ZENIT

El mundo visto desde Roma

Servicio diario - 12 de octubre de 2013

La frase del día

'María insondablemente generosa, por un huevo dará un buey'

San Luis María Grignon de Montfort  (1673 - 1716 )

 


El papa Francisco

El papa recibió a la Virgen de Fátima en la plaza de San Pedro
Miles de pañuelos blancos para saludar a María. Se rezó el Vía Matris

Francisco a la Virgen de Fátima: 'María, te damos gracias por tu fe'
Homilía del papa en la Jornada Mariana del Año de la Fe. Todos los nudos de la conciencia pueden desatarse. Pido a María que me ayude a tener confianza en la misericordia de Dios

El papa Francisco: 'La Iglesia es mujer y madre'
En los 25 de la carta apostólica Mulieris Dignitatem. No reducir la mujer a un papel social, o hacerle cubrir roles masculinos que le quitan su característica femenina

Mirada al mundo

Jornada Mariana: La gracia de Lourdes de fuerte impacto para el mundo
Entrevista al rector del santuario francés. Participarán peregrinos de España, Italia, de diversos países y se sumará la diócesis

Desde el santuario de Washington: 'Necesitamos la intercesión de María'
Entrevista al rector de la Inmaculada Concepción: 'Que la consagración a María traiga frutos como la jornada de oración por Siria'

Perú: muestra 'La cruz gloriosa, es el árbol de nuestra salvación'
Presentación del 21 de octubre al 29 de noviembre

Homilética

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL XXVIII DOMINGO C

SANTOS Y BEATOS: EPOPEYAS DE AMOR. EJEMPLO DEL DÍA

San Serafín de Montegranario
«Lego capuchino. Hizo de la pobreza el santo y seña de su vida; poseía un crucifijo de latón, un rosario, un manto raído, y un corazón tan grande que no le cabía en el pecho. Fue agraciado con el don de milagros»


El papa Francisco


El papa recibió a la Virgen de Fátima en la plaza de San Pedro
Miles de pañuelos blancos para saludar a María. Se rezó el Vía Matris

Por Redacción

CIUDAD DEL VATICANO, 12 de octubre de 2013 (Zenit.org) - En una plaza de San Pedro repleta, en donde miles de fieles agitaban sus pañuelos blancos, entró la imagen de la Virgen de Fátima cargada por cuatro Heraldos del Evangelio y escoltada por la Guardia Suiza hasta el obelisco central de la plaza. Allí los sediarios pontificios, o sea quienes cargaban cuando existía, la silla gestatoria papal, pasaron a llevar la imagen de María, que la representa cuando se apareció en 1917 a los tres pastorcitos en Fátima.

El papa con su habito blanco salió a la plaza en medio de los aplausos y mons. Fisichella recordó nuevamente que “la Virgen se hizo peregrina con los peregrinos”.

Mientas el coro de la pontificia Capilla Sixtina cantaba “el 13 de mayo” la imagen fue desde el obelisco, cargada por los 'sediarios' y acompañada por dos guardias suizos y dos gendarmes vaticanos hacia la basílica, en cuya explanada le esperaba el papa Francisco.

Allí el santo padre se acercó y la beso. A continuación se rezó la Vía Matris, oración mariana de siete estaciones, intercalándola con música, también de instrumentos como el arpa.

Después de la homilía en la que el santo padre invita a tener confianza en María, pues ella nos puede ayudar a resolver los nudos de conciencia más difíciles, y de agradecerle por su fe, impartió la bendición y se cantó la Salve Regina.

Desde la plaza de San Pedro la imagen fue al helipuerto del Vaticano, desde donde partió hacia el santuario del Divino Amor, a 15 kilómetros de allí, para la vigilia internacional con nueve santuarios del mundo.

La imagen es la del Santuario de Fátima, que los fieles pueden venerar en la llamada 'Capilla de las apariciones' y ha salido del santuario portugués solamente en circunstancias solamente extraordinarias . Una de ellas fue para la consagración que Juan Pablo II hizo del mundo al Inmaculado Corazón de María.

“Juan Pablo II en 1984, delante de la imagen de Nuestra Señora de Fátima, en Roma, consagró el mundo y Rusia al Inmaculado Corazón de Maria, en unión con los obispos del mundo entero. Más tarde, la vidente Lucia confirmó que ese acto de consagración fue realizado en consonancia con el pedido de Nuestra Señora. El año 2000, en el Jubileo de los Obispos, siempre Juan Pablo II consagró el nuevo milenio a Nuestra Señora, de nuevo delante de esta misma imagen, en Roma” le indicó en reciente entrevista el rector del santuario de Fátima a ZENIT.

La corona de la imagen de Fátima lleva la munición que hirió al papa Juan Pablo II en el atentado del 13 de mayo de 1981, realizado por mano de Ali Agca en la plaza de San Pedro y cuyos mandantes nunca pudieron ser identificados con certeza.

El rector del santuario de Fátima recordó también que el 13 de mayo cuando el papa pidió que consagraran su ministerio a Nuestra Señora, sig­nificó "entregar a Maria con confianza al papa Francisco, para que Ella lo ayude, proteja y lo guíe; para que Ella sea su ejemplo de entrega a Dios, de escucha atenta a su Pala­bra, de disponibilidad a su voluntad, de docilidad al Espíritu Santo, de oración". 

