ZENIT

El mundo visto desde Roma

Servicio diario - 17 de noviembre de 2013

La frase del día

Buscad leyendo, y hallaréis meditando.

San Juan de la Cruz, místico español. (1542 - 1591)

 


El papa Francisco

Francisco en el Ángelus: 'Jesús nos libera del fatalismo y de las falsas visiones apocalípticas'
Hay falsos 'salvadores', que tratan de sustituir a Jesús: líderes de este mundo, santones, brujos, personajes que quieren atraer a sí­ las mentes y los corazones, especialmente de los jóvenes.

El papa Francisco receta 'Misericordina' a los fieles presentes en el Ángelus
Una medicina espiritual que sirve para difundir en todas partes el amor, el perdón y la fraternidad

Mirada al mundo

España: En la clausura del Congreso Católicos y Vida Pública piden a los políticos coherencia y testimonio cristiano
Ex embajador socialista afirma que ningún partido político puede hacer de la Iglesia 'un enemigo a batir'. Denunciar los actuales acuerdos del Estado español con la Santa Sede está 'fuera de lugar' y evidencia una 'ausencia total de propuestas'

Manifiesto del XV Congreso Católicos y Vida Pública 'España: Razones para la esperanza'
La ACdP pide revitalizar la sociedad mediante una profunda regeneración intelectual y moral

España: mañana comienza la CII Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal
Del 18 al 22 de noviembre, la Plenaria de los obispos españoles elegirá al nuevo secretario general de la CEE

SANTOS Y BEATOS: EPOPEYAS DE AMOR. EJEMPLO DEL DÍA

Santa Isabel de Hungría
«Princesa de Hungría, landgrave de Turingia. Joven esposa, madre y viuda. El rostro de la ternura hacia los enfermos y los pobres. Patrona de la Tercera Orden franciscana, de Bogotá y de las enfermeras españolas, entre otras»


El papa Francisco


Francisco en el Ángelus: 'Jesús nos libera del fatalismo y de las falsas visiones apocalípticas'
Hay falsos 'salvadores', que tratan de sustituir a Jesús: líderes de este mundo, santones, brujos, personajes que quieren atraer a sí­ las mentes y los corazones, especialmente de los jóvenes.

Por Redacción

CIUDAD DEL VATICANO, 17 de noviembre de 2013 (Zenit.org) - El papa Francisco se asomó un domingo más a la ventana de su estudio, en el Palacio Apostólico, para el tradicional rezo del Ángelus. Ante una multitud reunida en la plaza de San Pedro, el pontífice comentó el Evangelio de hoy teniendo en cuenta dos claves interpretativas: “no dejarse engañar por falsos mesías y no dejar que el miedo nos paralice” y “vivir el tiempo de espera como un tiempo para el testimonio y la perseverancia”. 

A continuación les ofrecemos el texto íntegro de la alocución del santo padre:

"Queridos hermanos y hermanas ¡buenos días!

El Evangelio de este domingo (Lc 21, 5-19) consiste en la primera parte de un razonamiento de Jesús: el de los últimos tiempos. Jesús lo pronuncia en Jerusalén, cerca del templo; y la idea se la da precisamente la gente que hablaba del templo y de su belleza. ¡Porque era bello aquel templo!

Entonces Jesús dijo: “Esto que ven, llegarán días en que no quedará piedra sobre piedra que no sea derruida” (Lc 21, 6). Naturalmente le preguntan: ¿cuándo sucederá esto?, ¿cuáles serán los signos? Pero Jesús dirige la atención de estos aspectos secundarios – ¿cuándo será?, ¿cómo será? – la dirige a las verdaderas cuestiones. Y son dos:
Primero: no dejarse engañar por falsos mesías y no dejarse paralizar por el miedo. Segundo: vivir el tiempo de la espera como tiempo del testimonio y de la perseverancia. Y nosotros estamos en este tiempo de la espera, de la espera de la venida del Señor.
Esta alocución de Jesús es siempre actual, también para nosotros que vivimos en el Siglo XXI. Él nos repite: “Miren, no se dejen engañar. Porque vendrán muchos usurpando mi nombre” (v. 8).

