El Obispo de Roma centró su reflexión en María,
prosiguiendo sus catequesis sobre la Iglesia, en una Plaza
de San Pedro repleta, una semana más, de miles de fieles
romanos y peregrinos – más de cien mil – de tantas partes del
mundo. Con la Constitución Dogmática sobre la Iglesia Luz de los
Pueblos, del Concilio Vaticano II, el Papa Francisco
destacó esta mañana tres aspectos de la Madre de Dios y mamá
nuestra: María como modelo de fe,
María modelo de Caridad y María modelo de
unión con Cristo.
En su audiencia general de este miércoles 23 de octubre, el Santo
Padre puso de relieve que la Madre del Redentor vivió en la
sencillez y humildad cotidiana y como mamá nos quiere brindar
también a nosotros el gran don que es Jesús, su amor, su paz, su
alegría. Siguiendo a María, la Iglesia no es una agencia
humanitaria, sino que está enviada a llevar a todos a Cristo, su
Evangelio, su caridad, el amor de Dios.
Reiterando que María «es modelo de fe, no sólo porque como hebrea
esperaba al redentor, y con su sí se adhiere al proyecto de Dios,
sino porque desde ese momento su vida se centra en Jesús», el
Santo Padre recordó que «además lo hace desde la cotidianeidad de
una mujer humilde que, sin embargo, vive inmersa en el misterio, y
su sí, ya perfecto desde el inicio, crece hasta la cruz, en la que
su maternidad abraza a todos».
María «es modelo de caridad, como vemos en la Visitación, pues
ella no sólo ayuda a su prima, sino que le lleva a Cristo, la
perfecta alegría que viene del Espíritu y se manifiesta en un amor
oblativo. Es modelo también de unión con Cristo, sea en su tarea
cotidiana, sea en el camino de la cruz, hasta unirse a Él en el
martirio del corazón», subrayó el Papa Francisco alentando a
dejarnos interpelar por la figura de María. A preguntarnos si la
vemos lejana; si acudimos a ella en la prueba; si somos capaces,
como ella, de amar dándonos totalmente. Y si nos sentimos unidos a
Jesús, según su ejemplo, en una relación constante o sólo nos
acordamos de Él en la necesidad. Invito a todos – exhortó el
Obispo de Roma – a pedir al Señor su gracia, de modo que amemos
cada vez más a María, Madre de la Iglesia.
(CdM – RV)
Queridos hermanos y hermanas:
En la catequesis de hoy, y siguiendo el Concilio Vaticano II,
quiero reflexionar sobre María como modelo «de la Iglesia en el
orden de la fe, de la caridad y de la unión perfecta con Cristo».
Ella es modelo de fe, no sólo porque como hebrea esperaba al
redentor, y con su sí se adhiere al proyecto de Dios, sino porque
desde ese momento su vida se centra en Jesús. Además lo hace desde
la cotidianeidad de una mujer humilde que, sin embargo, vive
inmersa en el misterio, y su sí, ya perfecto desde el inicio,
crece hasta la cruz, en la que su maternidad abraza a todos. Y es
modelo de caridad, como vemos en la Visitación, pues ella no sólo
ayuda a su prima, sino que le lleva a Cristo, la perfecta alegría
que viene del Espíritu y se manifiesta en un amor oblativo. Es
modelo también de unión con Cristo, sea en su tarea cotidiana, sea
en el camino de la cruz, hasta unirse a Él en el martirio del
corazón. Ahora nos preguntamos: ¿cómo nos interpela la figura de
María? ¿la vemos lejana? ¿acudimos a ella en la prueba? ¿somos
capaces, como ella, de amar dándonos totalmente? ¿nos sentimos
unidos a Jesús, según su ejemplo, en una relación constante o sólo
nos acordamos de Él en la necesidad?
Saludo a los peregrinos de lengua española, en particular a los
grupos provenientes de España, Argentina, Costa Rica, México,
Panamá, Venezuela, Paraguay, Chile y los demás países
latinoamericanos. Invito a todos a pedir al Señor su gracia, de
modo que amemos cada vez más a María, Madre de la Iglesia.
Gracias.