LEER LA HOMILÍA QUE HIZO EL PAPA FRANCISCO

El "Vía Matris"

Así como en el plan salvífico de Dios están asociados Cristo crucificado y la Virgen dolorosa, también los están en la Liturgia y en la piedad popular.

Como Cristo es el "hombre de dolores" , por medio del cual se ha complacido Dios en "reconciliar consigo todos los seres: los del cielo y los de la tierra, haciendo la paz por la sangre de su cruz", así María es la "mujer del dolor", que Dios ha querido asociar a su Hijo, como madre y partícipe de su Pasión (socia Passionis).

Desde los días de la infancia de Cristo, toda la vida de la Virgen, participando del rechazo de que era objeto su Hijo, transcurrió bajo el signo de la espada. Sin embargo, la piedad del pueblo cristiano ha señalado siete episodios principales en la vida dolorosa de la Madre y los ha considerado como los "siete dolores" de Santa María Virgen.

Así, según el modelo del Vía Crucis, ha nacido el ejercicio de piedad del Vía Matris dolorosae, o simplemente Vía Matris, aprobado también por la Sede Apostólica. Desde el siglo XVI hay ya formas incipientes del Vía Matris, pero en su forma actual no es anterior al siglo XIX. La intuición fundamental es considerar toda la vida de la Virgen, desde el anuncio profético de Simeón hasta la muerte y sepultura del Hijo, como un camino de fe y de dolor: camino articulado en siete "estaciones", que corresponden a los "siete dolores" de la Madre del Señor.

 El ejercicio de piedad del Vía Matris se armoniza bien con algunos temas propios del itinerario cuaresmal. Como el dolor de la Virgen tiene su causa en el rechazo que Cristo ha sufrido por parte de los hombres, el Vía Matris remite constante y necesariamente al misterio de Cristo, siervo sufriente del Señor, rechazado por su propio pueblo. Y remite también al misterio de la Iglesia: las estaciones del Vía Matris son etapas del camino de fe y dolor en el que la Virgen ha precedido a la Iglesia y que esta deberá recorrer hasta el final de los tiempos.

El Vía Matris tiene como máxima expresión la "Piedad", tema inagotable del arte cristiano desde la Edad Media.

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Francisco a la Virgen de Fátima: 'María, te damos gracias por tu fe'
Homilía del papa en la Jornada Mariana del Año de la Fe. Todos los nudos de la conciencia pueden desatarse. Pido a María que me ayude a tener confianza en la misericordia de Dios

Por Redacción

CIUDAD DEL VATICANO, 12 de octubre de 2013 (Zenit.org) - Texto completo de la homilía del papa Francisco a los píes de la imagen de la Virgen del santuario de Fátima, en la Jornada Mariana que es parte del Año de la Fe. 

 Queridos hermanos y hermanas
:

Estamos aquí, en este encuentro del Año de la fe dedicado a María, Madre de Cristo y de la Iglesia, Madre nuestra. Su imagen, traída desde Fátima, nos ayuda a sentir su presencia entre nosotros. María siempre nos lleva a Jesús. Es una mujer de fe, una verdadera creyente. ¿Cómo es la fe de María?


El primer elemento de su fe es éste: La fe de María desata el nudo del pecado (cf. lg, 56). ¿Qué significa esto? Los Padres conciliares han tomado una expresión de san Ireneo que dice así: «El nudo de la desobediencia de Eva lo desató la obediencia de María. Lo que ató la virgen Eva por su falta de fe, lo desató la Virgen María por su fe».


El «nudo» de la desobediencia, el «nudo» de la incredulidad. Cuando un niño desobedece a su mamá o a su papá, podríamos decir que se forma un pequeño «nudo». Esto sucede si el niño actúa dándose cuenta de lo que hace, especialmente si hay de por medio una mentira; en ese momento no se fía de la mamá o del papá.

Ustedes lo saben. ¡Cuántas veces pasa esto! Entonces, la relación con los padres necesita ser limpiada de esta falta y, de hecho, se pide perdón para que haya de nuevo armonía y confianza.

Algo parecido ocurre en nuestras relaciones con Dios. Cuando nosotros no lo escuchamos, no seguimos su voluntad, cometemos actos concretos en los que mostramos falta de confianza en él – y esto es pecado –, se forma como un nudo en nuestra interioridad. Estos nudos nos quitan la paz y la serenidad. Son peligrosos, porque varios nudos pueden convertirse en una madeja, que siempre es más doloroso y más difícil de deshacer.
Pero para la misericordia de Dios nada es imposible. Hasta los nudos más enredados se deshacen con su gracia. Y María, que con su «sí» ha abierto la puerta a Dios para deshacer el nudo de la antigua desobediencia, es la madre que con paciencia y ternura nos lleva a Dios, para que él desate los nudos de nuestra alma con su misericordia de Padre.

