ZENIT

El mundo visto desde Roma

Servicio diario - 11 de agosto de 2013

LA FRASE DEL DOMINGO 11 DE AGOSTO

“Mírate cada día en el espejo de la pobreza, la humildad y la caridad de Cristo, y observa en Él tu rostro” (Santa Clara de Asís 1194 - 1253)

 


El papa Francisco

Las fatigas, las caídas y el pecado encuentran el sentido en el amor de Dios
En la oración del Ángelus, Francisco habla del deseo del cristiano de encontrarse con Cristo

Papa Francisco: "el amor de Dios tiene un nombre y un rostro: Jesucristo"
Palabras del santo padre en la oración del Ángelus

Testigos de la Fe

Bogotá acogerá el próximo Congreso Mundial de la Misericordia
Se celebrará del 15 al 19 de agosto de 2014

Educación

"Grandes retos una misma identidad Congreso de Educación Católica en Chile
Organizado por el Área de Educación de la Conferencia Episcopal de Chile y FIDE para abordar aspectos como la identidad, desafíos y la calidad de la escuela Católica en el contexto actual chileno

SANTOS Y BEATOS: EPOPEYAS DE AMOR. EJEMPLO DEL DÍA

Santa Clara de Asís
«Discípula de san Francisco, fundadora de la Orden de las Damas Pobres de San Damián, pionera en la historia de la Iglesia en redactar una regla dirigida a las mujeres»

Comentario al Evangelio

"Fidelidad" y "prudencia" antídotos a las tentaciones del demonio
Comentario al Evangelio del XIX Domingo del tiempo ordinario. Año C


El papa Francisco


Las fatigas, las caí­das y el pecado encuentran el sentido en el amor de Dios
En la oración del Ángelus, Francisco habla del deseo del cristiano de encontrarse con Cristo

Por Rocío Lancho García

CIUDAD DEL VATICANO, 11 de agosto de 2013 (Zenit.org) - Un domingo más, el papa ha rezado el Ángelus desde la ventana del estudio en el Palacio Apostólico Vaticano junto con una gran multitud que le esperaba en la plaza de San Pedro.

El santo padre ha reflexionado sobre el Evangelio del domingo que habla del deseo del encuentro definitivo con Cristo, "un deseo que nos hace estar siempre preparados, con el espíritu despierto, porque esperamos este encuentro con todo el corazón, con todo nuestro ser", ha afirmado.

"Este Evangelio quiere decirnos que el cristiano es uno que lleva dentro de sí un deseo grande, un deseo profundo: el de encontrarse con su Señor junto a los hermanos, a los compañeros de camino. Y todo esto que Jesús nos dice, se resume en un famoso dicho de Jesús: Dónde está vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón", ha recordado el papa Francisco.

Por eso el papa ha lanzado dos preguntas a los presentes: "¿tenéis un corazón deseoso, un corazón que desea?, ¿dónde está este tesoro, lo que tú deseas?", invitando a reflexionar sobre si nuestro corazón desea o está cerrado y dormido; sobre qué realidad es la que atrae a nuestro corazón como un imán.

Ha recordado que la familia y el trabajo son realidades importantes pero también ha preguntado: "¿cuál es la fuerza que mantiene unida la familia?" y ha explicado "es precisamente el amor, ¿y quién sembra el amor en nuestros corazones? Dios, el amor de Dios". Por eso, ha proseguido, "es precisamente el amor de Dios que da sentido a los pequeños compromisos cotidianos y también ayuda a afrontar las grandes pruebas. Esto es el verdadero tesoro del hombre". A propósito de amor de Dios, ha subrayado que no "es algo vago, un sentimiento genérico", sino que "el amor de Dios tiene un nombre y un rostro: Jesucristo". Además, "es un amor que da valor y belleza a todo lo demás" al mismo tiempo que "da sentido también a las experiencias negativas, porque nos permite este amor de ir más allá de estas experiencias". Así mismo encuentran sentido las fatigas, las caídas y también el pecado, "porque este amor de Dios en Jesucristo nos perdona siempre, nos ama tanto que nos perdona siempre".

Para finalizar el santo padre ha recordado que hoy es la fiesta de santa Clara de Asís que "nos da un testimonio muy bonito de este Evangelio de hoy". Por eso ha pedido que "nos ayude ella, junto con la Virgen María, a vivirlo también nosotros, cada uno según su vocación".

