25.07.13

 

La provincia argentina de Corrientes ha sido escenario de historias de abuso infantil y asesinato en los que han sido condenados integrantes de sectas destructivas. La hermana Martha Pelloni, religiosa de la congregación de Carmelitas Misioneras Teresianas y profesora de Filosofía y Pedagogía, y que lleva años de lucha por los derechos humanos, reclama por estos casos y otros, y asegura que existe connivencia con el poder económico y político local. Lo cuenta Silvina Rufrancos en La Prensa.

“Nos hemos encontrado con muertes muy sugestivas de chicos y chicas que han sido asesinados por la misma historia. Son secuestrados para violarlos”, expresó la hermana Martha Pelloni en diálogo con La Prensa, acerca de los crímenes contra menores que se vienen sucediendo en la provincia de Corrientes y que están relacionados con ritos de cultos peligrosos. Además, denunció el vínculo de los casos con el poder político y, sobre todo, económico.

Es sabido que no es la primera vez que Pelloni se enfrenta al poder. Ella fue quien en 1990, en Catamarca, lideró las recordadas marchas del silencio para pedir justicia por el asesinato de María Soledad Morales. En la muerte de la joven estuvieron involucrados hijos de importantes figuras políticas de aquel entonces, sin embargo esto no logró cesar el reclamo. Se puede decir que su lucha fue una de las razones por las que con el tiempo cayó la máscara del encubrimiento y, con ella, la cúpula política local.

Así, con la misma pujanza de 1990, Pelloni reclama la intervención de la Justicia en los crímenes cometidos contra niños y niñas en Corrientes: “Queremos que se investigue todo esto”. “A veces aparecen como sectas y otras veces como logias. Desaparecen familias enteras que son reclutadas, pero las reclutan con voluntad. En todo esto funciona la droga y el ofrecimiento de algo que les interesa, como un trabajo. Pero después desaparecen y no podés saber dónde están”, explica.

Sobre quienes están detrás de los crímenes, Pelloni afirma que “son personas que manejan el poder de la droga. Son mafias del crimen organizado, de eso no me cabe duda”. De esta manera, esta suerte de cultos peligrosos funcionarían como una pantalla para cubrir un entramado de organizaciones que se dedican a la trata de personas, tráfico de droga y explotación sexual infantil.

Martha, coordinadora de la ONG Red Infancia Robada en Corrientes, relata a La Prensa su historia en la provincia: “Yo llegué por segunda vez a Curuzú Cuatiá en 2004 y me encontré con una necesidad de construir una casa de derechos humanos porque eran muchos los derechos violados en la ciudad. Fundamentalmente, eran muchos los casos de docentes que en escuelas privadas y públicas abusaban de los niños. Había denuncias hechas en la Justicia y en los colegios que no se habían tenido en cuenta para sancionar a los abusadores. Así, en una celebración de los Derechos Humanos pusimos en una esquina una mesita para recibir denuncias. La mayoría eran contra un abogado y profesor del Colegio Nacional que hacía 25 años que canjeaba sexo por calificaciones en su estudio. Parece que había complicidad de parte de la escuela porque las denuncias se habían hecho y no pasaron de la rectoría. Al ser un abogado importante y un hombre de la sociedad de Curuzú Cuatiá, la denuncia no camino. Paralelamente a ello, tuvimos casos de maestros que abusaban de chicos. Son muchos casos de pedofilia. De allí vengo a Goya, donde encontramos muchos casos de abuso sexual doméstico y dando capacitaciones de prevención nos encontramos con el caso de Ramoncito, que ha sido un ícono. Ahí, aparece una especie de secta, una mezcla de cultos”.

En 2006, en la ciudad de correntina de Mercedes, fue hallado al costado de las vías del ferrocarril el cuerpo sin vida de Ramoncito González, de 12 años, quien había desaparecido hacía dos días. El caso horrorizó al país entero, el niño había sido violado, empalado, torturado y decapitado. Por el crimen nueve personas fueron condenadas a prisión perpetua por los delitos de homicidio triplemente calificado por ensañamiento, alevosía, y en concurso de dos o más personas; y abuso sexual con acceso carnal y privación ilegítima de la libertad. Según la investigación, el chico había sido captado por una secta del rito kimbanda.

Para Pelloni el caso no termina en los condenados por ser autores materiales de la muerte de Ramoncito. “Hay nueve personas presas, pero son los integrantes de la secta. ¿Quién la financiaba? Eran hombres estancieros, empresarios que creen en lo maléfico y abusan de las criaturas”.

-¿Hay connivencia con el poder?

- “Sí, con el poder político y, sobre todo, económico. Había un estanciero que reclutaba 66 niños para vender droga en la ciudad como quien vendía estampitas. La Justicia ciega, sorda y muda. Uno de ellos, un empresario, me inició juicio por calumnias e injurias y se está postulando para intendente. El encubrimiento de los que financiaban la secta no se investigó. No hay decisión política para investigar. Los autores materiales del crimen van presos pero no los intelectuales. De ahí pasamos, el año pasado, a Empedrado con otro caso similar donde niños fueron abusados en orgías en ritos kimbandas. Hay orgías donde abusan y violan a los nenes, y hay droga y swingers, donde hay gente de la sociedad e incluso del poder político. En las marchas, nos hemos enterado de muertes muy sugestivas de chicos y chicas que han sido asesinados por la misma historia. Son secuestrados para violarlos. Queremos que se investigue todo esto”.

Pelloni vuelve a insistir: “Estos cosas no pasarían si no hubiese connivencia con la policía y la Justicia”. “Nosotros estamos luchando, pero cuando podés llegar a un juez o un fiscal superior te dicen ‘son peces muy gordos’ o ‘está fuera de nuestras manos’. Y allí queda”. Mientras la Justicia permanece anestesiada, Pelloni no baja los brazos y destaca que “por lo menos” logramos “la socialización del tema y que haya un mínimo de condena social”.

- Debe ser difícil llevar a adelante una lucha cuando las personas que deben resolver son las que impiden o ignoran.

- “Sí. La verdad que estamos mal, muy mal. Yo digo que la Justicia de la provincia de Corrientes no funciona. Hay encubrimientos y no hay justicia, y la que existe es la que conviene. Es decir, cuando hay una decisión política por supuesto que funciona, de otra manera no. Por ejemplo, nosotros tenemos, aquí en Goya, desde hace casi 6 años, a dos militares que han cometido abusos. Uno, a una nena de 10 años; y el otro, a una chica de 15. Ambos siguen trabajando en el ejercito y están libres. La Justicia no se ha expedido. Dicen que la chiquita de 15 años ya era de la calle. Culpan a la víctima”.

- Las denuncias que hace son, como usted dijo, contra ‘peces gordos’. ¿No tiene miedo?

- “Yo estoy demasiado expuesta, si algo me pasa todo el mundo va a saber quién fue”.

- Siempre se mantuvo alejada de la política. ¿Por qué?

- “Sí, porque si no achico mi trabajo. Trabajaría solo para un color, para un partido, y a mí me interesa para toda la sociedad, para el bien general, para el bien común. Además, me preocupa que no tengamos desde los gobiernos de turnolas decisiones para preveer y prevenir todo esto, falta la asistencia a las víctimas”.

Cuando Pelloni habla lo hace de manera pausada y su voz es suave, nada hace suponer que detrás hay una religiosa que después de 23 años sigue luchando con la misma fuerza y contra los mismos demonios, sólo que está vez tienen distintos nombres.