Cada uno de nosotros tiene algunos y podemos pedirnos dentro de nuestros corazones cuáles son los en mi vida. ¡Eh padre! Los míos no se pueden desatar. Es una equivocación. Todos los nudos de la conciencia pueden desatarse. Pido a María que me ayude a tener confianza en la misericordia de Dios, para desatarlos, para cambiar. Ella, mujer de fe, seguro que nos dirá: ve adelante, ve a lo del Señor y ella nos lleva como madre al abrazo del Padre de la misericordia. ¿Le pido a María que me ayude a tener confianza en la misericordia de Dios para cambiar?


Segundo elemento: la de fe de María da carne humana a Jesús. Dice el Concilio: «Por su fe y obediencia engendró en la tierra al Hijo mismo del Padre, ciertamente sin conocer varón, cubierta con la sombra del Espíritu Santo» (lg, 63). Este es un punto sobre el que los Padres de la Iglesia han insistido mucho: María ha concebido a Jesús en la fe, y después en la carne, cuando ha dicho «sí» al anuncio que Dios le ha dirigido mediante el ángel.

¿Qué quiere decir esto? Que Dios no ha querido hacerse hombre ignorando nuestra libertad, ha querido pasar a través del libre consentimiento de María, de su «sí».
Y Dios le ha pedido: ¿Estás dispuesta a esto? Y ella dijo sí.

Pero lo que ha ocurrido en la Virgen Madre de manera única, también nos sucede a nosotros a nivel espiritual cuando acogemos la Palabra de Dios con corazón bueno y sincero y la ponemos en práctica. Es como si Dios adquiriera carne en nosotros. Él viene a habitar en nosotros, porque toma morada en aquellos que le aman y cumplen su Palabra.
No es fácil entender esto pero sí sentirlo en el corazón.

Pensamos que la encarnación de Jesús es sólo algo del pasado, que no nos concierne personalmente? Creer en Jesús significa ofrecerle nuestra carne, con la humildad y el valor de María, para que él pueda seguir habitando en medio de los hombres; significa ofrecerle nuestras manos para acariciar a los pequeños y a los pobres; nuestros pies para salir al encuentro de los hermanos; nuestros brazos para sostener a quien es débil y para trabajar en la viña del Señor; nuestra mente para pensar y hacer proyectos a la luz del Evangelio; y, sobre todo,ofrecerlenuestro corazón para amar y tomar decisiones según la voluntad de Dios. Todo esto acontece gracias a la acción del Espíritu Santo.Y así somos instrumentos de Dios para que Jesús actúe en el mundo a través de nosotros.

El último elemento es la fe de María como camino: El Concilio afirma que María «avanzó en la peregrinación de la fe» (lg, 58). Por eso ella nos precede en esta peregrinación, nos acompaña y nos sostiene.
¿En qué sentido la fe de María ha sido un camino? En el sentido de que toda su vida fue un seguir a su Hijo: él es la vía, él es el camino. Progresar en la fe, avanzar en esta peregrinación espiritual que es la fe, no es sino seguir a Jesús; escucharlo y dejarse guiar por sus palabras; ver cómo se comporta él y poner nuestros pies en sus huellas, tener sus mismos sentimientos y actitudes:

¿Y cuáles son las actitudes e Jesús? Humildad, misericordia, cercanía, pero también un firme rechazo de la hipocresía, de la doblez, de la idolatría. La vía de Jesús es la del amor fiel hasta el final, hasta el sacrificio de la vida; es la vía de la cruz.

Por eso, el camino de la fe pasa a través de la cruz, y María lo entendió desde el principio, cuando Herodes quiso matar a Jesús recién nacido. Pero después, esta cruz se hizo más pesada, cuando Jesús fue rechazado. María estaba siempre con Jesús, lo seguía a Jesús en medio al pueblo y escuchaba sus chismeríos, las odiosidades, de quienes no lo querían. Y esta cruz ella la llevó.

La fe de María afrontó entonces la incomprensión y el desprecio; y cuando llegó la «hora» de Jesús, la hora de la pasión: la fe de María fue entonces la lamparilla encendida en la noche.Esa lamparilla en plena noche.María veló durante la noche del sábado santo. Su llama, pequeña pero clara, estuvo encendida hasta el alba de la Resurrección; y cuando le llegó la noticia de que el sepulcro estaba vacío, su corazón quedó henchido de la alegría de la fe, la fe cristiana en la muerte y resurrección de Jesucristo.

Porque siempre la fe nos lleva a la alegría y ella es la madre de la alegría que nos enseña a vivir y caminar por este camino de alegría y a vivir esta alegría.Este es el punto culminante,esta alegría del encuentro de Jesús y María. Este es el punto culminantedel camino de la fe de María y de toda la Iglesia. ¿Cómo es nuestra fe? ¿La tenemos encendida como María también en los momentos difíciles, en esos momentos de oscuridad? ¿Tengo la alegría de la fe?


Esta tarde, María, te damos gracias por tu fe mujer fuerte y humilde yrenovamos nuestra entrega a ti, Madre de nuestra fe. 
Amen

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El papa Francisco: 'La Iglesia es mujer y madre'
En los 25 de la carta apostólica Mulieris Dignitatem. No reducir la mujer a un papel social, o hacerle cubrir roles masculinos que le quitan su característica femenina

Por Redacción

CIUDAD DEL VATICANO, 12 de octubre de 2013 (Zenit.org) - Un documento histórico- indicó el santo padre-- el primero del magisterio pontificio, dedicado enteramente al tema de la mujer” La mujer es mujer y madre. Lo recordó hoy el papa Francisco al recibir esta mañana en la Sala Clementina a los participantes del seminario de estudio promovido por el Pontificio Consejo de los Laicos, en ocasión de 25 aniversario de la Mulieris dignitatem de Juan Pablo II.