Tras la oración del Ángelus y recordar que el jueves celebramos la solemnidad de la Asunción de María, el papa Francisco ha dirigido un saludo a los musulmanes, "nuestros hermanos", por la fiesta de la conclusión del Ramadán. Ha retomado sus palabras del mensaje enviado para la ocasión (leer aquí) recordando que "deseo que cristianos y musulmanes se comprometan para promover el respeto recíproco, especialmente a través de la educación de las nuevas generaciones".

Para finalizar, ha saludado a los grupos de jóvenes presentes y les ha repetido las palabras del tema de la JMJ en Río "Id y haced discípulos entre todas las naciones".

Leer las palabras del Ángelus completas aquí

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Papa Francisco: "el amor de Dios tiene un nombre y un rostro: Jesucristo"
Palabras del santo padre en la oración del Ángelus

Por Francisco papa

CIUDAD DEL VATICANO, 11 de agosto de 2013 (Zenit.org) - A las 12.00 de esta mañana el santo padre se ha asomado a la ventana del estudio en el Palacio Apostólico Vaticano para recitar el Ángelus con los fieles y los peregrinos reunidos en la plaza de San Pedro.

Estas son las palabras del papa al introducir la oración mariana:

¡Queridos hermanos y hermanas, buenos días!

El Evangelio de este domingo (Lc 12, 32-48) nos habla del deseo del encuentro definitivo con Cristo, un deseo que nos hace estar siempre preparados, con el espíritu despierto, porque esperamos este encuentro con todo el corazón, con todo nuestro ser. Esto es un aspecto fundamental de la vida. Hay un deseo que todos nosotros, sea explícito sea escondido, tenemos en el corazón. Todos nosotros tenemos este deseo en el corazón. 

También esta enseñanza de Jesús es importante verla en el contexto concreto, existencial en la que Él la ha transmitido. En este caso, el evangelista Lucas nos muestra Jesús que está caminando con sus discípulos hacia Jerusalén, hacia su Pascua de muerte y resurrección, y en este camino les educa confiándoles lo que Él mismo lleva en el corazón, las actitudes profundas de su alma.

Entre estas actitudes están el desapego de los bienes terrenos, la confianza en la providencia del Padre y, también, la vigilancia interior, la espera activa del Reino de Dios. Para Jesús es la espera de la vuelta a la casa del Padre. Para nosotros es la espera de Cristo mismo, que vendrá a cogernos para llevarnos a la fiesta sin fin, como ya ha hecho con su Madre María Santísima, que la ha llevado al Cielo con Él.

Este Evangelio quiere decirnos que el cristiano es uno que lleva dentro de sí un deseo grande, un deseo profundo: el de encontrarse con su Señor junto a los hermanos, a los compañeros de camino. Y todo esto que Jesús nos dice, se resume en un famoso dicho de Jesús: "Dónde está vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón" (Lc 12, 34). El corazón que desea, todos nosotros tenemos un deseo. La pobre gente que no tiene deseos, deseo de ir hacia adelante, hacia el horizonte. Para nosotros cristianos este horizonte  es el encuentro con Jesús, el encuentro precisamente con Él, que es nuestra vida, nuestra alegría, lo que nos hace  felices. Yo os haría dos preguntas: la primera, todos vosotros, ¿tenéis un corazón deseoso, un corazón que desea? Pensad y responded en silencio en vuestro corazón. Tú, ¿tienes un corazón que desea o tienes un corazón cerrado, un corazón dormido, un corazón anestesiado por las cosas de la vida? El deseo, ir adelante al encuentro con Jesús. Y la segunda pregunta: ¿dónde está este tesoro, lo que tú deseas? Porqué Jesús nos ha dicho que donde está vuestro tesoro, allí estará vuestro corazón. Y yo pregunto: ¿dónde está tu tesoro? ¿cuál es para ti la realidad más importante más preciosa, la realidad que atrae a mi corazón como un imán? ¿qué atrae tu corazón? ¿puedo decir que es el amor de Dios? ¿que es el querer hacer bien a los demás? ¿de vivir por el Señor y nuestros hermanos? ¿puedo decir esto? Cada uno responde en su corazón.

