ZENIT

El mundo visto desde Roma

Servicio diario - 19 de enero de 2014

LA FRASE DEL DÍA

'Todo es vanidad, excepto amar y servir a Dios, ¿Cuándo te resolverás a entregarte del todo al Señor?' San Juan Bosco (1815 - 1888)

 


El papa Francisco

Las palabras del Papa en el ángelus de la Jornada del Emigrante y el Refugiado
Texto completo. Ante una plaza repleta, Francisco denuncia a 'los mercaderes de carne humana, que quieren esclavizar a los migrantes'. Y explica que la misión de Jesús es liberar al mundo del pecado

Francisco visita a las periferias que viven en Roma
En la parroquia del Sagrado Corazón se encuentra con refugiados, inmigrantes y sin techo antes de celebrar la Santa Misa

El Santo Padre en la parroquia del Sagrado Corazón: 'Jesús nunca decepciona'
Texto completo de la homilía de hoy. La clave de la vida es la confianza en el Señor. Él ha venido para salvarnos, para cargar con el pecado

Comunicación

10 consejos a modo de pregunta
Para examinar y reimpulsar proyectos confesionales on line

Espiritualidad

Ungidos, no 'grasientos'
II Domingo Ordinario

Beato Marcelo Spínola y Maestre
«Este fundador de la congregación de las Esclavas del Divino Corazón, gran jurista, fue aclamado abogado de los pobres y arzobispo mendigo por su acción a favor de los desfavorecidos por los que se desvivió y pidió limosna»


El papa Francisco


Las palabras del Papa en el ángelus de la Jornada del Emigrante y el Refugiado
Texto completo. Ante una plaza repleta, Francisco denuncia a 'los mercaderes de carne humana, que quieren esclavizar a los migrantes'. Y explica que la misión de Jesús es liberar al mundo del pecado

Por Redacción

CIUDAD DEL VATICANO, 19 de enero de 2014 (Zenit.org) - Como cada domingo, el papa Francisco rezó la oración del ángelus desde la ventana de su estudio en el Palacio Apostólico, ante una multitud que le atendía en la plaza de san Pedro.

Dirigiéndose a los fieles y peregrinos venidos de todo el mundo, que le acogieron con un largo y caluroso aplauso, el pontífice argentino les dijo:

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Con la fiesta del Bautismo del Señor, celebrada el pasado domingo, hemos entrado en el tiempo litúrgico llamado “ordinario”. En este segundo domingo, el Evangelio nos presenta la escena del encuentro entre Jesús y Juan el Bautista, cerca del rio Jordán. Quien la describe es el testigo ocular, Juan Evangelista, que antes de ser discípulo de Jesús era discípulo del Bautista, junto con el hermano Santiago, con Simón y Andrés, todos de Galilea, todos pescadores. El Bautista ve a Jesús que avanza entre la multitud e, inspirado del alto, reconoce en Èl al enviado de Dios, por esto lo indica con estas palabras: «¡Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo!» (Jn 1,29).

El verbo que viene traducido con “quitar”, significa literalmente “levantar”, “tomar sobre sí”. Jesús ha venido al mundo con una misión precisa: liberarlo de la esclavitud del pecado, cargándose las culpas de la humanidad. ¿De qué manera? Amando. No hay otro modo de vencer el mal y el pecado que con el amor que empuja al don de la propia vida por los demás. En el testimonio de Juan el Bautista, Jesús tiene las características del Siervo del Señor, que «soportó nuestros sufrimientos, y aguantó nuestros dolores» (Is 53,4), hasta morir sobre la cruz. Él es el verdadero cordero pascual, que se sumerge en el rio de nuestro pecado, para purificarnos.

El Bautista ve ante sí a un hombre que se pone en fila con los pecadores para hacerse bautizar, si bien no teniendo necesidad. Un hombre que Dios ha enviado al mundo como cordero inmolado. En el Nuevo Testamento la palabra “cordero” se repite varias veces y siempre en referencia a Jesús. Esta imagen del cordero podría sorprender; de hecho, es un animal que no se caracteriza ciertamente por su fuerza y robustez y se carga un peso tan oprimente. La enorme masa del mal viene quitada y llevada por una creatura débil y frágil, símbolo de obediencia, docilidad y de amor indefenso, que llega hasta el sacrificio de sí misma. El cordero no es dominador, sino dócil; no es agresivo, sino pacifico; no muestra las garras o los dientes frente a cualquier ataque, sino soporta y es remisivo. ¡Y así es Jesús! Así es Jesús: como un cordero.

