2.11.13

Benditas las almas del purgatorio sean

A las 12:51 AM, por Eleuterio
Categorías : General, Defender la fe

Almas Purgatorio

“Debemos ayudar a los que se hallan en el purgatorio. Demasiado insensible seria quien no auxiliara a un ser querido encarcelado en la tierra; mas insensible es el que no auxilia a un amigo que esta en el purgatorio, pues no hay comparación entre las penas de este mundo y las de allí.”

En “Sobre el Credo” (5, 1. c., p. 73) dice Santo Tomás de Aquino esto acerca de las almas del Purgatorio y de la necesidad que tenemos de rezar por ellas.

Ciertamente, debemos partir de la verdad que dice que cuando morimos podemos tomar, digamos, tres caminos que nos lleva bien al Cielo, al Infierno o al Purgatorio. Bueno, en realidad, alguno de tales caminos lo tomaremos cuando seamos juzgados por Dios. Entonces veremos si ya estamos salvados, si estamos cerca de la salvación eterna o si para nuestra desgracia, lo que nos espera es el terrible Infierno.

Y el segundo día del mes décimo primero del año debemos un muy especial recuerdo a las almas de aquellos cuerpos que, tras el Juicio particular, han dado con su realidad en el Purgatorio o Purificatorio, que eso es y viene a significar.

Sobre el Juicio particular, dice el Catecismo de la Iglesia católica, lo siguiente:

1021 La muerte pone fin a la vida del hombre como tiempo abierto a la aceptación o rechazo de la gracia divina manifestada en Cristo (cf. 2 Tm 1, 9-10). El Nuevo Testamento habla del juicio principalmente en la perspectiva del encuentro final con Cristo en su segunda venida; pero también asegura reiteradamente la existencia de la retribución inmediata después de la muerte de cada uno con consecuencia de sus obras y de su fe. La parábola del pobre Lázaro (cf. Lc 16, 22) y la palabra de Cristo en la Cruz al buen ladrón (cf. Lc 23, 43), así como otros textos del Nuevo Testamento (cf. 2 Co 5,8; Flp 1, 23; Hb 9, 27; 12, 23) hablan de un último destino del alma (cf. Mt 16, 26) que puede ser diferente para unos y para otros.

1022 Cada hombre, después de morir, recibe en su alma inmortal su retribución eterna en un juicio particular que refiere su vida a Cristo, bien a través de una purificación (cf. Cc de Lyon: DS 857-858; Cc de Florencia: DS 1304-1306; Cc de Trento: DS 1820), bien para entrar inmediatamente en la bienaventuranza del cielo (cf. Benedicto XII: DS 1000-1001; Juan XXII: DS 990), bien para condenarse inmediatamente para siempre (cf. Benedicto XII: DS 1002).

A la tarde te examinarán en el amor (San Juan de la Cruz, dichos 64).

La doctrina católica sabemos, pues, lo que nos dice al respecto de momento tan crucial de nuestra futura, y eterna, existencia.

En general, se nos recomienda tener presente en nuestra vida de oración, precisamente, a las almas del Purgatorio. Y orar, por ejemplo, con San Agustín

Dulcísimo Jesús mío, que para redimir al mundo quisisteis nacer, ser circuncidado, desechado de los judíos, entregado con el beso de Judas, atado con cordeles, llevado al suplicio, como inocente cordero; presentado ante Anás, Caifás, Pilato y Herodes; escupido y acusado con falsos testigos; abofeteado, cargado de oprobios, desgarrado con azotes, coronado de espinas, golpeado con la caña, cubierto el rostro con una púrpura por burla; desnudado afrentosamente, clavado en la cruz y levantado en ella, puesto entre ladrones, como uno de ellos, dándoos a beber hiel y vinagres y herido el costado con la lanza. Librad, Señor, por tantos y tan acerbísimos dolores como habéis padecido por nosotros, a las almas del Purgatorio de las penas en que están; llevadlas a descansar a vuestra santísima Gloria, y salvadnos, por los méritos de vuestra sagrada Pasión y por vuestra muerte de cruz, de las penas del infierno para que seamos dignos de entrar en la posesión de aquel Reino, adonde llevasteis al buen ladrón, que fue crucificado con Vos, que vivís y reináis con el Padre y el Espíritu Santo por los siglos de los siglos. Amén.

Pero también podemos hacer mucho más por las benditas ánimas del Purificatorio. En la mente de cualquiera están, por ejemplo, los ofrecimientos de obras, el realizar algún tipo de sacrificio personal que se ofrece por ellas, el tenerlas siempre en nuestra oración además de, por ejemplo, la citada antes. Es decir, como una especie de “intención transversal” que pase por todas nuestras oraciones. Así, el Beato Juan Pablo II, en la Catequesis de 4 de agosto de 1999 dijo que

Así como en la vida terrena los creyentes están unidos entre sí en el único Cuerpo Místico, así también después de la muerte los que viven en estado de purificación experimentan la misma solidaridad eclesial que actúa en la oración, en los sufragios y en la caridad de los demás hermanos en la fe. La purificación se realiza en el vínculo esencial que se crea entre quienes viven la vida del tiempo presente y quienes ya gozan de la bienaventuranza eterna.

Orar aún sabiendo que somos pecadores pero confiando en que Dios, que es Misericordioso con nosotros, no tendrá en cuenta nuestro pecado sino, en todo caso, el bien que le podamos hacer a las almas del Purgatorio con un proceder como el aquí propuesto.

Y también podemos orar así:

Benditas almas del Purgatorio,
gozad sabiendo que nos acordamos
de vuestros padecimientos
al limpiaros y blanquearos.
Benditas almas del Purgatorio,
esperad de nosotros oración y petición
al Padre en vuestro beneficio eterno
nunca olvidado.
Benditas almas del Purgatorio,
mirad, desde vuestra realidad que espera
a quienes no dudamos en ofrecer
por vosotras,
en presentar por vosotras,
en querer que el Cielo
os llegue pronto.
Benditas almas del Purgatorio,
pedimos al Padre
para que os conceda su favor.
Amén.

¡Benditas almas del Purgatorio, rogad por nosotros!

Eleuterio Fernández Guzmán