ZENIT

El mundo visto desde Roma

Servicio diario - 13 de octubre de 2013

La frase del día

"Fuera de la misericordia de Dios no hay ninguna otra fuente de esperanza para los seres humanos"

Papa Juan Pablo II (1920 - 2005)

 


El papa Francisco

El papa Francisco le confía el mundo a María, Virgen de Fátima
Texto completo de la oración que recitó el santo padre a los pies de la Imagen

Homilía del papa: 'Nunca ir por la calle de lo provisorio, esto nos mata la fe'
Jornada Mariana: la misa en la plaza de San Pedro. 'Si entendiéramos que todo es un don de Dios, cuanta felicidad habría en nuestro corazón'

Jornada Mariana: la vigilia nocturna unió en oración a los santuarios del mundo
El santo padre envió un videomensaje y le pidió a la Virgen: 'Haznos sentir tu mirada de Madre, guíanos a tu Hijo'

Mirada al mundo

España: la Iglesia beatifica a 522 mártires de la guerra civil española
En Tarragona, ante 30 mil personas. Asesinados por su fe. El santo padre envió un videomensaje

Homilética

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL XXVIII DOMINGO C

SANTOS Y BEATOS: EPOPEYAS DE AMOR. EJEMPLO DEL DÍA

Beata Alexandrina María da Costa
«Laica salesiana. Defendió su virginidad, que estimaba más que su propia vida, saltando desde una ventana. Los treinta años que pasó postrada en el lecho del dolor, los convirtió en ofrenda a María por los pecadores»

Foro

Convivir con la naturaleza
Reflexiones de Felipe Arizmendi Esquivel, Obispo de San Cristóbal de Las Casas


El papa Francisco


El papa Francisco le confía el mundo a María, Virgen de Fátima
Texto completo de la oración que recitó el santo padre a los pies de la Imagen

Por Redacción

CIUDAD DEL VATICANO, 13 de octubre de 2013 (Zenit.org) - Bienaventurada María, Virgen de Fátima,
con renovada gratitud por tu presencia materna
unimos nuestra voz a la de todas las generaciones
que te llaman bienaventurada.

Celebramos en ti las grandes obras de Dios,
que nunca se cansa de inclinarse
con misericordia sobre la humanidad afligida por el mal
y herida por el pecado, para sanarla y salvarla.

Acoge con benevolencia de madre 
el acto por el nos ponemos hoy bajo tu protección
con confianza, ante esta tú imagen 
tan querida por todos nosotros.

Estamos seguros que cada uno de nosotros es preciosos a tus ojos
y que nada te es ajeno de todo lo que habita en nuestros corazones.

Nos dejamos alcanzar por tu dulcísima mirada
y recibimos la caricia consoladora de tu sonrisa.

Proteje nuestra vida entre tus brazos:
bendice y refuerza cada deseo de bien; reaviva y alimenta la fe;
sostiene e ilumina la esperanza; suscita y anima la caridad;
guíanos a todos nosotros en el camino de la santidad.

Enséñanos tu mismo amor de predilección hacia los pequeños y los pobres,
hacia los excluidos y los que sufren, por los pecadores
y por los que tienen el corazón perdido: 

reúne a todos bajo tu protección y a todos entrégales
a tu Hijo dilecto, el Señor Nuestro, Jesús.

Amén.

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Homilía del papa: 'Nunca ir por la calle de lo provisorio, esto nos mata la fe'
Jornada Mariana: la misa en la plaza de San Pedro. 'Si entendiéramos que todo es un don de Dios, cuanta felicidad habría en nuestro corazón'

Por Redacción

CIUDAD DEL VATICANO, 13 de octubre de 2013 (Zenit.org) - Hoy nos encontramos ante una de esas maravillas del Señor: ¡María! Una criatura humilde y débil como nosotros, elegida para ser Madre de Dios, Madre de su Creador.
Precisamente mirando a María a la luz de las lecturas que hemos escuchado, me gustaría reflexionar con ustedes sobre tres puntos:

Primero,Dios nos sorprende, Dios nos pide fidelidad, y terceroDios es nuestra fuerza.


El primero: Dios nos sorprende. La historia de Naamán, jefe del ejército del rey de Aram, es llamativa: para curarse de la lepra se presenta ante el profeta de Dios, Eliseo, que no realiza ritos mágicos, ni le pide cosas extraordinarias, sino únicamente fiarse de Dios y lavarse en el agua del río; y no en uno de los grandes ríos de Damasco, sino en el pequeño Jordán. Es un requerimiento que deja a Naamán perplejo, sorprendido: ¿Qué Dios es este que pide una cosa tan simple? Decide marcharse, pero después da el paso, se baña en el Jordán e inmediatamente queda curado.

