30.09.13

 

Las obras de misericordia no están abolidas, derogadas ni pasadas de moda. Y una de ellas, la primera de las espirituales, es “enseñar a que no sabe”. ¿Enseñar el qué? Pues a conocer a Dios, a respetar, a comportarse como una persona de bien, ser educado, tolerante con los que piensan distinto. Una señora obra de misericordia.

Otro problema es la metodología, diferente como es natural dependiendo del destinatario. Con el niño de año y medio empeñado en meter sus deditos recién chupados en cada enchufe de la casa suele funcionar muy bien lo del cachete en la mano. Hay personas que aceptan muy bien el razonamiento, y otros, según el bueno de D. Camilo, necesitan un par de coscorrones para que se les pongan en orden las ideas. Decía el rey Alfonso X de Castilla que los que se hacen los tontos, con el castigo se vuelven cuerdos. Cosa de la metodología, como se ve.

Hemos sabido hace unos días que Abdul Aziz bin Abdullah, el Gran Mufti de Arabia Saudita - un país aliado con Occidente en la política mundial - ha declarado que «es necesario destruir todas las iglesias de la región». No es de extrañar. Ya sabemos todos cómo se las gastan los hermanos musulmanes: pena de muerte al converso al cristianismo y guerra sin cuartel contra el infiel. Ni alianza de civilizaciones ni gaitas. Pues bien creo que estos “hermanos” han decidido que nosotros somos los primos, y así, mientras en sus países defienden la necesidad no solo de no permitir la construcción de iglesias, sino de destruir las ya existentes, llegan a Europa y no solo levantan mezquitas por doquier sino que además piden –y les damos- terrenos para hacerlo y subvenciones si hace falta.

Somos primos. Tontos de capirote. Bobos con balcones a la calle. Memos con flecos. Y sobre todo malos, malísimos cristianos que no practicamos con los hermanos las obras de misericordia. Otra cosa es, insisto, la metodología.

No es tiempo de Lepanto, aunque entren tentaciones. Ni de venganzas rastreras ni falta de caridad, que la demagogia es tan socorrida como inútil. Es momento de enseñar al que no sabe. Es muy facilito. Tanto como llamar desde occidente – Comunidad europea- al musulmán que corresponda y decirle: buenas, que qué es eso de que no permiten construir iglesias y que además se están planteando destruir las existentes. Pues que sepan que nosotros lo mismo. ¿Qué ni una iglesia más? Pues ni una mezquita más. ¿Qué derriban iglesias? Pues cerramos mezquitas. No pasa nada, y si no les gusta pues a nosotros tampoco. A ver si aprenden.

Ya, ya… ahora me vienen los puristas y me sacarán lo del ojo por ojo. No cuela. Simplemente me respondan a estas preguntas:

¿Sigue siendo válido eso de “enseñar al que no sabe”?

¿Creen que a los musulmanes hay que enseñarles a respetar a los que piensan de forma diferente?

¿Se les ocurre alguna forma? A un servidor lo de la reciprocidad. Pero estamos abiertos.