió este anuncio en el mundo greco-romano. Y la Providencia quiso que los dos llegaran aquí a Roma y que aquí derramaran su sangre por la fe. Por esta razón la Iglesia de Roma se convirtió, inmediata y espontáneamente, en el punto de referencia para todas las Iglesias esparcidas en el mundo. ¡No por el poder del Imperio, sino por la fuerza del martirio, del testimonio dado a Cristo! En el fondo, es siempre y sólo el amor de Cristo el que genera la fe y el que impulsa hacia adelante a la Iglesia.

Pensemos en Pedro. Cuando confesó su fe en Jesús, no lo hizo por sus capacidades humanas, sino porque había sido conquistado por la gracia que Jesús esparcía, por el amor que sentía en sus palabras y que veía en sus gestos: ¡Jesús era el amor de Dios en persona!

Y lo mismo le sucedió a Pablo, si bien de manera diversa. Pablo de joven era enemigo de los cristianos, y cuando Cristo Resucitado lo llamó en el camino de Damasco su vida fue transformada: ¡Comprendió que Jesús no estaba muerto, sino vivo, y que lo amaba también a él, que era su enemigo! He aquí la experiencia de la misericordia, del perdón de Dios en Jesucristo: esta es la Buena Noticia, el Evangelio que Pedro y Pablo han experimentado en sí mismos y por el cual han dado su vida.

Misericordia, perdón, el Señor siempre nos perdona, el Señor tiene misericordia, es misericordioso, tiene un corazón misericordioso y nos espera siempre. (Aplausos)

Queridos hermanos, ¡qué alegría creer en un Dios que es todo amor, todo gracia! Esta es la fe que Pedro y Pablo han recibido de Cristo y han transmitido a la Iglesia. Alabemos al Señor por estos dos gloriosos testigos, y como ellos, dejémonos conquistar por Cristo, por la misericordia de Cristo.

Recordemos también que Simón Pedro tenía un hermano, Andrés, que compartió con él la experiencia de la fe en Jesús. Es más, Andrés encontró a Jesús antes que Simón, e inmediatamente le habló a su hermano y lo llevó a Jesús. Me agrada recordarlo también porque hoy, según la bella tradición, está presente en Roma la delegación del Patriarcado de Constantinopla, que tiene como patrono precisamente al Apóstol Andrés. Todos juntos enviamos nuestro saludo cordial al Patriarca Bartolomé I y rezamos por él y por esa Iglesia. (Aplausos)

También les invito a rezar, todos juntos, un Ave María por el patriarca Bartolomeo, todos juntos. Ave María...

Recemos también por los arzobispos metropolitanos de diversas Iglesias en el mundo a los cuales acabo de entregarles el palio, símbolo de comunión y de unidad Que nos acompañe y nos sostenga a todos nuestra Madre amada, María Santísima.

Después de rezar el ángelus y benedecir al público presente en la plaza el santo padre prosiguió.

Queridos hermanos y hermanas, con alegría saludo a los peregrinos que han venido de diversos países para festejar a los arzobispos metropolitanos. Rezo por todas sus comunidades; en particular animo al pueblo centroafricano, duramente probado, a caminar con fe y esperanza.

Saludo a todos con afecto a las familias, a los fieles de tantas parroquias y asociaciones; y, en particular a los de la diócesis de Iglesias, de la ciudad de Aragona y de Casale Popolo.

¡Feliz fiesta a todos y buen apetito. Hasta pronto!

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Unirse en las diferencias. Este es el camino de Jesús
Homilía del papa en la festividad de San Pedro y San Pablo: Cuando prevalece la lógica del poder humano nos convertimos en piedras de tropiezo

Por Redacción

CIUDAD DEL VATICANO, 29 de junio de 2013 (Zenit.org) - Homilía del papa Francisco en la basílica de San Pedro en la misa e imposición del papalio a los arzobispos metropolitanos en el día de la festividad de san Pedro y san Pablo

Señores cardenales, venerados hermanos en el episcopado y el sacerdocio, queridos hermanos y hermanas.

