15.08.13

Nuestra Señora fue elevada a los cielos

A las 12:02 AM, por Eleuterio
Categorías : General, Apostolado Laico - Comentarios de Precepto

Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

María, Madre de Dios y Madre nuestra, tenía que ir al definitivo Reino de Dios como fue pues lo tenía merecido por su propio ser.

Y, ahora, el artículo de hoy.

Asunción de la Madre de Dios

Tantas y tantas veces tenemos y debemos recordar a nuestra Madre que vale la pena, aunque sea de forma muy humilde, dedicarle lo que, como propio, hacemos en el Santo Rosario allí donde le corresponden ser gloriosos a los misterios.

Regina in caelum assumpta
(Reina elevada al cielo)

Destinada a la luz desde el principio,
esperanza desde el principio, seno desde el principio.
Por ocupar lugar especial en el corazón de Dios y ser destino
por ser cauce, por estar presente en el plan divino
de búsqueda del Hombre, conocedor el Padre de su voluntad;
por tener espacio para ella en la Redención eterna
y encontrar, en su boca, la respuesta que amaba Dios;
por vencer el miedo de lo que sucedía, Gabriel esperante,
y ser música amable a los oídos de quien ama.

Refulgente estrella en el mar del cielo inmenso,
reina del Reino del que ora su llegada, nueva Eva
para una nueva Alianza.

Por estar iluminada con el sendero áureo del depósito paterno,
tierra donde sembró Dios el Espíritu que cubrió su alma,
fidelidad perpetua que no tiene ni ama el desdén,
causa del amor, sangre estimada.

Por no dejarse vencer por el maligno y esperar, paciente,
que se cumpliera la profecía y sintiera la espada
su corazón atravesar; por recorrer, tras el Hijo,
el camino golgotario y de terrible recuerdo, amando, así, esa gloria;
por esperar, amante, el momento álgido del fin,
entregando su ahora a la voluntad de Dios;
por haber aceptado la Revelación y ser espejo fiel
para el Hijo, por haber servido como esclava del Padre,
por haber hecho de su cuerpo refugio,
por haber dado fin al olvido a tener en su corazón
cada paso de Cristo, por haber sido el resplandor de la sabiduría
y la hermosura del amor haber encarnado.

Quiso Dios, por esto y lo ignorado y que sólo Él sabe,
que encontrase lugar en su Reino, acomodo en su Reino,
incorrupción en su Reino.

Quiso Dios que su luz no dejara de brillar para nosotros,
que nunca, por nada, su mirada dejara de ser refugio de sus hijos,
que nuestros ruegos fueran, así, objeto de su mediación,
sustento de nuestra fe, fermento que nos construya.

Amén y mil veces amén.

¡Madre elevada al cielo, ruega por nosotros!

Eleuterio Fernández Guzmán