Dios nos sorprende; precisamente en la pobreza, en la debilidad, en la humildad es donde se manifiesta y nos da su amor que nos salva, nos cura y nos da fuerza. Sólo pide que sigamos su palabra y nos fiemos de Él.
Ésta es también la experiencia de la Virgen María: ante el anuncio del Ángel, no oculta su asombro. Es el asombro de ver que Dios, para hacerse hombre, la ha elegido precisamente a Ella, una sencilla muchacha de Nazaret, que no vive en los palacios del poder y de la riqueza, que no ha hecho cosas extraordinarias, pero que está abierta a Dios, se fía de Él, aunque no lo comprenda del todo: "He aquí la esclava el Señor, hágase en mí según tu palabra".

Dios nos sorprende siempre, rompe nuestros esquemas, pone en crisis nuestros proyectos, y nos dice: 'Fíate de mí, no tengas miedo, déjate sorprender, sal de ti mismo y sígueme'.
Preguntémonos hoy todos nosotros si tenemos miedo de lo que el Señor pudiera pedirnos o de lo que nos está pidiendo. ¿Me dejo sorprender por Dios, como hizo María, o me cierro en mis seguridades, materiales, seguridades intelectuales, seguridades ideológicas, pormis proyectos? ¿Dejo entrar a Dios verdaderamente en mi vida? ¿Cómo le respondo?
2. En la lectura de San Pablo que hemos escuchado, el Apóstol se dirige a su discípulo Timoteo diciéndole: Acuérdate de Jesucristo; si perseveramos con Él, reinaremos con Él.

Éste es el segundo punto: acordarse siempre de Cristo,la memoria de Jesucristo y esto esperseverar en la fe: Dios nos sorprende con su amor, pero nos pide que le sigamos fielmente. Nosotros podemos volvernos no fieles, pero él no puede, él es fiel y nos pide la misma fidelidad.

Pensemos cuántas veces nos hemos entusiasmado con una cosa, con un proyecto, con una tarea, pero después, ante las primeras dificultades, hemos tirado la toalla. Y esto, desgraciadamente, sucede también con nuestras opciones fundamentales, como el matrimonio. La dificultad de ser constantes, de ser fieles a las decisiones tomadas, a los compromisos asumidos. A menudo es fácil decir "sí", pero después no se consigue repetir este "sí" cada día, no se logra ser fieles.

María ha dicho su "sí" a Dios, un "sí" que ha cambiado su humilde existencia de Nazaret, pero no ha sido el único, más bien ha sido el primero de otros muchos "sí" pronunciados en su corazón tanto en los momentos gozosos como en los dolorosos; todos estos "sí" culminaron en el pronunciado bajo la Cruz.

Hoy, aquí hay muchas madres; piensen hasta qué punto ha llegado la fidelidad de María a Dios: hasta ver a su Hijo único en la Cruz. La mujer, de pié, destruida interiormente, pero fiel y fuerte. Y me pregunto, soy un cristiano por momentos o un cristiano siempre?

La cultura de lo provisional, de lo relativo entra también en la vida de fe. Dios nos pide que le seamos fieles cada día, en las cosas ordinarias, y añade que, a pesar de que a veces no somos fieles, Él siempre es fiel y con su misericordia no se cansa de tendernos la mano para levantarnos, para animarnos a retomar el camino, a volver a Él y confesarle nuestra debilidad para que Él nos dé su fuerza.
 Y es es el camino definitivo, siempre, con el Señor, también con nuestras debilidades, también con nuestro pecado. Nunca ir por la calle de lo provisorio. Esto nos asesina la fe. Fidelidad definitiva como la de María.

El último punto: Dios es nuestra fuerza. Pienso en los diez leprosos del Evangelio curados por Jesús: salen a su encuentro, se detienen a lo lejos y le dicen a gritos: "Jesús, maestro, ten compasión de nosotros". Están enfermos, necesitados de amor y de fuerza, y buscan a alguien que los cure. Y Jesús responde liberándolos a todos de su enfermedad.

Llama la atención, sin embargo, que solamente uno regrese alabando a Dios a grandes gritos y dando gracias. Jesús mismo lo indica: diez han dado gritos para alcanzar la curación y uno solo ha vuelto a dar gracias a Dios a gritos y reconocer que en Él está nuestra fuerza.

Saber agradecer, saber dar gloria a Dios por lo que hace por nosotros.
Miremos a María: después de la Anunciación, el primero gesto que hace es un gesto de caridad hacia su anciana pariente Isabel; y las primeras palabras que pronuncia son: "Proclama mi alma la grandeza del Señor", o sea un canto de alabanza, de agradecimiento a Dios, no solamente por lo que ha obrado en ella, sino por su historia de salvación. Todo es su don, pero si pudiéramos entender que todo es un don de Dios, cuanta felicidad habría en nuestro corazón, todo es su don.

¡Él es nuestra fuerza! ¡Decir gracias es tan fácil, y sin embargo tan difícil! ¿Cuántas veces nos decimos gracias en la familia?