Celebramos la solemnidad de los santos apóstoles Pedro y Pablo, patronos principales de la Iglesia de Roma: una fiesta que adquiere un tono de mayor alegría por la presencia de obispos de todo el mundo. Es una gran riqueza que, en cierto modo, nos permite revivir el acontecimiento de pentecostés: hoy, como entonces, la fe de la Iglesia habla en todas las lenguas y quiere unir a los pueblos en una única familia.

Saludo cordialmente y con gratitud a la delegación del patriarcado de Constantinopla, guiada por el Metropolita Ioannis. Agradezco al patriarca ecuménico Bartolomé I por este Nuevo gesto de fraternidad. Saludo a los señores embajadores y a las autoridades civiles. Un gracias especial al Thomanerchor, el coro de la Thomaskirche, de Lipsia, la iglesia de Bach, que anima la liturgia y que constituye una ulterior presencia ecuménica.

Tres ideas sobre el ministerio petrino, guiadas por el verbo «confirmar». ¿Qué está llamado a confirmar el Obispo de Roma.

Ante todo, confirmar en la fe. El Evangelio habla de la confesión de Pedro: «Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios vivo», una confesión que no viene de él, sino del Padre celestial. Y, con esta confesión, Jesús le dice: «Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia». El papel, el servicio eclesial de Pedro tiene su en la confesión de fe en Jesús, el Hijo de Dios vivo, en virtud de una gracia donada de lo alto. En la segunda parte del Evangelio de hoy vemos el peligro de pensar de manera mundana.

Cuando Jesús habla de su muerte y resurrección, del camino de Dios, que no se corresponde con el camino humano del poder, afloran en Pedro la carne y la sangre: «Se puso a increparlo el Señor: "¡Lejos de ti tal cosa, Señor!"» (16,22). Y Jesús tiene palabras duras con él: «Aléjate de mí, Satanás. Eres para mí piedra de tropiezo». Cuando dejamos que prevalezcan nuestras Ideas, nuestros sentimientos, la lógica del poder humano, y no nos dejamos instruir y guiar por la fe, por Dios, nos convertimos en piedras de tropiezo. La fe en Cristo es la luz de nuestra vida de cristianos y de ministros de la Iglesia.

Confirmar en el amor: En la Segunda Lectura hemos escuchado las palabras conmovedoras de san Pablo: «He luchado el noble combate, he acabado la carrera, he conservado la fe». ¿De qué combate se trata? No el de las armas humanas, que por desgracia todavía ensangrientan el mundo; sino el combate del martirio. San Pablo sólo tiene un arma: el mensaje de Cristo y la entrega de toda su vida por Cristo y por los demás. Y es precisamente su exponerse en primera persona, su dejarse consumar por el evangelio, el hacerse todo para todos, sin reservas, lo que lo ha hecho creíble y ha edificado la Iglesia. El obispo de Roma está llamado a vivir y a confirmar en este amor a Cristo y a todos sin distinción, límites o barreras.

No solamente el obispo de Roma pero todos ustedes, arzobispos y obispos tienen esta tarea de dejarse consumir por el evangelio, darse a todo y todos, la tarea de no ahorrase, de salir de si en el servicio para el santo pueblo fiel de Dios.

Confirmar en la unidad. Aquí me refiero al gesto que hemos realizado. El palio es símbolo de comunión con el Sucesor de Pedro, «principio y fundamento, perpetuo y visible, de la unidad de la fe y de la comunión» . Y vuestra presencia hoy, queridos hermanos, es el signo de que la comunión de la Iglesia no significa uniformidad. El Vaticano II, refiriéndose a la estructura jerárquica de la Iglesia, afirma que el Señor «con estos apóstoles constituyó una especie de Colegio o grupo estable, y eligiendo de entre ellos a Pedro lo puso al frente de él» .

Confirmar en la unidad, el sínodo de los obispos en armonía con el primado, tenemos que ir por este camino de la sinodalidad, crecer en armonía con el servicio del primado. 
Y prosigue: «Este Colegio, en cuanto compuesto de muchos, expresa la diversidad y la universalidad del Pueblo de Dios». La variedad en la Iglesia, que es una gran riqueza, se funde siempre en la armonía de la unidad, como un gran mosaico en el que las piezas se juntan para formar el único gran diseño de Dios. Y esto debe impulsar a superar siempre todo conflicto que hiere el cuerpo de la Iglesia. Unidos en las diferencias:

No hay otra camino católico para unirse, este es el espíritu católico, el espíritu cristiano, unirse en las diferencias. Éste es el camino de Jesús. El palio se centra come unión con el obispo de Roma, con la Iglesia universal, con el sínodo de los obispos y supone también para cada uno de ustedes el compromiso de ser instrumentos de comunión.