Es una invitación al discernimiento. Esta virtud cristiana de comprender dónde está el Espíritu del Señor y dónde está el mal espíritu. También hoy, en efecto, hay falsos “salvadores”, que tratan de sustituir a Jesús: líderes de este mundo, santones, también brujos, personajes que quieren atraer a sí las mentes y los corazones, especialmente de los jóvenes. Jesús nos pone en guardia: “¡No los sigan!”. “¡No los sigan!”.

Y el Señor también nos ayuda a no tener miedo: frente a las guerras, a las revoluciones, pero también a las calamidades naturales, a las epidemias, Jesús nos libera del fatalismo y de las falsas visiones apocalípticas.

El segundo aspecto nos interpela precisamente como cristianos y como Iglesia: Jesús preanuncia pruebas dolorosas y persecuciones que sus discípulos deberán padecer, por su causa. Sin embargo asegura: “Pero no perecerá ni un cabello de su cabeza” (v. 18). ¡Nos recuerda que estamos totalmente en las manos de Dios!

Las adversidades que encontramos por nuestra fe y nuestra adhesión al Evangelio son ocasiones de testimonio; no deben alejarnos del Señor, sino impulsarnos a abandonarnos aún más en Él, en la fuerza de su Espíritu y de su gracia.

En este momento pienso y pensamos todos, eh, hagámoslo juntos, pensemos en tantos hermanos cristianos que sufren persecuciones a causa de su fe. ¡Hay tantos! Quizá más que en los primeros siglos. Jesús está con ellos. También nosotros estamos unidos a ellos con nuestra oración y nuestro afecto. También sentimos admiración por su coraje y su testimonio. Son nuestros hermanos y hermanas que en tantas partes del mundo sufren a causa de ser fieles a Jesucristo. Los saludamos de corazón y con afecto.

Al final, Jesús hace una promesa que es garantía de victoria: “Con su perseverancia salvarán sus almas” (v. 19). ¡Cuánta esperanza en estas palabras! Son un llamamiento a la esperanza y a la paciencia, a saber esperar los frutos seguros de la salvación, confiando en el sentido profundo de la vida y de la historia: las pruebas y las dificultades forman parte de un designio más grande; el Señor, dueño de la historia, lleva todo a su cumplimiento. ¡A pesar de los desórdenes y de los desastres que turban al mundo, el designio de bondad y de misericordia de Dios se cumplirá!

Y esta es nuestra esperanza. Ir así, por este camino, en el designio de Dios que se cumplirá. Es nuestra esperanza.

Este mensaje de Jesús nos hace reflexionar sobre nuestro presente y nos da la fuerza para afrontarlo con coraje y esperanza, en compañía de la Virgen, que camina siempre con nosotros".

Después del Ángelus:

"Saludo a todos ustedes, familias, asociaciones y grupos que han venido a Roma, de Italia y de tantas partes del mundo: España, Francia, Finlandia, Países Bajos. En particular, saludo a los peregrinos provenientes de Vercelli, Salerno, Lizzanello; el Motoclub de Lucania de Potenza, los chicos de Montecassino y de Caserta.

Hoy es la ‘Jornada de las víctimas de la carretera’. Aseguro mi oración y los aliento a seguir con el ejemplo de la prevención, porque la prudencia y el respeto de las normas son la primera forma de protección de uno mismo y de los demás.

Querría sugerir a todos ustedes que están aquí en la plaza un modo para concretar los frutos del Año de la Fe, que llega al final. Se trata de una ‘medicina espiritual’, llamada Misericordina. Es el contenido de una cajita, que algunos voluntarios distribuirán mientras dejan la plaza. Hay una corona del Rosario, con la cual se puede rezar también la “Coronilla de la Divina Misericordia”, ayuda espiritual para nuestra alma y para difundir en todas partes el amor, el perdón y la fraternidad.

A todos les deseo un buen domingo. ¡Buen almuerzo y hasta pronto!"

(RED/IV)

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El papa Francisco receta 'Misericordina' a los fieles presentes en el Ángelus
Una medicina espiritual que sirve para difundir en todas partes el amor, el perdón y la fraternidad

Por Redacción

CIUDAD DEL VATICANO, 17 de noviembre de 2013 (Zenit.org) - Al término del concurridísimo Ángelus de este soleado domingo en Roma, el papa Francisco recetó una medicamento a los miles de fieles y peregrinos que se agolpaban en San Pedro. "Es el contenido de una cajita, que algunos voluntarios distribuirán mientras dejan la plaza", afirmó divertido. Y aclaró que "se trata de una ‘medicina espiritual’, llamada Misericordina". 

