29.10.13

Un amigo de Lolo - Nacer de nuestras cenizas

A las 12:04 AM, por Eleuterio
Categorías : General, Un amigo de Lolo

Presentación

Manuel Lozano Garrido

Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infringían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.

Nacer de nuestras cenizas

“¡Quién pudiera nacer de nuevo! ¡Ya lo creo que puedes¡ Graba en un alma inmaculada tus arrepentimientos, aspiraciones y sueños, y habrás sido creado otra vez”
Manuel Lozano Garrido, Lolo
Bien venido, amor (348)

Es indudable que los seres humanos que manifestamos creer en Dios Todopoderoso, en su Hijo Jesucristo y en el Espíritu fruto del amor entre el Padre y el Hijo tenemos una serie, digamos, de “ventajas” espirituales que no deberían ser desdeñadas por nadie.

Al contrario, los seres humanos que no creen en Dios Todopoderoso, en su Hijo Jesucristo y en el Espíritu Santo fruto del amor entre el Padre y el Hijo, creen que no necesitan tener tal tipo de “ventajas” porque les basta y les sobra con tenerse a sí mismo y hacer de su capa un sayo. Así, son la mar de felices y se las componen como buenamente pueden. De todas formas, no creen que haya nada después de esta vida y tampoco se ven en la necesidad de volver a ser pues, al no tener presente el pecado (no que no exista sino que entienden que eso pueda ser posible) en sus vidas no tienen por posible tener que recuperarse de ninguna caída.

Sin embargo, los creyentes católicos sabemos que, como seres humanos que somos, caemos muchas veces en tentaciones y, como consecuencia de las mismas, es más que posible, que tengamos unas bajadas a los infiernos del alma más que sonadas.

Pues bien, si recordamos a Nicodemo, aquel discípulo, digamos, secreto, de Jesús, que no entendía cómo era posible nacer de nuevo pues imaginaba tener que volver, ya maduro de edad avanzada, al seno de la madre de la que había nacido y eso no le cuadraba mucho al buen hombre, tendremos la respuesta a una pregunta tan difícil de responder: ¿Nacer de nuevo?

El nacimiento o, mejor, el renacimiento espiritual, no es cuestión baladí sino de la mayor importancia para un creyente. Quien cree sabe que puede caer pero también sabe que puede y debe pedir perdón, levantarse y seguir caminando.

No se trata más que de una forma de ser propia de quien se reconoce pecador pero sabe, también y sobre todo, que Dios le perdona; sabe que Dios existe y le reconoce como juez bueno pero justo; sabe que el Creador no puede resistirse al hijo que, arrepentido, le pide perdón. Y no se resiste…. y perdona y da la posibilidad de continuar con una vida a la que, seguro, le saldrán muchos obstáculos en el camino que lleva al definitivo Reino de Dios.

Conocida es aquella expresión que dice que cristiano no es quien nunca se equivoca sino el que, como hemos dicho arriba, cuando sabe que se equivoca (¡es más que fácil, la mayoría de las veces, darse cuenta de eso!) pide perdón, se levante y sigue adelante.

Todo eso, pues, parece sencillo y fácil de tener en cuenta por quien, libremente, acepta ser reconocido como hijo de Dios.

Pero, por otra parte, y como muchas veces nos pasa, es posible que aquello que teníamos por bueno y mejor para nuestra vida no haya ido por el camino correcto. Pues entonces, aquí, también cabe renacer de las cenizas de nuestros fallidos proyectos. Perseverar es, aquí, no ya en el error (pecado) sino en la intención, ejemplo de tener un corazón hecho a prueba de contratiempos y apoyado en Dios, Creador y Padre.

¡Ser creados otra vez!, ¡tener la oportunidad de ser, de volver a ser, buenos hijos!

Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, ruega por nosotros.

Eleuterio Fernández Guzmán