Homilía del Papa en la fiesta de la Santa Cruz

Solo con oración y las lágrimas se puede penetrar en el gran misterio de la Cruz

 

El misterio de la Cruz es un gran misterio para los seres humanos, al cual solo puede aproximarse en la oración y en las lágrimas: esto es lo que ha dicho la mañana del sábado el papa durante la misa celebrada en Santa Marta, el día en que la Iglesia celebra la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz. En el misterio de la Cruz, encontramos la historia del hombre y la historia de Dios, sintetizados por los Padres de la Iglesia en la comparación entre el árbol del Paraíso, y el árbol de la Cruz, recordó el Papa.

14/09/13 6:22 PM


(Catholic.net/InfoCatólica) En su homilía, el Papa recordó que la historia de la salvación del hombre se resume en la comparación entre el árbol del conocimiento del bien y del mal, el pecado primero del hombre, en el Paraíso y el árbol de la salvación por la muerte de Cristo, el árbol de la Cruz:

«Ese árbol había hecho tanto mal y este árbol nos lleva a la salvación, a la salud. Perdona aquel mal. Este es el camino de la historia del hombre: un camino para encontrar a Jesucristo, el Redentor, que da la vida por amor. En efecto, Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por medio de Él. Este árbol de la Cruz nos salva, a todos nosotros, de las consecuencias de ese otro árbol, donde comenzó la autosuficiencia, el orgullo, la soberbia de querer conocer –nosotros–, todo, según nuestra mentalidad, de acuerdo con nuestros criterios, incluso de acuerdo a la presunción de ser y de llegar a ser los únicos jueces del mundo. Esta es la historia del hombre: desde un árbol a otro».

En la cruz está también «la historia de Dios para que podamos decir que Dios tiene una historia». Es un hecho que, «Dios ha querido asumir nuestra historia y caminar con nosotros»: se ha abajado haciéndose hombre, mientras nosotros queremos alzarnos, y tomó la condición de siervo, haciéndose obediente hasta la muerte en la Cruz, para levantarnos:

«¡Dios hace este camino por amor! No hay otra explicación: solo el amor hace estas cosas. Hoy miramos la Cruz, historia del hombre e historia de Dios. Miremos esta Cruz, donde se puede probar aquella miel de aloe, aquella miel amarga, la dulzura amarga del sacrificio de Jesús. Pero este misterio es tan grande, que nosotros solos no somos capaces de ver bien este misterio, no tanto para entender–sí, entender..., sino sentir profundamente la salvación de este misterio. En primer lugar, el misterio de la Cruz. Sólo se puede entender un poco de rodillas, en la oración, pero también a través de las lágrimas: son las lágrimas las que nos acercan a este misterio».

«Sin llorar, un llanto en el corazón –enfatizó el papa Francisco–, no se podrá «jamás comprender este misterio». Y «el llanto del arrepentido, el llanto del hermano y de la hermana que ven tanta miseria humana» y la ven en Jesús, pero «de rodillas y llorando» y «nunca solos, nunca solos!».

«Para entrar en este misterio, que no es un laberinto pero se parece un poco, siempre tenemos necesidad de la Madre, de la mano de la mamá. Que ella, María, nos haga escuchar cuán grande y cuán humilde es este misterio; tan dulce como la miel y tan amargo como el aloe. Que sea ella la que nos acompañe en este viaje, no puede hacerlo nadie más que nosotros mismos. ¡Alguien debería hacerlo! Con la madre, llorando y de rodillas».

 

Traducido y adaptado del texto original de Radio Vaticana por José A. Varela.