El santo padre reiteró que a través de la maternidad, Dios le confió a la mujer 'el ser humano, en una manera totalmente especial'. Y el hecho que la mujer “concibe, lleva en su vientre y da a luz a los hijos” y esto “no es simplemente un dato biológico, pero comporta una riqueza de implicaciones, sea para la misma mujer, por su modo de ser, por su relaciones, por el modo en el cual se pone delante vida humana y a la vida en general”.

Entretanto el papa puso en guardia delante del riesgo de reducir tal dimensión a un simple 'rol social' y de 'promover una especie de emancipación que al ocupar los espacios sustraídos a los hombres, abandona lo femenino”.

Porque la mujer –indicó Francisco-- conserva “'una sensibilidad particular por las cosas de Dios, especialmente porque nos ayuda a entender la misericordia, la ternura y el amor que Dios tiene por nosotros”. “Yo sufro, y lo digo de verdad, cuando veo en la Iglesia o en algunas organizaciones eclesiales que el rol de servicio de la mujer” se desliza “hacia un rol de servidumbre” indicó el santo padre.

Y también por esto, concluyó “su presencia en la Iglesia tiene que ser valorizada mayormente, evitando en particular de transformar su 'rol de servicio' en una tarea 'servil'”.

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Mirada al mundo


Jornada Mariana: La gracia de Lourdes de fuerte impacto para el mundo
Entrevista al rector del santuario francés. Participarán peregrinos de España, Italia, de diversos países y se sumará la diócesis

Por H. Sergio Mora

ROMA, 12 de octubre de 2013 (Zenit.org) - El rector del santuario de Nuestra Señora de Lourdes, el padre Horacio Brito, argentino, 64, de los misioneros de la Inmaculada Concepción de Lourdes, (padres lourdistas) vivió unos diez años en Francia y desde hace cinco es rector del santuario.

El padre Brito que cuando era seminarista tuvo como compañero por poco más de un año y medio a Bergoglio, en el Colegio Máximo, en comunicación con ZENIT manifestó un gran entusiasmo por el hecho que Lourdes participe como protagonista en primera línea, en  la vigilia de oración 'Con Maria oltre la notte' (con María más allá de la noche) en directo con otros nueve santuarios del mundo.

“Nos confirmaron la noticia hace un mes y medio e inmediatamente dijimos que sí” indicó el rector y precisó que esto se reforzó seguramente en el mes de agosto con la peregrinación nacional italiana de la Unitalsi cuando vino el cardenal Agostino Vallini y mons. Leuzzi”.

Sobre la importancia de santuario francés de Lourdes, bromeó... “digamos que es el santuario más importante de Italia, y no sólo. Aquí el 27 por ciento de los peregrinos son italianos”. O sea, consideró que el santuario fue elegido en esta vigilia mundial de oración a María  “fundamentalmente por el impacto espiritual que Lourdes tiene en el mundo”. Y subrayó que “la gracia de Lourdes es una gracia incluso fuera de Lourdes, porque esta gracia es la misma del evangelio”.

A propósito de la participación que tendrán en la vigilia, el rector indicó: “La primera mitad del primer misterio gozoso del santo rosario, la Anunciación, la van a rezar en Nazaret, y nosotros aquí en Lourdes la segunda mitad, lo mismo harán los otros santuarios del mundo”.

“Participarán --añadió-- los peregrinos que están de paso, en este momento hay muchos italianos y de la diócesis de Madrid y de Bilbao, además de tantos otros países”. Y precisó que “el santuario de Lourdes es internacional, pero también diocesano, motivo por el cual el obispo, Mons. Nicolas Brouwet quiso que sea una jornada diocesana y por lo tanto han invitado a participar a todas las parroquias".

"Y el domingo --concluye el padre Brito-- cuando el papa Francisco haga en Roma la Consagración al Corazón Inmaculado de María, espiritualmente estaremos unidos. No es solamente un acontecimiento para el santuario, pero también para todas las diócesis de Lourdes.

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Desde el santuario de Washington: 'Necesitamos la intercesión de Marí­a'
Entrevista al rector de la Inmaculada Concepción: 'Que la consagración a María traiga frutos como la jornada de oración por Siria'

Por Junno Arocho Esteves

ROMA, 12 de octubre de 2013 (Zenit.org) - Uno de los eventos más importantes en este Año de la Fe, la Jornada Mariana, se llevará a cabo este fin de semana en el Vaticano. Se espera que más de 150.000 peregrinos asistan al evento de dos días que culminará con la consagración del mundo al Inmaculado Corazón de María, ante la imagen original de Nuestra Señora de Fátima que llegará a Roma desde Portugal por este importante evento del Año de la Fe.

