Maracaibo, Venezuela, acoge desde este martes el IV Congreso Americano Misionero CAM 4 y IX Congreso Misionero Latinoamericano COMLA 9, que dio comienzo con la Santa Misa presidida por el Cardenal Fernando Filoni, Prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, enviado especial del Papa Francisco.
El Cardenal Filoni, llevando el saludo del Santo Padre, destacó en su homilía la imperante necesidad de reconocer a Cristo como la verdadera luz, para poder evangelizar a todos los pueblos de América, tomando como referencia el Documento Conciliar para la Nueva Evangelización. “En este nuestro Congreso, dijo, ponemos en el centro a Cristo y, como Maestro, nos proponemos escuchar su voz, acoger su mensaje, hacer que entre en nosotros y preparanos a la misión”. El Cardenal Filoni invitó a reflexionar sobre lo que predomina en nuestras Iglesias, si es una pastoral atenta a poner a Cristo en primer lugar.
Homilía del Prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos con ocasión de la Solemne Celebración de Apertura del 4º Congreso Americano
Misionero CAM 4 – Comla 9
26 de noviembre de 2013
Queridos hermanos en el episcopado y
en el sacerdocio,
Queridos hermanos y hermanas en Cristo,
Cuando el Santo Padre, el Papa Francisco, ha recibido la noticia de
la celebración de este IV Congreso Americano Misionero y IX Congreso
Misionero Latinoamericano, con la invitación a enviar un
representante suyo, con mucha benevolencia ha pensado en nombrarme
su Delegado Extraordinario, en cuanto Prefecto de la Congregación
para la Evangelización de los Pueblos. Es por eso que, con sumo
gusto, he aceptado la designación, por lo que hoy me encuentro aquí
en medio de ustedes presidiendo esta solemne celebración de
apertura.Con su Carta de designación, el Papa no solamente se hace
presente en medio a ustedes, sino que me pide transmitirles a
ustedes su cariño, y les saluda cordialmente a todos: al pastor de
esta Iglesia particular de Maracaibo, el arzobispo Ubaldo Ramón
Santana Sequela, a los Obispos, sacerdotes, religiosos, religiosas y
laicos, así como a quienes con gran generosidad contribuyen al éxito
de nuestro Congreso.
En su Carta de designación, el Papa Francisco escribe, refiriéndose
al documento conciliar Ad Gentes, que la naturaleza verdadera y
profunda de la Iglesia es la naturaleza misionera. Este es el motivo
por el que la Iglesia entiende dedicarse también hoy, con gran
entusiasmo, para que el Evangelio sea anunciado a todas las gentes (cfr.
Mc 13, 10), siguiendo el mismo camino señalado por el Señor «es
decir, por el camino de la pobreza, de la obediencia, del servicio,
y de la inmolación de sí mismo hasta la muerte, de la que salió
victorioso por su resurrección»(AG 5).
En efecto, la liturgia de la Palabra de hoy, nos sitúa ante el
designio de Dios, concebido desde la eternidad: se habla de la
gloria de Dios que el profeta Isaías ve brillar como una luz sobre
la humanidad; una humanidad que, salida de las tinieblas o de una
niebla intensa, casi en procesión, de dirige al “monte santo de
Jerusalén” (Is 66, 20), trayendo «la oblación en recipiente limpio a
la Casa de Yahveh» (Is 66, 20). Jesús, el esperado, aparece como la
luz de las gentes, la luz de quien cree, la luz de la fe. Esta
expresión la tomamos prestada del Papa Francisco para dar nombre a
su primera encíclica, Lumen fidei, en la que desde las primeras
líneas se recuerda al evangelista Juan (12, 46), en el pasaje en el
que mejor que en cualquier otro, se explica la profunda misión de
Jesús: «Yo, la luz, he venido al mundo para que todo el que crea en
mí no siga en las tinieblas». Las gentes, todas las naciones, pues,
están llamada a ver la luz de Cristo, como el mismo profeta Isaías
dirá en otro pasaje: «Caminarán las naciones a tu luz» (Is 60,
3), «pregonando alabanzas a Yahveh» (Is 60, 6). Isaías proclama que
la salvación es universal.
El pasaje del Evangelio de San Lucas, nos sitúa ante el misterio de
Jesús ya presente en María, que en su gesto de caridad ante Isabel,
indica a su propio Hijo como la verdadera vida y la luz de los
hombres. Al mismo tiempo proclama que todas las generaciones, en la
misericordia de Dios, tienen la gracia de llegar a ser hijos de
Dios.