Pero alguno puede decirme: Padre, pero yo trabajo, tengo familia, para mí la realidad más importante es sacar adelante mi familia, el trabajo. Cierto, es verdad, es importante ¿pero cuál es la fuerza que mantiene unida la familia? Es precisamente el amor, ¿y quién sembra el amor en nuestros corazones? Dios, el amor de Dios. Es precisamente el amor de Dios que da sentido a los pequeños compromisos cotidianos y también ayuda a afrontar las grandes pruebas. Esto es el verdadero tesoro del hombre. Ir adelante en la vida con amor, con ese amor que el Señor ha sembrado en el corazón, con el amor de Dios. Y esto es el verdadero tesoro. Pero, ¿el amor de Dios qué es? No es algo vago, un sentimiento genérico; el amor de Dios tiene un nombre y un rostro: Jesucristo. Jesús. El amor de Dios se manifiesta en Jesús. Porque nosotros no podemos amar el aire. Pero amamos el aire, amamos el todo, no, no se puede. Amamos personas y la persona a la que amamos es Jesús, el don del Padre entre nosotros. Y es un amor que da valor y belleza a todo lo demás. Un amor que da fuerza a la familia, al trabajo, al estudio, a la amistad, al arte, a toda actividad humana. Y da sentido también a las experiencias negativas, porque nos permite este amor de ir más allá de estas experiencias, de ir más allá, de no permanecer prisioneros del mal, sino que nos hace ir más allá, nos abre siempre a la esperanza. Así es, el amor de Dios y Jesús siempre se abre a la esperanza, ese horizonte de esperanza, al horizonte final de nuestro peregrinaje. Así también las fatigas y las caídas encuentran un sentido. También nuestros pecados encuentran un sentido en el amor de Dios, porque este amor de Dios en Jesucristo nos perdona siempre, nos ama tanto que nos perdona siempre.

Queridos hermanos, hoy en la Iglesia hacemos memoria de santa Clara de Asís, que sobre las huellas de Francisco dejó todo para consagrarse a Cristo en la pobreza. Santa Clara nos da  un testimonio muy bonito de este Evangelio de hoy: que nos ayude ella, junto con la Virgen María, a vivirlo también nosotros, cada uno según su vocación.

 [Rezo del Ángelus]

Queridos hermanos y hermanas, recordamos que el próximo jueves es la solemnidad de la Asunción de María. Pensamos en nuestra madre que ha llegado al Cielo con Jesús, y ese día hacemos fiesta a ella.

Quisiera dirigir un saludo a los musulmanes de mundo entero, nuestros hermanos, que hace poco han celebrado la conclusión del mes del Ramadán, dedicado de forma particular al ayuno, a la oración y a la limosna. Como he escrito en mi mensaje para esta ocasión, deseo que cristianos y musulmanes se comprometan para promover el respeto recíproco, especialmente a través de la educación de las nuevas generaciones.

Saludo con afecto a  todos los romanos y los peregrinos presentes. También hoy tiene la alegría de saluda algunos grupos de jóvenes: en primer lugar a los venidos desde Chicago, en peregrinaje a Lourdes y Roma; y después a los jóvenes de Locate, de Predore y Tavernola Bergamasca, y los Scout de Vittoria. Os repito también a vosotros las palabras que han sido el tema del gran encuentro de Río: "Id y haced discípulos entre todas las naciones".

¡A todos vosotros, a todos, os deseo un feliz domingo y buen provecho! ¡Hasta luego!

Traducido del italiano por Rocío Lancho García

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Testigos de la Fe


Bogotá acogerá el próximo Congreso Mundial de la Misericordia
Se celebrará del 15 al 19 de agosto de 2014

Por Redacción

ROMA, 11 de agosto de 2013 (Zenit.org) - La Conferencia Episcopal de Colombia ha anunciado que Bogotá será la sede del tercer Congreso Apostólico Mundial de la Divina Misericordia, bajo el lema: "misericordia nuestra misión en un solo corazón" y tendrá lugar en agosto del próximo año.

Monseñor Julio Hernando García, obispo de Istmina Tadó, director del Comité Organizador de este evento, lo anunció en rueda de prensa manifestando su alegría por la designación de ser sede para este evento y señaló que este congreso será una plataforma para sanar las heridas del conflicto que ha sacudido al país por más de 60 años.