¿Qué cosa significa para la Iglesia, para nosotros, hoy, ser discípulos de Jesús Cordero de Dios? Significa poner en el lugar de la malicia la inocencia, en el lugar de la fuerza el amor, en el lugar de la soberbia la humildad, en el lugar del prestigio el servicio. Es un buen trabajo, ¿eh? Nosotros, los cristianos, debemos hacer esto: poner en lugar de la malicia la inocencia, en el lugar de la fuerza el amor, en el lugar de la soberbia la humildad, en el lugar del prestigio el servicio.

Ser discípulos del Cordero significa no vivir como una “ciudadela asediada”, sino como una ciudad colocada sobre el monte, abierta, acogedora y solidaria. Quiere decir no asumir actitudes de cerrazón, sino proponer el Evangelio a todos, testimoniando con nuestra vida que seguir a Jesús nos hace más libres y más alegres.

Al término de estas palabras, el santo padre rezó la oración del ángelus. Y al concluir la plegaria prosiguió:

Queridos hermanos y hermanas,

hoy celebramos la Jornada Mundial del Emigrante y del Refugiado, con el tema "Los migrantes y los refugiados: hacia un mundo mejor", que he desarrollado en el Mensaje publicado hace tiempo. Dirijo un saludo especial a los representantes de diferentes comunidades étnicas que se encuentran aquí reunidas, en particular a las comunidades católicas de Roma.

Queridos amigos, estáis cerca del corazón de la Iglesia, porque la Iglesia es un pueblo en camino hacia el Reino de Dios, que Cristo Jesús ha traído en medio nuestro. ¡No perdáis la esperanza de un mundo mejor! Os deseo que viváis  en paz en los países que os acogen, custodiando los valores de vuestras culturas de origen.

Quisiera agradecer a aquellos que trabajan con los migrantes para acogerles y acompañarles en sus momentos difíciles, para defenderles de aquellos que el beato Scalabrini definía como 'los mercaderes de carne humana', que quieren esclavizar a los migrantes. De manera particular deseo agradecer a la Congregación de los Misioneros de San Carlos, los padres y las monjas Scalabrinianos, que tanto bien hacen a la Iglesia y se hacen  migrantes con los migrantes.

En este momento pensemos en tantos migrantes... tantos… y en los refugiados, en sus sufrimientos, en su vida, tantas veces sin trabajo, sin documentos, con tanto dolor. Y podemos, todos juntos, dirigir una oración por los migrantes y los refugiados que viven en las situaciones más graves y más difíciles: Dios te salve María...

Después de rezar un Avemaría, llegó el turno de los saludos que tradicionalmente realiza el pontífice:

Saludo con afecto a todos vosotros, queridos fieles provenientes de diferentes parroquias de Italia y de otros países, así como a las asociaciones y grupos diversos. En particular, saludo a los peregrinos españoles de Pontevedra, La Coruña, Murcia y a los estudiantes de Badajoz. Saludo a los ex alumnos de la Obra Don Orione, la Asociación de Laicos Amor Misericordioso y la Coral "San Francisco" de Montelupone. 

Y concluyó, como de costumbre:

"A tutti auguro una buona domenica e buon pranzo. Arrivederci!" (Deseo a todos un buen domingo y una buena comida. ¡Hasta pronto!)

(RED/IV)

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Francisco visita a las periferias que viven en Roma
En la parroquia del Sagrado Corazón se encuentra con refugiados, inmigrantes y sin techo antes de celebrar la Santa Misa

Por Redacción

ROMA, 19 de enero de 2014 (Zenit.org) - Esta tarde, el papa Francisco ha realizado una visita pastoral a la parroquia romana del Sagrado Corazón de Jesús en Castro Pretorio, que está regida por los Salesianos.

No se encuentra en las afueras de Roma, pero seguramente la periferia existencial de esta parroquia ha provocado que el Pontífice argentino acuda.

Situada en la via Marsala, junto a la estación de tren Termini y cerca del albergue con el comedor de Cáritas, esta zona es lugar de reunión de muchas personas sin hogar, desfavorecidas y marginadas.

Este templo, encargado por el papa León XIII, fue levantado por san Juan Bosco gracias a las ofrendas de los fieles católicos y consagrada por el Cardenal Vicario Lucido Parocchi el 14 de mayo de 1887.

