17.07.13

 

Bert Thelen ya no es jesuita. Y tampoco quiere ser sacerdote. En una carta publicada en diversos medios de comunicación estadounidenses (se lee íntegra en el NCR), ha anunciado tanto su intención de abandonar su orden y el sacerdocio como las razones de dicha decisión.

Leyendo sus argumentos, lo que cabe preguntar es por qué ha tardado tanto en dar ese paso. Su idea de lo que debe ser la Iglesia es cualquier cosa menos católica. Lo de menos es que le parezca mal que no se ordenen las mujeres o que el catolicismo no acepte el matrimonio entre homosexuales. Su heterodoxia en esos asuntos es fruto de herejías mayores de carácter eclesiológico y cristológico. Por ejemplo, habla del Cristo cósmico en términos muy similares a como lo hacen los gurús de la Nueva Era. Una cosa es proponer un sano ecologismo y otra lanzarse por esa vereda pesudo-esotérica.

El problema es que resulta difícil de creer que este hombre de 80 años haya llegado a esas conclusiones en poco tiempo. Seguramente ha venido madurando sus ideas desde hace décadas. Y, lo peor de todo, es muy probable que las haya transmitido a los fieles que han estado a su cargo pastoral. Ahí es donde está el drama. Que un alma se pierda por el abismo del error es grave pero hasta cierto punto normal. Que además sea guía para que otras almas sigan por su camino de perdición, sin que nadie haya hecho nada por evitarlo, no es ni normal ni admisible.

Es lo que ha ocurrido en esta ocasión. Su parroquia (S. Juan en el campus de Creighton) ha publicado en su boletín un comunicado alabando su “testimonio profético“. Dicen que “Bert nos ha ayudado a soñar con lo que la iglesia puede ser cuando el amor a Dios y amor al prójimo se toman en serio“.

¿Y bien? ¿qué hace ahora la Iglesia con esa parroquia que ve al señor Thelen como un profeta? ¿es realmente católica? ¿cuántos fieles no se habrán visto “contaminados” por sus tesis heréticas?

¿Cuántos Bert Thelen no habrá en otras parroquias repartidas por todo el mundo? ¿quién vigila por la salud espiritual de sus fieles? ¿quién nos asegura que no hay sacerdotes y religiosos como él que deciden seguir soltando el veneno del error sin llegar a ser tan coherentes como para abandonar el sacerdocio y/o la vida consagrada?

Bert Thelen es la excepción. La mayor parte de los heterodoxos deciden quedarse dentro del rebaño de Cristo, devorando a las ovejas que dejan de recibir el buen pasto de la espiritualidad católica. Los buenos pastores, ha dicho el Papa, deben oler a oveja. Pero hay lobos que están tan acostumbrados a vivir en el rebaño de Cristo, que también se les ha pegado el olor a oveja. Un buen pastor debe también tener la vista y el olfato lo suficientemente desarrollado como para detectar al lobo que se ha introducido en su rebaño y está causando un estropicio irreparable. La inacción ante el error es una negligencia que trae como consecuencia la condenación de muchos.

La Iglesia no puede esperar a que los heterodoxos abandonen por voluntad propia el ministerio sacerdotal o la vida consagrada. Ha de retirarles mucho antes para evitar que hagan daño a otros. Por supuesto, dejando siempre abierta la puerta a la gracia que les lleva a la conversión y la reconciliación. Pero si no se convierten, sobran.

Luis Fernando Pérez Bustamante