Es una de las palabras claves de la convivencia. 'Permiso, disculpa, gracias'. Si en una familia se dicen estas tres palabras, la familia va adelante. 'Permiso, discúlpame, gracias'. ¿Cuántas veces lo decimos en familia? ¿Cuántas veces decimos 'gracias' en familia?¿Cuántas veces damos las gracias a quien nos ayuda, se acerca a nosotros, nos acompaña en la vida? ¡Muchas veces damos todo por descontado! Y así hacemos también con Dios.


Es fácil ir a lo del Señor a pedir algo, pero ir a agradecer... ah, no me viene...

Continuemos la Eucaristía invocando la intercesión de María para que nos ayude a dejarnos sorprender por Dios sin oponer resistencia, a ser hijos fieles cada día, a alabarlo y darle gracias porque Él es nuestra fuerza. Amén.


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Jornada Mariana: la vigilia nocturna unió en oración a los santuarios del mundo
El santo padre envió un videomensaje y le pidió a la Virgen: 'Haznos sentir tu mirada de Madre, guíanos a tu Hijo'

Por Redacción

ROMA, 13 de octubre de 2013 (Zenit.org) - En el santuario del Divino Amor, lugar de peregrinación habitual del pueblo romano, que todos los sábados ve partir grupos de peregrinos que recorren por la Vía Appia antigua esos 15 kilómetros de distancia desde el centro de Roma, fue el centro de la vigilia mariana 'Con María Oltre la Notte' (Con María más allá de la fe), que hizo parte de los eventos del Año de la Fe.

Con el Santuario del Divino Amor, se conectaron en directo por televisión los de Aparecida, Luján, Lourdes, Washington, Vailankanni, Akita, Nairobi, Benneux, Częstochowa y Marian Valley, y rezaron cada uno cinco Ave Marías de los misterios gozosos del Rosario.

Presidía la vigilia, la imagen original de Nuestra Señora de Fátima que vino desde Portugal, en una de los viajes excepcionales, para estas dos días de la Jornada Mariana, que se realizó en Roma, organizada por el Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización.

El papa Francisco que había recibido a la imagen de Fátima poco antes en el Vaticano, envió un videomensaje en la que le suplica: '¡Oh María!, haznos sentir tu mirada de Madre, guíanos a tu Hijo'.

Texto del videomensaje

Queridos hermanos y hermanas

Saludo a todos los peregrinos que están en el Santuario del Divino Amor, y a los que se conectan desde los santuarios marianos de Lourdes, Nazaret, Luján, Vailankanni, Guadalupe, Akita, Nairobi, Benneux, Częstochowa y Marian Valley. Esta tarde me siento unido a todos ustedes en la recitación del Santo Rosario y en la Adoración Eucarística bajo la mirada de la Virgen María.

La mirada. ¡Qué importante es! ¡Cuántas cosas pueden decirse con una mirada! Afecto, aliento, compasión, amor, pero también reproche, envidia, soberbia, incluso odio. Con frecuencia, la mirada dice más que las palabras, o dice aquello que las palabras no pueden o no se atreven a decir.

¿A quién mira la Virgen María? Nos mira a todos, a cada uno de nosotros. Y, ¿cómo nos mira? Nos mira como Madre, con ternura, con misericordia, con amor. Así ha mirado al hijo Jesús en todos los momentos de su vida, gozosos, luminosos, dolorosos, gloriosos, como contemplamos en los Misterios del Santo Rosario, simplemente con amor.

Cuando estamos cansados, desanimados, abrumados por los problemas, volvámonos a María, sintamos su mirada que dice a nuestro corazón: “¡Animo, hijo, que yo te sostengo!” La Virgen nos conoce bien, es madre, sabe muy bien cuáles son nuestras alegrías y nuestras dificultades, nuestras esperanzas y nuestras desilusiones.

Cuando sintamos el peso de nuestras debilidades, de nuestros pecados, volvámonos a María, que dice a nuestro corazón: «!Levántate, acude a mi Hijo Jesús!, en él encontrarás acogida, misericordia y nueva fuerza para continuar el camino».

La mirada de María no se dirige solamente a nosotros. Al pie de la cruz, cuando Jesús le confía al Apóstol Juan, y con él a todos nosotros, diciendo: «Mujer, ahí tienes a tu hijo», los ojos de María están fijos en Jesús. Y María nos dice, como en las Bodas de Caná: «Haced lo que él os diga». María indica a Jesús, nos invita a dar testimonio de Jesús, nos guía siempre a su Hijo Jesús, porque sólo en él hay salvación, sólo él puede trasformar el agua de la soledad, de la dificultad, del pecado, en el vino del encuentro, de la alegría, del perdón. Sólo él.

«Bienaventurada porque has creído». María es bienaventurada por su fe en Dios, por su fe, porque la mirada de su corazón ha estado siempre fija en Dios, en el Hijo de Dios que ha llevado en su seno y que ha contemplado en la cruz.