Participarán 10 santuarios marianos de todo el mundo durante el rezo del rosario. Serán los santuarios marianos de Aparecida, Brasil; Luján, Argentina; Lourdes, Francia; Czestochowa, Polonia; Banneux, Bélgica; Nazaret, Israel; Nairobi, Kenya; Akita, Japón; Vailankanny, India y Washington, DC, Estados Unidos.

Monseñor Walter Rossi, rector de la Basílica del santuario nacional de la Inmaculada Concepción en Washington, D.C, ha hablado hoy con ZENIT sobre el significado de este evento como un catalizador para la paz en el mundo de hoy.

¿Cuántos peregrinos visitan la Basílica cada año? ¿Espera una gran concurrencia para la Jornada Mariana?

--Mons. Rossi: Casi un millón de peregrinos visitan la Basílica cada año. Este sábado también tenemos una peregrinación de la diócesis de Arlington que estarán por la mañana y luego el rosario internacional en la tarde. Y por supuesto en el templo, todos los días del año tenemos seis misas diarias más la adoración eucarística.

¿Por qué cree que este acto de consagración del mundo al Inmaculado Corazón de María es tan importante?

--Monseñor Rossi: En primer lugar, la consagración al Inmaculado Corazón de María se remonta a la época del papa Pío XII, que consagró a Rusia y el mundo. Después, tanto el papa Pablo VI como el beato Juan Pablo II reiteraron la consagración.

Como todos sabemos, el mundo no está en paz. Y una de las razones principales de la consagración fue por la conversión de Rusia pero no sólo, sino también pidiendo la paz mundial. Por lo tanto, esta es oportuna porque ahora necesitamos la intercesión de Nuestra Señora. Necesitamos oraciones para cambiar las mentes y los corazones y para ayudar a alcanzar la paz que el mundo necesita tan desesperadamente.

Vimos el poder de la oración después de la llamada del papa para la oración mundial por Siria. ¿Cree que esta consagración a María tendrá un impacto similar?

--Monseñor Rossi: La oración es muy poderosa y con ella todo es posible. Al reunirnos para rezar en el marco de la consagración del mundo al Corazón Inmaculado de María, nuestra gran esperanza y deseo es que tenga los mismos efectos que la oración por Siria; en el mundo de hecho se logre un poco de paz y tranquilidad.

¿Qué eventos se llevarán a cabo en la Basílica de la Jornada Mariana?

--Monseñor Rossi: Es un día completo porque tenemos una peregrinación diocesana por la mañana, y luego el rosario y después a las 17 la santa misa.

Cada uno de esos eventos se centrará en el Corazón Inmaculado de María, pidiendo su intercesión, suplicando a Nuestra Señora que al abrazar al Niño Jesus con quien vive en profunda comunión, traiga paz al conturbado mundo así como la curación de esas vidas que peligran de romperse, que están luchando o que sufren.

La patrona de los Estados Unidos es la Inmaculada Concepción, ¿verdad?

--Monseñor Rossi: Sí, y este es el Santuario Nacional de la Iglesia Católica de Estados Unidos. Cuando los obispos en el Concilio de Baltimore colocaron al país bajo el patronazgo de María, se decidió que debía tener un monumento nacional en su honor para celebrar la Inmaculada Concepción.

¿Existe una gran devoción a la Santísima Virgen en los Estados Unidos?

--Monseñor Rossi: Por supuesto. El Santuario Nacional es una de las iglesias más grandes del mundo y la más grande de Estados Unidos. Nosotros somos un centro de devoción mariana del país y no somos una parroquia, todos los que llegan al Santuario, sea un turista, un peregrino o para rezar, vienen a buscar la intercesión de Nuestra Señora.

Se ve muy claramente que la gente tiene una gran devoción a la Virgen. Que la intercesión no es solo esencial sino también es muy potente. Cuando hay un millón de personas que pasan por tu puerta cada año, eso es un gran testimonio de fe y de la devoción de la gente por la Virgen.

Hemos visto que el Santo Padre, que es muy es mariano. ¿Cuáles son sus pensamientos sobre el papa Francisco?

--Monseñor Rossi: Bueno, creo que no sólo el hecho de ser mariano, sino también por la elección de su nombre, franciscano. Personalmente, creo que el papa Francisco está produciendo o tratando de lograr un nuevo pentecostés en la Iglesia. Él nos está llamando de nuevo a la la raíz del mensaje del evangelio, a vivir como Jesús y a seguir lo que Él dijo, llenos de esperanza, y no solamente para lograr nuestra santidad personal sino también teniendo en vista la santidad en la vida de la Iglesia. 

¿Qué esperanzas tiene para esta Jornada Mariana?

--Monseñor Rossi: Mi esperanza es que a través de nuestra oración, la Virgen abrace a todos sus hijos, que nos conduzca a una relación más íntima con Jesús y traiga la paz, la paz en el mundo y la paz en la vida de la gente.

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Perú: muestra 'La cruz gloriosa, es el árbol de nuestra salvación'
Presentación del 21 de octubre al 29 de noviembre

Por Redacción

LIMA, 12 de octubre de 2013 (Zenit.org) - La diócesis del Callao, a través de su Facultad de Teología “Redemptoris Mater” y en el marco del Año de la Fe, presentará en pocos días la VI Exposición Etnográfica y Misionera: “La cruz gloriosa, es el árbol de nuestra salvación”, que irá del 21 de octubre al 29 de noviembre.