El prelado añadió que "toda la problemática que estamos viviendo y experimentado en el país plantea para nosotros un desafío enorme, de tal manera que el congreso no puede ser simplemente una experiencia piadosa, tiene que tener además una trascendencia social que implique unos compromisos políticos y económicos y unas realidades muy concretas", según anuncian en un comunicado de la Conferencia Episcopal Colombiana.

También el cardenal Cristóbal Schönborn, arzobispo de Viena y presidente del Congreso, indicó que "esta es una gran oportunidad para Colombia porque el país está en un proceso de reconciliación y de paz y cuanto más se conoce el mensaje de la misericordia de Dios, más se es capaz de vivir todo esto".

"Lo importante -desde la fe- es el perdón, resaltando que "la paz no se va a establecer con la firma en La Habana (Cuba), debe haber paz, reconciliación y perdón en el corazón y esto obliga a la misericordia", agregó por su parte el secretario de la Conferencia Episcopal, monseñor José Daniel Falla Robles.

"No sabemos el proceso de paz como terminará finalmente, ojalá lo supiéramos todos, pero el Congreso de la Misericordia va después de esto, la Iglesia con firma o sin firma tiene el deber de trabajar por la misericordia, es un deber nuestro acercarnos al dolor de cada persona, de hecho misericordia viene de acercarse con el corazón a los que sufren, a la miseria humana, a las injusticias, a aquellas familias que han sido desposeídas por la violencia de nuestra patria, hay que crear una mentalidad de cercanía con aquellos que sufren".

El primer Congreso tuvo lugar Roma en el 2006 y la segunda edición fue en Polonia en el 2011. El de Bogotá se realizará entre el 15 al 19 de agosto de 2014.

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Educación


"Grandes retos una misma identidad Congreso de Educación Católica en Chile
Organizado por el Área de Educación de la Conferencia Episcoal de Chile y FIDE para abordar aspectos como la identidad, desafíos y la calidad de la escuela Católica en el contexto actual chileno

Por Redacción

ROMA, 11 de agosto de 2013 (Zenit.org) - “Grandes retos una misma identidad” es el nombre del Congreso de Educación Católica que se inauguró este jueves 8 y finalizó el sábado 10 de agosto en un encuentro que reúne a cerca de 600 personas.

En el acto inaugural estuvieron presentes el obispo de Temuco y presidente del Área de Educación de la Conferencia Episcopal de Chile, monseñor Héctor Vargas; el presidente de la Federación de Instituciones de educación Particular, FIDE, hermano Jesús Triguero; el secretario general de la Oficina Internacional de Educación Católica, padre Ángel Astorgano; el encargado de Negocios de la Nunciatura Apostólica, monseñor Juan Antonio Cruz Serrano; y el subsecretario de Educación, Fernando Rojas.

El hermano Jesús Trigueros señaló que el colegio católico está llamado a convertirse en un lugar de formación y promoción integral, mediante la asimilación sistemática y crítica de la cultura y en ese contexto, resaltó que la educación debe ser una educación para la libertad. “Constituye una responsabilidad estricta de la escuela poner de relieve la dimensión ética y religiosa de la cultura para activar el dinamismo espiritual del alumno y ayudar a alcanzar la libertad ética del alumno que se supone, perfecciona la sicológica”, informa un comunicado de la Conferencia Episcopal.

Por su parte, el subsecretario de Educación, habló de los desafíos a implementar, considerando que las distintas entidades presentes en el Congreso trabajan para impartir una enseñanza de calidad que pueda llegar a todos los niños independientes de su realidad socioeconómica o familiar. En este sentido, se refirió a la conciliación adecuada entre la autonomía que se les da a los sostenedores y los controles mínimos que como país nos ponemos como reglas de convivencia.

Durante el Congreso se han abordado aspectos como la identidad de la escuela Católica según Aparecida, llamadas y desafíos para la Iglesia y la educación Católica en Chile, calidad de la escuela Católica en el contexto actual chileno, y los colegios Católicos en Chile, entre otros temas.

