Roma
La voz de la Santa Sede, por dentro

L’Osservatore Romano, cuatro veces más barato que Radio Vaticana. Sus trabajadores, libres de impuestos, rezan el Ángelus a las 12 con el papa

Cada vez hay más mujeres en su equipo. Benedicto XVI “lo lee todos los dias”. El papa Francisco si no le llega a su hora, siempre pregunta qué ha pasado

La voz escrita de la Santa Sede nace hace más de ciento cincuenta años y, sin embargo, poco tiene que ver con aquel periódico que surgió casi a la vez que el Estado Vaticano. La esencia se mantiene pero Benedicto XVI le dio un giro importante que sirvió para actualizar al que tenía que ser la actualidad del Vaticano.

 

Para Giovanni Maria Vian, el director del periódico y catedrático de Patrística en la Universidad de la Sapienza, el gran cambió empezó hace seis años: “cuando Benedicto XVI me escribió una carta en la que esbozaba cómo debía ser L’Osservatore Romano”. En este singular periódico, el editor es nada menos que el papa. Francisco es ya el duodécimo papa que encabeza este periódico. El papa Emérito hizo gala de esta posición y pidió que se diera paso en la redacción a las firmas femeninas y a los no católicos. También insistió en que hubiera más espacio para información internacional, cultura, economía y especialmente al ecumenismo y al diálogo religioso.

Pero no ha sido el único cambio. Desde que Benedicto XVI renunciara al papado y entrara en escena el papa Francisco, también ha habido algunos cambios. El antiguo arzobispo de Buenos Aires ya conocía L’Osservatore pero en su edición semanal, no consultaba la edición diaria. Vian reconoce que desde L’Osservatore tienen ahora una gran responsabilidad “Nos leen dos papas -explica- A Benedicto XVI lo vi hace poco y me dijo que todos los días lo lee”.

Desde la elección de Francisco, el periódico presta más atención a América Latina. También agradecen desde el medio las propuestas del papa aunque explica Vian que Francisco respeta la autonomía de la publicación. “Aunque es normal que el editor de una publicación haga propuestas, y a él la comunicación lo atrae mucho, da mucha libertad”, explica el director. Otro cambio han sido los nuevos medios. El vespertino cuenta ya con 20.000 seguidores en twitter.

En la sede, situada en la la Via del Pellegrino trabajan 80 personas, todas laicas a excepción de un jesuita polaco y una religiosa argentina. La presencia de mujeres, que era escasa hace unos años, es mucho más palpable hoy. Una de las innovaciones del año pasado fue la incorporación de Lucetta Scaraffia, una profesora de Historia Contemporánea de la Universidad de La Sapienza que se encarga del suplemento mensual Mujeres Iglesia Mundo. Según palabras de esta profesora, tratan de mostrar la realidad de un continente sumergido pero muy rico que es la mujer en la Iglesia. “Tratamos de mantener un difícil equilibrio para no ser demasiado obedientes ni demasiado rebeldes. Es un desafío hermoso”, resume Scaraffia.

En la redacción son todos fervientes católicos que interrumpen su trabajo a las doce de la mañana para rezar el Ángelus. Tienen algunos beneficios por trabajar en el Vaticano como no pagar impuestos por sus ingresos, dado que no se contemplan en la Santa Sede, o poder utilizar las gasolineras y supermercados del Estado Vaticano. Uno de los momentos más duros de esta redacción fue el caso ‘Vatileaks’ ocurrido el año pasado. Esta filtración de los documentos personales de Benedicto XVI provocó la colocación de cámaras de seguridad en el entorno del diario. Esto, al principio no sentó bien a los redactores, pero acabaron acostumbrándose por la necesidad de estos medios de seguridad.

Los sueldos de los miembros de la redacción no son públicos pero sí se conoce el precio de este periódico, 5 millones de dólares frente a los 20 que cuesta Radio Vaticana. A pesar de los cambios, sus lemas siguen siendo los mismos y condensan en una frase los objetivos de la vocación de este medio: «Unicuique suum» que quiere decir “A cada uno lo suyo ”y «Non praevalebunt» que hace referencia a la frase del Evangelio “las puertas del infierno no prevalecerán”.

Uno de los mejores resúmenes de este medio lo hizo el periodista Salvador Aragonés, que lo caracterizó como “un diario leído por poca gente, pero muy influyente (periodistas, diplomáticos, dirigentes eclesiásticos y líderes de otras religiones), lo que hace que su repercusión no tenga nada que ver con su tiraje”.