En la Adoración del Santísimo Sacramento, María nos dice: «Mira a mi Hijo Jesús, ten los ojos fijos en él, escúchalo, habla con él. Él te mira con amor. No tengas miedo. Él te enseñará a seguirlo para dar testimonio de él en las grandes y pequeñas obras de tu vida, en las relaciones de familia, en tu trabajo, en los momentos de fiesta; te enseñará a salir de ti mismo, de ti misma, para mirar a los demás con amor, como él, que te ha amado y te ama, no de palabra, sino con obras».

¡Oh María!, haznos sentir tu mirada de Madre, guíanos a tu Hijo, haz que no seamos cristianos «de escaparate», sino de los que saben «ensuciarse las manos» para construir con tu Hijo Jesús su Reino de amor, de alegría y de paz.

Ver también: El rector de Fátima sobre la consagración del mundo a María que hará Francisco

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Mirada al mundo


España: la Iglesia beatifica a 522 mártires de la guerra civil española
En Tarragona, ante 30 mil personas. Asesinados por su fe. El santo padre envió un videomensaje

Por Redacción

ROMA, 13 de octubre de 2013 (Zenit.org) - La Iglesia en España realiza hoy la mayor beatificación masiva de su historia: 522 mártires, entre religiosos, sacerdotes y laicos, durante la guerra civil española.

En Roma, el papa Francisco dijo al medio día en el ángelus: "Hoy en Tarragona, España, serán proclamados beatos unos quinientos mártires, asesinados por su fe durante la guerra civil española, de los años treinta del siglo pasado. Alabemos al Señor por estos testimonios llenos de coraje, y por su intercesión supliquemos de liberar al mundo de toda violencia".

La misa canonización ha iniciado al mediodía en el Complejo Educativo de Tarragona, con un videomensaje del papa Francisco y ha sido presidido por el prefecto de la Congregación para la Causa de los Santos, el cardenal Angelo Amato; el presidente de la Conferencia Episcopal Española, Antonio María Rouco, y el arzobispo de Tarragona, Jaume Pujol.

"Los mártires --indicó el arzobispo Pujol-- son del Señor, pertenecen a la victoria del Señor, no a la de los hombres. Son un anuncio de paz y de reconciliación. Es simplemente la Iglesia que, retomando la tradición desde los primeros siglos, no puede olvidar a aquellos que murieron por causa del Señor y del evangelio". 

Participaron además de unas 30 mil personas, 104 obispos, ocho cardenales, 1.386 sacerdotes, 2.720 religiosos y casi cuatro mil familiares de los mártires.

La celebración se ha realizado en Tarragona porque allí fue el número mayor de mártires, 147, entre los cuales el obispo auxiliar de Tarragona, Manuel Borrás. Las 522 canonizaciones está agrupadas en 33 causas diversas.

Entre ellos había algunos no españoles: 3 franceses, 1 cubano, 1 colombiano, 1 filipino y 1 portugués y también 7 laicos.

En torno a la canonización no faltaron algunas polémicas, puesto que aún hay muchas personas en vída que estuvieron durante esos hechos.

Ver: La beatificación de los mártires españoles no es una condena a quienes los mataron.

El cardenal arzobispo de Barcelona, en un tuit define a los canonizados como 'hombres y mujeres que dieron la vida por la fe. Mártires del 36. Murieron perdonando. Son testimonios de fraternidad y reconciliación'.

El papa francisco ha dirigido un mensaje a la asamblea participante en la beatificación que se realiza en el Año de la Fe. El mensaje, de tres minutos de duración, ha sido grabado expresamente para la ocasión y ha sido emitido, a las 12 horas local, en las pantallas. A continuación, ha dado comienzo la celebración eucarística en la que serán beatificados 522 mártires del siglo XX en España.

Texto del mensaje del santo padre Francisco.

“Queridos hermanos y hermanas, buenos días.


Me uno de corazón a todos los participantes en la celebración, que tiene lugar en Tarragona, en la que un gran número de Pastores, personas consagradas y fieles laicos son proclamados Beatos mártires.


¿Quiénes son los mártires? Son cristianos ganados por Cristo, discípulos que han aprendido bien el sentido de aquel «amar hasta el extremo» que llevó a Jesús a la Cruz. No existe el amor por entregas, el amor en porciones. El amor total: y cuando se ama, se ama hasta el extremo.

En la Cruz, Jesús ha sentido el peso de la muerte, el peso del pecado, pero se confió enteramente al Padre, y ha perdonado. Apenas pronunció palabras, pero entregó la vida. Cristo nos "primerea" en el amor; los mártires lo han imitado en el amor hasta el final.


Dicen los Santos Padres: ¡«Imitemos a los mártires»!. Siempre hay que morir un poco para salir de nosotros mismos, de nuestro egoísmo, de nuestro bienestar, de nuestra pereza, de nuestras tristezas, y abrirnos a Dios, a los demás, especialmente a los que más necesitan.