Hoy los Salesianos trabajan con los refugiados e inmigrantes y asisten a los mendigos, que en esta zona abundan. Cada día se hacen evidentes las necesidades de muchas personas, en parte aliviadas por el trabajo del centro de Cáritas.

Los refugiados que reciben atención directa son unos 60, mientra que los inmigrantes son varios cientos. La comunidad más numerosa en esta estructura es la filipina, que además cuenta con una serie de parroquias como Santa Prudenziana y el Perpetuo Socorro. 

Los días de reuniones son los jueves por la tarde y los domingos, cuando los empleados del hogar suelen tener sus días libres. La comunidad latinoamericana es también numerosa. En Italia hay unos 350 mil inmigrantes provenientes del continente sudamericanos de los cuales casi 100 mil ecuatorianos y la misma cantidad de peruanos. 

Las estructuras del Sagrado Corazón son uno de los puntos de reunión de los latinoamericanos, si bien el principal centro de atención es la iglesia Sta. María della Luce, sede de la pastoral latinoamericana; Santa Lucía y Don Orione.

En en el patio interno de la estructura que hoy el Papa ha visitado, los latinoamericanos han realizado diversos eventos, como el del Día de la Madre.

(Ver http://www.latinosenitalia.it/index.php?option=com_content&view=article&id=107:dia-de-la-madre-en-italia&catid=35:folclor-latinoamericano&Itemid=69)

En Roma se han vuelto tradicionales dos procesiones, la del Señor de los Milagros del Perú y la de la Virgen del Quinche, de Ecuador. 

A su llegada, el Obispo de Roma acompañado por el párroco don Valerio Baresi se ha encontrado con los feligreses y, posteriormente, con unos sesenta amigos sin techo, que mantienen relación con la iglesia a través de su obra social.

Después, el Pontífice se ha reunido con un centenar de refugiados y una representación de los voluntarios de esta parroquia.

Por último, el Santo Padre ha mantenido un encuentro con los niños bautizados durante este año y con sus padres, con los recién casados y con las familias jóvenes.

En el curso de esta visita el Papa ha confesado a cinco fieles, seguido por la Santa Misa.

Ver también El Santo Padre en la parroquia del Sagrado Corazón: 'Jesús nunca decepciona'

(RED/IV)

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El Santo Padre en la parroquia del Sagrado Corazón: 'Jesús nunca decepciona'
Texto completo de la homilí­a de hoy. La clave de la vida es la confianza en el Señor. Él ha venido para salvarnos, para cargar con el pecado

Por Redacción

ROMA, 19 de enero de 2014 (Zenit.org) - En el marco de la visita pastoral de esta tarde a la parroquia romana del Sagrado Corazón de Jesús en Castro Pretorio, el papa Francisco ha celebrado la Eucaristía en un templo abarrotado de gente de todas las edades. 

Las canciones entonadas por un coro juvenil con violines han dado un gran realce a la celebración, que ha sido seguida con mucho recogimiento y piedad  por todos los fieles.

En su homilía, sin papeles, el Santo Padre ha explicado porque "Jesús es llamado el Cordero que quita los pecados del mundo". "¿Cómo hace Jesús?", se ha preguntado el Pontífice. "¡Con el amor!", ha asegurado. Y ha concluido sus palabras diciendo que "Jesús nunca ha dejado de ser cordero, cercano a los pequeños y a los pobres".

Al termino de la Santa Misa, el Papa ha saludado a los enfermos y a la comunidad salesiana. La última cita del Pontífice ha sido el encuentro con los jóvenes.

El Sagrado Corazón de Jesús en Castro Pretorio es la cuarta parroquia romana que el papa Francisco visita. La primera fue la de los Santos Isabel y Zacarías, el pasado 26 de mayo. El 1 de diciembre acudió a San Cirilo Alejandrino y el 6 de enero visitó el belén viviente de la iglesia de San Alfonso María de Ligorio.