Según informan desde la sede episcopal, el objetivo de esta exposición es brindar al visitante la oportunidad de interiorizar cuestiones trascendentes como son el sentido de la vida, el sufrimiento y la muerte.  

En esta exposición se quiere presentar la cruz no como instrumento de tortura, sino como "el árbol de nuestra salvación", es decir gloriosa.

La muestra consiste en la presentación de esculturas, cuadros, fotografías, videos, conferencias, paneles informativos-pedagógicos, entre otros, que abordarán temas como la historia de la cruz, la cruz en la liturgia de la Iglesia, el viacrucis, las Cruces en el Perú y sus manifestaciones culturales.

Para mayor información y horarios aquí 

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Homilética


COMENTARIO AL EVANGELIO DEL XXVIII DOMINGO C

Por Don Antonello Iapicca

TAKAMATSU, 12 de octubre de 2013 (Zenit.org) - En "diez salieron al encuentro" de Jesús, el número mínimo de adultos necesarios para el servicio de la sinagoga, imagen de cada comunidad cristiana. Todos "gritan" a una sola voz, reconociéndo en Jesús a un "maestro", un "epistatès" - "el que está arriba" - en la esperanza que se incline sobre de ellos para curarlos.

También nosotros, cuando han aparecido las pústulas sobre la piel del matrimonio, de la amistad, del trabajo, hemos empezado a frecuentar con más asiduidad la Iglesia,  suplicando Jesús de "tener compasión  de nosotros y de "purificarnos". Y Él, rápidamente, nos ha acogido, sin distinciones y preferencias. Pero a su manera, sin curarnos enseguida; como con los diez leprosos, nos ha puesto en camino con un anuncio que es a la vez profecía y cumplimiento: "Vayan a presentarse a los sacerdotes." El Levitico, en efecto, prescribia que si el leproso hubiera sido saneado, tuviera que ir a mostrarse a los sacerdotes porque certificaran de ello la curación, readmitiéndolo así a la vida y al culto del pueblo.

Llenos de esperanza, hemos obedecido a la Buena Noticia con que la Iglesia nos anunció la curación, y nos hemos encaminado hacia Jerusalén. Conociendo la extrema vulnerabilidad e inconstancia del corazón del hombre,  el Señor ha preparado con amor para nosotros un largo y serio camino de conversión; ello es imagen del catecumenado de la Iglesia primitiva, la iniciación cristiana sin la cual el bautismo queda al estado infantil.

Y, como los diez leprosos que "en el camino quedaron purificados", así nosotros también, precisamente durante el camino de conversión, hemos sido curados. El matrimonio ha empezado a funcionar, nos han sido dados los hijos, hemos aprendido a aceptar la suegra y el yerno. La relación con el dinero ha cambiado. En resumen, las pústulas han desaparecido. Pero puede no ser suficiente. De hecho, para nueve sobre diez - un porcentaje muy alto - no fue suficiente. Seguramente se han dado cuenta de haber sido curados, pero les ha faltado la cosa mas importante, fundamental y decisiva.

Muchos "salen al encuentro de Jesús", y todos son leprosos. Muchos oran a él y le obedecen, con la esperanza de ser curados. Sin embargo, todavía no esa la "fe salvadora". No basta con ser "curado", porque una vida "sin enfermedad" todavía no es la que Dios tiene en mente para nosotros! Tenemos que ver nuestros pecados con nuevos ojos de fe, y descubrir que hemos sido "perdonados" y curados al origen, donde nació y creció el bacilo malvado; sólo así podremos ser "salvados", que significa ser perdonados y librados de las consecuencias mortales del pecado, llenos de la vida divina.

"Curacion" y "salvación", de hecho, no coinciden automáticamente. Los nueve leprosos no habian entendido el amor que había llegado a ellos; como muchos de nosotros, estaban tan atrapados en sí mismos y a la injusticia que habían sufrido, de no ser capazes de asombrarse en el verse curados. Nunca habían aceptado de ser pecadores, y se sintian en el crédito con Dios y los hombres; por eso era todo lo era debido, incluso el milagro, vivido probablemente como una compensación que Dios estaba obligado a pagar.

La "fe" auténtica y adulta, sin embargo, se manifiesta en la "gratitud" del leproso iluminado por la gracia. No se defiende, y así la experiencia de la misericordia despierta en él, naturalmente, la necesidad de "dar gracias" a Jesús; era  como incapaz de reprimir la conversión ("retorno" en hebreo), por eso esta"volvió atrás alabando a Dios en voz alta".

Eso es la conversión! Alabar a Dios gritando en voz alta, por que la conversión siempre se transfigura en evangelizacion. Es la traducción en gozosa gratitud del amor con el cual el Señor nos ha amado. No viene de nosotros, sino por la misericordia obtenida sin ningún mérito. Un hombre que se convierte alabará a Dios con todo su corazón. De lo contrario, seria una imitación vulgar, ojos apagados y llenos de murmullos sin disfraz, que intenta, con esfuerzo y compromiso, desgarrar de Dios lo que la carne desea.