Imploremos la intercesión de los mártires para ser cristianos concretos, cristianos con obras y no de palabras; para no ser cristianos mediocres, cristianos barnizados de cristianismo pero sin sustancia, ellos no eran barnizados eran cristianos hasta el final, pidámosle su ayuda para mantener firme la fe, aunque haya dificultades, y seamos así fermento de esperanza y artífices de hermandad y solidaridad.
Y les pido que recen por mí. Que Jesús los bendiga y la Virgen Santa los cuide.

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Homilética


COMENTARIO AL EVANGELIO DEL XXVIII DOMINGO C

Por Don Antonello Iapicca

TAKAMATSU, 12 de octubre de 2013 (Zenit.org) - En "diez salieron al encuentro" de Jesús, el número mínimo de adultos necesarios para el servicio de la sinagoga, imagen de cada comunidad cristiana. Todos "gritan" a una sola voz, reconociéndo en Jesús a un "maestro", un "epistatès" - "el que está arriba" - en la esperanza que se incline sobre de ellos para curarlos.

También nosotros, cuando han aparecido las pústulas sobre la piel del matrimonio, de la amistad, del trabajo, hemos empezado a frecuentar con más asiduidad la Iglesia,  suplicando Jesús de "tener compasión  de nosotros y de "purificarnos". Y Él, rápidamente, nos ha acogido, sin distinciones y preferencias. Pero a su manera, sin curarnos enseguida; como con los diez leprosos, nos ha puesto en camino con un anuncio que es a la vez profecía y cumplimiento: "Vayan a presentarse a los sacerdotes." El Levitico, en efecto, prescribia que si el leproso hubiera sido saneado, tuviera que ir a mostrarse a los sacerdotes porque certificaran de ello la curación, readmitiéndolo así a la vida y al culto del pueblo.

Llenos de esperanza, hemos obedecido a la Buena Noticia con que la Iglesia nos anunció la curación, y nos hemos encaminado hacia Jerusalén. Conociendo la extrema vulnerabilidad e inconstancia del corazón del hombre,  el Señor ha preparado con amor para nosotros un largo y serio camino de conversión; ello es imagen del catecumenado de la Iglesia primitiva, la iniciación cristiana sin la cual el bautismo queda al estado infantil.

Y, como los diez leprosos que "en el camino quedaron purificados", así nosotros también, precisamente durante el camino de conversión, hemos sido curados. El matrimonio ha empezado a funcionar, nos han sido dados los hijos, hemos aprendido a aceptar la suegra y el yerno. La relación con el dinero ha cambiado. En resumen, las pústulas han desaparecido. Pero puede no ser suficiente. De hecho, para nueve sobre diez - un porcentaje muy alto - no fue suficiente. Seguramente se han dado cuenta de haber sido curados, pero les ha faltado la cosa mas importante, fundamental y decisiva.

Muchos "salen al encuentro de Jesús", y todos son leprosos. Muchos oran a él y le obedecen, con la esperanza de ser curados. Sin embargo, todavía no esa la "fe salvadora". No basta con ser "curado", porque una vida "sin enfermedad" todavía no es la que Dios tiene en mente para nosotros! Tenemos que ver nuestros pecados con nuevos ojos de fe, y descubrir que hemos sido "perdonados" y curados al origen, donde nació y creció el bacilo malvado; sólo así podremos ser "salvados", que significa ser perdonados y librados de las consecuencias mortales del pecado, llenos de la vida divina.

"Curacion" y "salvación", de hecho, no coinciden automáticamente. Los nueve leprosos no habian entendido el amor que había llegado a ellos; como muchos de nosotros, estaban tan atrapados en sí mismos y a la injusticia que habían sufrido, de no ser capazes de asombrarse en el verse curados. Nunca habían aceptado de ser pecadores, y se sintian en el crédito con Dios y los hombres; por eso era todo lo era debido, incluso el milagro, vivido probablemente como una compensación que Dios estaba obligado a pagar.

La "fe" auténtica y adulta, sin embargo, se manifiesta en la "gratitud" del leproso iluminado por la gracia. No se defiende, y así la experiencia de la misericordia despierta en él, naturalmente, la necesidad de "dar gracias" a Jesús; era  como incapaz de reprimir la conversión ("retorno" en hebreo), por eso esta"volvió atrás alabando a Dios en voz alta".

Eso es la conversión! Alabar a Dios gritando en voz alta, por que la conversión siempre se transfigura en evangelizacion. Es la traducción en gozosa gratitud del amor con el cual el Señor nos ha amado. No viene de nosotros, sino por la misericordia obtenida sin ningún mérito. Un hombre que se convierte alabará a Dios con todo su corazón. De lo contrario, seria una imitación vulgar, ojos apagados y llenos de murmullos sin disfraz, que intenta, con esfuerzo y compromiso, desgarrar de Dios lo que la carne desea.

