6.09.13

Los mártires, medicina contra el rencor

A las 5:17 PM, por Santiago Mata
Categorías : Sin categorías

La devoción a los mártires, en concreto ahora y en España a los de la Guerra Civil, es el mejor remedio contra el resentimiento del que, desgraciadamente, está llena nuestra sociedad. Estoy seguro de que la beatificación del 13 de octubre ayudará en este sentido.


¿Qué enseñan los mártires de una guerra?

Como hacía el Aquinate al comenzar sus cuestiones, videtur quodParece que recordar crímenes de una guerra, y encima crímenes cometidos todos en un solo bando, no es lo mejor para lograr la paz y la reconciliación.


Sed contra est, aquello de que la historia es maestra de la vida. Toda la historia. Es cierto también que la condición humana es tal, que como según parece decía T.S. Elliot, no podemos aguantar demasiada realidad. En un orden de cosas semejante, René Girard afirma que la violencia fratricida está en la base de toda sociedad, pero que, como es demasiado crudo reconocernos asesinos, maquillamos esa violencia, para que no se vea la crueldad sufrida por el vencido, al que de paso se dignifica de algún modo, confiando de esa forma en que se conforme con una situación que, siendo injusta, al menos es mejor que la reclamación de una justicia estricta que implicaría una espiral de violencia.


A mi entender, para “compensar” las injusticias cometidas contra el bando que perdió la guerra (el republicano), durante muchas décadas, y desde luego desde que se instauró “por decreto” la reconciliación, se ha dejado que ese bando interpretara a su gusto todo lo sucedido en la guerra. Se le dejó el campo de la cultura y de la historiografía: No eran tan “malos” como para haber perdido una guerra y que se castigaran sus crímenes (que pasan a ser solo presuntos) y no se les dejara participar en la vida política… En ese contexto los mártires serían sumamente incómodos, pues supuestamente recordarían crímenes de estos que se venían haciendo pasar por “los buenos“.


El esquema, obviamente, falla, porque la realidad se impone a las historietas de buenos y malos. El tiempo, me parece, ha demostrado que, aunque la falsa compensación mostrada en el esquema girardiano mitigue por un tiempo la codicia de querer quitar al otro lo que tiene o el deseo de venganza, ambos reaparecen. Zapatero demostró que 70 años no son suficientes para impedir el deseo de ganar la guerra perdida. Y la injusticia de tratar de convertir en malos a los “nacionales” y en bondadosos legalistas a los “republicanos” se convierte en un paso más en la espiral del rencor: la justicia humana siempre es imperfecta y, aunque no lo fuera, deja resentimiento porque el corazón del hombre pide algo distinto.


El perdón que evidencia el amor

La enigmática sonrisa del beato Martín Martínez Pascual, al que dediqué el anterior post, tiene, a mi entender la respuesta. Lo verdaderamente genuino del cristianismo es el perdón. Y sólo el perdón elimina -con la gracia de Dios, definitivamente- el rencor. Como Girard reconoció, el sacrificio de Cristo, y en esa línea el de los cristianos que aceptan el martirio, no es un sacrificio humano corriente, y no solo porque sea voluntario -también muchos soldados aceptan heroicamente la muerte-, sino porque arrastra consigo, perdonándola, la culpa del que mata. Suprime, en cierta medida, la injusticia, desde luego en una medida que supera aquello a lo que la humana justicia puede aspirar. De ahí que, aunque supuestamente explicitar el perdón no sea un elemento imprescindible, sí está implícito en la intención de todo martirio (empezando por el de Cristo, el de San Esteban, etc: perdónales porque no saben, no les tengas en cuenta este pecado), en la medida en que es un sacrificio que trata de obedecer la voluntad de Dios, y por tanto de reparar el pecado.

La devoción a los mártires me parece, en definitiva, la mejor medicina contra el rencor que subyace en nuestra sociedad -porque nuestro orden político lo heredamos de esa lucha fratricida, y porque las rencillas ideológicas, regionales, y hasta familiares evidencian que ni unos ni otros han perdonado- y puesto que los mártires ni participaron en la lucha ni apoyaron al bando ganador, no es óbice para proponerlos como ejemplo -y ponernos bajo su intercesión- el hecho de que solo los matara uno de los bandos: también a Cristo lo mataron judíos y romanos y nosotros, no siendo ni una cosa ni otra, no por eso dejamos de sentirnos parte de esa historia, tanto por el mal que hemos hecho o podemos hacer, y que comprendemos que se lo hacemos a Cristo, como por el beneficio que de la redención obtenemos, y que está en la base de todo el bien que podemos hacer (y el mal que podemos reparar).

Algún eclesiástico ha comentado que no se beatifica a más mártires de la Guerra Civil para no abrir viejas heridas”, lo cual como explicación de la próxima beatificación de Tarragona resulta desde luego un argumento muy galaico. Es decir, podrían ser más, pero la Iglesia con mucho tacto procura beatificar a aquellos en los que es muy evidente que perdonaron y que no hay por donde ponerles pega de si eran de derechas o habían actuado en política… Pero mientras se responde a la objeción antes de que la pongan, no se explica la beatificación, se presenta casi como un mal menor y se sigue respaldando la tesis de que supuestamente los mártires tuvieron algo que ver con el bando vencedor sólo porque los mataron esos vencidos a los que tanto hay que mimar.

Peregrinaciones e información diocesana

En la misma línea de dar alguna información sin explicar nada, nos llega la noticia de que la diócesis de León tiene 21 personas entre los que serán beatificados en Tarragona (y 7 sacerdotes diocesanos más en proceso); el obispo de Terrassa nos cuenta quiénes fueron los mártires de Tarragona del año 259, pero no de qué año y en qué circunstancias murieron los que ahora serán beatificados; Forum Libertas ha recordado recientemente datos sobre la procedencia de los mártires; el lunes 9 a las 20h se presentan en sociedad en la catedral madrileña de la Almudena el himno y la música de la misa de beatificación, interpretados por la orquesta y coro de la JMJ de Madrid 2011; El Correo Gallego dedica un artículo al mártir capuchino Fernando Olmedo. Entre las diócesis que ya han organizado peregrinaciones, puedo dar cuenta de las de San Sebastián, Jaén, Lugo -ambas resaltando el caso del mártir Manuel Basulto, que antes de ser obispo de la capital jienense lo había sido de la lucense-, Cartagena y Ávila; por su parte, Tarragona aporta 500 voluntarios en la organización del evento. Las Hijas de la Caridad (vicencianas) han hecho una web sobre sus futuras beatas.