Texto completo de la homilía del papa Francisco durante la Misa celebrada en la parroquia del Sagrado Corazón de Jesús en Castro Pretorio:

Es hermoso, este pasaje del Evangelio: Juan que bautizaba. Y Jesús, que había sido bautizado antes - unos días antes – que venía: y ha pasado delante de Juan. Y Juan ha sentido dentro de sí la fuerza del Espíritu Santo para dar testimonio de Jesús. Y mirándolo, y mirando a la gente que estaba a su alrededor, dice: "He aquí el Cordero de Dios que quita los pecados del mundo". Y da testimonio de Jesús: este es Jesús, este es el que viene a salvarnos; este es el que nos dará la fuerza de la esperanza. Jesús es llamado el Cordero: es el Cordero que quita el pecado del mundo. Uno puede pensar , pero cómo un cordero, tan débil, un corderito débil, ¿cómo puede eliminar tantos pecados, tantas maldades? Con el Amor. Con su mansedumbre. Jesús nunca ha dejado de ser cordero: manso, bueno, lleno de amor, cercano a los pequeños, cercano a los pobres. Estaba allí, entre la gente, curaba a todos, enseñaba, rezaba. Pero, tan débil Jesús: como un cordero. Pero ha tenido la fuerza para cargar sobre sí todos nuestros pecados: todos. "Pero, padre, usted no sabe mi vida: tengo uno que... pero, ni siquiera puedo llevarlo con un camión..." . Muchas veces, cuando miramos en nuestra conciencia, nos encontramos con algunos que son grandes, ¿eh ? Pero Él los lleva. Él ha venido para eso: para perdonar, para traer la paz en el mundo, pero primero en el corazón. Quizá cada uno de nosotros tiene una tormenta en el corazón, quizá tiene una oscuridad en el corazón, quizá se siente un poco triste por una culpa... Él ha venido a quitar todo eso. Él nos da la paz, Él lo perdona todo. "He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado", ¡pero quita el pecado con la raíz y todo! Esta es la salvación de Jesús, con su amor y su mansedumbre. Al oír esto que dice Juan el Bautista , que da testimonio de Jesús como Salvador, debemos crecer en la confianza en Jesús.

Muchas veces tenemos confianza en un médico: es bueno, porque el médico está para sanarnos; tenemos confianza en una persona: los hermanos, y las hermanas están para ayudarnos. Es bueno tener esta confianza humana entre nosotros. Pero nos olvidamos de la confianza en el Señor: esta es la clave del éxito en la vida. La confianza en el Señor: encomendémonos al Señor. " Pero, Señor, mira mi vida: estoy en la oscuridad, tengo esta dificultad, tengo este pecado...", todo lo que tenemos: "Mira esto: ¡yo confío en ti!" Y esta es una apuesta que tenemos que hacer: confiar en Él y nunca decepciona. Nunca, ¿eh ? ¡Nunca! Escuchad bien, chicos y chicas, que comenzáis la vida ahora: Jesús nunca decepciona. Nunca. Este es el testimonio de Juan: Jesús, el bueno, el manso, que terminará como un cordero: asesinado. Sin gritar. Él ha venido a salvarnos, para quitar el pecado. El mía, el tuyo y el del mundo: todo, todo.

Y ahora os invito a hacer una cosa: cerramos los ojos; imaginamos esa escena allí, en la orilla del río, Juan mientras bautiza y Jesús que pasa. Y escuchamos la voz de Juan: "He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo". Miramos a Jesús y en silencio, cada uno de nosotros, le dice algo a Jesús desde su corazón. En silencio.

El Señor Jesús, que es mite, es bueno - es un cordero - que ha venido a quitar los pecados, nos acompañe en el camino de nuestra vida. Y que así sea.

Ver también Francisco visita a las periferias que viven en Roma

(RED/IV)

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Comunicación


10 consejos a modo de pregunta
Para examinar y reimpulsar proyectos confesionales on line

Por Jorge Enrique Mújica

ROMA, 19 de enero de 2014 (Zenit.org) - No es el más fuerte el que sobrevive sino el que mejor se adapta a los cambios, sabe incorporarlos y, más aún, trata de descubrir, adelantarse y proponer lo más nuevo. Lo anterior no es una máxima del evolucionismo sino una constatación empírica del mundo de la tecnología, concretamente de internet. En su corta vida, la web ha visto nacer y desaparecer miles de iniciativas: muchas de ellas fueron paradigmas de la comunicación digital, parteaguas de nuevos proyectos que vinieron después. 

Internet como lo conocemos hoy es una gran red social: no hay fronteras, la interacción es la norma, todos pueden ser emisores y los contenidos virales suelen venir de personas que de la noche a la mañana se convierten en celebridades. ¿Cómo descubrir y aprovechar todas esas posibilidades que brinda la web de inicios del siglo XXI en el campo confesional católico? 