Un Evangelio que nos indica, para María, la centralidad de Cristo en
la historia de salvación y que, consiguientemente, se debe convertir
en el centro de nuestra predicación, más aún, de la predicación de
la Iglesia. Lo dicen muy claramente los Hechos de los Apóstoles, en
el pasaje que hemos escuchado como segunda lectura, en el que se
dice que todas las gentes, por Pentecostés, por el Espíritu Santo,
están llamadas a recibir su don. Tampoco San Pablo nunca se cansará
de predicar la gracia que es ser su ministro: pienso que «conocéis
la misión de la gracia que Dios me concedió» (Ef 3, 1); ahora, esta
misión de la gracia, dice el Apóstol, consiste en el hecho de que
«los gentiles sois coherederos, miembros del mismo Cuerpo y
partícipes de la misma Promesa en Cristo Jesús por medio del
Evangelio» (Ef 3, 6). La eclesiología de San Paolo tiene, pues, la
tarea de conducir todas las gentes a Cristo y Cristo a todas las
gentes. De aquí nace la misionariedad y el sentido de este Congreso,
que no es una agregación de fuerzas, ni un show numérico, o una
reunión de nostálgicos.
En este nuestro Congreso ponemos en el centro a Cristo y como
Maestro nos proponemos escuchar su voz, acoger su mensaje, hacer que
entre en nosotros y prepararnos a la misión. Sí, exactamente, como
dice el tema de este Congreso: hacerse “Discípulos misioneros de
Jesucristo, desde América, en un mundo secularizado y
pluricultural”.
Necesitamos reflexionar, a distancia de cinco siglos de
evangelización de este Continente, como nuestra gente, que también
ha recibido y acogido la fe, vive y cree. Necesitamos preguntarnos
qué es lo que predomina en nuestras Iglesias, si es una pastoral de
conservación o de anuncio; si es una pastoral centrada solamente en
nuestras realidades americanas o latinoamericanas, o, al contrario,
abierta al mundo; si nuestra pastoral, a veces cercana a los pobres
de palabra, no esté en realidad alejada de ellos, considerando que
no pueden decirnos nada. Tenemos que preguntarnos si la nuestra es
una pastoral atenta a poner a Cristo en el primer lugar, en el
centro, o si, al contrario, como dice el Papa Francisco, es
autorreferencial, policante, ideologizadora, sin alma y formal.
Iniciamos nuestro Congreso con este acto de culto, en el cual
pedimos a Cristo que se haga nuestro hermano, nuestra luz, nuestro
bien. Nos acompañará la oración, y nos situamos desde ahora en la
escuela de Jesús Maestro, queriendo también nosotros, con los
discípulos sobre el Tabor, decir a Jesús: es bueno estar aquí; ha
sido bueno estas aquí. Aunque después el Señor nos hará bajar del
Tabor y nos conducirá a la Galilea de las gentes, donde nos espera
nuestra misión. Amén.
Posteriormente, una procesión de las diversas Advocaciones Marianas de los países de América se dio comienzo oficialmente al IV Congreso Americano Comienza el Misionero CAM 4 y IX Congreso Misionero Latinoamericano COMLA 9 en el salón Venezuela del Palacio de Eventos de Venezuela.
La solemne inauguración del Congreso contó con la presencia del Arzobispo Metropolitano de Maracaibo Mons. Ubaldo Santana Sequera, el presidente de la Conferencia Episcopal Venezolana Diego Padrón, el Rvdo. P. Andrea Bignotti imc, Director de las Obras Misionales Pontificias en Venezuela, Obispos, Sacerdotes y más de 2000 misioneros de todas partes de América.
El Padre Bignotti leyó la misiva enviada por su Santidad el Papa Francisco con motivo de la celebración del CAM 4 COMLA 9, en la cual invita a dar un nuevo impulso a la misión continental promovida en Aparecida, con la que la Iglesia en Latinoamérica y el Caribe desea hacer llegar el anuncio del Evangelio a todas las gentes.
Seguidamente, el Cardenal Fernando Filoni, dirigió sus palabras a los presentes, enmarcado en el mensaje del Papa Francisco de la Eucaristía de Envío de la Jornada Mundial de la Juventud 2013 (JMJ), enfatizando que una iglesia misionera tiene como primera tarea el anuncio del evangelio y la misericordia de Dios sin límites manifestada en la persona de Jesús, además del compromiso irrenunciable de ser evangelizadores.
(RV)