12.07.13

 

Cuando voy narrando anécdotas y sucedidos lo hago simplemente para que conozcan más facetas de la vida parroquial. Porque la vida de la parroquia es generalmente muy normalita, pero eso no quita para que uno tenga que lidiar con los especímenes más curiosos, desde la señora empeñada en venir a una misa de nueve que jamás tuvimos, el señor que si no lee en todas las misas todos los días se molesta, o Joaquina que dice que al Santísimo viene pero que a misa aquí nunca más porque según ella tenemos un Cristo de espaldas.

Hace unos días me encuentro con una señora a la puerta de la capilla de la adoración perpetua y con un rebote monumental. La razón, en este caso, que la capilla de la adoración está ubicada en un lugar no suficientemente digno. Intenté razonar: es un lugar fácilmente accesible desde la calle, permite la adoración aunque haya celebraciones en el templo parroquial, facilita el acceso durante la noche. Inútil toda explicación. De ahí pasó la cosa a una perorata sobre sagrario, dignidad y ubicación en los templos, a partir de su enojo evidente porque el sagrario en la catedral de la Almudena no estuviese en mitad del templo principal.

Por no meterme en más berenjenales le dije que en la parroquia el templo principal, la capilla de diario y el sagrario están distribuidos según se me dijo en el arzobispado, y que el cardenal Rouco en persona dedicó el templo en su día con total beneplácito. Y que en cuanto a ubicación de la capilla del Santísimo, que también fue el cardenal Rouco quien la inauguró encantadísimo con la ubicación y el diseño.

No es tan complicado de entender, le dije: se consulta con el arzobispado, se decide y el cardenal da el visto bueno y dedica el templo.

Ay amigo, en ese momento es cuando se lió la cosa. Porque a partir de mi argumentación me hizo una enmienda a la totalidad basándose en que la Virgen dice, ha dicho, sigue diciendo y ella lo sabe. Qué vas a razonar. Ante tamaña exhibición de autoridad, nada menos que la madre del Señor, uno se calla. Es verdad que tímidamente sugerí que por qué la Virgen no hablaba estas cosas directamente con el santo padre, porque un servidor lo de obedecer al papa y al obispo lo tiene claro, pero que desobedecer sus órdenes con el argumento de “otras de rango superior” emanadas directamente de la Santísima Virgen no lo acababa de ver claro, mejor aún, lo veía completamente negro.

Se terminó de arreglar el asunto cuando me dijo que lo importante no es lo que dice el papa, sino lo que uno siente por dentro. Discusión zanjada. Porque uno puede argumentar con lo que la Iglesia manda, la autoridad del obispo y quedarse tan a gusto: me dijeron que estaba bien así y al cardenal le pareció correcto, yo tan tranquilo. Las reclamaciones, al maestro armero. Pero claro, te vienen que por mucho que diga el cardenal la Virgen piensa otra cosa y que además lo sienten así y se acaba el negocio.

Como ven, la parroquia siempre es cosa sencilla. Como decían los antiguos: misa, sermón, rosario y exposición. Ya. Y Joaquina molesta por la cruz. Y el otro que no lee. Y la sabanilla de Maruja que llevan ustedes sin poner tres meses, y la Virgen me ha dicho. Todavía hace unos días alguien me preguntaba por el horario de apertura de la capilla de adoración perpetua… Pues también esto es parroquia.