Daniel McInerny participó en el «Christian Leaders Technology Forum» de inicios de diciembre de 2013 en Silicon Valley, California. Escuchó las ponencias de gurús y sus aportaciones tanto en el ámbito de la aplicación tecnológica como de las ideas digitales al servicio del Evangelio. Haciendo una síntesis, McInerny recogió y publicó en Aleteia.org diez sugerencias que enriquecemos con algunos ejemplos prácticos más de webs católicas que van precisamente en la línea del tip esbozado. 

1. Movilidad. Daniel McInerny recuerda que actualmente en el mundo hay más dispositivos móviles que cepillos de dientes: 4,000 millones para ser exactos. De ahí la interrogante: ¿está tu web preparada para que se acceda a ella desde dispositivos móviles? El Vaticano está a la vanguardia y si no mira la app oficial del Papa: http://www.thepopeapp.com/

2. Conexión emocional. El consejo apunta a ver el modo de crear una conexión emocional con una base de fans: mostrar empatía, cercanía, etc. Ciertamente no como estrategia de marketing sino como corresponde a quien trata con personas de carne y hueso. ¿Tu web crea una conexión emocional? Mira cómo lo hacen en la fans page de Evangelidigitalización (https://www.facebook.com/evangelidigitalizacion). 

3. Personalización. Una consecuencia del punto anterior: ¿en qué medida el visitante puede personalizar su experiencia en tu web? Un ejemplo de esto es Netflix que, incluso siendo una web de pago, se ha logrado posicionar como uno de los proyectos digitales más importantes de 2013. 

4. Marcar la diferencia. O en otras palabras: ¿qué da tu web que no dé ninguna otra? Daniel McInerny recuerda que marcar la diferencia no equivale a 15 minutos de notoriedad. Menciona el caso de «Carity: Water» («Caridad: Agua»: http://www.charitywater.org): el proyecto marca la diferencia porque hace caridad llevando agua a quien no la tienen. Ejemplos en esta misma línea son Misas.org (http://www.misas.org/), donde se pueden encontrar horarios de misa en todo el mundo; o http://www.whynotpriest.org/es, el primer portal vocacional que se valió de videos para presentar la vocación sacerdotal a los jóvenes. 

5. La generación Y. Son la generación de los que nacieron con internet bajo el brazo. No tuvieron que migrar sino que son nativos digitales. Y muchos de esos jóvenes buscan respuestas en la web a sus preguntas más profundas. ¿Qué lenguaje se utiliza en tu web para hablarles a ellos? ¿Son conceptos que entienden o que sólo entiende el webmaster del portal? ¿El tipo de contenidos que se carga incluye material multimedia? El proyecto Arguments (http://www.arguments.es/) es un ejemplo en este campo con sus ya famosos videos (http://www.youtube.com/user/catequesisarguments). 

6. Humor. Ya lo decía el Cardenal Dolan: el cristiano es alguien alegre porque Cristo resucito, la historia de Jesús no terminó el Viernes Santo. El humor es una de las mejores maneras de hacer conexión. Y curiosamente –así lo señala McInerny– el humor crea confianza. En la web las cosas serias también pueden contarse de modo positivo. ¿Cómo es tu modo de comunicar? Mira cómo lo hacen los del proyecto «Rápido y Curioso»: https://www.youtube.com/ImparareRoma

7. Contenido e historias. Es la sustancia de todo proyecto. Y las personas quieren esos contenidos ya no sólo pensando en que les aporten valor sino también gratuitamente. ¡Pero a cambio dan su confianza! La cuestión es ineludible: ¿cómo es el contenido de la propia web? Si la respuesta es: «soso», entonces no hay que olvidar que las historias reales de personas siguen siendo atractivas. Hoy por hoy interesa no sólo la vida de las «estrellas» de Hollywood sino también la de los héroes que dejan el anonimato para convertirse en testigos de la fe gracias a la web. Ejemplos en esta línea son CatholicLink.com (http://catholic-link.com/) o la fans page de Buenas Noticias (https://www.facebook.com/BuenasNoticias.Org). 

8. Transparencia. Especialmente para quienes vinculan los proyectos a campañas de recaudación de fondos. McInerny vuelve a traer a cuento el caso de «Charity: Water»: las personas que donan pueden  rastrear cada centavo que donan de forma que conocen el destino final de su dinero (vea https://www.charitywater.org/donate/). Y en esa misma línea va, por ejemplo, ZENIT News Agency (https://donations.zenit.org/es). 

