IGLESIA EN EL MUNDO

 

Este último martes 23 de julio partieron desde el aeropuerto madrileño de Barajas rumbo a Tel Aviv un grupo de diez jóvenes voluntarios de Cáritas, de entre 20 y 30 años de edad, que van a participar durante diez días en un campo de trabajo en la localidad palestina de Beit jala, cerca de Belén.

En el marco de trabajo del equipo “Iniciativa por la paz” que desarrollan conjuntamente Cáritas Jerusalén y Cáritas Española, las Cáritas Diocesanas de Alicante, Castellón, Valencia y Zaragoza han preparado este campo de trabajo, que pretende ser una experiencia eclesial, social y espiritual de cercanía a la situación que viven los palestinos y, más en concreto, a los palestinos cristianos. Durante los próximos diez días, estos jóvenes españoles vivirán con familias palestinas, colaborarán en distintos trabajos sociales del pueblo y trabajarán en diversos talleres que les acercarán a la difícil situación diaria que viven aquellas comunidades de Tierra Santa.

Ganas de vivir “con” otros jóvenes palestinos

En sus mochilas, según señalaron los jóvenes antes de embarcar, van grandes ganas de vivir “con” y de conocer a otros jóvenes palestinos, interés por conocer la historia y el presente de estos lugares e ilusiones por conocer Tierra Santa.

En Madrid fueron despedidos en persona por el director de Cáritas Jerusalén, P. Raed Abusahlia, que se encuentra en España con motivo de una visita de trabajo con Cáritas Española, y por Rodrigo Sáez, técnico de Cáritas Española para la zona. Antes de subir al avión, todos los jóvenes se pusieron “la cinta de la Virgen del Pilar”, enviada por Cáritas Zaragoza.

En el aeropuerto de Tel Aviv serán recibidos por Beatriz Seara, técnico de Cooperación Internacional de Cáritas Diocesana de Alicante, que les acompañará en Tierra santa durante su experiencia de trabajo.

Jornadas de formación preparatorias

Los participantes en este campo de trabajo participaron los días 22 y 23 de junio en unas jornadas de formación preparatorias, durante las cuales reflexionaron sobre diversos temas que fueron desde una cisión histórica de la convivencia antes del conflicto y de los intereses de las potencias coloniales sobre Oriente Medio, a la visión humana de la tragedia hace 65 años y la injusticia de la aplicación de las leyes discriminatorias en la vida diaria de los palestinos, hasta las tradiciones y cultura locales.

“Un campo de trabajo centrado en las personas”

Como explica uno de los participantes en esta experiencia –Eusebio, zaragozano, 21 años–, “nuestro campo de trabajo va a consistir, no en plantar un árbol o reconstruir una ciudad, o algo de construcción, sino en convivir con los jóvenes palestinos”. “Además de la convivencia cotidiana con los jóvenes y las familias que nos acojan en su casa –señala–, participaremos en actividades con ancianos de la residencia del pueblo y con los niños; además plantaremos un olivo, algo, como ya se sabe, muy importante en la economía palestina; participaremos en la eucaristía que cada viernes se celebra en Cremisan, el último reducto verde que queda en Belén y por donde está proyectado que pase el muro. En definitiva, es un campo de trabajo centrado, sobre todo, en las personas de la zona y sus vivencias”.

Para Eusebio, lo más importante de esta iniciativa es la oportunidad que se le ofrece de “poner en relación y ver las diferencias entre la vida de ellos con la nuestra; ver la diferencia y comparar entre lo que supone para nosotros ir a comprar una barra de pan o ir a la Universidad sin ningún obstáculo y que ellos se encuentren con un control militar; y ver cómo un joven como tú, de 20 ó 23 años, es el que no te deja pasar; experimentar el miedo de lo que puede suponer… No me imagino cómo puede ser el muro”.