En ese momento, desde la ventana de su estudio en el Palacio Apostólico, el santo padre blandía el particular regalo. Dentro, una corona del Rosario, "con la cual se puede rezar también la Coronilla de la Divina Misericordia".

Con este gesto, explicó el pontífice, su intención era sugerir a todos los presentes en la plaza "un modo para concretar los frutos del Año de la Fe, que llega al final". Y el papa concluyó sus palabras asegurando que la 'Misericordina' es  "una ayuda espiritual para nuestra alma y para difundir en todas partes el amor, el perdón y la fraternidad".

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Mirada al mundo


España: En la clausura del Congreso Católicos y Vida Pública piden a los políticos coherencia y testimonio cristiano
Ex embajador socialista afirma que ningún partido político puede hacer de la Iglesia 'un enemigo a batir'. Denunciar los actuales acuerdos del Estado español con la Santa Sede está 'fuera de lugar' y evidencia una 'ausencia total de propuestas'

Por Iván de Vargas

MADRID, 17 de noviembre de 2013 (Zenit.org) - Este domingo ha concluido el XV Congreso Católicos y Vida Pública que, bajo el titulo “España: Razones para la esperanza”, se ha venido celebrando durante todo el fin de semana en la Universidad CEU San Pablo de Madrid. Una cita anual ineludible para el catolicismo social de este país. Organizado por la Asociación Católica de Propagandistas y la Fundación Universitaria San Pablo CEU, ha contado con la participación de destacados expertos y profesionales de prestigio del mundo político, económico y social que han ahondado en el tema propuesto desde la perspectiva de la fe y a través de los valores cristianos.

Durante la conferencia de clausura, el ex embajador de España ante la Santa Sede y miembro del partido socialista (PSOE),  Francisco Vázquez, ha reconocido que abrir la polémica sobre los vigentes acuerdos Iglesia-Estado --como pretender hacer su formación política-- está “fuera de lugar”. “Plasma las carencias ideológicas de quienes plantean este salto atrás y su ausencia total de propuestas”, ha enfatizado.

Para el embajador, no existe fundamento para denunciar dichos acuerdos, dado que, “en la España de hoy, la Iglesia  no disfruta de ninguna situación de privilegio”. Además, ha añadido, estos no establecen “ni un tratado ni un contenido diferente a todos los concordatos, tratados y acuerdos que la Iglesia tiene suscritos con una parte de los 180 estados con los que mantiene relaciones”. Por lo tanto, no es comprensible la pretensión de “hacer de la Iglesia un enemigo a batir”, ha subrayado. Y ha lamentado que "quienes así actúan cierran las puertas a la presencia de cristianos en sus filas”.

Otro de los temas tratados ha sido la coherencia esperable del político respecto de sus ideas y creencias. Y, en este punto, el ponente ha pedido que el debate público se construya bajo la premisa del respeto a estas convicciones. En este sentido, ha destacado que “se hace preciso que en las cuestiones fundamentales prevalezca la necesaria irrenunciabilidad a los dictados morales de nuestra conciencia”, ámbito en el que emerge con singular importancia el de la creencia en la “naturaleza trascendental de la vida” y la “defensa” de la misma “desde la concepción hasta la muerte”.

A la pregunta sobre el papel de los católicos en España, el embajador ha considerado que la respuesta “no precisa de grandes disquisiciones”. Es necesario, ha indicado, “actuar conforme a los mandatos evangélicos y seguir las directrices establecidas por la doctrina moral y social de la Iglesia”. Y ha advertido que, “hay que contar con que se presentarán situaciones que nos obligarán a no temer el ser disidentes con la verdad de otros, establecida contra nuestros principios”. En estos casos, “deberemos nadar ‘contracorriente’”.

Por otra parte, ha apuntado que es verdad que “la doctrina de la Iglesia nos da las respuestas”, pero también “los complejos hacen que las más de las veces se calle” o “nos produzca rubor identificarnos como cristianos”.

