30.08.13

Eppur si muove - ¿Pero es que no hay nadie que ponga a este hombre de patitas en la calle?

A las 12:03 AM, por Eleuterio
Categorías : General, Eppur si muove

Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

La perseverancia en el amor y el perdón ha de ser muy extensa y Dios bien lo sabe.

Y, ahora, el artículo de hoy.

No diré que esto dicho ahora sea el colmo pues hace mucho tiempo que este hombre colmó la paciencia de cualquier católico. Eso sí, parece que nada de lo que diga es suficiente y, claro, se va creciendo y, así, deja mal no a él mismo (que ya está más que perdido) sino a las personas que deberían hacer lo que no hacen.

En realidad es triste, por lo que supone de inacción de parte de quien debe actuar, cuando, de tanto en tanto, debemos dedicar un tiempo (muy necesario, por cierto) a refutar lo que dice esta persona porque no se cansa de decir lo que dice y no ceja en su empeño de ser zaherido, con merecimiento, por quienes creemos que lo que no puede ser, no puede ser.

Ciertamente, nos gustaría no tener que estar ocupados con esto pero es que, con franqueza lo digo, no nos dejan más remedio que decir lo que decimos pues no vaya a creerse nadie eso de que quien calla otorga. Y aquí otorgar sería lo mismo que traicionar, vender la fe y dejar que se prostituya (“Dicho de una persona: Deshonrar, vender su empleo, autoridad, etc., abusando bajamente de ella por interés o por adulación”) quien actúa de determinada y reiterada forma.

La verdad es que clama al cielo (nunca mejor dicho) que no haya forma humana ni espiritual de quien tiene que hacer lo que tiene que hacer no lo haga y se dedique, más de uno, a mirar para otro lado diciendo algo así como “este hombre… es que es como es” o cosas por el estilo. Pero mojarse, lo que se dice mojarse, da la impresión de que hay jerarquías que no les gusta nada el agua, pero nada de nada. Y eso es, además, vergonzante y algo impresentable.

A lo mejor nos a va tener que dar por pensar que hay algunas jerarquías que piensan o creen lo mismo que esta persona y, por eso, nada hacen en su contra. Sí, digo en su contra porque es lo que hay que hacer.

El caso es que esta persona lleva muchos años defendiendo todo lo contrario que la doctrina de la Iglesia católica defiende. Son, en efecto, demasiado tiempo escribiendo y hablando acerca de esto y de lo otro pero de un esto y de un lo otro que nada tiene que ver con lo que transmite la Esposa de Cristo. Vamos, que se parece lo que dice y habla como un huevo a una castaña. Pero, al parecer, personas hay que, pudiendo hacer lo que deberían haber hecho hace mucho tiempo, quieren hacer pasar el huevo por la castaña o la castaña por el huevo y hacernos comulgar con ciertas ruedas de molino que, en verdad, por lo que supone en escándalo que provoca tal persona, ya sabe qué debería hacer con ella. Y es que Cristo ya dijo, en una ocasión eso del escándalo a los pequeños en la fe (y, por eso, más indefensos ante los lobos con piel de oveja o de lobo) y qué consecuencias trae. Vamos, eso era lo que dijo el Hijo de Dios pero ciertos hermanos suyos cambian eso de “trae” por “ya veremos si trae” o, en todo caso, “para qué…”.

¿Para qué? Pues, por ejemplo, para que nadie se siga ciscando en la fe católica y quedándose más que bien después de haberse ciscado en ella. Y, además, se hace el gracioso con ciertas interpretaciones, con ciertas fábulas que se inventa el gachó…

Resulta que a este individuo, siempre imaginativo en lo que no toca serlo, cambia el Génesis para adaptarlo a lo moderno y más chachi, como otros hacen.

Dice esto:

“Creced, multiplicaos”. Crecer, siempre. Multiplicarse, no siempre. Para crecimiento de vuestro amor mutuo, acariciaos. Que la caricia sea expresión de ternura, vehículo de comunicación, expansión lúdica y descanso corporal. Y lo de multiplicarse, cuando sea oportuno, que se haga responsablemente, acogiendo la nueva vida naciente.”

Ya ven ustedes…

Y es que esto penúltimo escrito (a lo mejor ha pergeñado otra cosa) es un eslabón de una cadena de oprobios ya demasiado larga porque el “jesuita” Juan Masiá es una persona poco recomendable para ser católica y de la que tendríamos que estar más que lejos por más que haya algunos que lo inviten a conferenciar en sus aquelarres teológicos.

Por eso pregunto, con el título de este artículo: ¿Pero es que no hay nadie que ponga a este hombre de patitas en la calle?

Y sí, digo de “patitas en la calle”. De todas formas hace tiempo que está fuera de la Iglesia católica. Pero, en fin… uno espera que quien corresponda certifique un adiós que tiene más que merecido pues tener que esperar a que la naturaleza cumpla con su función es, ciertamente, preocupante. Entonces, claro, desapareció la rabia pero ¿qué tal si desaparece antes?

Vamos, digo yo.

Eleuterio Fernández Guzmán