9.08.13

Eppur si muove - Decir no es juzgar

A las 12:09 AM, por Eleuterio
Categorías : General, Eppur si muove

Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Seguir la doctrina de la Iglesia católica no es imposible pero, para algunas personas, pudiera parecer que es imposible.

Y, ahora, el artículo de hoy.

Algunas personas, dicen que de fe católica, se escudan en la realidad espiritual según la cual no nos está permitido juzgar para no ser juzgados para aprovechar que el Pisuerga pasa por Valladolid y el Tíber por Roma para decir que hay conductas sobre las que, ni siquiera, se puede decir nada. A lo mejor creen que el retraerse en el juzgar por parte de un católico les va a salvar el pellejo espiritual. Y, claro, eso es manifestar un sentido algo extraño de la realidad de las cosas y, en fin, tomar a todos por medio tontos o lelos para ver si cuela.

Y es que resulta que José M. Castillo, a la sazón teólogo de los que gustan despotricar contra la Iglesia católica ha escrito, aprovechando el texto del evangelio de san Mateo (7,1) que dice eso de “No juzguéis y no seréis juzgados”, ciertas cosas que le pueden servir, a él y a otros muchos y muchas que, como él, actúan igual e igual actúan, para demostrar que quien les dice lo que no pueden decir, son malos de solemnidad porque, al juzgar, se aseguran, cuando eso corresponda, ser juzgados. Y, además, hacen creer que, en efecto, nada se puede decir de lo que ellos dicen.

Por ejemplo, ha escrito esto:

“Una Iglesia que se ha dedicado a juzgar a buenos y malos. Una Iglesia que se ha dedicado a “hacer de Dios”, a producir la impresión de que tiene la última palabra, como si fuera Dios.”

El caso es que la Iglesia católica, Esposa de Cristo, ha tenido que transmitir y, muchas veces, defender, determinadas realidades espirituales sin las cuales no sería ni Iglesia católica ni, por actuación, en su caso, contraria a lo dicho por Jesucristo, Esposa de Cristo. Sería otra cosa pero no aquello que es hoy día, ya bien entrado el siglo XXI. Sin duda ha llegado hasta aquí, luchando contra muchos, porque sabe lo que es y sabe lo que quiere.

Otros, sin embargo, a lo mejor saben lo que son pero lo que son nada tiene que ver con lo que quiere la Iglesia católica de ellos.

Y esto otro:

“Jesús les prohibió a sus operarios arrancar la cizaña en el mundo porque – tengan el cargo que tengan – se pueden equivocar. Y bien puede suceder que, en lugar de arrancar la mala hierba, lo que hagan en la vida sea pasar por este mundo arrancando el trigo de Dios (Mt 13, 24-30. 36-43).”

Sin embargo, que Jesucristo dijera que no se arrancase la mala hierba no dijo que no estaba bien decir que la mala hierba estaba creciendo entre el trigo. Eso no lo dijo. Por tanto, está más que bien afear la conducta a quien lleva a cabo una conducta fea y contraria a la doctrina de la Iglesia católica. Eso es decir que la mala hierba, siempre cizaña en el seno de la Iglesia católica, existe y que no puede seguir carcomiendo los cimientos mismos de la comunidad eclesial porque tiene la tendencia de corroer la fe de los más sencillos.

Es más que cierto que será Dios quien separe lo malo de lo bueno cuando venga Jesucristo por segunda vez al mundo. Entonces juzgará a buenos y malos. Pero eso no puede querer decir que nada se pueda de decir de lo que está mal dicho y, peor aún, mal hecho sabiendo que está mal dicho y mal hecho.

Y, para rematar, esto que es el colmo:

“Ya es malo pecar y tener que confesarse.”

Es cierto que no está nada bien cometer pecado. Bien sabemos que actuamos contra Dios pero, también, contra la propia Iglesia católica que sufre nuestra afrenta al Creador. Y eso es así porque no somos islas perdidas en el universo de la fe sino que formamos comunidad con otros hermanos en la fe y, por tanto, lo malo que hacemos por fuerza ha de afectar a los demás.

Sin embargo, aquí no se sabe si lo que quiere decir es que es malo pecar o que es malo confesarse. Si es lo primero bien pero si es lo segundo (cosa que es lo que, francamente, parece) bien debería hacerse ver lo que de su fe entiende esta persona que, además, es teólogo. Y como estoy más que seguro que no será la única persona que piense así… ya pueden ustedes imaginar con qué clase de creyentes tenemos que tratar.

Es decir, concluyendo, que juzgar, lo que se dice juzgar, no debemos hacerlo (aunque pueda escapársenos un juicio) pero eso no quiere decir que no pongamos los puntos sobre todas las letras “i” que deban llevarlos y los acentos sobre las vocales que deban llevarlos como, por ejemplo, apostasía que es una palabra que muy bien corresponde decir en muchos casos.

Eleuterio Fernández Guzmán