Por último, ante los numerosos congresistas que abarrotaban el aula magna del CEU, Francisco Vázquez ha incidido sobre los tres principios o pautas de conducta irrenunciables en este tiempo de crisis, es decir: “la participación en la vida pública, la congruencia entre conducta y conciencia, y el testimonio permanente de la condición de católico”. Y ha concluido afirmando que, hoy en día, “participación, congruencia y testimonio” son necesarios “por muchos sinsabores que lleguen a producir”.

Tras la conferencia del ex embajador ante la Santa Sede, el presidente de la Conferencia Episcopal Española (CEE) y arzobispo de Madrid, cardenal Antonio María Rouco Varela, ha hecho unas breves consideraciones a colación del título de esta edición: “España: Razones para la Esperanza”. Una de las cuestiones que, a su modo de entender, aún permanecen abiertas es la de la “unidad del político católico en su acción política”. No se trata de inmiscuirse en la unidad de criterio dentro de los partidos, ha explicado el cardenal Rouco, pero sí que haya una consonancia de criterio en torno a temas “básicos” como “el bien común o el Estado”.

Antes el purpurado había recordado cuál es el papel esencial que le compete al católico en la vida pública, que es el de “purificar la razón” por medio de la fe, liberándola así de la “carga” que supone la “mentira del 'no a Dios'”.

Junto al cardenal arzobispo de Madrid, han conformado la mesa de clausura el presidente de la Asociación Católica de Propagandistas (ACdP), Carlos Romero; el obispo auxiliar de Madrid, Mons. Fidel Herráez; el vicepresidente de la Fundación Universitaria San Pablo CEU, Manuel de Soroa; y el director del Congreso Católicos y Vida Pública, Rafael Ortega.

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Manifiesto del XV Congreso Católicos y Vida Pública 'España: Razones para la esperanza'
La ACdP pide revitalizar la sociedad mediante una profunda regeneración intelectual y moral

Por Redacción

MADRID, 17 de noviembre de 2013 (Zenit.org) - Este domingo ha concluido el XV Congreso Católicos y Vida Pública dedicado a "España: Razones para la esperanza", que se ha venido celebrando durante los días 15, 16 y 17 de noviembre en la Universidad CEU San Pablo de Madrid. 

El Congreso Católicos y Vida Pública es una iniciativa conjunta de la Asociación Católica de Propagandistas (ACdP) y la Fundación San Pablo CEU, que se organiza desde 1999 con el objetivo de crear un foro de encuentro y reflexión, para así adecuar la sociedad a todas las dimensiones del ser humano.

La finalidad de estos encuentros es ser punto de referencia y reunión de los católicos y a la vez promover su participación en el foro público, de forma que la fe no quede relegada sólo al ámbito privado.

En él participan cada año expertos y profesionales de prestigio del mundo político, económico y social que ahondan en cuestiones de actualidad desde la perspectiva de la fe y a través de los valores cristianos.

La actividad del Congreso se completa todas las ediciones con la celebración simultánea del Congreso Infantil dirigido a niños y adolescentes, y con la organización de las Jornadas de Católicos y Vida Pública, de carácter regional.

Esta decimoquinta edición ha querido poner de relieve "las razones y motivos que sostienen e impulsan una verdadera esperanza para España a pesar de las circunstancias, actitudes y presagios que parecen sembrar en muchos el desaliento", señalan desde la organización. Durantes el congreso, también se ha constatado la necesidad de "revitalizar la sociedad mediante una profunda regeneración intelectual y moral", subrayan. 

Por su interés, ZENIT le ofrece el contenido íntegro del manifiesto del congreso hecho público este mediodía.

Texto íntegro del manifiesto del XV Congreso Católicos y Vida Pública: 

http://www.congreso.ceu.es/pdf/prensa/13manifiestoXVCCVP-ok.pdf

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España: mañana comienza la CII Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal
Del 18 al 22 de noviembre, la Plenaria de los obispos españoles elegirá al nuevo secretario general de la CEE

Por Redacción

MADRID, 17 de noviembre de 2013 (Zenit.org) - La Conferencia Episcopal Española (CEE) celebrará su CII Asamblea Plenaria del 18 al 22 de noviembre en la Casa de la Iglesia de Madrid. El presidente de la CEE y arzobispo de Madrid, cardenal Antonio María Rouco Varela, pronunciará el discurso inaugural durante la apertura de la Asamblea. Después intervendrá el nuncio apostólico en España, Mons. Renzo Fratini.