El único leproso , sin embargo, " se arrojó a los pies de Jesús con el rostro en tierra", consciente de ser un pecador que no tenía derecho de nada. Así puede celebrar con Cristo la "Eucaristía" ( acción de gracias ) porque vive lo que ella significa y realiza, el sacrificio de la Pascua de Jesús. Ha pasado de la esclavitud a la libertad, de la necesidad de "mantener una distancia" hacia el poder llegar a hasta "los pies de Jesús" , de la súplica a la "alabanza". A caso son así nuestras asembleas domenicales? Son una explosion de jubilo y agradecimiento, gritos en voz alta y corazones contridos? Probablemente no, por que quizas en los feligreses falta todavia la experiencia profunda de haber sido perdonados.

En este leproso, el peor porque "samaritano", o sea eretico y indigno de estar en una comunidad..., resplandece la novedad de la Iglesia. Muchos se sorprenden de Papa Francisco, de sus gestos y sus palabras que consideran subversivos, e indignos de un papa que casi parece herético. Casi un samaritano, justo lo que decian a Jesús... Desafortunadamente, como los nueve leprosos que también habían encontrad a Jesús, que de El habían sidos curados, que habían obedecido, no tienen ojos "místicos", capaces de reconocer lo esencial que transfigura la curacion en salvación.

Cuomo tambien nos ocurre a nosotros mucha veces, no pueden rendirse a la misericordia porque nunca han experimentado su dulzura infinita e inmerecida. Llegan al templo antiguo, y, entre los sacrificios y los inciensos, cumplen la ley, pero no pueden pasar a la Gracia . Se queda en ellos la levadura del hombre viejo que busca la salvación en la ley, ciegos sobre su debilidad total. No se sienten los peores de todos. Por eso no se dan cuenta de la nueva vida que Dios ha puesto en ellos; aun cuando sean readmitidos a la comunion de la comunidad, o sea perdonados de los sacerdotes, la "curación " no le va a servir de nada.

Por que el Templo estaba allí, era el cuerpo de Jesús con que Dios se acercaba a sus lepra! Ya no era necesario ir a Jerusalén. En esa parte del mundo abierto hacia el cielo que era sus vidas purificada, un solo leproso reconoce a Jesús, no sólo como el "Maestro ", si no como el verdadero sacerdote que puede certificar la "salvación " de su corazón. La Iglesia, por tanto, es precisamente el "hospital de campo" izado en el camino hacia Jerusalén, donde la misericordia encuentra el pecado; los verdaderos adoradores de Dios nacen, de hecho , donde Jesús pasa y se hace "extranjero " hasta morir como un hereje y blasfemo" para ellos.

Jesús y el leproso y extranjero consituyen la catedral más hermosa jamás construida: en ella, juntos anuncian que Diosha bajado a tocar a los pecadores y que éllos , perdonados y regenerados, pueden realmente "levantarse", resucitar y ascender al cielo "dando Gloria a Dios. " Quién  "se ve purificados" los miembros vueltas a la vida, tiene la certeza de que el Señor se ha hecho "extrañero" para él. Esta mirada de gratitud y compasión es la "fe que salva" y envía en misión!

Toda vocación al sacerdocio o a la vida religiosa como a formar una familia cristiana, nace en la gratitud cantada en los pasos de la conversión. No basta hecer parte de la Iglesia para ser un cristiano, un signo de Cristo en el mundo. Sólo aquellos que han experimentado la salvación son naturalmente predicadores y misioneros. Por eso las vocaciones autenticas y fieles son tan pocas, una sobre nueve ... Todos viven en la misma comunidad, todos son amados por Dios, pero no todos saben cómo amar, que es la vocación de todos . Dios nos llama hoy a abrir los ojos sobre nuestra historia y sobre su amor; a tomar en serio los signos de una vida qu , poco a poco, está volviendo a ser la liturgia de amor y de alabanza que el pecado había asfixiado . Y a "volver" a Cristo, con gratitud y alabanza, para que nos envíe en la misión que ha sido preparada para nosotros.

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SANTOS Y BEATOS: EPOPEYAS DE AMOR. EJEMPLO DEL DÍA


San Serafín de Montegranario
«Lego capuchino. Hizo de la pobreza el santo y seña de su vida; poseía un crucifijo de latón, un rosario, un manto raído, y un corazón tan grande que no le cabía en el pecho. Fue agraciado con el don de milagros»

Por Isabel Orellana Vilches

MADRID, 12 de octubre de 2013 (Zenit.org) - En esta festividad de Nuestra Señora de Aparecida, y de la Virgen del Pilar, patrona de la hispanidad, entre otros santos y beatos la Iglesia celebra también la vida de este humilde capuchino.