9. Nube. El autor se refiere a las facilidades técnicas para conservar todos los contenidos en servidores que dan esa posibilidad en la web (por ejemplo, y sin afán exhaustivo, Google Drive, Dropbox, etc.). ¿Y tú qué usas para guardar tus contenidos? 

10. Dinero y partners. Finalmente se pone el dedo en ese problema común como lo es la economía. Al respecto se recomienda identificar a líderes sociales que podrían interesarse en tu proyecto ofreciéndoles, naturalmente, un beneficio a cambio. «Hay que buscar partners, no limosna». Y no sólo se trata de dinero sino de trampolines para nuestra misión: bloggers y líderes de opinión que puedan hacer conocer más y mejor nuestro proyecto.  En este sentido son ejemplares los casos de Catholic.net (http://es.catholic.net/) y Aleteia.org (http://www.aleteia.org/es) que son plataformas para contenidos de terceros. 

* El autor es analista de ZENIT News Agency para temas relacionados con medios de comunicación, internet y periodismo religioso.

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Espiritualidad


Ungidos, no 'grasientos'
II Domingo Ordinario

Por Mons. Enrique Díaz Diaz

SAN CRISTóBAL DE LAS CASAS, 19 de enero de 2014 (Zenit.org) - Isaías 49, 3. 5-6: “Te hago luz de las naciones, para que todos vean mi salvación”

Salmo 39: “Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad”

I Corintios 1, 1-3: “La gracia y la paz de parte de Dios Padre y de Cristo Jesús”

San Juan 1, 29-34: “Éste es el Cordero de Dios, el que quita el pecado del mundo”

En cada encuentro, en cada diálogo, en cada reunión, sigue sorprendiendo el Papa Francisco a quienes tienen la oportunidad de encontrarse con él o a quienes escuchan la resonancia que tienen sus palabras en todas partes. Y no es que estas palabras sean dulces o que suavicen el Evangelio, sino todo lo contrario, dejan ver la belleza pero también la exigencia que comporta seguir a Jesús. En días pasados en una celebración con sacerdotes les decía duramente: "Nosotros estamos ungidos por el Espíritu y cuando un sacerdote se aleja de Jesucristo puede perder la unción. En su vida, no: esencialmente la tiene...pero la pierde. Y en vez de ser ungido termina por ser 'grasiento'. ¡Y cuánto mal hacen a la Iglesia los sacerdotes grasientos! Los que ponen su fuerza en las cosas artificiales, en la vanidad, en una actitud...en un lenguaje poco natural... Pero, cuántas veces se escucha decir con dolor: 'Pero, ¡éste es un sacerdote-mariposa!' porque siempre está en las vanidades... ¡Éste no tiene una relación con Jesucristo! Ha perdido la unción: es un grasiento".  “Lo que nos salva de la mundanidad y de la idolatría que nos hace grasientos, lo que nos conserva en la unción, es la relación con Jesucristo. Y hoy, a vosotros que habéis tenido la gentileza de venir a concelebrar aquí, conmigo, os deseo esto: perded todo en la vida, ¡pero no perdáis esta relación con Jesucristo! Esta es vuestra victoria. Y ¡adelante con esto!"

En este domingo, con el que propiamente iniciamos el tiempo ordinario, San Juan Bautista también propone la misma realidad no solamente a los sacerdotes sino a toda persona que quiera ser discípulo de Jesús. Todos hemos sido bautizados y sumergidos en el agua para vivir el bautismo de Jesús, todos hemos sido “ungidos” para ser parte de su misma misión. Por eso en este día el Bautista nos presenta a Jesús para que tengamos un encuentro personal y profundo con Él. De lo contrario nuestra vida se transforma en hueca, vacía, sin referencia y de “ungidos por el Espíritu”, pasamos a ser solamente, como dice el Papa Francisco,  “grasientos”; lo “ungido” no se nos quita, pero sin Jesús, apesta y se corrompe. La vida toda del Bautista, más que sus palabras, son la bella expresión de un testigo de Jesús, que lo presenta, que conduce a las personas hacia Él y que en su manifestación encuentra el sentido de su propia existencia. Es verdaderamente un testigo: “Hacer que Él crezca y yo desaparezca”.