El miércoles, día 20, los obispos elegirán al nuevo secretario general de la CEE para el quinquenio 2013-2018. Sustituirá al obispo auxiliar de Madrid, Mons. Juan Antonio Martínez Camino, elegido en 2003 y reelegido en 2008, que ha desempeñado el cargo durante dos quinquenios consecutivos y, por lo tanto, no puede ser reelegido. 

Durante la Plenaria, el episcopado español estudiará, para su posible aprobación, el documento "Normas básicas para la formación de los diáconos permanentes en las diócesis españolas", presentado por la Comisión Episcopal del Clero. Se trata de una actualización de las normas básicas que fueron aprobadas en enero de 2000, por un sexenio, y que es necesario renovar, teniendo en cuenta las sugerencias dadas por la Congregación para la Educación católica.

Además, se va a proceder a la posible modificación del actual reglamento sobre las fundaciones canónicas docentes para ampliarlo a las socio-sanitarias, asistenciales y otras, y a la constitución en la Conferencia Episcopal Española  de un único Consejo de Fundaciones para todas ellas.

Por último, la Comisión Episcopal de Liturgia traerá a la Asamblea una petición para que la advocación de Santa María de la Merced vuelva a figurar en el calendario litúrgico español; presentará para su aprobación la traducción al español de unas especiales "Letanías de Nuestro Señor Jesucristo, Sacerdote y Víctima, y del Santísimo Sacramento"; y, también presentará para su aprobación la traducción de una modificación en el Ritual del Bautismo.

(RED/IV)

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SANTOS Y BEATOS: EPOPEYAS DE AMOR. EJEMPLO DEL DÍA


Santa Isabel de Hungría
«Princesa de Hungría, landgrave de Turingia. Joven esposa, madre y viuda. El rostro de la ternura hacia los enfermos y los pobres. Patrona de la Tercera Orden franciscana, de Bogotá y de las enfermeras españolas, entre otras»

Por Isabel Orellana Vilches

MADRID, 17 de noviembre de 2013 (Zenit.org) - El 17 de noviembre de 2007 Benedicto XVI dio inicio al año internacional dedicado a esta santa que vivió experiencias intensísimas de amor y de dolor en su corta existencia. Es muy venerada y querida. Patrona de la Tercera Orden franciscana, de Bogotá, de las enfermeras españolas, de las niñas y mujeres alemanas, proclamación esta última efectuada por León XIII. Ostenta el patronazgo de la Orden Teutónica, junto a María y san Jorge. Tiene dedicadas numerosas iglesias y capillas, y el arte ha multiplicado su imagen y milagros. Su primera biografía la publicó en 1237 el cisterciense Cesáreo de Heisterbach y han seguido proliferando otras muchas.

Nació en 1207, puede que en el castillo de Sàrospatak, Hungría; no hay más datos. Era hija del monarca Andrés II, dueño de gran fortuna, y de Gertrudis de Andechs-Merania descendiente de reyes; tenía dos hermanos prelados. En el árbol genealógico de Isabel había ejemplos de excelsa virtud. Santa Eduvigis de Silesia fue su tía materna, y lazos de sangre la vinculaban a santa Isabel de Portugal. Además, su propia hija Gertrudis, abadesa de Altenberg, es beata. Acordado su matrimonio por razones de estado cuando tenía 4 años, con Hermann, hijo del landgrave de Turingia, la trasladaron allí para instruirla; era la costumbre.

Enseguida se desencadenaron trágicos acontecimientos. En 1213 su madre fue asesinada, en 1216 murió su prometido y al año siguiente lo hizo el landgrave, que le profesaba gran afecto. Entonces quedó en manos de Sofía Wittelsbach de Baviera, la segunda esposa de éste. Tanto a ella como a Hermann les agradaba la cultura haciendo de la corte un escenario perfecto para artistas y poetas. Entretanto, Isabel había dado muestras de piedad, una tendencia muy marcada a ejercer la caridad y alejamiento de los oropeles de palacio. Implicada en un entramado político, aunque estaba muy lejos de conflictos, se decidió que regresara a su país, pero Luís IV, nuevo landgrave tras la muerte de su padre, que había tenido ocasión de tratarla en palacio, se desposó con ella en 1221.