Confesar al Señor dejándose instruir por Dios; consumarse por amor de Cristo y de su evangelio; ser servidores de la unidad. Estos, queridos hermanos en el episcopado, son las consignas que los santos apóstoles Pedro y Pablo confían a cada uno de nosotros, para que sean vividas por todo cristiano. Nos guíe y acompañe siempre con su intercesión la santa Madre de Dios, Reina de los apóstoles, reza por nosotros. Amén.

Texto del vaticano con los añadidos en cursiva, improvisados por el santo padre.

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Buenos Aires, semana de oración por Francisco
Por los 21 años de ordenación episcopal de Bergoglio una placa en la catedral. Este sábado inauguran estatua del actual pontífice

Por Redacción

BUENOS AIRES, 29 de junio de 2013 (Zenit.org) - La arquidiócesis de Buenos Aires está dedicando esta semana a la oración por la Iglesia en el mundo; las familias; las vocaciones y por el papa Francisco que ayer 27 de junio cumplió 21 años de su ordenación episcopal y que los ha cumplido como obispo de Roma.

Este jueves recordando la consagración episcopal de Bergoglio de las manos del entonces arzobispo de Buenos Aires, Mons. Antonio Quarracino, se colocó en el interior de la catedral una placa con referencias a la vida del actual pontífice

Este sábado 29, festividad de san Pedro y san Pablo, claramente se rezará especialmente por el papa, se colocará una placa recordatoria de su labor en Buenos Aires, y una estatuaen tamaño natural, realizada por el escultor Fernando Pugliese.

Y siempre este sábado, poco antes que el obispo auxiliar de Buenos Aires, Eduardo García, celebre la misa en la catedral, el papa Francisco en la basílica de San Pedro, le impondrá el palio al arzobispo de Buenos Aires, monseñor Mario Poli.

Y el próximo domingo 7 de julio, según informó el diario La Nación, será la inauguración del museo “Cardenal Jorge Mario Bergoglio”. Estará dispuesto en unos espacios en el interior de la nave izquierda de la catedral y contendrá objetos litúrgicos usados cuando Bergoglio era arzobispo de dicha ciudad.

Así el museo se suma a otras iniciativas de turismo externo e interno, que congrega a cientos de personas que quieren conocer la casa de Bergoglio en el barrio de Flores donde vivió, con sus papás y cuatro hermanos, la plaza en la que jugaba al fútbol, la iglesia de San José de Flores, en donde sintió el llamado a su vocación sacerdotal, y hasta el kiosko de diarios o el peluquero que frecuentaba antes de ser elegido papa.

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Cultura


Presentan en Roma, tres libros en español sobre Francisco
Os pido que recéis por mí, Sólo el amor nos puede salvar y No os dejéis robar la esperanza

Por Redacción

ROMA, 29 de junio de 2013 (Zenit.org) - “Os pido que recéis por mí”, “Sólo el amor nos puede salvar”, “No os dejéis robar la esperanza”. Estos son los títulos de los tres libros en español del papa Francisco, que fueron presentados el miércoles 26 de junio en Roma, en los salones de la Iglesia Nacional Española.

“Os pido que recéis por mí”, 112 páginas, recoge los primeros discursos e intervenciones del nuevo pontífice, desde el famoso saludo del “me fueron a buscar casi en el fin del mundo” tras el Habemus Papam del 13 de marzo en la plaza de San Pedro, al regina coeli del lunes de pascua.

El segundo libro presentado, “No os dejéis robar la esperanza”, 96 páginas, es una recopilación antológica de sus primeros discursos en las audiencias de los miércoles, los ángelus y regina coeli. Palabras del papa importantes sobre el Magisterio vivo de la Iglesia, con las que el santo padre habla al corazón de los fieles.