El único leproso , sin embargo, " se arrojó a los pies de Jesús con el rostro en tierra", consciente de ser un pecador que no tenía derecho de nada. Así puede celebrar con Cristo la "Eucaristía" ( acción de gracias ) porque vive lo que ella significa y realiza, el sacrificio de la Pascua de Jesús. Ha pasado de la esclavitud a la libertad, de la necesidad de "mantener una distancia" hacia el poder llegar a hasta "los pies de Jesús" , de la súplica a la "alabanza". A caso son así nuestras asembleas domenicales? Son una explosion de jubilo y agradecimiento, gritos en voz alta y corazones contridos? Probablemente no, por que quizas en los feligreses falta todavia la experiencia profunda de haber sido perdonados.

En este leproso, el peor porque "samaritano", o sea eretico y indigno de estar en una comunidad..., resplandece la novedad de la Iglesia. Muchos se sorprenden de Papa Francisco, de sus gestos y sus palabras que consideran subversivos, e indignos de un papa que casi parece herético. Casi un samaritano, justo lo que decian a Jesús... Desafortunadamente, como los nueve leprosos que también habían encontrad a Jesús, que de El habían sidos curados, que habían obedecido, no tienen ojos "místicos", capaces de reconocer lo esencial que transfigura la curacion en salvación.

Cuomo tambien nos ocurre a nosotros mucha veces, no pueden rendirse a la misericordia porque nunca han experimentado su dulzura infinita e inmerecida. Llegan al templo antiguo, y, entre los sacrificios y los inciensos, cumplen la ley, pero no pueden pasar a la Gracia . Se queda en ellos la levadura del hombre viejo que busca la salvación en la ley, ciegos sobre su debilidad total. No se sienten los peores de todos. Por eso no se dan cuenta de la nueva vida que Dios ha puesto en ellos; aun cuando sean readmitidos a la comunion de la comunidad, o sea perdonados de los sacerdotes, la "curación " no le va a servir de nada.

Por que el Templo estaba allí, era el cuerpo de Jesús con que Dios se acercaba a sus lepra! Ya no era necesario ir a Jerusalén. En esa parte del mundo abierto hacia el cielo que era sus vidas purificada, un solo leproso reconoce a Jesús, no sólo como el "Maestro ", si no como el verdadero sacerdote que puede certificar la "salvación " de su corazón. La Iglesia, por tanto, es precisamente el "hospital de campo" izado en el camino hacia Jerusalén, donde la misericordia encuentra el pecado; los verdaderos adoradores de Dios nacen, de hecho , donde Jesús pasa y se hace "extranjero " hasta morir como un hereje y blasfemo" para ellos.

Jesús y el leproso y extranjero consituyen la catedral más hermosa jamás construida: en ella, juntos anuncian que Diosha bajado a tocar a los pecadores y que éllos , perdonados y regenerados, pueden realmente "levantarse", resucitar y ascender al cielo "dando Gloria a Dios. " Quién  "se ve purificados" los miembros vueltas a la vida, tiene la certeza de que el Señor se ha hecho "extrañero" para él. Esta mirada de gratitud y compasión es la "fe que salva" y envía en misión!

Toda vocación al sacerdocio o a la vida religiosa como a formar una familia cristiana, nace en la gratitud cantada en los pasos de la conversión. No basta hecer parte de la Iglesia para ser un cristiano, un signo de Cristo en el mundo. Sólo aquellos que han experimentado la salvación son naturalmente predicadores y misioneros. Por eso las vocaciones autenticas y fieles son tan pocas, una sobre nueve ... Todos viven en la misma comunidad, todos son amados por Dios, pero no todos saben cómo amar, que es la vocación de todos . Dios nos llama hoy a abrir los ojos sobre nuestra historia y sobre su amor; a tomar en serio los signos de una vida qu , poco a poco, está volviendo a ser la liturgia de amor y de alabanza que el pecado había asfixiado . Y a "volver" a Cristo, con gratitud y alabanza, para que nos envíe en la misión que ha sido preparada para nosotros.

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SANTOS Y BEATOS: EPOPEYAS DE AMOR. EJEMPLO DEL DÍA


Beata Alexandrina María da Costa
«Laica salesiana. Defendió su virginidad, que estimaba más que su propia vida, saltando desde una ventana. Los treinta años que pasó postrada en el lecho del dolor, los convirtió en ofrenda a María por los pecadores»

Por Isabel Orellana Vilches

MADRID, 13 de octubre de 2013 (Zenit.org) - Hoy día muchas personas han relegado de su vida virtudes como el pudor y la modestia. En ciertos sectores hasta se desconocen a fuerza de silenciarlas, de ir quedando oscurecidas por otros intereses. Cuando se habla de ellas y se defiende su vigencia moral, que no ha decaído, no es difícil que hasta sean denostadas. Parecen no tener cabida en una existencia que ha obviado el alcance del respeto hacia uno mismo y a los demás. El mal denominado amor, o fútil enamoramiento, es, en realidad, un capricho pasajero, y el uso precipitado que se hace de él lo equipara al que se le da a un vulgar pañuelo de papel, de efímera vida y distraído final en una papelera. Por eso quizá haya quien se sorprenda ante la vida de la virtuosa Alexandrina, aunque murió rebasada la mitad del siglo XX, y de que no dudase en desafiar a la muerte con tal de mantener íntegro el bien más preciado que poseía: su virginidad, asentada, entre otros, en estos grandes pilares, el pudor, la modestia y el respeto a la propia dignidad. En su vida, como en la de María Goretti, se cruzó alguien que andaba al acecho de una víctima propicia para dar rienda suelta a sus bajos instintos.

