25.09.13

La ponzoña de la Mentira

A las 9:44 PM, por Mª Virginia
Categorías : Sin categorías, Verdad, Caridad, Combate, Liberalismo, Tibieza, Mentira

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Cuando Nerón inculpó a los cristianos del incendio de Roma, debe haber habido más de un ciudadano que se previniera contra ellos, y más allá del fruto bendito del martirio que se siguió de ello, -bien mayor que Dios obtiene de todos los males-, es indudable que la calumnia original no fue un acto puramente “humano”, sino engendrado en los abismos infernales.

No es gratuito entonces -nada en la Sagrada Escritura lo es-, que Ntro. Señor designara a Lucifer como el Padre de la Mentira , homicida desde el principio (Jn.8,44) y Príncipe de este mundo (Jn. 14,30). Debemos colegir, por tanto, que alguna íntima relación causal debe haber entre

- el accionar concreto de Satanás en la historia, en el mundo concreto y real en que nos movemos –aunque sin pertenecer a él-,

- el imperio de la Mentira, y

- la persecución a los cristianos.

Puede parecer una verdad de Perogrullo este razonamiento, pero sin embargo creo que es muy oportuno a veces, “repasar las tablas de multiplicar”, cuando no nos dan las cuentas…

Hace unos cuantos años, Ntra. Señora de Fátima, rompiendo seguramente el protocolo de lo “eclesiásticamente conveniente”, según nuestros miserables criterios actuales, designó al Marxismo, en ese momento representado por Rusia, al pedir su Consagración advirtiendo que de lo contrario, “esparcirá sus errores por el mundo, promoviendo guerras y persecuciones de la Iglesia: los buenos serán martirizados; el Santo Padre tendrá que sufrir mucho; varias naciones serán aniquiladas…”

En un Mensaje de Ntra. Señora al p. Stefano Gobbi -que por supuesto no tiene la relevancia de las Apariciones, pero que tampoco ha merecido ningún tipo de censura adversa de la Iglesia, sino más bien, estímulo-, se lee:

Solo el Espíritu del Señor puede vencer la potencia y la fuerza victoriosa del enorme Dragón Rojo, que en este su siglo, se ha desencadenado por doquier, de una manera terrible, para seducir y engañar a toda la humanidad. El enorme Dragón Rojo es el comunismo ateo que ha difundido por todas partes el error de la negación y el obstinado rechazo de Dios.
El enorme Dragón Rojo es el ateísmo marxista, que se presenta con diez cuernos, es decir con la potencia de sus medios de comunicación, para conducir a la humanidad a desobedecer los diez Mandamientos de Dios, y con siete cabezas, sobra cada una de las cuales hay una diadema, signo de poder y de realeza, las cabezas coronadas indican las Naciones en las que el comunismo ateo se ha establecido y domina con la fuerza de su poder ideológico, político y militar.
La enormidad del Dragón manifiesta claramente la gran extensión de la tierra ocupada por el dominio incontrastado del ateísmo comunista. Su color es rojo porque usa la guerra y la sangre como instrumentos de sus numerosas conquistas.
El enorme Dragón Rojo en estos años ha logrado conquistar la humanidad con el error del ateísmo teórico o practico, que ya ha seducido a todas las naciones de la tierra. De este modo se ha logrado construir una nueva civilización sin Dios, materialista, egoísta, hedonista, árida y fría, que lleva en sí los gérmenes de la corrupción y de la muerte.
El enorme Dragón Rojo tiene el objetivo diabólico de sustraer toda la humanidad al dominio de Dios, a la glorificación de la Santísima Trinidad, a la plena actuación del designio del Padre que, por medio del Hijo, la ha creado para su Gloria. (Mensaje en el Santuario de Tindari Sicilia, 14 de Mayo de 1989).

Ahora bien, ¿puede un hijo mantenerse indiferente ante lo que provoca la conmoción del Corazón de su Madre, y que Ella señala como peligro?

Dicho en otras palabras, ¿pueden los católicos que tienen cierta idea de la historia y de la fe, mirar para otro lado, sosteniendo que no tenemos que hablar de ello, porque eso sería “meternos en temas políticos”? Parece que no es muy lógica esa actitud, y que las definiciones políticas vienen en cambio exigidas por nuestra condición de cristianos, si pretendemos ser sal, luz y levadura.

¿Y se puede tener una definición responsable si no se tiene como premisa, un somero conocimiento al menos, de la verdad histórica? Personalmente, lo veo muy difícil.