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SANTOS Y BEATOS: EPOPEYAS DE AMOR. EJEMPLO DEL DÍA


Santa Clara de Asís
«Discí­pula de san Francisco, fundadora de la Orden de las Damas Pobres de San Damián, pionera en la historia de la Iglesia en redactar una regla dirigida a las mujeres»

Por Isabel Orellana Vilches

MADRID, 11 de agosto de 2013 (Zenit.org) - Nació en Asís, Italia, entre 1193 y 1194 en el seno de una familia aristocrática. Era hija de Favarone di Offreduccio, conde de Sasso-Rosso, y de Ortolana di Fiume. Ésta era una mujer intrépida y generosa que atendía a los pobres, estaba al frente de la casa y peregrinaba a Roma, a Tierra Santa, a Santiago de Compostela y a otros santuarios esparcidos por Italia. Ella fue la artífice de la educación espiritual de Clara, que heredó muchas de sus virtudes, además de su amor a la oración y a las obras de caridad con los necesitados. Dado su origen nobiliario se cree que la santa debió recibir una formación cultural acorde con su estatus social, aunque no hay datos que lo corroboren, como también le enseñarían las labores propias de la época: hilar y tejer, así como cualquier aspecto apropiado para alguien de su alcurnia.

Nada más iniciarse el siglo XIII la guerra que enfrentó a los ciudadanos de Asís dividiéndolos en bandos, obligó a su familia a exiliarse a Perusa. En el transcurso de la misma cayó prisionero el futuro santo de Asís, que luego sería liberado. Al final de esta contienda, hacia 1205, Clara y su familia regresaron a la ciudad. Poco después se produjo la conversión de Francisco, hecho que corrió como un reguero de pólvora por Asís al tratarse del hijo de un rico comerciante y líder absoluto de los jóvenes de la ciudad. Es posible que la santa fuese testigo del radical desprendimiento evangélico de Francisco efectuado ante el obispo y en presencia de su padre, además de muchos ciudadanos, porque su domicilio paterno se enclavaba en la céntrica plaza de la catedral (hoy con el nombre de San Rufino). Clara escuchaba con atención las noticias que circulaban por Asís sobre la conversión del heredero de los Bernardone y sus primeras correrías apostólicas con otros jóvenes de diversas clases sociales que habían quedado seducidos por Cristo. Ella se afanaba en cultivar el ayuno y la oración, al tiempo que socorría a los pobres, muchas veces ocultando los alimentos entre sus vestidos.

Sus padres la preparaban para casarla como correspondía a su alcurnia. Pero ya había elegido la virginidad y la pobreza como formas de vida. Le llamaba poderosamente la atención la austeridad de Francisco y sus seguidores. Conocía su lugar de reunión: la ermita de Santa María de los Ángeles (la Porciúncula). Y aunque contaba con la frontal oposición de su familia, durante cinco años estuvo sopesando la idea que se había clavado en sus entrañas de compartir el mismo ideal del Poverello. En ese tiempo se entrevistó con él a escondidas en varias ocasiones a las puertas de la Porciúncula. Finalmente, el Domingo de Ramos bien de 1211 o de 1212, ella también abandonó familia, títulos, bienes, prestigio…, y se dirigió a la ermita. Fue recibida por Francisco y sus seguidores que entonaban solemnemente el Veni Creátor Spíritus. Dentro de la iglesia, la joven se desprendió de sus vestiduras y tomó el áspero hábito. En el suelo quedaron esparcidos sus cabellos cercenados por Francisco dejando al descubierto la nuca que a partir de ese instante cubrió con negra toca.

A continuación, el santo la condujo al monasterio de San Pablo de las Abadesas, situado en Bastia Umbra. Así prevenía las gravísimas consecuencias que esta decisión tendría en su familia, como así fue. Pensó también que la tutela que la joven recibiría en el monasterio y los votos realizados la preservarían de tener que regresar a casa. Además, al haber legado todos sus bienes, Clara no poseía dote alguna para ingresar en el convento como habría hecho en condiciones normales. Tuvo que hacerlo como sierva, algo que aún incrementó más la contrariedad de sus padres que veían en ello algo humillante para una rica aristocrática. Cuando intentaron disuadirla y llevarla junto a ellos, se descubrió su cabeza tonsurada, y así ahuyentó sus propósitos. La determinación de la joven era irrevocable, y cuando las aguas se calmaron un poco, se trasladó a la comunidad del Santo Angel de Panzo, uniéndose a religiosas que llevaban vida comunitaria. Poco más tarde, su hermana Inés siguió sus pasos y tomó el hábito en presencia de Francisco. Después establecidas ya en San Damián, lo hicieron Beatriz, su hermana pequeña, y su madre. El grupo fue creciendo, y de común acuerdo se abrazaron a los postulados que regía la naciente Orden franciscana, sometiéndose voluntariamente bajo obediencia.