Nació en Balasar, Oporto, Portugal, el 30 de marzo de 1904. Solo tenía una hermana, Deolinda. Su padre murió al poco de nacer ella, así que fue su madre quien las educó en la fe. A los 7 años se trasladó a Póvoa do Varzim, a la casa de un carpintero, con objeto de poder cursar los primeros estudios. Allí recibió la primera comunión y la confirmación. Pero la tragedia que iba a marcar su vida, y que le abriría las puertas del cielo, tuvo entonces su primer conato. Tenía 12 años y trabajaba en el campo en medio de la rudeza y viles intenciones de hombres sin escrúpulos. Uno de ellos la acosó. Se libró de su violencia con una fuerza superior que la protegió manteniéndola indemne, mientras esgrimía su rosario. Este incidente se saldó con su regresó a Balasar. Se estableció con su madre en la localidad de Calvario, y allí permaneció hasta el fin de sus días.

Hasta ese aciago momento fue una muchacha de fuerte constitución, trabajadora, alegre y capaz. Pero poco después de este brutal percance contrajo una infección que estuvo a punto de llevarla a la tumba. Aunque salvó la vida, su aspecto físico siempre develó las huellas de la enfermedad que quedó impresa en él. Al volver del sanatorio se hizo costurera junto a Deolinda. Y en 1918, mientras ambas hermanas se encontraban en su casa cosiendo junto a otra joven aprendiz, tres individuos asaltaron la habitación. Deolinda y la todavía inexperta costurera huyeron, pero Alexandrina, viéndose cercada, y sin posibilidad de escapar del mismo sujeto que intentó forzarla dos años antes, para preservar su virginidad optó por lanzarse por la ventana que se hallaba a 4 metros del suelo.

Las gravísimas lesiones que se produjo fueron irreversibles, de modo que en 1924, con 20 años, quedó absolutamente incapacitada en su lecho; permaneció durante tres décadas, que se dice pronto, sin poderse mover. En 1928, albergando esperanzas de curación, se ofreció a la Virgen con la promesa de consagrarse como misionera si sanaba. No tardó en comprender que el dolor debía ser su vocación. Y recibió la gracia de aspirar a un mayor sufrimiento y de ser víctima voluntaria por amor a Cristo y para rescate de los pecadores, experimentando un vínculo singular con Jesús Sacramentado a través de María. Ya en su infancia solía quedarse absorta en oración ante el Sagrario, pero su estado de postración no le permitía acudir a él como hacía anteriormente. Un día pensó: «Jesús, tú estás prisionero en el Sagrario y yo en mi lecho por tu voluntad. Nos haremos compañía». Inició un fecundísimo apostolado, haciendo entrega al Padre de todos sus sufrimientos. «Amar, sufrir, reparar», fue la consigna que recibió de Cristo. Con ella iba escalando el camino de la perfección. Durante los cuatro años que mediaron desde 1938 a 1942 todos los viernes revivía en su cuerpo los estadios de la Pasión. En esos momentos sus miembros paralizados recobraban la movilidad y se contraían en el lecho dejándola presa de inmensos dolores.

En 1934 uno de sus directores espirituales, el salesiano P. Pinho, que la asistió desde ese año hasta 1942, le indicó que redactase sus experiencias místicas; él la inscribió en la Asociación de Salesianos Cooperadores. En 1936 Cristo encomendó a la beata que solicitase al Sumo Pontífice la consagración del mundo al Corazón Inmaculado de María. El P. Pinho se ocupó de solicitarlo reiteradamente hasta 1941. El 31 de octubre 1942 el papa Pío XII efectuó esta declaración, que renovó en Roma el 8 de diciembre del mismo año. Unos meses antes, en la primavera, Alexandrina había comenzado a nutrirse exclusivamente con la Eucaristía: «No te alimentarás mas con comida en la tierra. Tu comida será mi Carne, tu bebida será mi divina Sangre, tu vida será mi Vida. Tú la recibes de Mí cuando uno mi corazón al tuyo. No tengas miedo, ya no serás más crucificada como en el pasado, ahora nuevas pruebas te esperan que serán las más dolorosas. Pero al final Yo te llevaré al cielo y la Santísima Madre te acompañará». En un momento dado, Cristo le hizo saber: «Estás viviendo solo de la Eucaristía porque quiero mostrarle al mundo entero el poder de la Eucaristía y el poder de mi vida en las almas».