La idílica compenetración entre ambos sembró sus vidas de inenarrable felicidad. Isabel había hallado en Luís su alma gemela, un hombre generoso, desprendido de sí mismo, que respetó en todo momento sus intensas prácticas de oración y piedad. Velaba sus noches de vigilia de forma solícita teniendo cuidado de que las penitencias de su esposa no minaran su salud. Y mostraba público reconocimiento hacia sus constantes gestos de caridad con los necesitados defendiéndola de las críticas que alguna vez llovieron sobre ella por parte de quienes no supieron apreciar su proverbial espíritu de pobreza y magnanimidad, que Dios bendecía ya con signos extraordinarios. La idea en la que se inscribe el momento en el que Isabel portaba panes para los pobres, asegurando que un desconfiado Luís le pidió que le mostrara lo que llevaba, y solo vio rosas, es fruto de la leyenda, como otras que se han tejido en torno a la santa.

Los nobles sentimientos que vinculaban a la pareja elevaban el espíritu de Isabel, que por encima de todo ansiaba unirse con Dios. «Si yo amo tanto a una criatura mortal, ¿cómo debería amar al Señor inmortal, dueño de mi alma?», confidenció a una de sus damas. Lo que vivía en su hogar junto al piadoso landgrave no era más que una simple imagen de ese otro amor con mayúsculas que ardía en su interior. Tuvieron tres hijos: Sofía, Gertrudis y Hermann, que murió en 1241. Gertrudis vino al mundo en 1227 al poco de fallecer su padre a causa de la peste cuando iba a embarcarse como cruzado junto al emperador Federico II. Isabel tenía 20 años cuando afrontó esta nueva tragedia que laceró su corazón: «El mundo con todas sus alegrías está ahora muerto para mí».

Desde que los frailes se afincaron allí a finales de 1221, estaba vinculada a la espiritualidad franciscana. En 1223 comenzó a ser dirigida por ellos. Al enviudar la acompañaba en este itinerario Conrado de Marburgo. En aras de la obediencia que prometió, como tenía vía libre para hacer uso de sus bienes, siguió sembrando la estela de caridad entre los pobres. Con la excusa de que dilapidaba su fortuna siendo inepta para el gobierno, su cuñado Enrique Raspe la expulsó de la corte en pleno invierno. Buscó cobijo en un humilde granero. Y al clarear el alba se dirigió al convento de los franciscanos, entonando a Dios un Te Deum en acción de gracias. Luego en Eisenach vivió en una modesta cabaña construida en la rivera del río, y continuó socorriendo a los pobres con el fruto de su trabajo: costura e hilado. Cuando su tía materna, abadesa de las benedictinas de Kitzingen, supo de sus penalidades, la confió a su hermano Eckbert, obispo de Bamberg. La idea de su tío era que Isabel contrajese nuevo matrimonio, pero ella se negó en aras de la promesa que hizo al enviudar.

Se afincó en el castillo de Pottenstein. A su tiempo, sus hermanos le restituyeron la dote y se estableció en Marburgo, seguida por su riguroso director espiritual. Su heroico ejemplo de caridad sería ya imborrable. Fue artífice de dos hospitales, en uno de los cuales, abierto en su castillo, procuró atención cotidiana a centenares de indigentes; el otro lo mandó erigir en la colina de Wartburg. En 1228, año en que tomó el hábito gris de los penitentes en la capilla de los franciscanos de Eisenach, impulsó un tercer hospital en Marburgo y allí sirvió a los enfermos, muchos de los cuales estaban aquejados de graves úlceras, sin temer al contagio. Los pobres y los desvalidos, hospitalizados o no, en quienes siempre vio el rostro de Cristo, nunca cesaron de recibir sus tiernos consuelos. Ella misma, dando muestras de su amor al carisma franciscano, había hecho de la pobreza su forma de vida, desprendida de todo, hasta que murió con fama de santidad en Marburgo, presa de altas fiebres, la madrugada del 17 de noviembre de 1231. Gregorio IX la canonizó cuatro años después, el 27 de mayo de 1235, ante la presencia de miles de fieles, entre otros, el emperador Federico II.

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