¿Y por qué tanta necesidad de la Verdad? Porque ella es ni más ni menos, que condición para la Vida, en simétrica oposición a la relación que guarda la Mentira con la Muerte. Y el enemigo, que suele ser generalmente más astuto, hace que estas últimas siempre vayan de la mano, y una herramienta que jamás desdeñará es la mentira histórica, magnífica para socavar almas y conciencias, ora adormeciendo, ora enfureciendo, pero siempre arrasando a su paso con la vida verdadera.

Deberíamos entonces, en un serio examen de conciencia, preguntarnos si no es pecado grave de omisión la indiferencia ante el envenenamiento progresivo, sistemático, “oficial” de millones de almas, que van creciendo alimentadas con mentiras históricas de todo tipo.

Me parece encomiable y necesario que se monten campañas pro-vida en contra de las leyes abortistas, y me parece loable que se ultimen todos los medios necesarios para frenar la embestida de degeneración con que se pretende educar a nuestros hijos, bajo el eufemístico nombre de “educación sexual”.

Pero es terrible que no haya más asociaciones de católicos decididos a formarse con mayor seriedad en cuestiones históricas, que son caballito de batalla del enemigo en materia de educación, y que llegan, incluso, a la Jerarquía de la Iglesia. Por supuesto que hay trabajos muy lúcidos en esta dirección, pero tenemos que confesar que ni siquiera en los grandes centros educativos -colegios y universidades católicas- esta preocupación les quita el sueño, y así andamos, si ni siquiera los obligados por vocación, no son fieles en ello.

Un ejemplo, en mi patria: así como más de uno sigue creyendo el cuento del abuelito bueno que era el masón Sarmiento, una gran cantidad de católicos “de a pie” se sigue tragando “con hielo y soda” la mentira oficial del setentismo “idealista”.

No se trata de caer en el burdo juego dialéctico de saber si los integrantes del gobierno militar eran “buenos o malos”, sino sobre todo, de respetar la verdad de los hechos si de historia se trata.

Porque repudiar cierto proceder injusto –sobre todo por fundarse en una ética liberal- de la Junta Militar, no puede significar, en modo alguno, guardar silencio cuando en una institución católica se homenajea a los terroristas subversivos, y mucho menos secundar su discurso de odio frente a los jóvenes. Me dirán que es el “discurso instalado”. Pues a buscar andamios y desinstalarlo, si se quiere dormir en paz con la conciencia.

Pero la cobardía, el respeto humano –no vamos a ponernos en evidencia…- puede más, y creyendo que “no pasa nada”, se deja hacer.

Así, los padres que no se atreven a inculcar en sus hijos la vestimenta decente por no contrariar a la moda, son los que luego se asustan cuando “la nena” de 13 años queda embarazada.

Y los que no se sientan a refutar las mentiras históricas que se inoculan en libros de historia y discursos marxistas de sus docentes, creo que no tienen derecho a quejarse cuando “el nene” no quiere ir más a misa, cuando aprueba la quema de iglesias y se hace terrorista de izquierda. Las des-gracias históricas no surgen por generación espontánea; siempre tienen una raíz en el alma.

Esta mañana, en la ciudad de Buenos Aires, a dos cuadras de la Catedral Metropolitana, se ha profanado uno de los templos más antiguos de Bs. As. ingresando por los túneles que lo comunican con el Colegio Nacional de Bs. As., uno de los que en la década del ’70, guardaba un arsenal de armas de grupos de jóvenes “idealistas e inocentes” que no vacilaban en matar a quemarropa, por ejemplo, a niños de 2 años. Pero lamentablemente, ese discurso no es privativo de los colegios laicos, que en buena lógica, seguirán esa línea con un gobierno de ex – terroristas, como el que padecemos.

Lo pasmoso es que ese tipo de “línea” ideológica y mentirosa se permita, aliente, tolere, en instituciones que deben velar para que las almas crezcan en el conocimiento de la Verdad.

Espanta que los directivos laicos o consagrados, y aún los obispos, se encojan de hombros sin ver que tarde o temprano, detrás de la mentira, viene la muerte.

Pero la mentira no se puede combatir con el silencio, sino con la palabra que enseña, que corrige, que edifica.

No se puede ser tan miope e insensible como para no ver que esas almas envenenadas de odio, han sido compradas por la Sangre de Cristo. Y nuestro silencio, si nada hace cuando aún puede corregir y enseñar, será también responsable y cómplice, en el Juicio, de que tal vez ellas se malogren para toda la eternidad…

Que Nuestra Señora, que hoy hace 30 años que se manifestó en nuestra patria en San Nicolás, nos ilumine para servir, por caridad, a la Verdad.