Francisco le proporcionó las líneas que las religiosas debían seguir. Una de ellas era la limosna. En esa época ya estaban vigentes las indicaciones emanadas del IV concilio de Letrán que imponía a las nuevas órdenes regirse por una de las tres reglas existentes: la benedictina, la de san Basilio y la de san Agustín. En un primer momento, los recelos e incomprensiones les obligaron a adoptar la regla benedictina, pero Clara amaba profundamente la pobreza. De modo que acudió a Inocencio III, le solicitó y obtuvo de él, el privilegio de pobreza, y pudieron seguir plenamente el carisma franciscano, confiando únicamente en la divina providencia. Ya entonces era abadesa de la comunidad de las Damas Pobres de San Damián, fundada por ella a petición de Francisco, quien puso el gobierno de la misma en sus manos. Clara siempre le asistió y apoyó, proporcionándole consuelo humano y espiritual. Cuando San Damián pasó a depender de la Santa Sede, después del fallecimiento de Francisco, recibió el apoyo del cardenal Hugolino, futuro pontífice Gregorio IX. Ella fue la autora de la regla, primera de la historia de la Iglesia redactada por una mujer y dirigida a otras congéneres. La aprobó Inocencio IV que estuvo presente en su lecho de muerte, el 11 de agosto de 1253, donde acudió a visitarla y a darle su bendición. Había sido agraciada con numerosos carismas, entre otros, el don de milagros. Fue canonizada en Anagni por Alejandro IV el 15 de agosto de 1255.

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Comentario al Evangelio


"Fidelidad" y "prudencia" antídotos a las tentaciones del demonio
Comentario al Evangelio del XIX Domingo del tiempo ordinario. Año C

Por Don Antonello Iapicca

TAKAMATSU, 11 de agosto de 2013 (Zenit.org) -

Es "pequeño" el "rebaño" del Señor, sin embargo es enviado a salvar el mundo. Es "pequeño", pero no importa: no son las estadísticas las que deciden la calidad y la importancia de las cosas. A Gideon, preparado para combatir contra los Madianitas, el Señor le dijo que era "demasiado numerosa" la gente que estaba con él; no queria que Israel se jactara diciéndo "mi mano me ha salvado." Bastaron trescientos y los Madianitas fueron derrotados.

 Así también es hoy, quizás más que en otros momentos: "De la crisis actual emergerá una Iglesia que habrá perdido mucho. Empequeñecerá y tendrá que volver a empezar casi como desde el principio. Ya no será capaz de habitar los edificios que ha construido en tiempos de prosperidad. Con el disminuir de sus fieles, también perderá gran parte de los privilegios sociales. Volverá a empezar a partir de pequeños grupos, de movimientos y de minorías creativas que volverán a poner la fe en el centro de la experiencia... Será pobre y se convertirá en la Iglesia de los indigentes" (J. Ratzinger).

 Pobre, justo como el Papa Francisco desea que sea la Iglesia; pobre y sin embargo no le falta nada, porque goza de los únicos bienes a los que "los ladrones" no "pueden llegar" y que "la polilla" no "puede consumir." Sus pastos, en efecto, tienen el sabor de la hierba siempre fresca del Reino que el "Padre" ha querido regalar a cada uno de sus hijos, la luz de la Palabra, la fuerza de los sacramentos y la dulzura de la comunión con los hermanos. Aunque, durante el camino, tiene que pasar por los valles oscuros de la angustia y el dolor, "no teme ningún mal", porque el Buen Pastor siempre está con ella, preparándole un banquete delante de los enemigos, las tentaciones del demonio y el mal incipiente.

 Por eso los cristianos no necesitan "poseer" nada: en Cristo han encontrado todo lo que el corazón desea; pueden "vender" sus proprios bienes y "darlos en limosna" porque tienen su "tesoro seguro en el cielo"; es allí donde Jesús ha preparado sus moradas, y sus "corazones" ya habitan donde está el Amado. Con Él han vencido a la muerte que impide el amor, por eso sus cuerpos son “bolsas que no se desgastan”, cofres incorruptibles que guardan la vida incorruptible.

