5.11.13

Un amigo de Lolo - Anhela Dios nuestra santidad

A las 12:32 AM, por Eleuterio
Categorías : General, Un amigo de Lolo

Presentación

Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infringían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.

Anhela Dios nuestra santidad

“Si la santidad no es noticia es porque a los periódicos sólo salta lo no habitual, lo sorprende. Ningún diario hace referencia a cómo la mano de Dios trabaja los corazones, porque eso ocurre a cada hora”
Manuel Lozano Garrido, Lolo
Bien venido, amor (568)

Lo que Dios quiere de nosotros, hijos suyos creados por Él, no es nada extraño ni debería resultar incomprensible para nadie. En realidad, el Creador sólo quiere, para nosotros, lo mejor y lo mejor es cumplir su voluntad.

Es posible que se pueda decir que un comportamiento así está en la posibilidad de tenerlo por parte de quien es egoísta. Sin embargo, en el caso de Dios no puede aplicarse tal calificación porque al haberlo creado todo y puesto todo en el lugar y circunstancias que les corresponde estar, es esperable que conozca el sí y el no de cada realidad.

Por tanto, Si Dios creyó que era “muy bueno” aquello que había creado a partir del barro (o de algo ya existente) sostener que por tal parte de la creación lo más conveniente es lo que Él crea que le conviene… no deja de ser, al contrario de lo que se puede sostener, una luz más grande u una prueba absoluta de confianza por su parte y hacia el hombre.

¿Qué nos conviene, pues?

Sencillamente dicho, nos conviene ser perfectos como nuestro Padre es perfecto.

Decir esto, así, puede parecer una humorada porque ¿quién va a ser perfecto como Dios lo es? Aunque, en realidad, o es eso lo que más importa pues ya sabemos que es, simplemente, imposible. Pero sí supone una pista de hacia dónde y cómo debemos ir hacia tal dónde.

Para quien tiene un modelo a seguir no tiene más que seguir al mismo para tratara de parecerse. Seguramente nunca será como el segundo pero, al menos, se “pulirá” en sus comportamientos y es hasta posible que se acerque a quien tanto admira mucho más de lo que, en principio, creía posible.

Algo así nos ha de pasar con respecto a Dios. Sabemos, a ciencia cierta y a corazón cierto, que jamás llegaremos a ser como Él (tal tentación fue la que medio entre el Maligno y el ser humano y a consecuencia de la cual entró la muerte en el mundo) pero tenemos muchos elementos que el Creador nos muestra y sobre los cuales podemos construir una vida santa, mirando a la perfección y teniéndola no como destino (al que nunca llegaremos como tal perfección) sino como un espejo donde mirarnos y tratar, al menos, de imitar lo que allí vemos.

La santidad es, pues, es un ser, un llegar a ser pero, por eso mismo, es un camino que debemos recorrer reconociendo siempre que nuestro destino es Dios.

No debería, por tanto, ser algo extraordinario el hecho de que quedara impregnado nuestro corazón con la palabra “santidad” y que eso supusiera un centro de gravedad sobre el que el que girase toda nuestra vida y todo nuestro querer ser mejores.

Seguramente Dios prefiere esto antes que otros comportamientos, digamos, más olvidadizos.

Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, ruega por nosotros.

Eleuterio Fernández Guzmán