“Sólo el amor nos puede salvar”, 196 páginas, en cambio es una obra ideada por la Librería Editora Vaticana, con una edición en italiano y otra en francés, ayuda al lector a entender mejor la figura y pensamiento del papa Bergoglio.

Presentes en el acto dos cardenales españoles: el arzobispo emérito de Sevilla, Carlos Amigo y el prefecto de la Congregació para el Culto Divino, Antonio Cañizares, además del embajador de España ante la Santa Sede, Eduardo Gutierrez Sáenz de Buruaga. Presentes también los editores: el director de la Librería editora vaticana, Giuseppe Costa y la presidente de la Romana Editorial, Carmen Magallón Dueñas.

Carmen Magallón agradeció la buena acogida del público que ha recibido estos títulos, en particular “Sólo el amor nos puede salvar” que en la segunda semana se ha situado en los primeros puestos entre los más vendidos de España. “Gracias –dijo -- porque seguramente sea una muestra del deseo de la gente de conocer la figura del papa Francisco, popularismo que ha suscitado una respuesta arrolladora a su persona y a su mensaje, que ha conquistado al mundo con su sencilez, con palabras profundas y un mensaje revolucionario”.

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Sinfoní­a 'El sufrimiento de los Inocentes' en Auschwitz II
Musicólogo analiza la obra musical interpretada por la orquesta sinfónica del Camino Neocatecumenal

Por Redacción

ROMA, 29 de junio de 2013 (Zenit.org) - En la ciudad polaca de Auschwitz, la orquesta sinfónica el Camino Neocatecumenal interpretó el 23 de junio, la Sinfonía "El sufrimiento de los inocentes", delante de la llamada "Puerta de la Muerte", la entrada del campo de concentración de Birkenau, conocida como Auschwitz II.

La obra musical, compuesta por el fundador y responsable internacional del Camino, Kiko Argüello, fue parte integrante de una celebración en honor a los millones de víctimas del holocausto y a todos las víctimas inocentes de nuestro días.

Participaron en el acto diversos cardenales, más de 50 obispos, 30 rabinos y numerosas personalidades del mundo católico y hebreo. Unas 12.000 personas han asistido al acto presidido por el arzobispo de Cracovia, el cardenal Stanislaw Dziwisz.

El profesor de la Universidad CEU Cardenal Herrera, y musicólogo, Ignacio Prats Arolas, escribió para ZENIT, un análisis de la sinfonía coral 'El sufrimiento de los inocentes', que les proponemos a continuación.

“EL SUFRIMIENTO DE LOS INOCENTES”:
SONIDOS DEL HEBRAÍSMO PARA LA PASIÓN DE CRISTO

La sinfonía coral “El sufrimiento de los inocentes”, compuesta por el iniciador del Camino Neocatecumenal, Kiko Argüello, con ayuda de un nutrido grupo de músicos españoles e italianos, no es la primera obra musical de la tradición occidental en la que se emplean recursos melódicos o instrumentales derivados de las músicas judías. En este sentido, son varios los compositores que a uno le vienen a la memoria. Entre ellos destaca quizás Ernest Bloch (1880-1959), compositor de origen suizo y autor de numerosas obras inspiradas en la tradición musical judía, desde su célebre Baal Shem, para violín y piano, o su más tardía Suite Hebraica; pero también Maurice Ravel (1875-1937), por ejemplo, se interesó por el repertorio cancionístico hebreo, del que adaptó sus dos Melodías Hebraicas.

Por otra parte, el contacto entre las culturas musicales judías y occidentales –cristianas, en principio— no ha sido unidireccional: el pueblo hebreo ha incorporado desde siempre a sus músicas elementos de las tradiciones musicales con las que entraba en contacto en Europa. Piénsese, por ejemplo, en la apropiación de instrumentos como el violín y el clarinete, que han llegado a convertirse en iconos musicales de la cultura judía global; o en la absorción de elementos esenciales de la gramática musical occidental, al menos desde el siglo XVIII, como un lenguaje armónico normalizado expresado típicamente con el empleo del órgano en el acompañamiento del canto sinagogal.