 Es verdad que, seducidos por una mentira, hemos vivido a menudo obligados a "servir" a un "dueño" cruel. Pero el Señor ha "llegado" en medio de nuestra "noche" de esclavitud, y ha hecho de ella una Pascua. En el seno materno de la Iglesia el "Dueño" auténtico de nuestra vida nos ha hecho parte de su "rebaño", donándonos también su Reino, dónde el Primero se hace último, y el Maestro hace "ponerse a la mesa" a sus siervos para "servirlos." 

 Este misterio se renueva cada día en la Iglesia donde Dios "nos" habla para salvar a "todos." También nos pregunta hoy si hemos "entendido" lo qué Él ha hecho en nuestra vida. Si lo hemos entendido, entonces sabremos "esperarlo" con alegría, viviendo cada instante como en una noche de Pascua. 

 Y "bienaventurados" nosotros si nuestro corazón "vela" en la escucha de su Palabra; "bienaventurados" si sabemos esperar al Señor que "vuelve de la bodas", su Misterio Pascual, donde ha rescatado para sí a cada hombre; "bienaventurados" si le "abrimos enseguida", cuando "llegue y toque a la puerta", para entrar en los momentos difíciles del matrimonio, en la relación con los hijos, con los colegas, los amigos, el novio. 

 "Bienaventurados" si estamos "preparados" para anunciar el Evangelio a todos ellos, renunciando a los criterios mundanos; "ceñidos" en la castidad de la carne y el espíritu que nos deja libres y no se apodera de ninguno, a la "espera" de que sea Dios, en su momento, quien hable a los corazones; con "las lámparas encendidas" de Caridad iluminada por la Verdad, sin compromisos. "Bienaventurados" porque si el Señor "nos encuentra trabajando así", celebrará con todos su Pascua de vida y libertad, y nos hará administradores de todos sus bienes.

 Cada "hora" puede ser la de Cristo que viene a cumplirse en nosotros. Quizás dentro de un rato, quizás en la persona "menos esperada", la más querida; quizás justo la esposa que, cansada por un día de lavadoras y planchas, no comprende nuestro nerviosismo surgido a causa de los abusos de un jefe, y nos acoge en casa con una lista de quejas tan larga que, en conparación, los 60.000 Cahiers de doléances de los Estados Generales franceses de antes de la Revolucion parecen nada. 

 Somos "administradores" de los bienes de Dios, no conducimos la historia y el tiempo no nos pertenece. Estamos llamados a la "fidelidad" y a la "prudencia" que son los antídotos a las tentaciones del demonio que nos hacen temer la cruz, enseñándonosla como debilidad e impotencia de Dios que sin duda "retrasarán" su llegada. 

 Pero no es así, el sufrimiento nos purifica y "echa sal" a los bienes, para impedirnos vivir como "siervos infieles", "golpeando" con palabras y chantajes al projimo al que somos enviados, para "comer, beber y emborracharse" saciando los apetitos de la carne. "Nos ha sido dado mucho", en amor y misericordia: por eso tambien "nos ha sido confiado mucho", la salvación de esta generación.

 Nos ha sido dada la vida y el Evangelio que la ha salvado, que constituyen la "ración de comida" que somos llamados a dar "en su momento" a la mujer, al marido, a los hijos, colegas, a todos. A través de ellos el Señor nos pide el “mucho” amor que nos ha dado; a través de todos nos reclama el testimonio del evangelio, para que sea anunciado cuando "los hombres descubran que habitan un mundo de indescriptible soledad y adviertan el horror de su pobreza. Sólo entonces verán aquel pequeño rebaño de los creyentes como algo totalmente nuevo: lo descubrirán como una esperanza para ellos mismos, la respuesta que siempre buscaron en secreto" (J. Ratzinger).

 Para nosotros está preparada "en el medio de la noche o antes del alba" - nuestra vida ofrecida al anuncio del Evangelio en cada instante - la "bienaventuranza" reservada a quien "actuará" como cordero del "pequeño rebaño" de Cristo, donándose a si mismo sin reservas.

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