Félix era natural de Montegranario, Italia. Nació en 1540. Su padre, un modesto albañil, tuvo que sacar adelante cuatro hijos. Serafín fue el segundo y sufrió durante años la penuria económica de la familia y el trato despótico y violento de su hermano mayor, Silencio, que se cebó en él cuando quedaron huérfanos. Una jovencita, Lisa, fue su particular «ángel protector». Trajo con ella el aire diáfano del ideal religioso leyéndole vidas de santos. Fue el detonante de preguntas hondas que se formuló por vez primera: “–«¿Y qué hemos de hacer para salvarnos? Creo que lo mejor para mí será retirarme a un desierto y hacer vida de penitencia». Con la lucidez que brota de la inocencia evangélica, Lisa respondió: –«¿Para qué quieres un desierto? Vete a vivir con los capuchinos, y serás santo». Serafín supo de la existencia de estos religiosos y de la vida que llevaban a través del relato que hizo ella. En esa época ya se estaba labrando esa santidad que deslumbraría a las gentes en medio de la compleja relación con su hermano, la dureza de su trabajo como peón de albañil, portando en sus espaldas un peso desproporcionado, y sufriendo las chanzas de otros compañeros. Su alma transparente era una simbiosis de ofrenda y sacrificio.

A los 18 años se fue al convento de Loro-Piceno, consciente de sus muchas deficiencias humanas: distraído, lento, descuidado, olvidadizo, torpe... Pero tenía lo esencial, como revelan las humildes palabras que dirigió al portero que le abrió la puerta: –«Padre, yo no sé leer ni escribir; no sé más que rezar y amar a Dios». Hizo el noviciado en Jesi y mostró la autenticidad de su vocación. Le veían orar durante horas ante el sagrario, tenía verdadero espíritu penitencial, y fraguaba su acontecer con ayuno y mortificaciones. Él mismo diseñó cilicios para las severas disciplinas que se aplicó, llevado de su convencimiento de que eran un bien para su alma. Cuando un superior le invitó a moderarlos en beneficio de su salud, respondió: –«¡Vaya una cosa! Si yo muero, habrá un pecador menos en el mundo». Durante cuarenta años sufrió desprecios y humillaciones dentro y fuera del convento, curtiéndose en la virtud de la paciencia. Y consiguió aceptar sus debilidades. Fue un maestro de la caridad. Respondía bondadosamente cuando era objeto de mofa: «muy bien, muy bien. Tú me conoces mejor que nadie. Así hay que tratar a los pecadores como yo. Dios te lo pague, santito mío, Dios te lo pague».

Al final, y viendo que no respondía en las misiones que se le encomendaron, fue destinado a la limosna. Pero este religioso, que no se distinguió precisamente por su eficiencia, como era un santo fue bendecido con diversos dones y experiencias místicas (éxtasis, visiones y don de milagros). Tenía el don de llegar a las gentes que conducía a Dios. Amaba profundamente a la Virgen y difundió su devoción en los demás. Era fidelísimo a la vivencia evangélica; jamás cometió voluntariamente un pecado venial, ni consintió en su entorno componendas al respecto. Sentía profunda piedad por los enfermos y moribundos. Y cuando hizo milagros, llevado por su humildad, trató de ocultarlos. Aceptaba sus limitaciones lleno de mansedumbre: «No poseo nada; tengo solamente este crucifijo y el rosario, pero con ellos, si Dios me ayuda, serviré de ayuda a los hermanos, y me haré santo». Con la penetración que da la auténtica vida espiritual mostraba su crucifijo de latón para recordar a los predicadores que en él se halla la clave de todo: «Este es el verdadero libro que conviene estudiar para hacer predicaciones provechosas a los pueblos».

Era feliz con su pobreza. Poseía un manto raído que una vez tuvo que reemplazar temporalmente, sustituyéndolo por uno nuevo por indicación de un superior que quiso probar su obediencia. Ese día soportó con gozo las chanzas de quienes, acostumbrados a su humilde sayal, se sorprendieron al verle pedir limosna por las calles de Ascoli con inusual «elegancia». Abrumado por la gente que le reclamaba por su fama de milagrero, (que se había hecho manifiesta no solo con las personas sino también con animales a los que amansaba), añoraba la soledad y el silencio. Sus superiores le prohibieron realizar prodigios. Como no estaba en su mano evitarlos, pedía discreción a los agraciados: «Vete, y quédate calladito, calladito, santito, porque no he sido yo, sino que ha sido Cristo y tu fe las que te han curado».

Toda su trayectoria pone de manifiesto que estaba en las antípodas de la inmadurez espiritual. Refleja la grandeza de un alma penitente, entregada, desprendida, desasida de sí. Ello se percibe también en sus constantes destinos; fue un religioso que pasó por muchos conventos. A nadie negó el bien que pudo hacer, comenzando por infundir a los que acudían a él en masa la confianza en Dios y en su divina providencia. Se le reveló la hora de su muerte y esperó gozoso el momento. Llevaba sesenta y cuatro años llenos de trabajos y severas penitencias. Alegre y lúcidamente cándido, como siempre había sido, respondía a la pregunta de sus hermanos que se interesaban por su salud: «Muy bien; pronto me voy al cielo».

A principios de octubre de 1604 enfermó, y sólo se levantó el día 12 de ese mes, horas antes de morir. Previamente, tuvo la gracia de ayudar en misa, comulgar y hasta pedir limosna. Tanto es así, que pensando que se repondría demoraron en administrarle los sacramentos. Pero él sabía que estaba a las puertas del cielo, y suplicó: «dadme a mi Dios, traedme a mi Jesús. Antes de la noche voy a morir». Y así fue. Clemente XIII lo canonizó el 16 de julio de 1767.

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