Cada una de las palabras de Juan tiene un profundo significado que descubre y nos acerca a Jesús: “Éste es el Cordero de Dios”. Sí, para el israelita hablar del Cordero era traer a la memoria el tiempo de la esclavitud y la sangre derramada en los dinteles de la puerta que dio vida y liberación al pueblo. El Cordero representa sus inicios como pueblo libre y con vida propia en relación con su Dios. Es dejar atrás la esclavitud de Egipto y abrirse a la esperanza de entrar en la tierra prometida. Para nosotros Cristo tendrá que significar también esta liberación y esta esperanza. Nos saca de la esclavitud y nos abre a la posibilidad de formar el nuevo pueblo. Nos pone en relación directa con Dios y nos aleja de las ataduras de toda esclavitud. No podemos vivir esclavizados a la mundanidad y al egoísmo, no podemos atarnos a la mentira y a la ambición.

“Que quita el pecado del mundo”,  trae a la mente la forma de purificación judía. Sobre el  cordero se arrojaban los pecados del pueblo y lo enviaban al desierto para que se llevara consigo todos los males. Ahora Cristo es el Cordero que carga los pecados, el que vence al pecado, el que se hace pecado y da la verdadera libertad. Hasta allá llega el testimonio de Juan. Pero no se trata simplemente de declarar, se trata de ser testigo, y Juan el Bautista da un testimonio que lleva hasta las últimas consecuencias esta declaración: denuncia el pecado, busca liberar del pecado, sin importar las dificultades. Parecería que los cristianos hemos encontrado la manera de convivir entre la fe y  una estructura de pecado. ¡Eso es hipocresía! Quitar el pecado del mundo es medular en la vivencia del Evangelio. No se puede vivir la contradicción de ser creyentes y vivir en pecado. No en el sentido moralizante sino en la profunda contradicción que envuelve a la persona cuando su vida se rige por la injusticia, por la mentira y por la ambición. Jesús se nos presenta como alguien que quita el pecado del mundo. Alguien que no solamente ofrece el perdón, sino también la posibilidad de vencer al pecado, la injusticia y el mal que se apodera de las personas y de las instituciones. Es urgente  quitar toda estructura de pecado y de injusticia. Creer en Jesús no sólo consiste en abrirse al perdón de Dios. Ser testigo de Jesús es comprometerse en su lucha y su esfuerzo por quitar el pecado que domina a los hombres y mujeres, y todas sus desastrosas consecuencias.

Este día es una muy buena ocasión para reflexionar, no solamente en el pecado personal que queda en la conciencia del individuo, sino lo más grave: el pecado estructural que invade y destruye nuestra sociedad. Nuestra adhesión a Jesús nos debe llevar a ser testigos comprometidos en la construcción de su Reino, igual que Juan el Bautista que se convierte en un profeta de la justicia. Ojalá nos cuestionemos y no nos acomodemos a un mundo de injusticias y de desprecio por los más débiles; donde se convive con el pecado y justifican la maldad y la corrupción. Dejemos de ponernos en el centro que sólo  Cristo puede ocupar y llenar de sentido.

¿Cómo somos testigos de Jesús en el mundo? ¿A qué nos compromete el encuentro con Jesús en cada una de nuestras celebraciones, sacramentos o reuniones? ¿Cómo descubrimos a Jesús en los más pobres y cómo nos compartimos con Él? ¿Cómo vivimos nuestra unción de bautizados?

Padre Bueno, que nos llamas a ser luz en medio de las naciones, concédenos la gracia de ser testigos de tu Hijo construyendo un mundo de amor y de paz. Amén.

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Beato Marcelo Spí­nola y Maestre
«Este fundador de la congregación de las Esclavas del Divino Corazón, gran jurista, fue aclamado abogado de los pobres y arzobispo mendigo por su acción a favor de los desfavorecidos por los que se desvivió y pidió limosna»

