7.11.13

La cardenala

A las 8:07 AM, por Tomás de la Torre Lendínez
Categorías : General

En una visita pastoral, un anciano obispo llegó a un pequeño pueblo. Tras los saludos de rigor al párroco y al coadjutor, fueron hasta el edificio de la alcaldía a rendir pleitesía a la autoridad local, quien al frente de la corporación los recibió con toda clase de atenciones.

En el salón de plenos se ofreció una copa de vino español. Todos estaban compartiendo aquel acto de convivencia civilizada. No faltaron los miembros de la Guardia Civil y los cuatro guardias municipales que la localidad disponía.

De pronto, se abrió la puerta y una voz femenina gritó muy fuerte:

-¡Perdonen, ustedes la intromisión tan imprevista, pero es que soy la cardenala¡

Era cierto, así motejaban a aquella extraña mujer y a toda la familia desde hacía varios siglos en aquel perdido pueblo de esa diócesis española.

El obispo alterado ante aquella irrupción, contempló cómo los números de la Guardia Civil y los policías locales, fueron hasta la señora y la redujeron y la callaron.

El mismo prelado preguntó sorprendido:

-Hermana, ¿cómo es que le llaman la cardenala?

La pobre mujer levantó los ojos del suelo y contestó con educación:

-Mire, señor obispo, entre mis antepasados se encuentran personas que alcanzaron ser canónigos, obispos y cardenales. Hasta que la hermana de uno de ellos, perdió la razón poniéndose las ropas que sus hermanos tenían en el armario para ejercer sus ministerios en la Iglesia Católica. Andaba de noche vestida con esos capisayos dando escándalos callejeros, fruto de sus andanzas conoció los calabozos y se le fue la cabeza tanto que fue ingresada en un manicomio, donde acabó sus días. Desde entonces todos los descendientes somos conocidos como los cardenales y las mujeres las cardenalas.

El obispo, hombre prudente, y lleno de celo pastoral afirmó:

-¿Qué deseas que haga por ti, hermana?

La cardenala respondió:

-Deseo que, tanto el alcalde como usted, emitan un documento donde prohíban que se nos llame de esta forma. No deseamos afear a tales ministros de la Iglesia Católica.

Ahora, es el alcalde quien interviene:

-Eso está hecho. Aquí esta toda la corporación municipal y el señor obispo. Ahora mismo pregunto a todos: ¿Concedemos lo que nos pide Amparo García Martínez vecina de esta localidad?.

El sí coral fue completo. El secretario municipal levantó acta rápida de aquella decisión. Desde entonces aquel mote fue borrado de la convivencia vecinal del pueblo.

Moraleja

La sabiduría del pueblo es respetuosa a los cargos dentro de la Iglesia Católica, en cuyo interior se alimenta alguna vez lo contrario. De pena.

Recomendación

Tras el arreglo que ha operado mi compañero de instituto en el tema de presentación informática, en la página de mis publicaciones digitales, invito a leer una novela y un ensayo.

La novela se titula:

Cuerpos y almas.

El ensayo se titula:

Ensayo sobre el agradecimiento

Pueden pinchar aquí mismo.

Tomás de la Torre Lendínez