Hasta su muerte ni bebió ni ingirió bocado alguno, todo lo cual fue ratificado por competentes especialistas. El 13 de octubre de 1955 falleció, diciendo: «No lloren por mí, hoy soy inmensamente feliz... por fin me voy al cielo». Antes dictó su epitafio, que incluía este ruego: «…no peques nunca más. No ofendas más a Nuestro amado Señor. Conviértete. No pierdas a Jesús por toda la eternidad. ¡¡Él es tan bueno!!». Juan Pablo II la beatificó el 25 de abril de 2004.

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Convivir con la naturaleza
Reflexiones de Felipe Arizmendi Esquivel, Obispo de San Cristóbal de Las Casas

Por Felipe Arizmendi Esquivel

SAN CRISTóBAL DE LAS CASAS, 13 de octubre de 2013 (Zenit.org) - SITUACIONES

Dios nos abandonó”, dijo un sobreviviente de La Pintada, comunidad del Estado de Guerrero, devastada por el deslave de un cerro cercano, que dejó sepultadas a muchas personas, con ocasión de las torrenciales lluvias de días pasados en nuestro país. ¿Es verdad que Dios los abandonó? ¿O nosotros no sabemos respetar la creación, la naturaleza, la madre tierra, la vegetación, obra de Dios para bien de sus hijos?

En el año 1998, siendo obispo de Tapachula, sufrimos la depresión tropical Javier, con una gran destrucción de casas y campos cultivables, con graves pérdidas de animales y, sobre todo, de vidas humanas. En esa ocasión, recorriendo los lugares más dañados, una viejecita de Belisario Domínguez, cerca de Motozintla, me dijo: “Esto ya pasó hace cincuenta años y va a volver a pasar…” En efecto, en 2005, con el huracán Stan, de efectos más devastadores, se incrementaron aquellas escenas de dolor. Pero quedó muy claro que, donde hay suficientes árboles, casi no hubo deslaves de cerros ni graves daños; en cambio, donde se tiraron los árboles para sembrar maíz, para poner casas y hacer caminos, la destrucción fue terrible. En los márgenes de los ríos, donde muchos asentaron sus viviendas, por su pobreza, por no tener otro espacio, o quizá por irresponsabilidad, todo se lo llevó el agua.

ILUMINACION

No sabemos convivir con la naturaleza. Dios puso en ella un orden extraordinario, todo para bien de los humanos. Los huracanes son necesarios, para que llegue el agua a lugares donde casi no llueve. Los terremotos y la erupción de volcanes son necesarios, para que nuestra tierra libere la energía que tiene dentro, pues somos un planeta vivo, en constante movimiento. Si no hubiera estos fenómenos, seríamos un planeta muerto. Lo importante es aprender a convivir con estos hechos de la naturaleza, respetar sus leyes y no construir viviendas en lugares no aptos para vivir; de lo contrario, todos nos exponemos a sufrir las consecuencias. No echemos la culpa a Dios.

El Papa Francisco, al igual que sus antecesores, nos ha insistido en respetar y cuidar lo que Dios ha puesto en nuestras manos: “Guardemos a Cristo en nuestra vida, para guardar a los demás, salvaguardar la creación. La vocación de custodiar no sólo nos atañe a nosotros, los cristianos, sino que tiene una dimensión que antecede y que es simplemente humana, corresponde a todos. Es custodiar toda la creación, la belleza de la creación, como se nos dice en el libro del Génesis y como nos muestra san Francisco de Asís.

Y cuando el hombre falla en esta responsabilidad, cuando no nos preocupamos por la creación y por los hermanos, entonces gana terreno la destrucción y el corazón se queda árido. Quisiera pedir, por favor: seamos «custodios» de la creación, del designio de Dios inscrito en la naturaleza, guardianes del otro, del medio ambiente; no dejemos que los signos de destrucción y de muerte acompañen el camino de este mundo nuestro.

Custodiar la creación, con una mirada de ternura y de amor, es abrir un resquicio de luz en medio de tantas nubes; es llevar el calor de la esperanza. Me ayuda pensar en el nombre de Francisco, que enseña un profundo respeto por toda la creación, la salvaguardia de nuestro medio ambiente, que demasiadas veces no lo usamos para el bien, sino que lo explotamos ávidamente, perjudicándonos unos a otros”.

COMPROMISOS

Ante la emergencia de los damnificados, hay que abrir el corazón y hacerles llegar nuestra generosa ayuda. No podemos ver tantas escenas de sufrimiento y quedarnos cómoda y egoístamente sin hacer nada; tampoco limitarnos a buscar culpables de estas tragedias. Hay que revisarnos todos para analizar cómo estamos respetando la creación, obra de Dios para nuestro bien.

Al buscar un lugar para vivir, hay que preguntarse si es seguro, si no está en márgenes de ríos, si no es un humedal expuesto a inundaciones, si no está en cerros en declive. Y no tirar basura ni árboles irresponsablemente, sino sembrar los que más se puedan; son los mejores filtros para procesar el agua; aunque caiga en abundancia, es benéfica y no destructora, si hay árboles.

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