Por Isabel Orellana Vilches

MADRID, 19 de enero de 2014 (Zenit.org) - Nació en San Fernando, Cádiz, España, el 14 de enero de 1835. Su padre, el marqués de Spínola, era un ilustre oficial de la Marina. Pero él orientó su vida profesional licenciándose en Derecho en la Universidad de Sevilla el año 1856. Incluso abrió su propio despacho en Huelva durante un tiempo, poniendo su buenos oficios al servicio de los necesitados, a los que prestaba ayuda desinteresadamente. De ahí el apodo que le dieron: «el abogado de los pobres». Desde su más tierna infancia había experimentado una singular devoción por el Sagrado Corazón de Jesús, y los talentos que Dios le había otorgado estaban a merced de todos. Cuando su padre tomó posesión de la plaza de Sanlúcar de Barrameda como comandante de Marina, Marcelo lo siguió. Había crecido en las ciudades de Motril, Valencia, Huelva, Sevilla y Sanlúcar. A ellas añadiría nuevos destinos. Era la vida itinerante de un hijo de militar, de un hombre bueno, afable, humilde y alegre, que conservaba estampas de las gentes sencillas a las que fue conociendo y supo ganarse con su generosidad y simpatía.

Ya tenía cierta edad cuando sintió la llamada al sacerdocio, y enseguida dio un sí a Cristo. Cursó estudios eclesiásticos en el seminario de Sevilla y fue ordenado sacerdote en 1864. Su primera misa la celebró en la iglesia de San Felipe Neri. Después, le encomendaron la capellanía de la Iglesia de la Merced de Sanlúcar. Vinculado a las cofradías, se integró en la Hermandad de San Pedro y Pan de los Pobres, hasta que en 1871 el cardenal de la Lastra y Cuesta le encomendó la parroquia de San Lorenzo de Sevilla. En esta ciudad se incorporó a la Hermandad del Gran Poder, de la que fue mayordomo y director espiritual, así como a la Hermandad de la Soledad. Fue en esta parroquia cuando en 1874 conoció en el confesionario a la recién enviudada Celia Méndez, con la que tiempo después habría de poner en marcha la fundación de las Esclavas.

En 1879 fue nombrado canónigo de la catedral de Sevilla por el arzobispo Mons. Lluch, y en 1881 designado obispo auxiliar de la diócesis hispalense. En 1884 su fecunda labor pastoral ya había traspasado las fronteras, y León XIII lo nombró obispo de Coria, Cáceres. Dos años escasos fueron suficientes para dejar impreso su sello apostólico. Allí fundó en 1885 la congregación de las Esclavas del Divino Corazón junto a la sierva de Dios, Celia Méndez. En 1886 fue trasladado a Málaga impulsando en la diócesis una acción inolvidable con los desfavorecidos, a la par que encabezaba una sólida defensa de los derechos de los trabajadores a través de los medios pastorales que tenía a su alcance. Juzgó que la Iglesia no había acogido a los pobres, y quiso paliar la situación.

En 1896 regresó a Sevilla, diócesis de la que fue nombrado arzobispo. Fundó «El Correo de Andalucía», que nació con el objetivo de «defender la verdad y la justicia». Y cuando la peste asoló la ciudad en 1905, recorrió las calles sevillanas desafiando el sol de justicia del mes de agosto, pidiendo limosna para los damnificados. Entonces, las gentes acuñaron para él nuevo título: el «arzobispo mendigo». Poco después, ese mismo año de 1905, san Pío X lo elevó al cardenalato.

Era un hombre piadoso, de intensa oración y mortificación, extremadamente sensible a las necesidades y al sufrimiento de sus fieles, y un infatigable apóstol. Hogares, círculos obreros, centros en los que se daba de comer a quienes lo precisaban, orfanatos, escuelas nocturnas, creación de la facultad de teología de Sevilla, etc., rubrican su impronta. Recorrió todas las diócesis en las que ejerció su ministerio viajando en un mulo, luchó contra el intento de desplazar la enseñanza de la religión de los centros públicos siendo senador de Granada, consoló a los afligidos, y llevó el Evangelio por todos los rincones, predicando y confesando.

Alguna vez se sintió tentado a renunciar al episcopado por considerarse indigno de asumirlo, y fue disuadido de ello. Con clarividencia y profundidad, como santo que era, en una de sus cartas escribió: «El sacerdote puede con su palabra imitar, aunque sea de lejos, a Cristo, y ejecutar las maravillas que hacía con la suya el celestial Maestro; para que la palabra sacerdotal posea tamaña eficacia es menester que sea total y verdaderamente divina, lo cual no se verificará cumplidamente, sino sometiéndose el ministro del Evangelio a un doble procedimiento: vaciarse de sí y llenarse de Dios». Murió en Sevilla el 19 de enero de 1906 cuando regresaba de asistir a los esponsales del rey Alfonso XIII. Juan Pablo II lo beatificó el 29 de marzo de 1987.

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