Sin embargo, la sinfonía de Argüello sí es la primera en la que sobre un lenguaje musical que se inspira en elementos melódicos, tímbricos y, hasta cierto punto sintácticos, en el mundo sonoro del hebraísmo, se comunica un contenido explícito cristiano, la pasión y resurrección de Cristo, en un contexto performativo paralitúrgico en el que se congregan por igual judíos y cristianos. Sobre las virtudes de este tipo de novedosa celebración, más allá de lo estrictamente musical, se ha escrito ya algo en otros lugares. Pero no debería olvidarse que, en buena medida, son ciertas cualidades musicales las que propician una lectura de dicha celebración en clave de reconciliación (sólo apuntaré aquí alguna idea al respecto). Así, por ejemplo, la sencillez estructural, que no simplismo, de este canto sinfónico, el recurso a la repetición –muy frecuente en los niggunim (melodías)— como generadora de forma, o la evitación de texturas opacas contrapuntísticamente hablando, sacan a un primer plano de significado musical los timbres: tal es el caso del empleo del violín o la viola a solo, con un estilo improvisatorio y una ornamentación que recuerda la de los klezmerim, en el primer movimiento Getsemaní; o, sobre todo, del diálogo que mantienen los dos clarinetes —uno empleando una técnica de ejecución propia del sinfonismo occidental, el otro usando el vibrato y la ornamentación microtonal propia del clarinete klezmer— al comienzo del segundo movimiento Lamento. Más aún, en el último movimiento Resurrexit, se pueden escuchar los ecos del shofar en la recurrente llamada de la trompa, cuyo motivo inicial se basa en un intervalo de quinta justa, típico del instrumento judío.

Esta fusión, en el ámbito puramente musical, entre texto cristiano y sonoridades provenientes directa o indirectamente de músicas judías, supone un logro expresivo. Este logro, a su vez, permite a una audiencia judía, con el recuerdo del sufrimiento infligido a su pueblo en Europa durante siglos todavía vivo en su memoria, y con escaso o nulo contacto previo con la fe católica, interpretar como un consuelo el dolor de la Virgen María y, en ella, de todos los cristianos, por la muerte de su Hijo inocente —y hay testimonios directos entre los oyentes hebreos de esta obra que avalan esta lectura—. Es como si a través de la Celebración Sinfónica compartida ya con tantos hermanos del pueblo de Israel, y de la que el canto sinfónico “El sufrimiento de los inocentes” es, en cierto modo, el corazón, se diera para la Iglesia un nuevo cumplimiento del mandato divino dado al profeta Isaías (40, 1-11): “Consolad a mi pueblo y hablad al corazón de Jerusalén; decidle que se acaba su esclavitud”. 

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Bergoglio, Hegel y América Latina
Palabras del cardenal Bergoglio en el prólogo de un libro de Amelia Podetti

Por Redacción

CIUDAD DEL VATICANO, 29 de junio de 2013 (Zenit.org) - "He tenido y tengo muy presentes sus enseñanzas, que han aportado una contribución muy importante a la reflexión y al conocimiento del país en un momento singular de su historia, en los decenios de 1960 y 1970". Así comienza el prólogo que el cardenal Bergoglio escribió en el 2006 para un libro de Amelia Podetti que aborda La Fenomenología del Espíritu, una de las obras más importantes del filósofo alemán Georg Wilhelm Friedrich Hegel.

En el prólogo que hoy publica el Osservatore Romano, fue escrito por el cardenal argentino para el libro de Amelia Podetti, escritora, ensayista y profesora universitaria argentina nacida en Villa Mercedes en 1928 y fallecida en 1979.

"Precisamente en un momento en el que America Latina necesita de un autoconocimiento renovado, capaz de asumir integralmente la propia condición, las propias particulares necesidades, para de ahí, producir respuestas históricas nuevas y 'nuestras', creo extremadamente oportuno que se recupere el esfuerzo de nuestros pensadores, nuestros filósofos, así como hemos hecho en el curso de algunos decenios con nuestros escritores y nuestros poetas".

