10.01.14

Eppur si muove - ¿De verdad que nadie hay que pueda hacer nada? ¿Nadie?

A las 12:13 AM, por Eleuterio
Categorías : General, Eppur si muove

Hay cosas que son, verdaderamente, sorprendentes. Es más, la sorpresa que producen se va dilatando en el tiempo y pudiera dar la impresión, quizá muestra de una verdad, de que lo que es así, así tiene que ser y punto en boca. Pero insistimos en que resulta, del todo punto, impresentable, lo que pasa.

Aquellos católicos que nos consideremos pequeños en la fe, sin falsas humildades sino porque nos sabemos que somos muy poca cosa teológicamente hablando, no acabamos de entender las razones de esto que pasa pueda pasar.

A veces, por cierto, la sorpresa puede hacernos creer que el dicho, muy español, que dice que “el que calla, otorga” es demasiado cierto y, fatalmente, aplicable a este caso.

Sin duda puede que parezcamos pesados por insistir tanto en esto pero si hubieran hecho, ya los mismos apóstoles en sus inicios más primeros, dejación de sus funciones, seguramente ahora no habría católicos sino, en todo caso, toda una serie de sectas diversas cada una a lo suyo. Y, claro, aunque eso haya pasado con la llamada Reforma protestante, no nos gustaría que hubiese pasado ya desde el principio de todo.

Pero el caso es que es de todo punto inadmisible (no se puede admitir de ninguna de las maneras) que por ejemplo, con nombres y apellidos haya católicos que se maquillen cada día con el polvorete de la fe para que se crean, algunos lo creen, que son católicos. Y tanto, por ejemplo, Juan Masiá, como Pagola, como algunas religiosas muy concretas que se creen el oro y el moro y cuyos nombres cualquiera podría repetir ahora (y eso es lo malo del asunto) y donde la humildad ni cabe ni ha lugar, pueden ir sembrando por los caminos del mundo en la seguridad, primero, de que alguno les comprará su mercancía averiada (pues de todo hay en la viña del Señor) y, segundo, más seguros aún de que, como mucho, recibirán algún coscorrón documental por parte de los pastores que han de proporcionárselos pero, en fin, de ahí la cosa no pasará, nada irá a mayores y… ¡hala!, a continuar con la labor de zapador-agujereador y abre boquetes en el dique de la creencia en Dios Todopoderoso, en su Hijo Jesucristo y en el Espíritu Santo.

Es más, ¿cómo es posible que en determinadas páginas supuestamente católicas como, por ejemplo, Religión Digital, haya consentimiento expreso o tácito por parte de pastores de la Iglesia católica que se permitan el lujo de convivir con personas ajenas, totalmente, a la fe propia de un católico? ¿Acaso creen que, con su actitud, van a convertir a alguien en tales ejes del Mal? ¿No será, acaso, que adoptan una posición excesivamente relativista y, en el fondo, descafeinada o light? ¿Es eso decir sí donde es sí y no donde es no?

¡Qué barbaridad tener que seguir soportando de forma estoica y por mor de la obediencia debida¡ ¿Hasta cuándo, diversos Catilinas, deberemos soportar tanto oprobio?

De todas formas, no vaya a entenderse esto como una Filípica sino, en todo caso, como una forma de poner los puntos sobre las muchas vocales donde hay que ponerlos. Seguramente, en esta misma casa InfoCatólica hay personas más preparadas que el que esto escribe y, seguro que también, con mucha más caridad en sus expresiones. Pero, ¡que quieren que les diga!, clama al cielo (nunca mejor dicho sabiendo que el cielo sí ve y sí escucha) lo que está pasando durante muchos, muchos, años y no sabemos si es posible que determinados y determinadas (para que luego digan que no somos igualitarios) que necesitan algo más que un toque (como se hace en Facebook, por ejemplo, para avisar a alguien de que se quiere entablar comunicación) y no es otra cosa que un empujón, de los buenos, para ponerlos fuera del redil de la Iglesia católica. Al menos sabrán que donde no quieren estar no se les admite como miembros de la comunidad eclesial.

Y si esto parece demasiado “radical”, al menos que se entienda con claridad que no se trata de una cuestión elitista de cuestiones teológicas lo que se plantean desde determinados pensamientos teológicos sino que se trata de la misma base de la fe católica. Es decir, que si, por ejemplo, alguien sostiene que Jesús murió pero no para salvarnos sino por soportar un mal humano, que se diga que quien sostiene eso dice lo contrario, en esencia, a lo que todo católico debe creer. O si, también, se dice que se puede matar, con el aborto, según y cómo, que se diga, con toda claridad (para que se sepa) que quien eso dice está fuera del catolicismo. Pero no fuera de forma teórica, sino práctica, porque se sostiene algo radicalmente contrario a la fe que seguimos millones y millones de personas en el mundo.

Sabemos, de todas formas, que todo esto aquí planteado a lo mejor no es más que el sueño de una noche de invierno pero, al menos, sí queremos que quede reflejado que los sencillos en la fe podremos ser sencillos pero tontos, lo que se dice tontos, no queremos que se nos haga pasar por tales.

Existe, para todo esto, algo tan elemental como es la excomunión. No parece tan difícil de entender. Vale, pues, la pena conjugar el verbo excomulgar:

Yo me excomulgo,
tú te excomulgas,
él excomulga,
nosotros nos excomulgamos,
vosotros os excomulgáis,
ellos nos excomulgan.

¿Ven, pastores? Esta conjugación es sencilla: algunos católicos merecen ser excomulgados, echados de la Iglesia católica, por lo que hacen ellas mismas (1ª y 2ª personas del singular y 1ª y 2ª personas del plural) y otras (individualmente, 3ª persona del singular en caso de ser un pastor único quien eso haga recaer sobre quien lo merece o bien, colegiadamente, 3ª persona del plural, en caso de ser un órgano de tal jaez quien haga recaer sobre quien lo merece ser excomulgado).

Por cierto, no vaya a creer nadie que este verbo ha sido creado recientemente por la Academia Española de la Lengua. Muy al contrario es la verdad, pues hace muchos siglos que está presente en la Iglesia Católica. Vamos, de una forma o de otra, desde su principio. Otra cosa es que alguien prefiera, hoy día, esconderlo como reliquia en algún cajón eclesial. Pues que nadie olvide, en tal caso, que Dios lo ve todo. Pero todo, todo, y que cada palo aguante su vela.

Eleuterio Fernández Guzmán