Bergoglio destaca que este trabajo "asume el desafío de ofrecer una nueva versión en español de un texto ilustre, como es la introducción a la Fenomenología del Espíritu. Célebre por el rol que desempeña esta obra en la historia de la filosofía moderna y contemporánea, y célebre por la complejidad que presenta". Recuerda también en su prólogo, que Amelia Podetti "animaba el programa de una plena y consciente apropiación del pensamiento clásico, medieval y moderno, de tal modo que nuestro pensamiento podría desarrollarse con una vocación universal y no sólo local".

Sobre el modo de diálogo y trabajo de esta autora destaca que "un diálogo es genuino cuando las preguntas son auténtica, es decir nuestras, no asumidas por otros contextos culturales; cuando nacen de una reflexión que surge de dentro de los problemas, los desafíos, las inquietudes y de las esperanzas de una comunidad determinada". "Ella forma parte de los que han contribuido a construir nuestra propia tradición en el exégesis y en los comentarios a la filosofía clásica, medieval y moderna".

A continuación recuerda también que "Amelia Podetti comienza a formular su idea de la irrupción de América Latina en la historia como el hecho fundamental de la modernidad, que da inicio al crecimiento de la historia universal. Y que si el concepto de 'historia universal' ha sido ampliamente usado por Hegel, la formulación que le da Amelia Podetti, toma las distancias de la del filósofo alemán y del mismo modo se diferencia de otras visiones europeas de la historia donde el hecho de la 'planetarización', como ella sostiene, no parece ser asumido en toda su magnitud histórica y filosófica".

Finaliza el prólogo remarcando su convicción: "el momento en el que reaparece este trabajo de Amelia Podetti es cuanto menos oportuno, delante de la multiplicidad de señales que en nuestro presente reitera la perennidad del objetivo y la esperanza de una América Latina unida, solidaria, encaminada hacia su plena expresión cultural y civilizadora, para poder así ejercitar plenamente las propias responsabilidades históricas hacia si misma y para el mundo".

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SANTOS Y BEATOS: EPOPEYAS DE AMOR. EJEMPLO DEL DÍA


San Pedro y San Pablo
«Columnas de la Iglesia. Heraldos de la Nueva Evangelización»

Por Isabel Orellana Vilches

MADRID, 29 de junio de 2013 (Zenit.org) - No hay figuras más destacadas que estos apóstoles para ilustrar la fecha de hoy en un santoral. Los Santos Padres los han considerado dos columnas sobre las que descansa la Iglesia. Continúan interpelando al hombre de hoy, alumbrando a quien se propone unirse con la Santísima Trinidad.

Un océano de amor vería el Maestro en los ojos del humilde pescador de Betsaida para erigir sobre él la Iglesia. Tras la rudeza de sus manos y rostro curtidos en el mar apreciaría un tierno corazón refulgiendo en su mirada. Impetuoso, impulsivo, imprevisible e incluso contestatario cuando atendía a la escueta razón, y se le paralizaba el pulso al sospechar la pérdida de su Maestro por ignorar todavía el trasfondo mesiánico albergado en sus palabras, el apóstol era una piedra preciosa a la espera de ser tallada, un hombre de raza, pura pasión… Se ha tendido a subrayar la debilidad que Pedro mostró tras el prendimiento de Cristo, relegando a un segundo plano la globalidad de sus edificantes gestos que sostuvieron la Iglesia hasta derramar su sangre. Fue pronto en el seguimiento; se anticipó a la petición de lo que se considera legítimo, como es la familia. En ello se asemejaba al resto de los apóstoles, ciertamente, pero Cristo se fijó en él de forma especial. Al conocerle, le saludó por su nombre: «Tú eres Simón…» y le dio otro apelativo, el de Cefas. Todo un símbolo, una señal; le proporcionó nueva identidad y ésta incluía el cambio sustantivo para su vida. El llamamiento personal continúa teniendo este signo para nosotros; exige una transformación, como devela el Evangelio que le sucedió a Pedro. Él se aventuró a responder al Maestro en nombre de los apóstoles desde lo más hondo del corazón, de forma inspirada, rotunda. Había resonado en su interior la voz divina y lo reconoció como Mesías: una auténtica y explícita profesión de fe. Es obvio que no podemos confesar a Dios si no lo entrañamos. Por ese acto, Cristo lo denominó «bienaventurado», edificando sobre él su Iglesia al instante. Es verdad que vaciló y se dejó llevar por sus temores desoyendo la advertencia del Maestro, sin tomar conciencia de la fatalidad en la que incurriría; por eso no puso coto a tiempo a su flaqueza, sucumbió y lo negó. Pero de la radicalidad de su posterior respuesta, que vino envuelta en amargas lágrimas, se extraen incontables lecciones, teniendo como trasfondo la misericordia y el perdón divino. Toda debilidad, sea del orden que sea, es susceptible de modificación, porque contamos con la gracia para renacer día tras día. Pedro protagonizó uno de los instantes más tiernos del Evangelio, cuando Cristo le preguntó tres veces si le amaba. Con ese consuelo en su corazón aglutinó a los apóstoles, anunció la Palabra, sufrió cárcel, conmovió a las gentes sorprendidas de que un galileo hablase con tanta fuerza, afrontó las dificultades surgidas en las comunidades, hizo milagros…; en suma, amó hasta la saciedad. Estaba al frente de todos, junto a María, cuando recibieron el Espíritu Santo. Apresado durante la persecución de Nerón el año 64, a punto de ser ajusticiado en la cruz, sintiéndose indigno de morir como Cristo, pidió que le crucificaran boca abajo.

A su vez, Pablo, el más grande misionero que ha existido sobre la faz de la tierra, es un ejemplo vivo de lo que significa el compromiso personal en el seguimiento de Cristo testificando la Palabra con independencia del humano sentir, del «temor» y del «temblor» que se pueda experimentar. No fue miembro de la primera comunidad, pero su admirable impronta apostólica nada tiene que envidiar a la de los Doce. Judío, originario de Tarso, nació entre los años 5-10 d.C. Formado bajo la tutela del prestigioso Gamaliel en Jerusalén, al conocer la existencia de los seguidores de Cristo, considerados como una secta, se propuso luchar contra ella descargando toda su fuerza. Si su trayectoria anterior a la conversión fue la de un celoso defensor del ideal en el que creía, ese que le indujo a actuar fieramente, después de haber quedado cegado por la luz del Altísimo camino de Damasco, no le faltaron arrestos para anunciar el Evangelio; en su pecho albergaba un volcán de pasión. Este infatigable apóstol de los gentiles, precursor de la Nueva Evangelización, nos enseña a difundir la Palabra a los alejados de la fe y no solo a los creyentes; hacerlo a tiempo y a destiempo en los paraninfos universitarios o en los suburbios, en ámbitos donde mora la increencia y en los que ya anida la fe. Nos insta a enriquecer los nuevos areópagos que las presentes circunstancias ofrecen. Él hubiera aprovechado convenientemente los actuales mass media: prensa, radio, televisión, Internet, redes sociales… Estos recursos puestos al alcance de un apóstol de su talla habrían dado la vuelta al mundo impregnados del amor de Dios. Dio testimonio de su arrebatadora entrega a Cristo sin ocultar cuántas penalidades atravesó por Él: cárceles, azotes, naufragios, peligros constantes, hambre, sed, frío, falta de abrigo y de descanso, agresiones a manos de salteadores, etc. A todo ello hemos de estar dispuestos si de verdad queremos seguir a Cristo. Pablo pudo ponerse como ejemplo, con tanta modestia y libertad en el amor, porque ya no vivía en sí mismo; era Cristo quien estaba en él, de quien provenía su fuerza y su gloria; Él le confortaba. Viajó incansablemente, venció la resistencia de ciudades dominadas por la idolatría y de los que quisieron doblegarle, superó reticencias de sus propios hermanos, y convirtió a indecibles con su vida, palabra, milagros y prodigios. Ansiaba tanto llegar a la meta, que luchaba para que después de haberla predicado, no fueran otros los que la conquistaran quedándose rezagado en el camino. Libró perfectamente su combate, corrió hasta el fin, firme en la fe. Todo lo consideró basura con tal de ganar a Cristo, gastándose y desgastándose por Él. Constituye un ejemplo incuestionable para nuestra vida. Coronó la suya entregándola bajo el golpe de espada que le asestaron en la Vía del Mar hacia el año 67.

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